Puede que el nombre de Capitán Tsubasa siga despistando a algún aficionado, pero en cambio, cualquiera de cierta edad que escuche los nombres de Oliver y Benji enseguida se verá asaltado por una pegadiza melodía y un montón de recuerdos. Esta serie, junto a otras como Los Caballeros del Zodiaco y Bola de Dragón, forma parte de una experiencia colectiva que anticipaban el fenómeno del manganime en nuestro país -y en el resto del mundo- antes incluso de qué supiésemos realmente la procedencia de estas historias. Oliver y Benji causó un gran impacto entre los jóvenes de la época con una historia deportiva en la que el fútbol se convertía en un espectáculo lleno de magia, pasión y épica que no dejaba de lado el instinto de superación y la fuerza de la amistad entre sus entregados personajes.
En nuestro país, Glénat intentó en 2003 rentabilizar la nostalgia por esta serie publicando el manga original creado por TAKAHASHI Yoichi entre 1981 y 1988, aunque la experiencia no funcionó tan bien como cabría esperar. Recientemente, Planeta Cómic ha recuperado la serie en una nueva edición del que ya tenemos en las librerías el primer número y esto nos ha parecido suficiente excusa para dedicar un especial a esta mítica obra. En esta entrada hablaremos de Capitán Tsubasa en extensión, sobre su autor, sobre el manga y sus adaptaciones a los videojuegos, aunque haremos especial hincapié en la mítica serie animada que nos enseñó que el fútbol era -especialmente- fantasía. También dedicaremos un apartado a hablar de otros mangas y animes dedicados a este deporte, influenciados en su mayoría por la propuesta original de Takahashi. ¡Y también tenemos encuestas, fichas de jugadores y otras sorpresas! ¡Vamos a darle al balón!
TAKAHASHI Yoichi, una vida dedicada al fútbol
Nacido el 28 de Julio de 1960, y criado en el barrio de Katsushika, conocido por ser el sitio donde se ambienta el popular manga KochiKame, TAKAHASHI Yoichi empezó a dibujar desde su más tierna infancia, y siempre tuvo claro que su sueño era ser mangaka, siendo por aquel entonces Ashita no Joe, su manga favorito. El deporte siempre fue otra de sus grandes pasiones, siendo desde joven un gran aficionado y practicante de béisbol. Sin embargo, al contrario de lo que se pueda pensar, Takahashi no empezó a interesarse por el fútbol hasta su juventud, cuando quedó enamorado de este deporte tras ver a la mítica Argentina de Mario Kempes en el Mundial del 78. Desde entonces, Takahashi decidió dar a conocer, a través de su gran pasión, el dibujo, este deporte hasta entonces tan desconocido en su país natal.
Así pues, con el one-shot de
Durante la publicación de Tsubasa, ya empezó a realizar historias cortas publicadas en la Jump (o revistas secundarias) centradas en otros deportes como 100m Jumper (1982) sobre esquí, que además tuvo una secuela unos años más tarde, Hatsukoi Doshi ese mismo año, sobre kendo, Subaru (1983) de boxeo, o Basuke (1987), sobre baloncesto, entre otras tantas. Cuando finalizó el primer manga de Captain Tsubasa, Takahashi decidió probar suerte con otros mangas, esta vez de larga duración. Estuvo cinco años, desde el 88 al 94, hasta que empezó la nueva saga de Tsubasa, probando diferentes series que no llegaron a cuajar. La primera en llegar fue Sho no Densetsu (1988-1989), un manga de tenis que estaba llamado a ser el siguiente bombazo spokon, pero que resultó un absoluto fracaso que apenas duró veinticinco capítulos y por el cual el propio autor pidió disculpas. Algo mejor resultó Ace! (1990-1991), un manga de béisbol que pese a haberse publicado también en apenas un año, cosechó un mejor éxito en ventas y crítica, y finalmente se recopilaron los setenta y seis capítulos en nueve tomos. Su última intentona antes de retomar su obra principal fue con Chibi (1992-1993), otra historia de boxeo que Takahashi decidió acabar precipitadamente, con un final medio inconcluso, puesto que quería volver a escribir más aventuras de Tsubasa y compañía.
Después de estos tropezones en su carrera, raras fueron las incursiones del autor en otros mangas y deportes, especialmente esto último. Takahashi decidió centrarse en seguir contando la historia de Tsubasa con las sucesivas sagas de World Youth Hen, Road to 2002, Golden-23 y Rising Sun, la saga actual. Entre medias, el autor realizó algunas historias más, todas ellas centradas en fútbol, como por ejemplo Shukyuden: Field no Okami Striker Jin! (1999), un manga de diecisiete capítulos que aparentemente puede estar situado en el mismo universo que Tsubasa, pero no está confirmado, o Hungry Heart (2002-2005), otro manga futbolístico que es considerado el más exitoso del autor después de Captain Tsubasa, y que además tuvo una edición en español por parte de Ivrea, siendo una de las pocas obras del autor que nos han llegado, y una adaptación al anime. Sin embargo, pese al éxito de la colección, Takahashi decidió de nuevo ponerle fin con seis tomos recopilados para volver a escribir la nueva saga de su obra principal, por lo que, una vez más, el autor no mostraba una intención de hacer cosas diferentes, y redirigir su carrera hacia otros horizontes, por lo menos durante un largo periodo de tiempo.
Las últimas obras con las que el autor decidió salirse ligeramente de su zona de confort fueron: Pride (2011-2013), un manga que nos cuenta la historia de un equipo de fútbol de segunda división con un corte algo más adulto, y Golden Kids (2014-2015), otro manga futbolero que adapta una novela ligera del mismo nombre escrita también por el propio Takahashi.
Capitán Tsubasa: El manga
Hace unos meses, Planeta Cómic nos sorprendió con la nueva edición del manga de Capitán Tsubasa. Precisamente, este septiembre salió publicado el primer número de esta nueva edición, que hará las delicias de los seguidores de Tsubasa Ozora y su equipo del Nankatsu. Lo importante de este lanzamiento es que se trata de la segunda edición, que se publica de esta serie en nuestro país. Se trata de una colección que mejora en cuanto a calidad y precio a la edición publicada por Ediciones Glénat en el 2003, con el subtítulo de Las aventuras de Oliver y Benji. Planeta Cómic ha realizado una nueva edición a partir del original japonés y una vez más ha encargado la traducción a Daruma Serveis Lingüístics, empresa que ya se encargó de la traducción de la anterior edición. Esta vez los traductores de la serie son Marc Bernabé y Verónica Calafell. En cuanto a la traducción, se mantienen los nombres originales japoneses y el sentido de lectura japonés, como viendo siendo habitual.
La primera edición fue en formato tankobon, llegando a publicarse los 37 volúmenes de la colección. En esta ocasión, el nuevo formato de la edición se publicará en 21 tomos. Como curiosidad, Glénat publicó la serie bajo la colección Shonen Manga mientras que Planeta Cómic la publica dentro de la colección Kodomo Manga. De esta forma podemos comprobar como las dos editoriales han enfocado cada una de las ediciones y al público objetivo al que va dirigida. Glénat dirigió la colección al público que vio la serie de animación por Tele 5 a principios de los noventa, mientras que Planeta Cómics considera que el abanico de público puede ser mucho más amplio que los nostálgicos y buscar nuevos lectores entre las nuevas generaciones de manga.
En cuanto a este manga en Japón, tal fue su éxito que acabó por transformarse en una franquicia de manga y anime que ha llegado hasta nuestros días. En cuanto al manga esta primera serie, Captain Tsubasa se publicó entre los años 1981 y 1988. Seis años después de su finalización se publicó Captain Tsubasa: World Youth, manga que se publicó entre los años 1994 y 1997, llegando a editarse 18 volúmenes en total. Ya en el nuevo siglo se publicó una tercera serie, titulada Captain Tsubasa: Road to 2002, manga que se recopiló en 12 volúmenes entre los años 2001 y 2004. Las andanzas de Tsubasa siguieron gozando de un gran éxito editorial así que, la franquicia continuó con una cuarta serie, conocida con el título Captain Tsubasa: Golden 23, editada entre los años 2005 y 2008 en un total de 12 volúmenes recopilatorios. Seguidamente, le siguió la quinta saga llamada Captain Tsubasa: Kaigai Gekito Hen in Calcio, la saga más corta de todas, que se editó en 2 volúmenes en el año 2009. Finalmente, en el 2013 salió la última serie recopilada en 7 volúmenes, llamada Captain Tsubasa: Kaigai Gekito Hen, en la Liga.
Gracias a este éxito editorial por parte de la Shonen Jump publicando esta franquicia se consiguió potenciar el fútbol en Japón. Pero no solo eso, sino que gracias a la cultura del fútbol en Europa y Latinoamérica esta serie se convirtió en una serie de culto allá donde fue emitida. Años después, tras la explosión del manga en nuestro país y en todo el continente, esta serie se ha popularizado en la mayoría de países europeos y americanos. Además, en Japón despertó la pasión por el fútbol, teniendo en cuenta que el deporte rey en Japón es el béisbol, siempre con permiso del sumo, el gran deporte tradicional japonés. Gracias al triunfo de Tsubasa dentro del panorama editorial japonés, permitió la aparición de nuevos títulos, que recogerían el espíritu de superación y de equipo, como sería el caso de Aoki Densetsu Shoot!. Por supuesto, el éxito editorial llevó a que diera el paso del formato papel a la pequeña pantalla, dando paso a la serie de animación, que arrasaría en las pantallas de todo el mundo.
Capitán Tsubasa: su andadura animada
Campeones: Oliver y Benji
El orgullo de luchar a morir
Por su equipo, su ciudad, su país
No se puede contar
Es algo especial
Hay productos que marcan a toda una generación. Para los nacidos entre finales de la década de los setenta y comienzos de los ochenta,
Dirigida por IMAKAKE Isamu, la primera incursión en la parrilla televisiva de Campeones estuvo compuesta por 128 episodios. No sólo fue el título el único en sufrir un rebautismo en nuestro país. Tsubasa Ozora, Genzō Wakabayashi, Taro Misaki, Kojiro Hyuga y compañía cambiaron sus nombres originales por los menos orientales Oliver Atom, Benji Prince, Tom Baker o Mark Lenders. Por aquel entonces, los niños en los recreos emulábamos a estos personajes jugando al “mundialito” o al “gol-portero” mientras que antes de la cena acudíamos con puntualidad suiza a nuestra cita con los magos del balón.
La canción de la entradilla resultó ser un mantra para sus jovencísimos seguidores. Treinta años después no resulta extraño comprobar como la letra de la misma se recita con una precisión casi quirúrgica. A pesar de que en este opening el protagonismo recaía tanto en Oliver como en Benji, lo cierto es que el portero pronto pasaría a ser un secundario de lujo. Como si de actores reales con alto caché se tratase, tanto Benji como Tom desaparecieron del mapa para manifestarse en ocasiones muy puntuales. En el otro lado de la moneda nos encontramos a Mark Lenders. Si Atom fuera Messi, su némesis Lenders sería Cristiano Ronaldo. Mucha coña ha habido con la duración de los partidos que tenían lugar en la serie. Si a mediados de los ochenta el malogrado jugador del Real Madrid, Juanito, popularizó aquello de “Noventa minuti en el Bernabeu son molto longos”, el enfrentamiento final entre el Newteam y el Toho roza lo infinito. Veinte episodios de veintidós minutos de duración, o lo que es lo mismo, 440 minutos cargados de épica con un final que resultó tremendamente complaciente. No solamente jugaban para ganar.
La amistad que se fraguaba entre rivales era uno de los grandes valores de la serie. Cierto es que cuando se enfrentaban en el cesped, parecían enemigos dispuestos a morir por la causa, pero no menos cierto es que la camaradería era el denominador común incluso entre ovejas descarriadas como fue el caso de Jack Morris (aquel ex del Newteam que se marchó al Otomo). Siguiendo con las particularidades de la serie, nos encontrábamos con un campo que hacía añicos cualquier razonamiento terraplanista. De aspecto ovalado, el escenario a ratos parecía contraerse y a ratos estirarse hasta el infinito en pos del espectáculo. Campeones era una serie de fútbol, sí, pero ciertas acciones cuasi inviables posibilitaban englobarla en el género de la fantasía. Como si de un videojuego se tratase (algo que, como veremos en este mismo artículo, llegaría años después) las principales estrellas poseían habilidades especiales que daban a la serie un toque rolero. El tiro del tigre, la catapulta infernal, el tiro del águila… recursos que permitían al balón tomar efectos imposibles y una velocidad sobrehumana. Un buen zurriagazo desde el centro del campo podía, no sólo romper las redes de la portería, sino también la barrera del sonido.
Aunque Oliver fuese la estrella absoluta del Newteam, con el que ganó dos años seguidos el campeonato juvenil nacional, estaba muy bien acompañado en los extremos de Paul Diamond y Ted Carter, además de Johnny Mason y el voluntarioso Ben Harper. Otro cantar era el tema bajo palos. Tras la marcha de Benji a Alemania, la portería quedó en manos de Alan Parker (no confundir con el director de cine de, entre otras, El expreso de medianoche). El otrora cancerbero suplente las pasaba canutas cada vez que el equipo contrario cruzaba el centro del campo. Los momentos más agónicos de la serie, lesiones al margen, giraban alrededor del bueno de Alan. Igualmente, en las filas del Meiwa y posteriormente en el Toho, Mark Lenders tuvo dos compañeros de primer nivel. Danny Mellow, asistente de lujo, y Ed Warner, portero con la particularidad de impulsarse con los palos para acometer paradas de lo más rocambolescas.
A pesar de la hipérbole, la tragedia sí que estuvo ligada a la realidad. Julian Ross, probablemente el jugador más técnico de toda la liga, se batió entre la vida y la muerte por culpa de una afección cardíaca. Un hecho similar al vivido, décadas después, con Rubén de la Red, que tuvo que abandonar su carrera, e, incluso, a las tristísimas pérdidas de Dani Jarque y Antonio Puerta. Con mucha menor gravedad, las distintas lesiones ponían en jaque a las figuras de turno consiguiendo que los desenlaces de algunos partidos se fraguaran a la heroica. Lo que sí que estaba en Campeones a años luz de nuestro futbol era la polémica arbitral. Los trencillas pasaban desapercibidos y rara vez se equivocaban en sus decisiones. No necesitaban VAR para acertar los fueras de juego con los que el Mambo del propio Ross castigaban una y otra vez a sus rivales. Por cierto, los más pequeños del hogar aprendimos gracias al gran Roberto Sedinho y un par de imágenes de lo más pedagógicas el funcionamiento de esta táctica. Chapéu!
Pero no sólo del Newteam, del Toho y del Mambo vivía Campeones. La excelsa liga juvenil japonesa contaba con escuadras de lo más competitivas. El Flynet (con sus cintas en el pelo) de Philip Callahan, el Hog Dog de los trapecistas hermanos Derrick, el Otomo de Patrick Everet, el Hirado de ¿Quién fuma? Clifford Yuma o el Army de Raph Petterson no fueron meras comparsas. Los torneos, con un atractivo formato de eliminatorias directas, levantaban una gran expectación. Las gradas siempre estaban llenas hasta la bandera e, incluso, se emitían los partidos a través de televisión. Aún con eso y con todo, en Campeones también había lugar para desarrollar a los personajes fuera del terreno de juego. El drama familiar de Mark Lenders, la extraña vida bohemia del padre de Tom o el problema con el alcohol de varios adultos proporcionaban cierto aire costumbrista a la serie. Sin embargo, hubo cierta escena que con el tiempo tuvieron que eliminar y es que Julian Ross cruzaba la cara (literalmente) a su novia. Ni siquiera los dibujos animados se libraron de la violencia machista.
En la versión española todos los partidos estuvieron narrados por Miguel Ángel del Hoyo, el particular Manolo Lama de Campeones. El año pasado en una entrevista concedida a MrZyloric de Cosplayoriginal, el actor de doblaje confirmó que en un partido en el que se enfrentaron Alemania y a España (sí, en la serie también tenía lugar un mundial juvenil de selecciones nacionales) cambió el guion que debía leer. La inmensa goleada infligida por el conjunto teutón liderado por Schneider fue justificada por del Hoyo como consecuencia de un incidente de última hora sufrido por el combinado español que no pudo contar con sus titulares por lo que los suplentes poco pudieron hacer.
Campeones: Oliver y Benji supuso el primer acercamiento al anime para unos pocos, al fútbol para otros tantos y a las historias serializadas para la gran mayoría. La magia de la televisión permitió a Japón tener una hornada de jugadores como nunca ha conseguido materializar en el mundo real. NAKATA Hidetoshi, HONDA Keisuke o KUBO Takefusa están en la memoria de los amantes del deporte rey a años luz de Oliver Atom, Mark Lenders o Tom Baker. El fútbol es su pasión, hay que marcar otro gol.
¿A quién le darías el Balón de Oro en esta selección? Puedes elegir hasta 3 jugadores diferentes
- Oliver Atom (24%, 286 Votes)
- Mark Lenders (19%, 229 Votes)
- Julian Ross (15%, 176 Votes)
- Benji Price (13%, 162 Votes)
- Tom Baker (11%, 139 Votes)
- Phillip Callahan (7%, 84 Votes)
- Bruce Harper (3%, 37 Votes)
- Danny Mellow (2%, 23 Votes)
- Paul Diamond (1%, 18 Votes)
- Teo Sellers (1%, 13 Votes)
- Patrick Everett (1%, 10 Votes)
- Alan Parker (1%, 10 Votes)
- Ted Carter (0%, 6 Votes)
- Clifford Yuma (0%, 5 Votes)
- Bob Denver (0%, 3 Votes)
- Ralph Petterson (0%, 3 Votes)
- Jack Morris (0%, 2 Votes)
- Johnny Mason (0%, 2 Votes)
- Sandy Winter (0%, 2 Votes)
- James Derrick (0%, 1 Votes)
- Jason Derrick (0%, 1 Votes)
- Max Eagles (0%, 1 Votes)
- Michael Hilton (0%, 0 Votes)
Total Voters: 464
Shin Captain Tsubasa
Tres años después de que Campeones pusiera el punto final en Japón, llegaría
En la citada liguilla, Japón vence 2-1 a Italia con gol en el último momento (un clásico en la serie) de Mark Lenders. En el equipo transalpino destaca su guardameta Gino Hernández, considerado el mejor del campeonato. Para conseguir colarse en semifinales, Japón debe vencer a la Argentina del gran Juan Diaz. El conjunto sudamericano consigue meter tres goles en los diez primeros minutos pero los nipones realizan la proeza de darle la vuelta al marcador para conseguir el 5-4 final. En semis espera Pierre Le Blanc, mejor jugador francés. A pesar de jugar con uno menos por una expulsión, Japón fuerza la prórroga sobre la bocina. Con el 4-4 final, los penaltis dictan sentencia y es el equipo asiático quien sale vencedor en la tanda. Su rival en la final sería Alemania que venía de derrotar a la Uruguay de Ramón Victorino en la otra eliminatoria. Como no podía ser de otra forma, Japón se hace con el título tras vencer al poderoso combinado alemán en el que destacaban el espectacular guardameta, el gigante de hierro Muller, el centrocampista Hermann Kaltz y, una de las principales estrellas de la competición: Karl-Heinz Schneider. 3-2 con gol de Atom en el último suspiro con una espectacular chilena. El camino de Oliver vuelve a unirse con el de Roberto Sedinho con el objetivo de convertirse en el mejor jugador profesional del mundo. Pero eso ya es otra historia.
Súper Campeones J
Capitán Tsubasa es el magnum opus de la carrera artística de TAKAHASHI Yoichi, un título que ha ampliado mediante nuevas series a lo largo de los años, con la finalidad de cubrir nuevas etapas en la trayectoria deportiva de su protagonista y el resto de sus compañeros. La fama de la creación de este autor está ligada a la celebración de los grandes eventos futbolísticos del planeta, especialmente la celebración de nuevas ediciones del torneo mundial de selecciones nacionales, momento en el que muchos aficionados retoman su interés por las andanzas de Tsubasa y compañía, el cual es aprovechado para relanzar al personaje a la fama mediante nuevas cabeceras del manga, la enésima adaptación al anime o videojuegos para las consolas de actualidad.
Así, en el año 1994, de cara a la celebración del Mundial de Estados Unidos, Takahashi comenzó a publicar en las páginas de la Shuukan Shônen Jump una nueva etapa de la carrera futbolística de Tsubasa y compañía, titulada Captain Tsubasa: World Youth Hen. Como su nombre indica, en esta ocasión se cubre la participación del combinado nacional de Japón en el torneo mundial sub-20, abarcando desde los primeros partidos de clasificación en la región asiática hasta la fase final de dicho torneo. Previamente, nos presentaría a Aoi Shingo, un personaje que adquiriría gran protagonismo en los partidos de la cita juvenil, además de mostrarnos el crecimiento como jugador de Tsubasa en las filas del Sao Paulo brasileño, siempre bajo las indicaciones de Roberto Hôngo. Esta nueva serie prolongó su publicación hasta el año 1997 y alcanzó la cifra de 18 volúmenes recopilatorios, siendo la segunda más longeva hasta la fecha, tras la serie original.
Como no podía ser de otra manera, este nuevo título fue adaptado al formato de serie de televisión en 47 capítulos, que se dividen en dos partes bien diferenciadas, entre 1994 y 1995. En primer lugar encontramos una actualización de la primera etapa de la serie original, que ocupa la mayor parte de la misma y abarca desde la llegada de Tsubasa y su familia a la ciudad de Nankatsu, en la prefectura de Shizuoka, por lo que volvimos a ver el primer enfrentamiento entre Tsubasa y Genzô Wakabayashi, la llegada de Tarô Misaky y la creación de la Golden Combi, la formación del Nankatsu FC para aunar a todo el talento futbolístico de la región y ayudarlo en su desarrollo y la celebración del torneo nacional de primaria, donde los protagonistas se vieron las caras con otras promesas de similar potencial deportivo, como Hikaru Matsuyama, Jun Misugi, Ken Wakashimazu o Kojiro Hyuga. Esta serie permitió una actualización de toda esta primera etapa como alevines, presentando un diseño de personajes más actualizado, mejoras en la animación respecto a la serie original, una narración más dinámica y, sobre todo, mantener viva la imagen de Tsubasa entre los aficionados, tanto viejos como nuevos.
Pero lo más interesante de esta nueva serie fueron sus últimos catorce capítulos, que por fin adaptaban los acontecimientos del nuevo manga de Takahashi. Esto nos permitió conocer a Aoi Shingo (aquí traducido como Terry), un joven japonés que había emigrado a Italia en busca de mejorar y consagrarse como futbolista, enrolándose en las filas de las categorías inferiores del Inter de Milán. Sus comienzos no fueron fáciles, viéndose repudiado por sus compañeros por su condición de japonés y siendo relegado a ayudante del utilero, quien se convertiría en su principal valedor y le ayudaría a entrenar para que pudiera consolidarse como un jugador importante para su equipo.
Pero esta no era la única trama que se desarrollaría en estos capítulos, sino que paralelamente también asistiríamos a la participación de Tsubasa en el torneo brasileño juvenil, en cuya final se enfrentaría al Flamengo y a Carlos Santana, un nuevo rival de altura que haría a nuestro protagonista dar lo mejor de sí mismo para poder ganar. Además, en el ámbito de la selección juvenil japonesa, el nuevo entrenador, Minato Gamo, descartaría la participación de siete jugadores de la talla de Hyuga, Misaki, Jito o los hermanos Tachibana, amparándose en su bajo estado de forma y en el nivel acomodaticio en el que se encontraban, por lo que fueron sustituidos por un grupo conocido como Real Japan 7.
Tras alejarse de los focos de atención y dedicar una temporada a mejorar su juego, los jugadores denostados volverían para reclamar su hueco en el equipo, convenciendo al seleccionador nacional y logrando recuperar su puesto. Así, con todos estos personajes de vuelta y las incorporaciones de Tsubasa y Shingo desde el extranjero, la selección juvenil de Japón estaba en garantías de afrontar la cita mundialista, consiguiendo imponerse sus oponentes en la fase clasificatoria de la región a la que pertenecen. Sin embargo, la serie de tv alcanzó el ritmo de publicación del manga, por lo que se vio interrumpida y, a pesar de haberse prometido su continuación, esta nunca se produjo, quedando inconclusa hasta el día de hoy.
Campeones hacia el mundial: Oliver y Benji
Las citas mundialistas suponen la oportunidad perfecta para llevar el fútbol a rincones del planeta en los que este deporte no goza de la misma popularidad que otros, de fomentar su práctica y de implementar toda la mercadotecnia asociada en nuevos mercados. 2002 fue el año elegido para potenciar la imagen del balompié en el este de Asia, gracias a la celebración del Mundial organizado conjuntamente por Corea del Sur y Japón, y supuso también una fantástica oportunidad para que la creación de Takahashi siguiese más viva que nunca, gracias a la publicación de una nueva cabecera de manga, publicada en esta ocasión en las páginas de la Shuukan Young Jump.
En el año 2001 iniciaba su andadura en las páginas de esta publicación de Shueisha la nueva serie protagonizada por Tsubasa y sus compañeros, titulada Captain Tsubasa: Road to 2002, en la que el joven astro del balón japonés y el resto de personajes trataban de hacerse un hueco en el fútbol de élite e iniciar su carrera profesional. Así, la acción nos mostraba a un Tsubasa peleando por una oportunidad para debutar en el primer equipo del FC Barcelona, que lo había fichado tras su paso por Brasil. Allí coincidirá con Rivaul, estrella brasileña con la que establecerá una conexión especial sobre los terrenos de juego.
También encontrábamos en las páginas de este manga la oportunidad de ver jugar a Hyuga en las filas de la Juventus y a Wakabayashi defendiendo la portería del Hamburgo, mientras que Misaki y el resto de componentes de la exitosa selección sub-20 trataban de hacerse un hueco en la pujante J-League japonesa. Dicho manga sirvió como base para una nueva serie de animación, de título homónimo, que fue emitida durante los años 2001 y 2002, aprovechando la euforia propia de los prolegómenos de la cita mundialista.
La serie consta de 52 capítulos, que se agrupan en tres arcos diferentes. Esta nueva adaptación propone, una vez más, un remozado diseño de los personajes, una actualización del vestuario y las últimas innovaciones audiovisuales de la industria de la animación japonesa. Road to dream es el nombre del primer arco de la serie, el cual comenzaba de nuevo con una revisión de los primeros compases de la historia, hasta la conquista del torneo alevín por parte del Nankatsu de Tsubasa y compañía, aunque introduce la pequeña novedad de que es Tsubasa, en las filas del Sao Paulo, quien recuerda toda esta primera etapa.
A continuación da inicio Road to sky, una suerte de remake de Shin Captain Tsubasa, en la que una prometedora selección sub-16 japonesa se veía las caras con las mejores selecciones del planeta en una edición del torneo mundial correspondiente a dicha categoría.
Road to victory es el nombre del tercer arco de la serie, en el que por fin se adaptaban los acontecimientos narrados en el nuevo manga de Takahashi. De esta manera, veíamos a Tsubasa en sus últimos partidos en Brasil, para dar el salto a Europa y enrolarse en las filas del Barcelona, dando inicio a una nueva etapa de su carrera, que se caracterizaría por la exigencia de los entrenamientos y el alto nivel de sus nuevos rivales en la liga española. Tras dedicar también unos minutos al devenir de Hyuga y Wakabayashi como nuevos jugadores de Juventus y Hamburgo, respectivamente, la acción nos trasladaba a Japón, concretamenta al Estadio Internacional de Yokohama, donde Japón disputaría el partido inaugural del Mundial frente a la selección de Brasil, entrenada por Roberto Hôngo, concluyendo con un final abierto.
Capitán Tsubasa interactivo: los videojuegos
Capitán Tsubasa no solo ha tenido una larga vida en el anime, sino que su impacto también se ha hecho notar en una industria como la del videojuego en la que ha contado con múltiples adaptaciones desde los años ochenta. Para conocer algo de esta historia nos tenemos que retrotraer al descalabro de Atari. Los aficionados a los videojuegos habían perdido la fe en el formato doméstico, pero Nintendo hizo que recuperasen la ilusión gracias a su Famicom, conocida en occidente como Nintendo Entertainment System o NES, lanzada al mercado japonés en 1983. El tremendo éxito del sistema, que contabilizó unas ventas mundiales de más de 60 millones de unidades, propició que todas las compañías quisiesen producir juegos para ella, entre los que se encontraban adaptaciones de las series más populares del manganime por aquella época, como es el caso de Capitán Tsubasa.
En 1988, la compañía Tecmo puso a la venta el primer videojuego de la franquicia, en el que combinaba hábilmente el fútbol con las mecánicas de los RPG por turnos y unas fantásticas escenas cinemáticas, además de contar un rotundo apartado gráfico, poseer la licencia de la creación de Takahashi y trasladar fielmente su estética a las pantallas de los hogares japoneses, permitiendo reproducir las particulares técnicas de los personajes, sentando las bases para los posteriores juegos. Desgraciadamente, el juego permaneció inédito en el mercado occidental hasta 1992, año en que Tecmo lo distribuyó bajo el nombre de Tecmo Cup Soccer en América y Tecmo Cup Football en Europa, que incluso llegó a traducirse al español, algo poco frecuente en aquella época. Sin embargo, lo hizo perdiendo la licencia del manga, ya que la compañía consideraba que lastraría sus ventas, por lo que se sustituyó a los personajes de la serie por otros inventados, modificando también su diseño.
En 1990, Tecmo puso a la venta Captain Tsubasa II: Super Striker, un juego que reproducía los aciertos de la primera parte, mejorándolos y permitiendo desarrollar la carrera profesional de los jugadores, una vez finalizada su etapa formativa.
1992 fue el año en el que Tecmo decidió dar el salto a los nuevos sistemas de Nintendo, realizando una digna adaptación del primer juego para Game Boy, titulada Captain Tsubasa VS., y una conversión del segundo juego para la Super Famicom o Super Nintendo, titulada Captain Tsubasa III: Koutei no Chosen, que posibilitó un gran salto en el apartado técnico.
En 1994, apareció el siguiente juego de la franquicia para la flamante consola de 16 bits de Nintendo, titulada Captain Tsubasa IV: Pro no Rival Tachi. En esta ocasión, Tecmo no se conformó con realizar una simple conversión y puso toda la carne en el asador, con animaciones muy mejoradas que hacían uso del Modo 7, una esmerada ampliación del modo historia y novedades jugosas, como la posibilidad de que los jugadores creasen su propio equipo, eligiendo a sus personajes favoritos.
Tras una versión para Mega Drive del primer juego de la serie que fue cancelada antes de ponerse a la venta, en 1994 por fin llegó un juego de la serie para una plataforma de Sega. Con el título de Captain Tsubasa, Tecmo puso a la venta un juego para la Mega CD, que aprovechaba las posibilidades del formato para ofrecer potentes cinemáticas.
Ese mismo año, llegó la quinta parte para Super Famicom, titulada Captain Tsubasa V: Hasha no Shogo Campione, en el que los personajes se embarcaban en una aventura en la liga italiana. Este juego abandonaba la estrategia por turnos para ofrecer una experiencia en tiempo real en la que se manejaba a los jugadores por el campo, similar a los FIFA de Electronic Arts, a la vez que intentaba mantener las opciones de los anteriores juegos. Supuso la última ocasión en la que Tecmo ejerció como programadora de un juego de la franquicia, tras 6 años en los que hicieron un magnífico trabajo, dando fin de esta manera a la época dorada de los videojuegos de Capitán Tsubasa.
Manganime y sus adaptaciones videojueguiles. Dos cosas que a lo largo de la historia han ido muy de la mano pero no siempre con títulos que merezcan la pena, que realmente trasladen la sensación vivida en el producto original a una pantalla de televisión con la que el jugador interactúa. Y es que, en este tipo de productos, no solo es importante que recreen más o menos la experiencia que el lector o espectador puede ver en el manganime, si no que esa experiencia sobre todo, esté impregnada de mil y una referencias a los distintos tipos de magias, poderes, golpes especiales etc, de los que suele gozar todo tipo de manga shonen.
En ese sentido, pocos juegos han conseguido cumplir su misión propuesta tal cual la he descrito, y nos atreveríamos a decir que solo la saga Budokai Tenkaichi de Play Station 2 hace ya dos generaciones consoleras lo logró con Bola de Dragón. Aquel videojuego, sobre todo su tercera y última parte, no solo establa plagado de montones de personajes (los cuales muchas veces se añadían por el mero placer de tenerlos, no porque fueras a jugar con todos y cada uno de ellos), recreaba casi a la perfección los distintos ataques y técnicas del manganime original, y se convertía en un endiablado juego de lucha muy pero que muy veloz que hacía que realmente nos creyéramos supersaiyanos cuando jugábamos.
Pues bien, al margen de esa rara avis (ya en la época de Sega Megadrive y Super Nintendo Bola de Dragón tenía grandes juegos), pocos otros juegos han conseguido lo mismo, con la excepción quizás de los juegos de Naruto. Y es que, todavía recordamos con vergüenza ajena los juegos que han adaptado Saint Seiya convirtiéndose en títulos de lucha ramplones, lentos y simples que aburren a la media hora de juego.
En el caso de Oliver y Benji han sido muchos los juegos que ha tenido la saga, el último de ellos el reciente Captain Tsubasa: Rise of New Champions, directamente para PC y consolas, que vio la luz hace muy poco (el 28 de Agosto de este mismo año) y que se convierte en un título de fútbol arcade que puede rivalizar con Budokai Tenkaichi en cuanto a adaptación del manganime se refiere.
En este juego, desde el momento en el que robamos el balón, ya vemos que estamos ante un juego de Supercampeones. Y es que, nuestro personaje lleva el balón con energía, regateando o evitando que le roben el balón con botones especiales, pasando el balón y teniendo una barra de energía que se va llenando con cada técnica y que hará que cuando tiremos a puerta nuestras posibilidades de marcar sean mucho mayores. Además, el portero también tiene una barra de energía que deberemos debilitar para que sea más probable marcar un buen gol. Si además, disparamos con la barra de energía completamente llena y presionando un botón muy concreto, nuestro personaje hará un tiro especial que directamente se corresponde con el que cada uno de los jugadores del manganime tenía en éste, lo que no es si no una verdadera delicia.
Oliver, Benji, Tom Baker, Julian Ross, Marc Lenders, los gemelos Derrick… todos ellos están allí, y muchos más, cada uno con sus golpes, técnicas y estilos, para el disfrute del jugador más nostálgico.
En cuanto a modos de juego, tenemos dos tipos de modo historia (la historia del manga en general y otro modo en el que encarnamos a una joven promesa del fútbol japonés que se va codeando con nuestros personajes favoritos), un modo online donde realmente somos testigos de la dificultad del juego, que en ese sentido resulta demasiado fácil en los modos offline.
Por otro lado, se nos permite personalizar a los equipos y a las selecciones, pudiendo hacer un equipo prácticamente del país que queramos, lo que siempre resulta un añadido a agradecer aunque estemos ante un título en el que lo que prima es jugar con personajes determinados.
En resumen, quizás la mejor apuesta para el fan de esta serie en cuanto a frescura y diversión, siendo además una genial forma de volver al manganime si no queremos leerlo/verlo de nuevo.
El manga futbolístico: más allá de Capitán Tsubasa
El fútbol fue introducido en Japón 1873, después de la caída del shogunato Tokugawa y en los primeros años del período Meiji marcado por la apertura del país al resto del mundo. Los oficiales de la Armada británica alentaron el primer contacto de los japoneses con este deporte. No obstante, la presencia del fútbol en el país sería residual hasta bien entrado el siglo XX. En 1965, se forma la primera liga de fútbol con equipos patrocinados por las principales empresas japonesas y con jugadores que formaban parte de sus propias plantillas de trabajadores. No se trataba pues de una liga profesional y no habría una como tal hasta 1993 cuando el ex-jugador KAWABUCHI Saburo apadrinó su creación. Hasta ese momento, era el béisbol el que se había erigido como deporte rey gracias a la popularidad que había alcanzado entre los jóvenes a raíz del tutelaje estadounidense de Japón al finalizar la Segunda Guerra Mundial. La profesionalización del fútbol está muy ligada al éxito de Capitán Tsubasa que desató una auténtica locura por este deporte en el país, provocando que solo diez años después del estreno de su primer anime las categorías inferiores de los equipos de fútbol japoneses se llenaran de candidatos a magos del balón.
La importancia de la obra de TAKAHASHI Yōichi tuvo también su eco en el resto del mundo, pero en muchos países sólo alentó una pasión por un deporte que ya tenía una gran acogida entre los aficionados. La industria del manga reaccionó al éxito de Capitán Tsubasa de inmediato replicando la obra de Takahashi y sus señas de indetidad de todas las maneras posibles, proponiendo a la larga nuevos y diversos acercamientos a este deporte. Pero antes de la publicación de esta obra tenemos ya algunos precedentes de mangas futboleros que aparecen en el mercado en los años setenta del pasado siglo. En estos años se había creado una segunda división de fútbol ante la demanda de los equipos patrios y se empezó a apostar por el fichaje de jugadores extranjeros para alentar el interés de un público que no acababa de responder cómo hubiese gustado a los principales promotores de este deporte. El manga se acabaría haciendo eco -todavía de forma tímida- de este naciente interés por el fútbol.
El primer manga de fútbol a destacar que hemos podido rastrear -posiblemente haya otros antecedentes- tiene por título Akaki Chi no Eleven, una obra del histórico KAJIWARA Ikki y el dibujante SONODA Mitsuyoshi, publicada originalmente en 1970 en la revista de Shōnen King de Gahosha. En paralelo, la obra contó con una adaptación al anime emitida en Nippon Television entre 1970 y 1971. En la práctica, se trata del primer anime dedicado al mundo del fútbol y su popularidad contribuyó en la época al interés de muchos jóvenes por este deporte. La serie fue recuperada en 1987 por la editorial Kousaidou Shuppan ya en plena histeria por Captain Tsubasa y en conmemoración al reciente fallecimiento de Kajiwara. Este prolífico autor creó a lo largo de su carrera numerosos mangas deportivos, especialmente centrados en las artes marciales, pero también con propuestas cercanas al boxeo, el béisbol y la lucha libre. No por casualidad es el creador junto al dibujante CHIBA Tetsuya de la mítica Ashita no Joe.
Akaki Chi no Eleven es un claro precedente para el futuro trabajo de Takahashi en Capitán Tsubasa; esto se puede apreciar claramente en su acercamiento a nivel estético y también en su planteamiento, con la introducción de ese espíritu de superación habitual de las publicaciones japonesas clásicas y su particular manera de representar las tácticas y técnicas del fútbol. En 1984, se emitió en la televisión española en el programa infantil Mazapán una película animada titulada Once Jóvenes –Ashita no Yuusha tachi en el original- basada también en una historia del maestro Kajiwara. La película se licenció en vídeo con el nombre adicional de Once pares de botas juveniles, al parecer una referencia a Once pares de botas, producción española de 1954 dirigida por Francisco Rovira en la que encontramos cameos de jugadores de la época como Antonio Ramallets, Alfredo Di Stefano, Ladislao Kubala y Zarra, entre otros muchos. La película dirigida por MORISHITA Kōzō fue producida en 1979 por Toei Animation y -como mi buen amigo y compañero Luis Javier Capote me ha hecho notar- también plantea un paso previo a la propuesta que veremos posteriormente en Capitán Tsubasa.
El mismo año que Akaki Chi no Eleven se publicaron trabajos como Kumo o Ketobase! de SHOUJI Toshio y Kutabare!! Namida-kun de SHII Isami, cuyo impacto fue menor, pero que ya nos hablan de un creciente interés por el fútbol que hemos comentado. En años posteriores, irían apareciendo en el mercado distintas propuestas relacionadas con el mundo del fútbol. La andadura de estas sería breve y en muchas ocasiones centradas en el humor, el romance y otras cuestiones ajenas al deporte. Este es el caso de títulos como Seishun Kick Off! de ARIYOSHI Kyouko, Go Shoot de MIYA Takeshi y Hohoemi Kickoff de MOTOHASHI Masahide. Nada que ver con lo que TAKAHASHI Yōichi propondría unos años después en Capitán Tsubasa. El impacto generado por esta tenía con ver con interesante mezcla entre la épica del shōnen clásico y el género spokon que proponía su historia. La receta se ha intentado copiar miles de veces, pero el carisma de la obra de Takahashi ha impedido que hasta ahora se haya podido repetir un fenómeno como el protagonizado por este manga.
No obstante, ha habido series relacionadas con el mundo del fútbol que a lo largo del tiempo han cosechado un destacado éxito e incluso han dejado su huella en los lectores y en los espectadores que han disfrutado de sus adaptaciones al anime. El primer ejemplo remarcable sobre ello lo tenemos en Eleven, manga de NAMI Tarou y TAKAHASHI Hiroshi que comenzó su serialización en 1985 en la revista Gekkan Shounen Jump de Shūeisha logrando alcanzar los cuarenta y tres volúmenes recopilatorios (seis más que la primera serie de Captain Tsubasa). La propuesta era muy cercana a la de Takahashi, lo que nos habla de la manera en la que Shūeisha intentó en estos años aprovechar el éxito de esta obra. La editorial Shōgakukan -compañía que en realidad pertenece al mismo grupo editorial que Shūeisha – también lo intentaría con la publicación de Ganbare, Kickers! de NAGAI Noriaki en las páginas del magazine CoroCoro Comic.
Esta publicación que se extendió a lo largo de veintiún volúmenes es conocida en España por su anime: Supergol. La serie fue vendida por Telecinco como una secuela de Oliver y Benji dadas las similitudes patentes entre ambas propuestas, algo que no benefició a la obra de Nagai. Y esto a pesar de que el manga ganó en 1987 el premio Shōgakukan al Mejor Kodomo y puede que sea una de las propuestas más conocidas del género fuera de Japón dejando a un lado Capitán Tsubasa. En 2007, la desaparecida Banzai Comics licenció el manga en España, pero apenas publicó cuatro volúmenes de la obra original poniendo en cuestión el verdadero impacto nostálgico de su anime entre el público español. Lo mismo podemos decir de Goleadores, título de este anime en España que en Japón se conocía como Moero! Top Striker y que quedó totalmente eclipsado en nuestro país, nuevamente por la injusta comparación con Oliver y Benji. La producción se pudo ver en Telecinco allá por el año 1994.
Lo que entre otras cosas tienen en común estas tres propuestas vistas en la televisión española es el cambio en los nombres de sus protagonistas y equipos para que así el público se pudiese sentir más identificado con ellos. Si en Oliver y Benji teníamos a una pareja cuyos nombres reales eran Tsubasa Ōzora y Genzō Wakabayashi, en Supergol Kakeru Daichi se convertía en Rafael y en Goleadores Hikaru Yoshikawa era rebautizado con el nombre de Óscar. Eran tiempos distintos y los anime licenciados en España no se molestaban en respetar el material original ya que tampoco había un mercado del manga y un fandom establecido que estuviese encima de ellos para criticar estas prácticas. En esto, como en muchas otras cosas, el conocimiento sobre el producto original nos ha llegado con el tiempo y nos ha obligado a conciliar nuestra nostalgia con unas producciones que en algunos aspectos trastocaban y alteraban la obra original de forma harto gratuita.
En Japón, Capitán Tsubasa ha tenido un constante impacto por las secuelas y spin-offs de la serie creada por TAKAHASHI Yōichi que también -como ya hemos visto en apartados anteriores- han tenido diversas adaptaciones al anime, el videojuego y otros medios. Este éxito también habla del creciente interés por el fútbol en Japón a lo largo de las décadas, lo que han provocado que los mangas sobre esta temática hayan sido muy habituales en el cómic japonés desde mediados de los años ochenta. Ninguna de sus propuestas ha llegado a rivalizar en popularidad e impacto mediático con Capitán Tsubasa, porque esta se debe también en parte a la coyuntura y contexto del momento, siendo un fenómeno global el provocado por la obra de Takahashi que hay que estudiar en términos cercanos al de Dragon Ball. No obstante, muchos mangas futbolísticos sucesores de Capitán Tsubasa han tenido un éxito más que notable y han sabido hacerse un hueco en el mercado del cómic japonés. Dada la imposibilidad de listar en este espacio la totalidad de mangas e historias de corte futbolístico publicadas en Japón en los últimos cuarenta años, vamos a destacar algunos de los más llamativos.
En 1989, encontramos un título como Offiside, creado por HEIUCHI Natsuko y serializado en la revista Shuukan Shounen Magazine de Kōdansha. La serie alcanzó las veintinueve volúmenes en los que se narra la historia de Goro Kumagai, el portero de un equipo de fútbol de la escuela secundaria que no destaca precisamente por su calidad, pero que con mucha ilusión y trabajo pasará a convertirse en un enemigo a batir. Este esquema, ya presente en Capitán Tsubasa, será muy habitual en muchas publicaciones de este tipo y durante mucho tiempo ha reflejado los complejos de los japoneses por su desempeño a nivel internacional en este deporte.
Si nos trasladamos a los años noventa encontramos una propuesta como Shoot!: Arata naru Densetsu, una historia de OSHIMA Tsukasa que se publicó en la revista Weekly Shōnen Magazine de Kōdansha entre 1990 y 2003 llegando a un total de treinta y tres volúmenes. Este manga nuevamente se centra en unos jóvenes protagonistas de una escuela de secundaria, una ambientación que se reproduce también en la mayoría de mangas futbolísticos. En este caso, encontramos a Toshihiko Tanaka, un joven que llega al equipo del colegio por la admiración que siente por uno de sus jugadores llamado Yoshiharu Kubo. La historia tendría también varios spin-offs, secuelas y especiales, el último iniciado este mismo año bajo el nombre de Shoot! No Sekai ni Gon Nakayama ga Tensei shite shimatta Ken de NAKAYAMA Masashi y TONOIKE Tatsuhiro.
En 1998, encontramos Whistle!, un manga que reincide en las premisas ya vistas en Capitán Tsubasa con un protagonista como Shou Kazamatsuri cuyo sueño es convertirse en un jugador de fútbol único. Sus capacidades de liderazgo y sus habilidades serán puestas a prueba en esta publicación de Shūeisha firmada por HIGUCHI Daisuke. En 2016, este manga tuvo un spin-off titulado Whistle! W, publicado en este caso por la editorial Shōgakukan y actualmente en hiatus. Esta misma editorial había probado suerte en 1999 con Fantasista, un manga del género creado por KUSABA Michiteru que se extendería a los veinticinco volúmenes. La particularidad de este manga es que su protagonista Teppei Sakamoto es un estudiante que ha aprendido a jugar al fútbol gracias a su hermana que hace las veces de entrenadora a lo largo de su andadura.
La presencia femenina en el manga futbolístico es más habitual de lo que podríamos pensar en un primer momento y no solo como animadoras y entrenadoras, sino como protagonistas de sus propias historias. Aunque puede que las motivaciones de ellas no sean en algunos casos paralelas a las de ellos. Eso queda claro en mangas como Mai Ball!, obra de INOUE Sora publicada por Hakusensha en la que el romance es tan importante como el dominio del balón. La historia iniciada en 2012 cuenta con dieciséis volúmenes recopilatorios en los que asistimos a la acérrima lucha de Reika y Mai por ganarse el corazón de Kunimitsu y demostrar que pueden ser tan buenas jugadoras de fútbol como él. La serie tiene un evidente tono de comedia con elementos ecchi que la aleja de otros productos que ya hemos comentado.
El caso de Mai Ball! no es una excepción, muestra de ello son propuestas como Kettama!: Soccer Riot Girls y Girl Girl Ball Shoot Girl que en mayor o menor grado recurren a la comedia y el ecchi para contar sus historias. La primera es una historia de FUDOU Ran serializada en 2010 por la editorial Flex Comix en la que Rui y su hermana adoptiva Honoko se hacen la promesa de convertirse en profesionales del fútbol. No muy distinta es la premisa de Girl Girl Ball Shoot Girl, un trabajo de HIRANO Hirotoshi de 2005 publicado por Kōdansha en el que Mizuno Kaori y Umezawa Hikari deciden desafiar a un equipo de chicos como paso previo a su sueño de convertirse en jugadoras de fútbol profesional.
Hay series que se alejan algo de este tono, como Sayonara Watashi no Cramer de ARAKAWA Naoshi y Yuuzora no Cruyffism de TAHARA Kazunori, publicadas respectivamente por Kōdansha en 2016 y por Shōgakukan en el año 2013. Por otro lado, lo que tienen en común los mangas futbolísticos protagonizados por personajes femeninos es un concepto como el de la exclusión. En todas estas obras se hace hincapié en las dificultades que han de afrontar sus heroínas para ser respetadas y poder encontrar un espacio en el que practicar este deporte en libertad tal como hacen sus homólogos masculinos. Para ellas no es solo una cuestión de voluntad y talento, sino de superar barreras es un deporte monopolizado por sus compañeros. También es llamativo que este tipo de obras centradas en personajes femeninos tengan un recorrido mucho menos corto cuando no hay elementos cómicos y una cierta sexualización de sus protagonistas.
Esto evidentemente no suele pasar en las obras del género destinadas al público masculino. De hecho, ya entrados en el siglo XXI vemos como propuestas de corte todavía clásico, enfocadas en el simple ánimo de superación de sus protagonistas siguen recibiendo -en Japón, por supuesto- el interés del público. En relación a esto podemos mencionar trabajos como Area no Kishi de IGANO Hiroaki y TSUKIYAMA Kaya y Giant Killing de TSUNAMOTO Masaya y TSUJITOMO. La primera la comenzó a publicar Kōdansha en 2006 concluyendo después de cincuenta y siete volúmenes; la segunda la lleva publicando la misma editorial desde 2007 y lleva cincuenta y seis volúmenes en Japón. En la manera de plantear los encuentros estas propuestas siguen siendo deudoras de Capitán Tsubasa, pero también hay en ellas un acercamiento más estrecho y menos mitificado al mundo del fútbol tomando en estos dos casos especial relevancia la figura del entrenador.
Por otro lado, la apuesta de Capitán Tsubasa por la épica y por el espectáculo la llevaría a un nuevo nivel en 2008 un nuevo fenómeno futbolístico: Inazuma Eleven. Esta propuesta, enfocada a las generaciones más jóvenes, nació en el mundo de los videojuegos y su éxito permitió su adaptación al anime a través de una producción de Oriental Light and Magic que tuvo un gran impacto fuera de Japón. Finalmente, Inazuma Eleven contó con su adaptación al manga gracias a la editorial Shōgakukan que dejó este encargo en manos de YABUNO Tenya. La buena recepción de la propuesta ha permitido varias secuelas y spin-offs de la franquicia, los últimos publicados en 2018: el spin-off de tres volúmenes Inazuma Eleven – Penguin wo Tsugu Mono y un curioso one-shot titulado Inazuma Eleven Reloaded en el que sus protagonistas se enfrentan a una versión alternativa del F.C. Barcelona.
Inazuma Eleven es una visión excesiva y nada realista del mundo del fútbol, con técnicas tan imposibles como los peinados de sus propios protagonistas. La historia lleva la premisa original de Capitán Tsubasa a terrenos que su autor nunca habría imaginado. No obstante, la mayoría de series de corte futbolístico que se han publicado en la última década no han tomado este camino y pese a sus posibles excesos siguen vinculados a la sombra de TAKAHASHI Yōichi. Para no alargar mucho este repaso mencionaremos algunos casos de mayor éxito y/o otros que presentan algún punto de vista curioso. En esta línea, podríamos empezar mencionando T.R.A.P., obra de YAMATOYA Eco de 2010 recopilada por Shōgakukan en diez volúmenes que entremezcla el mundo del fútbol con una trama de misterio y thriller psicológico relacionado con la muerte de un joven jugador de fútbol y la llegada a su equipo de un misterioso reemplazo.
En estos últimos años, Kōdansha ha sido una de las compañías que más ha apostado por el manga futbolísticos con buenos resultados en términos generales. El más destacado puede que sea Days, la historia de dos jóvenes y su amor por el fútbol narrada por YASUDA Tsuyoshi. El manga se lleva publicando en Japón desde 2013 y en la actualidad ya ha alcanzado los treinta y nueve volúmenes recopilatorios. También es reseñable el trabajo de KANESHIRO Muneyuki y NOMURA Yusuke en Blue Lock, nueva manga de Kōdansha que inició su publicación en 2018 y a día de hoy lleva diez volúmenes en el mercado. Esta cuenta la historia de Isagi Youichi, un delantero de la escuela secundaria que tendrá la oportunidad de prepararse para jugar la Copa Mundial de la FIFA de 2022. Hasta aquí todo normal, pero los métodos de su nuevo entrenador son de todo menos convencionales. Su intención es aislar a 300 jóvenes jugadores como Isagi en una prisión llamada «Blue Lock» para encontrar al delantero más grande del mundo.
En un plano muy diferente encontramos Ao no Eins, obra de 2019 firmada por NAKAMURA Takatoshi para Kōdansha que lleva cuatro volúmenes en Japón. Este se trata de un drama balompédico protagonizado por Ao Kamiya, un portero de veinte años que en su tercer año como profesional es llamado para formar parte de la selección nacional de Japón con la presión que ello supone. Esta obra de Nakamura ha tenido una buena recepción a raíz de un trabajo anterior del autor también relacionado con el mundo del fútbol. La historia editada por Shūeisha tiene por título 1/11 y nos cuenta como Sora Andou recupera su fe en el balón gracias a Shiki Wakamiya, la representante de la selección nacional femenina de fútbol de Japón. La obra, de corte más intimista y realista, se recopiló en nueve volúmenes.
Todo esta vorágine de publicaciones nos hablan de la fascinación que el fútbol ha ido generando de forma progresiva en la sociedad japonesa desde la segunda mitad del siglo pasado. Muchas de estas series están moldeadas a través del habitual sentido de superación japonés, pero también por su fascinación por otros equipos y jugadores internacionales. Esto ha hecho que incluso nuestra liga haya sido protagonista en sus historias en más de una ocasión, ya desde los tiempos de Capitán Tsubasa. Puede que algunos recordéis como hace ya unos cuántos años fue noticia en los telediarios un manga cuyo protagonista llegaba a jugar en un equipo patrio como el Betis. Este manga llamado Ryuuji fue creado por NOZAWA Hisashi y TODA Kunikazu para Shūeisha en la primera década de este siglo y alcanzó la nada despreciable cifra de dieciséis tomos recopilatorios. No hay mejor muestra para comprobar la capacidad que el fútbol tiene para romper fronteras.
Me resultará indignante si la votación no la gana Mark “the eye of the tiger” Lenders. Un tipo que además de habérselo currado desde lo más bajo da muestra de su humildad al no ponerle mangas a la camiseta ni de profesional. Frente al simplón y unidimensional Oliver Atom no hay color.
Mi voto para él, su fiel escudero Mellow y para otro crack que aúna carisma y sentido de la moda, Phillip “yo me pego por tu cinta del pelo” Callahan.
Pero hay que sentir mucha nostalgia para volver a meterse esto.
Mi voto sin duda va para Julian Ross. Y es que si ya era difícil plantarle cara a Oliver Atom o Mark Lenders, imagina hacerlo durante todo el partido infartado, remontando el partido tu solo con un sprint de portería a portería.
El ejemplo de superación y cojones máximo en la historia del fútbol jajajajajaja.
Ross como mejor jugador universalmente aceptado y Lenders como rey del carisma.
De tercero Callahan, Mellow o Baker, curioso como las personalidades quedaban tan bien retratadas como para acordarnos décadas después siendo una serie tan simple.
Me encanta cuando intentáis ser más papistas que el papa escribiendo los nombres a la japonesa(Apellido-nombre) pero luego en el texto se os escapan con la versión correcta (Nombre-apellido) jejeje…aiinss…
Dicho esto, aquí otro fan que prácticamente aprendió lo que es el futbol con esta serie y que se llevó un chasco cuando empezó a ver partidos reales y resulta que los campos eran más cortos y no había cabriolas ni tiros del tigre…que triste.
Y si, Marc Lenders es el puto jefe, mil veces más carisma que el asexual del Oliver y su cara de Seat 600.
Y el artículo tiene pinta de ser maravilloso pero siendo tan largo como que no que me quemo las córneas, si estos tochos los dividieseis en capítulos creo que serían más digestivos.
Buenas tardes, Grijaldo,
Gracias por avisarnos de que había cuatro nombres mal estructurados. Esta es una decisión editorial que en ZN tomamos hace más de un año y de la que nos sentimos muy orgullosos.
Siento que un artículo de estas dimensiones suponga un esfuerzo tan titánico para tus córneas, pero, como comprenderás, hacer artículos con esta profundidad y rigor también es algo de lo que nos sentimos muy orgullosos.
Teniendo en cuenta que en castellano y en occidente en general se escribe primero el nombre y luego los apellidos no entiendo a santo de qué viene escribirlo a la japonesa y más teniendo en cuenta que los propios japoneses cuando les he leído en alguna web suya escrita en inglés escriben sus nombres a la occidental pero bueno, es una decisión editorial tan respetable como mi crítica.
Toriyama Akira, ese quién es, si es que suena hasta mal XD
Y lo de los artículos tan sumamente largos…creo que no soy el primero en quejarme, y la verdad es que es una lástima porque el curro que deben de tener tiene que ser importante pero es que me quedo sin batería en el móvil, y oye, no sé si no os saldría mejor el dividirlos en partes y así tenéis artículos para varios días con el tráfico de visitas o como se diga que eso supondría, es una sugerencia sin acritud alguna.
Ya para otro día dejo lo del pop Up ese tan…molesto, si, voy a decir molesto por no decir otra cosa que salta en cuanto entras en una noticia en la versión para ordenador.
Ah, y esos nombres no están mal estructurados Mónica;)
Besis.
Pues viene a esto:
https://www.lavanguardia.com/vida/20190621/463017483604/japon-pide-volver-al-orden-tradicional-de-nombres-abe-shinzo-no-shinzo-abe.html
Una petición oficial del ministro de exteriores japonés. Creo que es razón más que suficiente.
Por cierto, mi nombre es Mònica no Mónica. Sé perfectamente que lo has hecho a propósito para molestarme, pero lo único haces es retratarte como un hater y un maleducado.
Lo de infantilizar a una mujer dirigiéndote a ella con «besis», ya para otro día.
Como diría Jack el destripador, vayamos por partes:
Sobre el enlace, de momento es una petición, no algo definitivo y de hecho en esa noticia comenta un nipón que en su empresa siguen usando el modo occidental pero bueno vale, aceptamos barco, aunque sigo diciendo que no me gusta.
Lo de la tilde de tu nombre pues mira, lo he escrito con el móvil y me habré confundido, si crees que por eso soy un hater y un maleducado estás muy equivocada, nada más lejos de mi intención.
Y lo del besis…yo suelo tirar del humor, era para quitarle hierro al asunto, que no estamos despellejándonos como unos políticos en el congreso, no sé, yo no veo ofensa por ningún lado pero oye tú sabrás, alucinado me hallo.
Discrepar siempre que sea con educación es sano, es las salsa de la vida, pero en fin.
Hasta luego.
Estamos lejos de Las horas perdidas Totó…XD
Malos tiempos para ser Grijalder Master…
Yo disfruto de las lecturas largas pero por mi experiencia profesional te digo que tiene razón el compañero: las visitas crecen en artículos por fascículos con un número de palabras contenido. Es una cuestión por lo visto bastante estudiada y que he podido comprobar personalmente en ocasiones.
Pero siendo por amor al arte, salvo que desde la dirección de la web os lo imponga lo contrario, entiendo que es mucho más gratificante ver tu texto completo en una entrada.
Oye, lo del nombre me ha dejado muerto, acabo de darme cuenta de que es Mònica. Seguro que lo he escrito mal en alguna ocasión.
Pensaba que era el único que hacía la comparación Oliver Aton/Messi y Mark Lenders/Cristiano XD
Ya quisiera el segundo… la gracia es que cuando vienen a Europa no llegan a la suela del zapato de las estrellas de entonces. Así que las posibles versiones de Messi o Ronaldo del manga probablemente pudieran despachar a Freezer.
Benji se pasaba media serie lesionado, seguro que en los capítulos que no aparecía es porque estaba jugando al golf.