Errata Stigmata

 

Guión: Gilbert Hernandez
Dibujo: Gilbert Hernandez
Edición España: Fulgencio Pimentel (2014)
Contiene: Love & Rockets USA (Fantagraphics Books, 1982-2014)
Formato: Tomo cartoné de 48 páginas
Precio: 17,00€

 

Eran principios de los años ochenta. Se iniciaba una década decisiva para el cómic estadounidense. El siempre controvertido término de novela gráfica, popularizado sobre todo a raíz de la publicación en 1978 de Contrato con Dios de Will Eisner, venía pisando fuerte, demandando un espacio y lugar para la historieta de corte más adulto. El llamado underground comix de los años sesenta había impulsado otras formas de acercarse al cómic, diferente al de las grandes editoriales, poniendo el foco en artistas de destacada mentalidad contracultural pero su fórmula estaba a esas alturas agotada y había perdido el necesario apoyo de los pequeños editores. El cómic alternativo vendría a tomar el relevo, revistas antológicas como RAW (1980) de Art Spiegelman, la publicación en la que aparecería serializada la decisiva Maus, el magazine Weirdo (1981) de Robert Crumb, en la que colaborarían nombres como el de su propia esposa Aline Kominsky, Dori Seda, Daniel Clowes o Harvey Pekar, y, finalmente, Love & Rockets (1982) con la que se darían a conocer los hermanos Jaime, Gilbert y Mario Hernandez.

Los conocidos como hermanos Hernandez apostarían por la autoedición con Love & Rockets enviando una muestra de su trabajo a Gary Groth, director de la influyente The Comics Journal y fundador, junto a Miguel Catron, de la editorial independiente Fantagraphics Books. El proyecto de Gary Groth llevaba ya un tiempo en su empeño en dar cabida en sus publicaciones a la nueva generación de artistas que habría de liderar el movimiento alternativo y pronto tuvieron claro que Love & Rockets debía ser una parte importante de ese sentimiento y necesidad de revolución que estaba experimentado el mundo de la viñeta. De esta manera, la publicación sería relanzada por Fantagraphics Books, convirtiéndose para los hermanos Hernandez en un páramo ideal para dar rienda suelta a su creatividad a la que retorcerían y explotarían en una serie de historias y relatos ambientados en el pueblo imaginario de Palomar -situado en algún lugar de México o de Centroamérica- en el que se daban la mano el culebrón costumbrista y el realismo mágico tan arraigado en la literatura hispanoamericana. En este peculiar lugar convivirían y se interrelacionarían toda una fascinante y extraña galería de personajes cuyas vidas serían el reflejo de lo mejor del underground comix y también de las nuevas tendencias de la historieta de la época.

La revista interrumpiría su publicación en 1996 al decidir los hermanos Hernandez continuar sus carreras por separado aunque regresarían en un segundo volumen que se extendería desde 2001 a 2007 e, inmediatamente, para un tercero que se iniciaría en 2008 y aún sigue en la actualidad cuando se han cumplido treinta años de la creación de la cabecera y Fantagraphics Books ha recopilado la obra de estos infatigables autores en un total de quince tomos. En el caso de Gilbert Hernandez, acostumbrado a firmar como «Beto» sus trabajos, su carrera ha estado muy influenciada por la sombra de artistas clásicos como Jack Kirby y Steve Ditko pero también por la de autores relacionados con el movimiento underground como Robert Crumb y Richard Corben -su debut en Love & Rockets era una historia de ciencia ficción que casi parecía una carta de amor a este dibujante- y sin olvidarse de su pasión por las tiras de prensa de primera mitad de siglo XX. Esto se hace evidente en Love & Rockets pero también en otras obras suyas como Girl Crazy, Ciudadano Rex o la más reciente Tiempo de canicas. Pero cuando «Beto» concibió a Errata Stigmata, uno de sus personajes más entrañables nacidos en la cabecera de Love & Rockets, su intención e influencia tenía otra procedencia: la del «dios del manga» Osamu Tezuka.

«Mi intención fue crear un personaje a partir de una pocas formas básicas», explica el autor en relación a esto último, «como muchos de los suyos». La confesión del mediano de los hermanos Hernandez la encontramos en la interesante entrevista de Alberto Gª Marcos y César Sánchez que sirve de introducción a la presente publicación de Fulgencio Pimentel en la que se recopilan -en una maniobra parecida a la realizada por la editorial española con el Rocky de Jaime Hernandez– las historias protagonizadas por esta doliente y sufrida chica de corazón y flequillo punk. Todo debido a una extraña enfermedad por la cual al ser testigo de algún tipo de injusticia su cuerpo responde a la tensión del momento sangrando a través de llagas en sus manos, en sus pies y en su costado que se corresponden (de manera inexplicable) con las heridas sufridas por el cuerpo de Cristo durante la crucifixión (y aunque ella no sea capaz de distinguir «a un apóstol de un ángel del infierno»). La gestación eminentemente visual de Errata Stigmata, en la contraportada del primer número de Love & Rockets fechado en 1982, como si de una pin-up subcultural se tratase, se trasladaría en cuerpo y espíritu sólo unos meses después a la primera historia de este estigmatizado personaje titulada Radio Zero.

En este relato Errata Stigmata se encuentra en una trama de relato negro y sátira social, en una ciudad agitada por las revueltas sociales con un ambiguo aroma futurista, sospechosamente cercano al aire cyberpunk del Blade Runner de Ridley Scott que se había estrenado casualmente por esas mismas fechas. Las apariciones y cameos en otras historias de Love & Rockets se sucederían postergando la segunda aventura de esta pequeña punk hasta el distópico año de 1984 en un relato que tendría un tono muy distinto al de su debut en una historieta de tono humorístico y carácter más intimista titulada Le contretemps en la que como lectores nos convertimos en improvisados voyeurs de uno de los pequeños y decepcionantes pasajes de la vida sexual de Errata Stigmata. En este punto, Gilbert Hernandez decidió que era el momento de abordar al personaje para «darle ese momento definitivo y definitorio» que no había tenido hasta entonces contándonos sus orígenes en 1985 en la fantástica historia Lágrimas llovidas del cielo (Vida y Milagros de Errata Stigmata) cuya portada parecía homenajear en 1993 el dibujante Chris Bachalo -posiblemente a instancias de Neil Gaiman, declarado seguidor de los hermanos Hernandez– en una de sus ilustraciones para ese spin-off de The Sandman que fue Muerte: El alto coste de la vida.

No resulta descabellado hacer esta asociación si tenemos en cuenta además las similitudes estéticas de estos personajes pero menos aún si reconocemos la influencia que el trabajo de los hermanos Hernandez ha tenido en los creadores de la última década y para ejemplificar esto bastar recordar, como se cuenta en la introducción de la edición de Fulgencio Pimentel, la inspiración que supuso el relato 100 Rooms de Jaime Hernandez para Alan Moore y Dave Gibbons que adoptarían la misma retícula de nueve viñetas de esta historieta en la narración de su Watchmen. Sea como sea, después de descubrirnos la dura infancia de Errata Stigmata, Gilbert Hernandez comenzó a dejar de lado a su creación recurriendo a ella sólo de manera breve y puntual en historias como La muerte, Dios y el Diablo son uno (1993) o la surrealista Errática Estigmática (2001) en la que se narran las diatribas de nuestra heroína para hallar una cura a su incómoda y plasmática condición. Y entonces Errata dejó los tebeos y vivió felizmente casada y con cinco hijos en Oxnard. Ja ja. Es broma… Eso exclamaría lacónica y resignada ella. Pero, por ahora, esa es la única pista que nos ha dejado su padre «Beto» sobre su destino hasta que decida volver algún día sobre ella para, presumiblemente, según él mismo, contarnos su propia muerte.