Cualquier excusa es buena para crear algo, y si no, que se lo pregunten a Adrian Tomine, que se saca un tebeo de la nada. Estamos ante una obra menor dentro de su bibliografía, pero que no deja de ser curiosa y de tener valor artístico. El autor de Rubia de verano y portadista e ilustrador de The New Yorker ha acometido a lo largo de su carrera obras de mayor envergadura y calado, aunque aquí demuestra el talento suficiente para elaborar y desarrollar un cómic gracias a algo personal e íntimo.
Lo primero que salta a la vista es el tamaño del cómic en cuestión. Podríamos llamarlo «minicómic» o «tebeo de bolsillo», y es que éste tiene unas dimensiones muy por debajo de la media en general. Pese a esto, y en contra de mi primera impresión, es de fácil lectura y no es nada lesivo para la vista. Les confieso que suelo ser muy quisquilloso al respecto, pero no me supuso ningún problema en este sentido. Además de esto, es un cómic muy corto; en un trayecto de tren de cercanías (y si me apuran, incluso de metro) se puede leer en su totalidad. También influye el buen hacer de Tomine que dota a la obra de ritmo, precisión y frescura. Si suman estos factores más el ajustado precio que tiene (aunque se podría pensar lo contrario si dividimos lo que cuesta entre el tiempo que se tarda en leerlo), podríamos decir que es un regalo ideal para alguien que no suele leer cómics. No es que sea una genialidad, pero es ameno y ligero.
Tomine tiene las ideas claras y establece desde el primer momento en el que arranca la historia las bases de la tensión entre sus dos protagonistas, él mismo y su futura esposa. Esto es clave para todo drama y para toda comedia, estando cargado aquí el relato de pura comicidad. Así pues, somos testigos de los contratiempos que tiene esta pareja durante los preparativos de una boda que cada uno desea llevar a buen puerto a su manera. Presenciar todo este proceso nos hace reflexionar sobre la sociedad consumista en la que vivimos. De hecho, como anécdota dentro del relato, su pareja le pide al autor que haga un cómic sobre todo este periplo y que lo convierta en obsequio para los invitados de la boda. Y más allá de eso, tenemos aquí en nuestras manos el tebeo publicado como objeto de consumo. Aunque no pongo en duda que la pareja se quiera, los preparativos están marcados más por exigencias económicas/sociales que por cuestiones amorosas. Eso sí, el epílogo funciona como sátira de todo esto, en la que Tomine y su ya esposa se ríen de sí mismos. Al final, uno no necesita gran cosa para ser feliz.
Es digno de mención cómo el autor intercala entre episodios, viñetas de corte humorístico al más puro estilo de clásicos del género como Daniel el travieso o The Family Circus. Son muy divertidas y captan perfectamente la esencia de las obras a las que homenajea.
Adrian Tomine es un gran narrador y un excelente dibujante.
En definitiva, denle la oportunidad a este cómic si quieren pasar un buen rato (muy corto, ya están avisados). No es la mejor obra del autor, ni siquiera es una maravilla, aunque es lo suficientemente interesante para que se hable de ella. De todos modos, no se preocupen, ya que en un futuro no muy lejano les hablaré de sus otros cómics, todos ellos salidos de la serie Optic Nerve (a diferencia de
Guion - 7
Dibujo - 6
Interés - 7
6.7
Anecdótico
Adrian Tomine es capaz de sacarse de la manga una obra artística. Simplemente, por este hecho ya cuenta con mi beneplácito, porque a pesar de ser una obra menor, está bien narrada y cumple con su cometido.