Aprovechando la presentación de Walicho que Sole Otero hizo en el espacio Joker de Bilbao hace unas semanas hemos podido hablar con ella sobre su última obra. Queremos agradecer las facilididas para realizar la entrevista a ella, a Salamandra Graphic y a los miembros del staff de la Librería Joker.
Entrevista a Sole Otero.
Aunque en España no la usamos Walicho es una expresión que en mapudungún significa entidad maligna, un demonio o algo similar. Pero que en la Argentina actual se utiliza para definir embrujo, maldición. ¿Cómo surge la idea de la obra?
Yo tenía ganas desde hacía mucho tiempo de hacer una historia de terror. Desde hace tiempo mi plan había sido alternar una historia más ligada con mi propia vida con otros de género. El primer género que elegí fue la ciencia ficción para Intensa, después volví un poco a la autobiografía o a la autoficción con Naftalina y quería hacer algo de terror. Dentro de lo que quería tocar con el género de terror, un poco por contexto y por interés, me toco hablar de brujas, que es un tema que sí encuentro que está muy de moda por el feminismo. Me permitía hablar de sororidad y también de las relaciones conflictivas. Lo que terminé haciendo fue encontrar los temas con los cuales construir estos nueve cuentos que son todos diferentes y que hablan de diferentes cosas entre sí, pero que de fondo dejan entrever la historia original que quería contar yo que era la de las brujas. En realidad, no está tocada la historia de las tres hermanas directamente, sino que se puede como entrever y queda un poco como en el lector entender exactamente qué es lo que está pasando con ellas, pero esa también era un poco la idea, que haya un poco de misterio.
La historia no se ve nunca desde el punto de vista de las brujas lo que es uno de los aciertos de la obra ya que juegas con la posibilidad de dejar esa parte al lector huyendo de la sobrexplicación y juegas con la dualidad de significados del título y tenemos a las brujas como entidades malignas, pero también vemos otros embrujos en las relaciones personales de los personajes secundarios.
Sí. Hay algo también de mostrar como ellas controlan o de manejar las perversiones de esos personajes y eso tiene que ver un poco con la idea del walicho en Argentina, con el uso lunfardo de la palabra en el rioplatense contemporáneo, y al mismo tiempo hay algo del walicho del mapudungún en estas historias como más del pasado.
Y también hay algo como de lo europeo llegando a América, y de lo autóctono, y del animismo y de la brujería como algo femenino, no sé, hay muchas ideas que están como un poco mezcladas, que no es que el libro esté hablando específicamente de ninguna de esas cosas en concreto, pero aparecen, aparecen todas en algún lado.
¿De dónde surge ese interés por el animismo?
Estuve leyendo libros de mitología, ahora me olvidé el autor del libro de mitología griega que estuve leyendo durante tanto tiempo, pero también de algunas obras de ficción. A mí me gusta mucho La chica en la torre, que es una trilogía de fantasía basada en la mitología rusa que habla de esta guerra entre el animismo y la religión como institución. Un tema que me interesa del que vengo leyendo diferentes artículos y ensayos desde hace un tiempo. Quería poner un poco de eso en mi nuevo cómic, también quería localizarlo en Argentina e introducir esta idea de la espiritualidad con un sentido casi precientífico a los fenómenos naturales que terminan resultando en el animismo. Estas explicaciones de lo que pasa con la naturaleza en algún momento se dividen en ciencia y en religión, y cómo la estructura de la religión termina atrapando la espiritualidad original y le quita también el lugar a la mujer haciendo eso.
Hay algo ahí de que estas brujas vienen de Europa huyendo de eso, pero a la vez son como las blancas que llegan y también se imponen a su vez sobre las mujeres indígenas que están en Sudamérica, como esta cosa también de complejidades, de que haya distintos niveles de sometimiento en función del color de la piel.
Cada una de las historias que cuentas tiene entidad propia, aunque leídas en conjunto forman un puzle que permite conocerla en su totalidad, ¿tenías esa idea desde el principio?
Sí, en realidad esa fue una de las partes con las que más avancé y retrocedí cuando estaba escribiendo el guion, porque en un momento me di cuenta de que estaba tratando de hacer que todo funcioné con menos historias y las conexiones entre ellas quedaban un poco forzadas. Así que en un momento tuve que recular y separar esas conexiones más y buscar como otras subhistorias para terminar de completar el libro. En un momento puntual tuve que retroceder justamente porque decidí que lo que tenía que pasar era que cada una tenía que ser bien autónoma, se tenía que poder leer separada. Especialmente las primeras, porque después ya has entrado en la obra y las conexiones se ven más fácil entre una historia y la otra, pero al mismo tiempo quería que no quedaran forzadas. Si la nena hablaba en el diario de algo que le había pasado a una amiga no quería que quedara forzado la conexión.
¿Se quedo alguna historia en el tintero?
No, no, no se quedaron cosas afuera, más bien tuve que agregar cosas en algún momento más que dejarlas afuera. Tuve que desarrollar y encontrar elementos, pero no, afuera no. Si me quedó algo afuera son cosas que directamente guardé para otros libros.
En Walicho las brujas son una especie de elementos de resistencia contra la religión y la sociedad moderna que tienden a culpar a las mujeres y a dejarlas de lado. Lideran una especia de rebelión que quiere volver a lo natural, aunque luego caen en contradicciones haciendo un abuso de su poder.
Esa era la idea, están ahí abrazando a la naturaleza, sobre todo, en un principio. Y después, en realidad lo que va pasando es que van perdiendo fuerza a medida que la tecnología avanza, que la ciudad crece, que pierden ese contacto con la naturaleza. Lo que yo quería que se entendiera de fondo es que ellas se están debilitando a medida que va pasando eso, y a medida que se van debilitando necesitan como hacer más brujerías para seguir manteniéndose vivas, para seguir teniendo el poder que tienen. Necesitan tener a estos hombres ahí. De alguna manera, se han ido hacia las sombras, es decir, hacia un poder menos directo. Similar al que tiene el capitalismo.
Hay un mensaje muy interesante de sororidad en la obra, de la importancia de estar unidos.
Sí, claro, es que en realidad esa era la idea principal del libro. Un poco después, cuando buscaba palabras para un capítulo que está hablado con un idioma muy gaucho y me puse a leer Martín Fierro que arranca con esta frase que dice: “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera; tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera.” Es lo que vemos al final del libro. Es como esta cosa de que, en cualquier movimiento, cuando se empiezan a separar los intereses por cosas internas, se ponen en peligro el mensaje de unión y se pierde la fuerza, y el poder que tienen y eso es un poco lo que les termina pasando a ellas.
Quizás es una obra menos autobiográfica que tus anteriores trabajos. ¿Pero es posible crear algo sin que se filtre nada de ti?
Sí, pero también era un poco como volver a repetir el modelo de lo que había hecho en Intensa. Conscientemente y a veces inconscientemente, en las obras de ficción termino liberándome para hablar más de cosas personales que en las que son autobiográficas. Lo que pasa es que esta súper fragmentada. Hay, evidentemente, historias que tienen más que ver conmigo y otras que tienen más que ver con cosas que vi. Me reconozco en algunos personajes y en otros no me reconozco, pero reconozco otras personas, algunos personajes son como un collage de otra gente y hay muchas cosas en este libro que me di cuenta de que las hice muy inconscientemente y después de haberlo hecho me di cuenta de dónde venían.
¿Y eso te llega a sorprender cuando lo ves en la relectura?
Sí, sí, no sé si tuve que tener el libro en mi mano para verlo, pero sí me pasó que en algún momento estando cerca de terminar me di cuenta como, ah, esto en realidad es por eso. Hay cosas que conscientemente las elegí y dije, ah, esta anécdota la quiero usar para una historia, pero hubo otras cosas que me terminé dando cuenta de que había creado personajes que eran como personas que conocía y que les pasaban cosas que les estaban pasando a estas personas y lo hice sin darme cuenta. Sin haberlo hecho a propósito.
Y no tienes ninguna vez miedo de que alguien se vea muy reflejado o intentas disimularlo para que no se reconozcan.
Es que ya me ha pasado, pero miedo no es, es como respeto, o reparo. Creo que nada de lo que pongo es demasiado grave, todo es como una interpretación medio ridícula de alguna cosa, pero…
La visión que das de las brujas no responde exactamente a la europea y han incorporado otras visiones de ellas, ¿es algo buscado?
Sí, en realidad quería hacerlas en el tiempo presente. Esa visión viene de diferentes lecturas como Mariana Enriquez o un libro de Carlos Busqued que se llama Magnetizado, que es una entrevista a un caso real de un hombre que es un asesino en serie en Argentina, Que habla mucho sobre su madre, que estaba como en una secta evangelista y los sacrificios que hacía su madre y cómo él termina estando completamente loco, por decirlo de alguna manera. Ese fue un libro que me empujó un poco con esta visión de cómo me imaginaba yo una bruja en esta época practicando algún culto. También cuando era chica que en el barrio donde vivía yo era muy común encontrarse como con una mujer que practicaba la Umbanda, esta religión que practicaban los afrodescendientes como en la costa de Sudamérica. Hay mucha mitología también urbana en Bolivia, Buenos Aires y en Argentina, que no tiene tanto que ver con los mapuches pero que tiene que ver con una fusión que se fue dando entre ciertas cosas europeas, afro y locales. Entonces esas brujas contemporáneas que yo me las imaginaba como este tipo de personas como la madre de este hombre del caso real de este libro.
¿Hay más partes de la historia con base real?
Hasta cierto punto hay una inspiración más que una base real. Hay algunas cosas del barrio de mi abuela que yo veía de chica como la parte de la policía o la del pseudo orfanato. También hay una parte como medio inconsciente de la presencia de mis tías abuelas en el libro. El capítulo de Belén y de la agorafobia es el que más habla de mi propia ansiedad y estos mails que ella recibe también están basados en unos mails muy extraños recibí yo. Hay como un montón de cositas que vienen de lugares reales.
¿Ese capítulo hubiera sido posible sin haber pasado todo lo del COVID?
La verdad que no lo sé. En realidad, yo creo que sí porque la agorafobia no creo que esté solamente conectada con el COVID y la historia de los mails de las que hice referencia fue anterior al COVID, pero sí hay algo del experimentar estar encerrado, de haberlo vivido. La parte gráfica creo que se me ocurrió pensando en el COVID, como esta cosa de los cuadros que se repiten y el exterior negro y el marco que siempre es el mismo y la visión siempre es de costado. De hecho, yo creo que puede ser que influya más en los lectores porque es más fácil identificarse con la sensación de estar encerrado. También creo que es más fácil de entender para alguien que no es agorafóbico lo que significa serlo tras la pandemia.
¿Tenías claro desde el principio que cada capítulo iba a estar narrado de forma diferente?
Sí, eso era algo que quería, aunque no en todos los capítulos pude hacer algo tan original o tan diferente como en el de Belén o el diario porque tampoco quería forzar cosas que no se podían forzar. Pero yo sabía que esos dos capítulos los quería hacer muy diferentes, aunque luego eran los que más miedo me daba hacer porque no sabía si iban a ser aburridos, si se iban a entender bien. Sobre todo, el capítulo de Belén que para mí fue muy aburrido de dibujar porque es como muy repetitivo. Es medio monótono, pero bueno, fueron los dos que más. Algunas de las historias que elegí contar a mí me permiten encontrar una manera narrativa diferente, pero las otras historias quizás no tenían esa posibilidad. En la historia de Pablo y Paula, de este pájaro que está como en paralelo, y hay alguna que otra cosita en las otras historias. Pero con esas dos tuve la suerte de experimentar más. Me alegra que hayan funcionado porque la verdad que me daba miedo de estar como metiendo algo en el libro que no tenía nada que ver y que cortaba un poco el relato creo que funciona muy bien en un libro de este volumen, de esta cantidad de páginas.
¿Pasaba algo similar con los diferentes saltos temporales que vemos en cada capítulo?
Había elegido un orden para poner los capítulos un poco pensando en que el pasado fuera avanzando y que el presente se fuese intercalando con el pasado, pero en un momento considere como reorganizar los capítulos de otra manera, pero creo que lo terminé dejando así un poco porque sentía que era la mejor manera de ir dándole al lector la información sobre lo que estaba pasando. Si los cambiaba de orden iba a ser más difícil de entender o capaz daba demasiada información al principio y quería que tardara más en llegar esa información.
¿Trabajas con un guion cerrado?
En este trabajé con un guion abierto y lo fui haciendo, por eso en algún momento tuve que rehacer páginas y cambiar cosas. En Naftalina trabaje con el guion más cerrado desde el principio y me parece que es algo que quiero volver a hacer porque hacer este libro fue un poco desordenado.
¿Lo has dibujado en orden tal como está o saltabas de un capítulo a otro?
Al principio lo hice en orden, cuando llegué al capítulo de Belén que es tan aburrido de dibujar empecé como a dibujar una página de un capítulo, una página del otro, una página del otro… hubo un momento en el que o iba dibujando uno, iba escribiendo el otro, abocetando. Iba avanzando como en la dirección de la lectura, pero iba mezclando capítulos de diferentes formas.
Una de las cosas más interesantes de la obra es ver como reflejas esos cambios en la forma de hablar de los personajes, ¿ha sido muy difícil conseguirlo?
Fue más entretenido que difícil. Igual el que fue más difícil fue el capítulo Walicho porque me puse a imaginarme y a jugar a cómo era el momento de transición entre el español de España y el boceo rioplatense. Había visto algunas cartas en un museo de mi barrio escritas con un español que no era como el español de España ni el español que hablamos nosotros en Argentina, entonces me terminó interesando esa mezcla y leí cuáles eran las teorías sobre cómo había pasado ese cambio. Entonces hice a los personajes hablar o en gaucho o en esa especie de mezcla extraña. Esa fue quizás la única parte donde necesité pensar, después las otras me fueron viniendo solas porque me puse a imaginarme cómo escribía o hablaba yo cuando era una nena. La parte de la charla entre los dos hombres también me divertí mucho imaginarme cualquier charla de dos amigos o mis hermanos o quien sea hablando así.
Al igual que sucede en todo el mundo Argentina parece que se enfrenta a una ola reaccionaria que puede hacer retroceder los derechos varios años, ¿cómo ves el futuro del país?
Sí, hay una polarización muy fuerte de todo. Siento que cada vez está más difícil el diálogo y que es como si fuesen dos versiones de la realidad y es imposible acercarse al entendimiento de la otra versión. Es como si existieran dos posiciones y nada más en medio. En cuanto a la política que creo que es más bien algo global en este momento y después el problema de Argentina es que además de tener esto tiene un montón de problemas económicos que obviamente de Naftalina hasta ahora no han mejorado, todo lo contrario. Se aparece este candidato nuevo de ultraderecha, que me parece increíble que haya llegado hasta donde está, porque es una persona en que sé de su existencia hace muchos años y jamás me hubiera pensado que iba a llegar hasta este lugar que no es una persona que esté bien de la cabeza claramente. Es paralelo a Trump, no sé si hasta no está más loco que Trump y Bolsonaro. Pero bueno, nada, no deja de preocuparme porque en realidad que haya podido aparecer esta persona y haya llegado a tener los votos que tuvo significa que las cosas están muy mal para un montón de gente y que la gente está muy desesperada, más allá de que si con eso hicieron algo bueno o malo con su voto me parece que lo que hay que prestar atención es lo desesperada que está la gente como para llegar a recurrir a que cualquier cambio puede ser mejor que lo que está ahora.
Terrible porque además no sólo es la implicación económica sino otras implicaciones en cuanto a derechos.
Sí, la gente ha decidido darle prioridad en este momento a tener una alternativa económica sobre los derechos humanos porque está realmente desesperada. Y es eso lo que tocará realmente revisar a profundidad porque no vale con minusvalorar a la gente que vota o decir que están equivocados habrá que hacer un análisis.
Volviendo un poco a Walicho, es tu obra más oscura en cuanto a color, ¿es algo que te lo dictaba al tener ese toque de terror y brujería?
Sí, es un poco por el toque de terror. El violeta para mí es un color muy relacionado con las brujas y los capítulos que hablan un poco más del pasado son más oscuros y los más modernos tienen más colores. Quería poner como este acento en el magenta que está como un poco siempre arriba de la cabra, de las brujas o de la casa. Pero sí, es un libro más oscuro que los otros.
En la obra hay vemos una mezcla entre el terror, la cotidianidad y el humor resulta un tanto extraña y parece que no debería funcionar, pero realmente funciona muy bien.
Bueno, me alegro porque fue un experimento.
¿La obra ya incorporaba el humor desde su gestación?
Se fue metiendo un poco solo, tampoco quería que fuera extremadamente dramática la obra, entonces me salió un poco el tono. A mí me gustan las historias, las películas, los relatos de terror que tienen un toque de humor o algo que descontracture un poco. Así que me termino quedando esa mezcla.
En Intensa juegas con la ciencia-ficción, aquí con el terror, ¿cuál es el siguiente género que te gustaría tratar?
Me encantaría hacer algo de fantasía, que es mi otro género favorito, así que quizás ese, pero todavía no sé ni qué voy a hacer. Y también volver a la autoficción. El libro siguiente que estoy pensando hacer es como una especie de falsa autoficción. Un poco vuelve a ser ciencia ficción porque es como de en el futuro en vez de hablar del pasado, el presente es en el futuro.
Este al igual que los dos anteriores, lo haces en Angoulême y cuando estás haciendo este es cuando te dan el premio del público, ¿Te esperabas el premio?
No, no, yo pensé, estaba como muy agradecida y muy contenta de que me habían nominado, pero nunca jamás pensé que me iban a dar el premio.
¿Tienes alguna historia en el cajón que nunca acabas de encontrar en el momento?
Tengo esta historia que es la que voy a empezar ahora, que en realidad la empecé en el 2006, o sea es una historia que ha venido conmigo, un poco como Naftalina que también estuvo un rato largo dando vueltas conmigo, pero esta me ha acompañado todavía más. Y cada vez le agrego cosas nuevas y el último paso que di es esto de transformarlo en una historia en el futuro. Un futuro medio distópico postapocalíptico, porque antes no era eso, pero agarré lo que tenía antes y lo metí ahí.
Después tengo algunas ideas más, siempre quise hacer una historieta sobre el color como un poco si fuera un documental. Sobre el daltonismo de mi familia, sobre todas las cosas que he estado estudiando sobre color. Otra idea que tengo ahí dando vueltas son la biografía de unas mujeres que me interesan como Sophie Germain, una matemática medio dejada de lado, y Felicitas Guerrero, una mujer que era parte de la aristocracia argentina que fue uno de los primeros femicidios de la ciudad de Buenos Aires registrados, no creo que yo sea el primero. También la historia de Camila O’Gorman, que tiene película, pero ya es muy vieja, que era una persona que vivía en el mismo barrio en donde yo crecí y que fue esta mujer que se enamoró de un sacerdote y huyó con él y la ejecutaron. La única de las tres que tengo como un poco pensado como la quiero hacer es la de Felicitas Guerrero y la quiero ficcionar un poco.
¿Cómo ves el cómic argentino actual?
A ver, igual yo hace tres años que no estoy más en Argentina, pero bueno, cada vez que voy me entero de algo. Sigue siendo un poco el mismo panorama que cuando me fui, igual, de todas formas, hay poquitas editoriales. Las editoriales estás muy sostenidas sobre los editores que ponen un montón ahí para que puedan seguir saliendo lo que sale, y los autores también hacen las cosas muy por amor al arte porque salvo que logren publicar afuera de Argentina no hay mercado, no hay recursos, no hay casi nada de fondos del Estado para hacer nada. Hay un montón de autores muy, muy talentosos, pero terminan publicando acá, o en Estados Unidos o hacen cosas más bien como pequeñas. Hay mucho fanzine y yo creo que no llega a haber como una ambición de hacer libros más largos también, porque es muy difícil y hay que producirlo tú, así lo tienes que pagar.
¿Ya nos has contado un poco, pero que proyectos tienes para el futuro?
Ahora mismo estoy haciendo una serie infantil para Francia con una guionista que es una de las primeras cosas que hago con guion ajeno, pero es como una especie de reto para mí. También es algo que hago porque lo necesito económicamente, pero es divertido, la verdad, dibujar cosas así, sin pensar. Es una serie infantil de cinco volúmenes que va a salir uno por año con Casterman.
Estoy empezando a escribir el libro siguiente que lo tuve como que desarrollar para aplicar a unas becas y unas residencias, pero que todavía en realidad no lo empecé.
¿Y cómo es ese cambio, trabajar con una persona?
Sí, a ver, estamos recién empezando a trabajar. Yo estoy haciendo los bocetos, pero me gusta como escribe, sobre todo me parece muy divertido lo que tengo que dibujar. Sí pasa que a veces se me ocurren pequeños cambios en el guion y a ella en mis páginas, pero todo va bien.
¿Y barajas escribir un guion tu guionista para otro autor?
Lo he pensado también. Quizás con alguna cosa que sienta que la historia podría estar mejor dibujada con el estilo de otra persona que el mío. Me gustaría en algún momento probarlo, no todavía, pero quizás en algún momento llegue.
¿Cuál es el último cómic que has leído que te haya te ha gustado?
El de Marc Torices (La alegre vida del triste perro Cornelius) me pareció una locura. Es increíble hace muchos años que no leía algo que me gustara tanto.
¿Qué autores tenías y tienes como referentes?
He tenido muchos, empecé a dibujar historietas porque leía manga. Antes de eso leía mucho Astérix y Mafalda, dos piedras fundamentales, aunque quizás Mafalda un poco más, pero Astérix no sé si se ve en las cosas que hago para adultos, capaz no ni en mis cosas infantiles un poco más pero no en las de adultos. Pero Mafalda sí. Después tuve toda una época de Chris Ware y de Seth. También me gustan Olivier Schrauwen, Michael Laforge, Liana Flynn, Power Paola, Joanna Helgeen, Rutu Modan…
Muchas gracias por tu atención.
Reseña de Walicho, por Diego García Rouco.
Reseña de Naftalina y entrevista, por Diego García Rouco.
Reseña de Intensa, por Diego García Rouco.
Buenos días, no quería dejar esta entrevista sin comentar, porque me encantó Walicho y me ha gustado mucho la entrevista a la autora, confirma varias impresiones que tuve leyendo la obra.
De alguna manera, mi imaginación representa la voz de la narración en Walicho asemejándose a las de Satrapi o Paco Roca en sus obras, y eso es decir mucho.
Me encantan los autores que hablan de sí mismos en sus obras, y más aún cuando lo hacen de manera sutil y espontánea, a través de personajes, diálogos o referencias.
Me pasó con Quino, me pasó con Matt Groening, me pasó con los que mencioné antes y ahora me pasa con Sole Otero.
Enhorabuena y gracias.