Peter J. Tomasi escribe este número 50 de la malavenida colección Detective Comics como lo podía haber hecho cualquier otro. Simplemente es el guionista que se encuentra de paso en una colección que ha llevado un camino errático desde que comenzara el reinicio del universo de la editorial en 2011. Tras un inicio titubeante a manos de Tony S. Daniel, el testigo que cogieron John Layman y Jason Fabok parecía otorgar a la serie un nuevo status con una historia sobre el pingüino que llevaba a la serie a unos terrenos menos embarrados. Su paso terminó fracasando, careciendo su historia de un tono emblemático y la llegada de Francis Manapul y Brian Buccellato que se aventuraba como la gran salvadora de la cabecera terminó desinflándose como la espuma dada la cantidad de solicitudes que el dibujante tenía para realizar otros trabajos, principalmente como portadista dentro de la editorial.
Es precisamente ese detalle el que me hace pensar una cosa: a DC Comics le importa poco Detective Comics. Parece no tener especial interés en que la cabecera tenga una continuidad como sí la ha tenido la cabecera principal del Caballero Oscuro. Como si tener dos series buenas del personaje fuera a llevar a un empañamiento de ambas. Total, quien sea verdadero fan del personaje o coleccionista comprará ambas series de todos modos. Y llegados a este punto creo tener bastante razón: no hay ningún sólo arco argumental de toda la cabecera en sus 50 números que realmente merezca la pena recopilar y tener en una colección de series “aceptables” (ya no obras maestras) del personaje.
El último en llegar a la cabecera tras una decente historia a manos de Buccellato y Fernando Blanco ha sido el hombre comodín del casa. El hombre que libreta en mano (o así me lo imagino) guarda en un cajón en su casa historias de todos y cada uno de los personajes de la editorial por si hace falta en algún momento. Es, sin duda, el hombre más en forma del banquillo. Y ojo, su última salida de titular lo podría considerar una de esas obras dignas de la estantería: su paso por la fabulosa Batman y Robin.
Sin embargo Tomasi demuestra aquí que no está especialmente cómodo en el papel que juega la cabecera en la actualidad. A la sombra de Batman, lo único que le queda a la cabecera es contar pequeñas historias dignas de ser recopiladas e intentar sacar un puñado de dólares de los más fans. Su primera historia, de 3 números, fue coger al Comisario Gordon en el traje de Batman y llevarlo a una historia sin ninguna trascendencia con La Liga de la Justicia. No sólo se trata de una excusa muy pobre la que lleva a la Liga de la Justicia a pedir ayuda a Gordon, sino que la historia parece una de esas que el guionista tenía guardadas en el cajón cara a usarla en momentos de necesidad. Posteriormente, se uniría a la serie el asturiano Fernando Pasarín, quien ya compartiera cabecera con Tomasi en Green Lantern Corps parar narrar un pequeño arco argumental que concluye en este número 50 y que supone una ligera mejoría respecto de esa primera historia.
Poner a Jim Gordon bajo el manto le ha servido a Scott Snyder para narrarnos una aventura apañadísima sobre la función del héroe en la ciudad de Gotham y, además, el debate de su colaboración con la policía ha sentado una base interesante que ha otorgado a su último arco, Superheavy, un cierto aire de renovación a una serie que podía parecer atascada tras la segunda llegada del Joker como némesis. Sin embargo, no parece que Tomasi quiera explorar demasiado esta situación. Su última historia, en la que el protagonista se enfrenta a un asesino en serie que asesina a sus víctimas en pos de las distintas estatuas que hay repartidas por la ciudad, podría haber sido protagonizada por Bruce Wayne perfectamente. No vemos aquí demasiado rastro de Jim Gordon ni aprovecha el guionista para darle un gimmick interesante en torno a la situación especial (que como ya sabemos, será finalizada en breves). Volvemos a lo que comentaba antes: esta historia lleva escrita no se sabe cuanto y simplemente está adaptado el papel de Jim Gordon al de Batman. Una historia más que, por si no fuera poco, deja de lado a un interesante Harvey Bullock que venía protagonizando prácticamente la cabecera desde que Manapul y Buccellato llegasen y que supone, de largo, lo mejor que hemos visto en esta cabecera desde 2011.
No son entendibles algunas cosas de este número 50 que termina por estropear la historia al final. Primero lo desdibujado que termina siendo el villano al final: un simple pirao con ganas de samba y con un diseño que no merece demasiado comentario positivo. Por otro lado, el número parece alargado para llegar a cumplir con el número de páginas establecido: un combate larguísimo con nulo interés del que sabemos que Jim Gordon no se va a llevar ni un solo rasguño.
La parte positiva de todo esto es la presencia de Pasarín en los lápices (con ayuda de Scot Eaton y dos entintadores). Su estilo personal está ahí, de eso no hay ninguna duda, pero estamos ante una historia que no exige demasiado como sí hacía la de los linternas espaciales. Quizás uno espera mayores trucos con la oscuridad o un toque más siniestro para el tipo de historia que nos están contando, pero el resultado es satisfactorio y nada se puede decir de un dibujante que aprovecha todas las oportunidades que se le dan en la editorial para ir haciéndose un hueco entre los grandes.
En las páginas finales tenemos un complemento con homenajes a combates extraños de la historia de Batman que se han incluido, claramente, para justificar la subida de precio de este número 50 y que no aportan absolutamente nada al conjunto. Es más, diría que ni siquiera son mínimamente interesantes más allá de la curiosidad. Así pues, viendo toda esta trayectoria y como está concluyendo me pregunto cuánto dinero se hubiera ahorrado el personal de no haber comprado ni un sólo número de esta colección. Creo tener la respuesta adecuada: mejor no pensarlo para evitar mareos.
- Green Lantern #50, de Robert Venditti, Billy Tan y Vicente Cifuentes
Guión - 6
Dibujo - 7
Interés - 5
6
Una conclusión decepcionante a una historia que tenía una premisa más o menos interesante pero que se ha ido desinflando. El paso de Tomasi por la cabecera quedará en anécdota.
Totalmente de acuerdo con Tomas, aún no me he leído este número 50, pero si los 49 anteriores, y ha sido una cabecera decepcionante, y aún más, cuando la lees con la edición de Ecc, es decir, tras leer el Batman de Snyder. Si la primera era digna de releerse, la segunda apenas rozaba el entretenimiento. Como bien ha dicho Tomas, si aquí se hubiesen vendido por separado, muchos nos hubiésemos bajado del carro de Detective Cómic, y los que no, lo harían por simple completamos. ¡Y buen dinero que nos hubiésemos ahorrado! Aunque sería gastado en otros cómics.
En definitiva la sombra de Snyder ha sido alargada, tanta lo proyectada desde su Batman, así como con su Detective cómics pre new 52.
Para muchos Detective cómics ha brillado más en el dibujo que en el guión. Recuerdo que la premisa de La Terminal era muy interesante, que la aparición de Anarquía generó cierto entusiasmo, pero al final todos los arcos rozaban el suficiente.
Gracias Tomas por la reseña.
Ahora toca esperar al día 23 para esa cita doble que tenemos con Batman ( el cómic #50 y la peli Batman vs Superman) ¡Emocionado estoy con las dos!
En defensa de Tomasi, sobre este arco en particular, no hay manera posible de tomarse en serio el actual status quo de Batman, y si uno no puede tomarse en serio algo, no puede dar lo mejor de sí.
Encima, seguramente, no tiene mucha idea de lo que Snyder tiene planeado hacer, por lo que tampoco puede explorar demasiadas opciones, por temor a entrar en conflicto con el creador de todo este despropósito.
Saludos!