Especial John Constantine II (1990-1995, 1998): a través de sus autores

Repasamos el mejor arco de Hellblazer, Hábitos peligrosos, así como los momentos más oscuros para la misma, con un gran descubrimiento sobre su creación con sus autores

10
5677

El mes pasado dábamos comienzo a la publicación de una serie de especiales sobre la figura inabarcable de John Constantine (Especial I), con entrevistas a Rick Veitch, Dave McKean, David Lloyd, Richard Piers Rayner, Steve Pugh, Lovern Kindzierski y Jamie Delano, involucrados en el periodo que va de 1985 a 1991. Lejos de mantener una línea preestablecida, para este de ahora nos remontamos al pasado primitivo del personaje, cuando todavía no era más que un gag entre dos amigos, tal y como nos cuenta Steve R. Bissette en la primera de las entrevistas. En segundo lugar, contaremos con la visita de John Bolton, dibujante del primer número de Los Libros de la Magia. Entrando en terreno de Hellblazer, nos adentraremos de lleno en la continuación de la etapa anterior, con especial atención en sagas como Hábitos peligrosos. En penúltimo lugar, Eddie Campbell nos dará su opinión acerca de su infructuosa etapa a cargo de Hellblazer. Finalmente, John Higgins, dibujante del último arco de Garth Ennis para Hellblazer nos hablará de la misma y sus recuerdos con Constantine.

1-Volvamos al pasado

Hemos de regresar atrás, a 1977 ni más ni menos, pero entender con mayor concreción el origen del bastardo de Liverpool. En el anterior especial, pudimos hablar con Rick Veitch, primer dibujante del personaje. Ahora, hemos de hacerlo con su cocreador, ni más ni menos, que el legendario Stephen R. Bissette. Uno de los tres grandes, junto a John Tottleben y Alan Moore. Los que le dieron vida.

Stephen R. Bissette- cocreador del personaje

Un año antes de la primera aparición oficial del personaje, dibujaste un personaje sin nombre, que no hablaba, para parecerse a Sting, en un panel detrás de una Abby llorando. ¿Cuál fue tu intención para eso? ¿Estaba John Constantine (o al menos una idea embrionaria de él) en consideración en ese momento?

Te voy a dar la historia completa, seguramente en más detalle de lo que a nadie pueda interesarle. Mantente conmigo, por favor, porque nos vamos a remontar a 1977 y 1978, a mi época de estudiante junto a Rick Veitch y John Totleben en la Joe Kubert School of Cartoon and Graphic Art, Inc.

En primer lugar, somos dibujantes. Y a los dibujantes les encanta burlarse del resto. En segundo, entre las herramientas que manejamos están los lenguajes secretos y símbolos ocultos para, básicamente, decir “hola” a nuestros amigos , especialmente para los que son compañeros de profesión.

En tercero, en muchos casos, esas señales ocultas son escatológicas por naturaleza. Somos un grupo grosero. Jugamos a este tipo de juegos para divertirnos a nosotros mismos; por un lado, es un juego que a veces los fans reconocéis u os estrujáis la mente para interpretarlo. Otras veces, en cambio, estas señales secretas permanecen ocultas por siempre, sin que haya alguien más sabio que tú que pueda entenderlo, dejando como único receptor del mismo a aquel que ha de recibirlo que puede o no devolvértelo en su propio y respectivo trabajo.

Así que uno de mis queridos compañeros en la Escuela Kubert (como Rick Veitch y yo mismo, de la primera generación de la historia, la del 78) era Ernie Pasanen. A Ernie y a mí nos encantaba gastarnos bromas el uno al otro, y una de las recurrentes consistía en colar en nuestras tareas para la Escuela Kubert una forma burda de graffiti como fondo. No éramos sutiles: conservo uno de aquellos graffitis que decía, literalmente “Ernie comemierda” en la pared de un callejón. Ernie respondería con un visible “Bissette comemierda” en una de sus propias ilustraciones.

Doné una pieza de arte original al Billy Ireland Museum que preserva nuestras coñas (nuestro objetivo era reírnos el uno del otro y de nuestros compañeros- y de Joe Kubert, ¡Cuando podíamos!).

Como te digo, esta broma continuó más adelante en mi carrera profesional de cómics. Pero como Ernie no continúo profesionalmente como dibujante, consideramos oportuno «transmitir» la «disputa» a nuestro compañero de clase John Totleben (que había llegado un año después a la escuela).

John Totleben formó parte de la siguiente generación en la Escuela Kubert, llegó en el otoño de 1977, y si se hubiera graduado, no lo hizo, habría sido la promoción de 1978; John solo asistió un año, luego se quedó en Dover, Nueva Jersey, para vivir con Rick, yo mismo y Tom Yeates después de graduarnos). Entonces, John y yo empezamos a colar «Totleben Comemierda» y «Bissette Comemierda» en nuestros respectivos trabajos comerciales … bueno, en aquellos que no censuraron la palabra «mierda», quiero decir.

Así es como comenzó todo, eso es lo que creó a John Constantine.

Cuando trabajábamos para la Saga de la Cosa del Pantano, que era un cómic aprobado por el Comic Code, no se nos permitía poner la palabra “mierda”, claro, así que John Totleben y yo nos vimos obligados a lanzar un nuevo juego.

Yo crecí viendo la serie de animación stop-motion de televisión Gumby,de Art Clokey. Nací en 1955 y la serie se emitió entre 1957 y 1969, aunque luego se repondría. Me encantaba ese tipo de animación, así que Gumby (y su ayudante Pokey) eran personajes icónicos de mi generación. John Totleben conocía a Gumby, pero de otro sitio: en 1982, Eddie Murphy había aparecido en SNL en un Sketch como Gumby («I’m Gumby, damnit!») y John y yo comenzamos nuestra etapa en La Saga de la Cosa del Pantano a mediados de 1983 (Len Wein nos había confirmado para el trabajo en 1982), así que el sketch todavía estaba fresco en nuestras memorias.

Decidimos honrar al precursor de la Cosa del Pantano, Grumby, insertando cameos suyos en el arte de la colección, uno por cada número. Presta atención a nuestra primera labor en colaboración para el cómic, en el número 16, escrito por Marty Pasko en homenaje a otra serie de nuestra juventud, The Twilight Zone. Metimos a Gumby ahí. Len Wein, nuestro editor, lo vio. Lo dejo pasar, pero lo vio. Me dijo literalmente que lo había visto.

Para nuestro siguiente número, el #17, la cosa fue más complicada: teníamos que mantenerlo en secreto, ocultarlo de la vista de Len: había una especie de monstruo de gusano con antena que atacaba a Swampy en un momento. Hay una viñeta en la que puedes ver el vientre y partes bucales del monstruo- ahora, gíralo. Ahí, oculto en el diseño del monstruo, puedes ver una abstracción de Gumby.

Ahí le tenéis.

Len no lo pilló en mi dibujo, pero sí que lo hizo con la tinta de John. Recibí la llamada más severa y enojada de mi vida por parte de Len: nuestro teléfono sonó (recuerda que esto es antes de los teléfonos digitales, no sabías quién te estaba llamando). Lo cogí yo, sin haber dicho “hola” siquiera, escuché la voz baja de Len diciéndome “estás jugando a un juego muy peligroso, jovencito”. Me preocupó que fuera porque estaba fuera de plazo o que me fueran a despedir, pero no… ¡Era por el maldito Gumby!

Len nos hizo prometer que no incluiríamos más caras de Gumby en el arte. Fue tentador, no te digo que no, sobre todo mientras dibujaba aquellos insectos y arácnidos humanoides en el número 19, pero cumplimos nuestra palabra.

Para La Saga de la Cosa del Pantano #25 teníamos a nueva editora: Karen Berger.

Así que nueva editora… nuevo juego.

John era un fanático de la banda The Police. A mí también me gustaban aunque todavía más lo hacían las películas en las que había salido Sting, Quadrophenia y Brimstone Treacle, especialmente. Así que ya teníamos juego, “esconde a Sting en el fondo del arte de La Cosa del Pantano”. Len no conocía siquiera a The Police: no era su generación, y Karen no lo reconoció en mi dibujo o en el entintado de John, para ese número 25, nuestro primero con Karen. Así que el juego había comenzado y no pararía hasta que nos lo dijeran. En algún momento, probablemente a través del intercambio continuo de cartas entre Alan Moore, John y yo, le avisamos de que íbamos a seguir haciendo esto.

“Lo mejor será que le conviertas en un personaje, Alan” uno de nosotros le dijo. Y TODO surgió de ahí.

Antes de entrevistarte, hablé con Rick Veitch. Esto es lo que me contó sobre la gestación del personaje:

“A Steve Bissette y John Totleben se les ocurrió originalmente la idea de crear un personaje que se pareciera a Sting. Se lo propusieron a Alan Moore con la sugerencia de que quizás este personaje podría ser el exnovio de Abby ”.

Como cocreador del personaje, ¿qué me puedes contar sobre la creación de John Constantine? ¿Qué hizo que a ti ya John Totleben se os ocurriera esa idea en ese momento en particular y qué elementos querías aportar a la serie con el personaje?

Bueno, como puede ver ahora en la respuesta completa a su primera pregunta, era un juego. Teníamos la intención de continuar, pero dejamos en manos de Alan la justificación de las continuas apariciones de este extraño en el cómic. Íbamos a seguir dibujándolo en los fondos, pero Alan nos indicó específicamente que tenía ideas y que deberíamos esperar hasta que resolviera todo.

John y yo teníamos conversaciones individuales en curso con Alan. Solo pudimos «reunirnos» unas cuantas veces, cara a cara: Alan nos visitó a todos en Vermont en un momento, y nos reunimos con Alan y su primera esposa Phyllis en Nueva York (antes del lanzamiento de Watchmen), y John y yo asistimos a UKAK en Londres en el ’85,en compañía de su esposa Michelle y mi primera mujer Marlene. Visitamos entonces a Alan y Phyllis y sus dos hijas en Northampton, Reino Unido una vez después (’85, Creo). Así que Rick puede tener razón: uno de nosotros podría haber sugerido convertir a Sting en el novio de Abby en algún punto de la conversación.

Sin embargo, lo que recuerdo es que Alan mencionó las novelas de Jerry Cornelius de Michael Moorcock, con el patrón de un detective de lo oculto siguiendo a Jerry Cornelius. Recuerdo esto en parte porque me impulsó a releer esas novelas de Moorcock, en parte porque recuerdo haberle preguntado a Alan si había visto El programa final (1973), versión cinematográfica de Robert Fuest de la novela de Moorcock, que había sido adaptada en Estados Unidos en 1970 con otra película, El último hombre en la tierra). Lo había hecho, y no le importaba mucho, a excepción de las uñas pintadas de Cornelius. Pero de todos modos, fue Alan quien realmente dio cuerpo al personaje del John Constantine que todos conocen y aman.

John y yo proporcionamos ‘la apariencia’, a través de nuestros pequeños juegos de artistas tontos e interpersonales, y el ímpetu para hacer algo con ese juego.

Habiéndome respondido al resto de preguntas de la manera tan brillante que lo has hecho, estoy interesado en lo que tú, en particular, querías para el personaje. ¿Hubo conversaciones largas entre el equipo creativo para darle vida a John? ¿Cómo solíais trabajar juntos John Totleben y Alan Moore?

Como sabes, realmente no pude hacer mucho con Constantine. Para cuando él entró en la serie, yo estaba acercándome a la puerta de salida como dibujante. Casi la había tenido con DC Comics, por una multitud de razones (consulta, si quieres, la entrevista de Rick Veitch en The Comics Journal # 175 para obtener detalles que no puedo discutir), por lo que mis esperanzas y sueños para Constantine realmente no son importantes. Rick Veitch dibujó a lápiz la primera presentación «adecuada» de Constantine como Constantine, en lugar de la del pequeño juego entre John y yo, en un punto en el que mi interés por la colección y personaje habían menguado.

Sin embargo, habíamos conversado extensamente sobre Constantine cuando todavía estaba completamente comprometido (mi desapego emocional realmente comenzó después del número del hombre lobo, el último que realmente me encantó dibujar). Estaba emocionado por el lugar al que íbamos, pero, irónicamente, una vez que Alan había comenzado a trazar lo que se convirtió en el arco Gótico americano, mi amor por lo que estábamos haciendo ya había drenado como pus de una herida. DC realmente había hecho que mi trabajo fuera casi intolerable, y una vez que nos vimos obligados a hacer la edición cruzada de Crisis en Tierras Infinitas de La Cosa del Pantano, eso fue todo para mí.

En mi opinión, Constantine fue el último de una larga lista de grandes detectives ocultistas, que se remonta a Edgar Allan Poe y C. Auguste Dupin. Leo a Poe desde que tenía 8 años y soy un lector devoto de ese tipo de ficción. Weird Tales fue / es uno de los favoritos, me interesaban además las puñaladas que había habido por llevar ese arquetipo a la televisión y al cine, así que estaba muy emocionado por nuestro abordaje de ese arquetipo, llevándolo todo a nuestro presente de entonces, y las ideas de Alan fueron tan acertadas.

No, lo más que terminé contribuyendo a Constantine, y especialmente en lo relativo a mi futuro y el de John Totleben, fue interpretar al «policía malo» con DC Legal, y simplemente reafirmarme en mi posición de creador y decir «no» cuando DC nos intentó estafar a John Totleben y a mí de nuestra parte de las regalías de creador que nos correspondían. Pero todo eso es invisible para los fanáticos y no tiene nada que ver con tus preguntas o interés en el personaje.

En particular, me encantó la caracterización de Alan de que Constantine es tan autodestructivo que preferiría joderse a sí mismo antes que aceptar que estaba equivocado. Yo mismo tenía tantos amigos que, a su manera, eran así. Pensé que el desarrollo de Constantine que Alan había propuesto para el crossover de DC nunca realizado, Twilight, era jodidamente brillante, el mejor momento de Constantine de todos los tiempos, y al final, nunca se escribió ni dibujó. Y eso fue de alguna manera perfecto en sí mismo, ¿no?

La Cosa del Pantano #50, dibujada por Stephen Bissette, John Totleben y Rick Veitch
.

2-Los libros de la magia

Antes de entrar de lleno en la etapa que constituiría la trayectoría de Constantine en el próximo lustro, Neil Gaiman (conocido de la colección, por su número 24) comenzaría una obra de cuatro libros en diciembre de 1990, Los libros de la magia.

Fruto de su imaginación única y de un talento como creador desmedido, la misma terminaría por ser uno de los cómics más interesantes de su legendaria trayectoria. En la misma, teníamos a un John Constantine distinto, secundario, con un punto semejante al de Alan Moore, nihilista, socarrón y resolutivo. Le veíamos trabajando en equipo, como mentor del protagonista de la obra, Timothy Hunter.

El dibujo y color de la misma llevan el guion a otro nivel, con detalles y composiciones al límite.

John Bolton, dibujante de Los Libros de la magia Libro Uno

¿Cómo te involucraste con la historia en primer lugar?

Karen Berger de Vertigo se me acercó inicialmente.

¿Cómo fue trabajar con Neil Gaiman? ¿Su guión era muy específico en cuanto a lo que quería ver en el resultado final o te dio espacio para desarrollarte creativamente?

He trabajado con muchos grandes escritores que me dejan visualizar la historia, nunca me dicen cómo debe verse, esto me da total libertad.

Siempre trabajo con una trama y no con un guión completo. Con cada historia utilizo una técnica y un medio diferentes, a menudo esto lo dicta la historia. El estilo surge del contenido y la emoción de la historia.

Conozco a Neil Gaiman desde hace muchos años, antes incluso de trabajar con él. Me satisfizo trabajar en el primer libro. Neil dejó a mi imaginación el aspecto de Timothy Hunter y decidí usar a mi hijo como modelo, que en ese momento tenía la edad correcta, y al ser el primer artista en trabajar en Los Libros de Magia, el estilo de los personajes se convirtió en el «Biblia» para historias futuras.

El color juega un papel fundamental. ¿Cómo trabajaste con esa parte del diseño en particular? ¿Cuáles fueron los tonos que prefirió para esta historia?

Elijo colores para transmitir atmósfera y estados de ánimo, para mí es una fórmula sencilla. Juzgo cómo funcionan los colores en un marco, luego en toda la página y luego en la extensión.

John Constantine se muestra como una persona nihilista sarcástica con un sentido del humor particular. ¿Estabas familiarizado con el personaje en ese momento? ¿Fuiste lector de Saga of The Swamp Thing (Rick Veitch, Steve Bissette y John Tottleben) o Hellblazer (John Ridgway, Richard Piers Rayner, Sean Murphy…)?

-Estaba al tanto del personaje de John Constantine pero no había leído ninguna de las historias, a veces es bueno no tener ideas preconcebidas y desarrollar el lenguaje corporal que hice a partir del guión de Neil.

3-Hábitos peligrosos

Una vez conocidos los pormenores de su creación con todo lujo de detalles y sin entrar en esa última precisión de Steve sobre Twilight, seguramente el mejor cómic de DC jamás publicado y que daría para una entrada completa, volvemos a 1991. Jamie Delano deja la serie, tambien lo hace Karen Berger, responsable principal del éxito de la serie y una de las personas más importantes en lo que respecta a los primeros años de Constantine.

La colección, con cuarenta números a su espalda, daba un cambio importante en mayo de aquel año, con la entrada a su vez de varios creadores que se convertirían en poco tiempo en sospechosos habituales de la misma. Hablamos, por supuesto, del escritor Garth Ennis, entonces no tan conocido como ha terminado por ser, así como de un dibujante distinto, con una personalidad atractiva, Will Simpson, sin olvidarnos del nuevo editor, Stuart Moore. Para el color, teníamos a Tom Ziuko, que ya había sido importante con Jamie Delano. Sin carta de presentación o números introductorios, daba comienzo Hábitos Peligrosos.

En el café de Frank, con una taza, cerillas y cajetilla de tabaco custodiando la solitaria mesa, John Constantine nos anunciaba su muerte. El número en su práctica totalidad consta de escenas en retrospectiva acompañadas de un monólogo interior del protagonista, narrándonos su caída en desgracia y diagnóstico médico. El cáncer, dichoso y maldito cáncer, planteaba un escenario distinto y, desde luego, una amenaza desconocida para él. Habíamos visto por las páginas de la serie a demonios, sectas peligrosas, grupos de odio, pero nunca algo parecido a esto. ¿Adónde acude el desarrapado hechicero de la gabardina andrajosa entonces? ¿Quién puede salvarle de esta? La respuesta está en Irlanda.

Tanto Ennis como Simpson, norirlandeses, acuden a un escenario conocido para ellos. Se trata de Killiney, en Irlanda del Sur, región costera (por supuesto) donde se encuentra un antiguo amigo de John, Brendan. Aspectos muy creativos como agua bendita convertida en cerveza negra o la primera visita del Diablo redondean un número sobresaliente. Como con tantas obras del escritor de Predicador, el verdadero poder de la misma se encuentra en los pequeños detalles, en las conversaciones mundanas y nostalgia infinita por tiempos (y aquellos) que se fueron y no vendrán.

Ellie entra en la serie, como vínculo de John y los poderes ocultos del mundo, en un último movimiento a la desesperada. Tenemos el regreso a Londres, con visita al misterioso Gabriel en busca de ayuda. Es este un número soberbio en cuanto al diálogo y presentación de nuevos personajes, especialmente en lo referente a la primera, perfecta contraparte para los pensamientos del bastardo.

El arco llega a su punto final con la vuelta a Liverpool para visitar los restos mortales de su familia en el cementerio que vimos en Hellblazer #33 (con dibujo entonces de Sean Phillips), la misma lápida imperdonable moralmente y que no perdona, la misma Cheryl Constantine que, sin conocer bien los negocios que se trae su hermano, sabe que cualquier momento puede ser una despedida, y la misma sensación para el protagonista de que lo ha hecho todo mal en su vida. Sin purgación, catarsis o aliado en el último suspiro, su cuerpo mortal se sabe ya fallecido. La útima despedida es para Chas, el sempiterno taxista y único amigo para entonces, con mil carreras por pagar. Todo este rastro emotivo nos conduce a la última escena y a las figuras bíblicas y paganas que tan bien conocen sus creadores.

Hellblazer #45, publicado en septiembre de 1991, es uno de los mejores números de la historia de la serie. No se trata esta de una opinión a contracorriente o que precise de justificación, habida cuenta de la trascendencia que ha tenido no solo para el medio, sino también el resto de artes. Es el núcleo básico de Constantine (2005), de Francis Lawrence, película que si bien presenta una idea poco (o nada) acercada al personaje del cómic, sí tuvo más respeto en lo que respecta a lo acontecido en este número.

Acorralado en apariencia, rodeado de aquellos que no pueden morir o derramar vida, John va a realizar su truco final. En otras historias, hemos visto la inteligencia del personaje resolviendo situaciones complicadas (la derrota de Nergal, en la etapa de Jamie Delano, o la caracterización primigenia de Alan Moore con aquella personalidad magnética y descarada capaz de solventar cualquier entuerto), pero ninguna como esta. Es el perfecto reflejo de la obsesión principal de su escritor, Garth Ennis (siempre con la religión y la batalla entre cielo e infierno presente en sus obras).

A lo largo de cinco números, a través de detalles, nimios algunos, acentuados otros, hemos podido observar el deterioro físico y mental del protagonista, cuya última cara se acerca más a la calavera que a la del hombre vivo, con un ejercicio soberbio del color por parte de Tom Ziuko. Se trata esta, por lo tanto, de una historia en la que se dan las condiciones idóneas en cada apartado. No solo por el estilo del escritor, sino también por el diseño enfermizo y feísta del dibujante acompañado de un color que da personalidad última al conjunto.

Para el siguiente número, de conclusión, se rebaja el tono. He dejado conscientemente cualquier mención al personaje para elaborarlo en este punto por su importancia, así como el peso que deja en la colección. Hablamos de Matt, el enfermo terminal con el que Constantine traba amistad a lo largo del arco, simpático crápula superviviente de todo que sirve de consuelo para el protagonista. Sus intervenciones son reducidas, diría que incluso hábilmente espaciadas para no romper el argumento principal de la obra, pero con una importancia incalculable en cuanto al mensaje.

Matt es el enfermo que padece, se duele y lucha por sobrevivir en una batalla que el ser humano sabe perdida, el punto de realidad en un tebeo de terror y fantasía, el destino que reserva la enfermedad para muchos de sus pacientes. En mi opinión, es uno de los mejores personajes nacidos de la mente de Garth Ennis, y el acierto fundamental del arco, más allá de la espectacularidad demostrada y la inverosímil escapada del mago, pues sirve como declaración última de intenciones.

El resto no somos John Constantine.

4-La sangre real

La continuación al arco se encuentra en un homenaje a los bares y su propia idiosincrasia. Se recoge y acepta la figura de sus dos primeros escritores (Alan Moore y Jamie Delano) al llamar al bar Northampton, lugar de nacimiento de ambos. Lo mejor, sin duda, está en el modo que tiene Garth Ennis de recoger toda una tradición de himnos y canciones de ebria entonación, como vemos al final del Hellblazer #49, siendo específicamente cantada “The lord of the dance”. Como tantos aspectos de la obra del autor de The boys, la inspiración de la propia canción es cristiana, en Jesús concretamente. En lo referente a esta parte de categorización de la obra, se trata del segundo arco que finaliza con una canción. La propia Hábitos peligrosos finalizaba con unos versos de A rainy night in the Soho, de los Pogues (también con mención al cielo y al infierno). Todo un sello distintivo en la colección en aquellos primeros meses.

Un aspecto muy reseñable se encuentra en el nuevo personaje, Kit, nueva novia de Constantine. Después de una primera aparición en el 46, presentada como antiguo amor no de John, sino de Brendan. Su nueva relación con el bastardo se convierte en la primera con continuidad en la serie, madura y sincera. Fundamentalmente, Ennis empleará, al principio, las escenas románticas como modo de rebajar ocasional y puntualmente el tono de la narración general para poco a poco ir integrándola totalmente en la otra vida de John.

Para el 50, contamos con un tradicional número de celebración, con la visita de, por primera vez en Hellblazer, vampiros, mientras que en el siguiente, con invitado en el guion, John Smith, y Sean Phillips al dibujo, se desarrolla un poco inspirado planteamiento de terror de la que, en el conjunto de la serie, solo sea destacable que aporta un nuevo rasgo del personaje que sería elaborado con posterioridad. John Constantine sale del armario como bisexual en una viñeta concreta.

La salida del armario de John Constantine.

El Constantine de Delano era deliberadamente contrario al Thatcherismo, el de Ennis, por su parte, ataca a la totalidad de la clase política, al conjunto de la estructura de poder del Estado sin distinguir entre orientaciones ideológicas. Llegamos a oír en boca de John lo siguiente: “Servir a tu país siempre termina siendo servir a aquellos a cargo del mismo”. Pero no se trata de una actitud transformadora o que sirva a fin alguno, sino que se basa en puro descontento y desafección política sin mayor contenido que el de la crítica ácida. No hay objetivo por cumplir. En ese sentido, sirve como perfecto contrapunto para las deliberaciones de Nige, socialista convencido y aliado ocasional, que no deja de preguntarle y echarle en cara la falta de mensaje en sus acciones.

Con Sangre real (Hellblazer #51-55), el norirlandés decide ir más allá, atacando un elemento inamovible de la historia del Reino Unido, la Casa Real británica, implicada en turbios asuntos relacionados con orgias y asesinatos (en la ficción, claro), incluyendo a su vez elementos vivos de la cultura popular inglesa como Jack el Destripador. A través de una línea temporal conjunta, viendo el crimen del segundo como un reflejo del poder de los primeros, en compañía de la inestimable ayuda de un demonio, Calibraxis. Las escenas de la investigación de John derrochan carisma y descaro, una actitud poderosa y muy atractiva. Sigue siendo el mismo personaje, pero con un par de capas más de desarrollo y caracterización por parte de Ennis que, después de una decena de números en la cabecera, ya contaba con tablas suficientes como para aportar su propia y definitiva visión al mito. El dibujo de Will Simpson continúa exhibiendo la personalidad demostrada en el arco Hábitos peligrosos, con diseños de rostro enfermo y cadavérico para Constantine, y rasgos feos muy pronunciados también en el resto. Cuenta con algunos hallazgos visuales sobresalientes desde el punto de vista creativo, y radicales en lo político, como esa bandera rota del Reino Unido que destila sangre, alimento último del demonio a la sombra.


Este arco, sus conclusiones e instantes finales, suponen un segundo pico de calidad para la colección, recuperando el nivel sobresaliente demostrado en los primeros números en la cabecera del nuevo equipo creativo. Arriesgado, con un punto contenido en cuanto a la violencia que, no obstante, una vez desatada, es terrorífica. Demuestra una faceta no muy elaborada del personaje hasta entonces en lo que respecta al sadismo en la resolución del conflicto. Magnífico.

Le sigue un número autoconclusivo, con dibujo de David Lloyd, viejo conocido de la colección por aquella historia de dos partes con guion de Grant Morrison. Funciona aceptablemente como número independiente, a pesar de carecer de la personalidad propia del arco anterior y siguientes en lo que respecta a la categorización del hombre de la gabardina. A continuación, tenemos la entrada de Steve Dillon a la serie para dos números (#57-58). Ya apreciamos su fuerte visión para la serie, la plasticidad de la violencia y los rasgos tan personales que siempre sabía darle a sus personajes. El guion, por su parte, introduce un potente apartado trascendental y se da un uso correcto de la magia. Lo mejor, no obstante, está en la relación con Chas, la camaradería demostrada y lo bien que conectan ambos en esta etapa. Sin duda, la que más provecho ha sabido sacarle al taxista del bastardo.

Para Guts and dolls, regresa Will Simpson como dibujante y, con él, sus obsesiones y virtudes como artista, retratando lo sórdido del inframundo tanto desde el punto de vista onírico como del realista, en una sucesión de imágenes de puro horror. Ayuda, desde luego a que el arco funcione como lo hace, con una nueva visita a los lugares a los que ningún mortal quiere ir a parar. Se recupera a Ellie y se trae al Primero de los caídos como villano. Volvemos a tener referencias bíblicas relacionadas con Jesús, el Nazareno (como le llaman), como modo de contraponer el código de conducta pernicioso de Constantine. De nuevo, la colección continúa a un nivel muy alto, terminando el vigésimo número de etapa con una despedida, la del propio Simpson en el número 61. Con dos de los mejores arcos de la historia de Hellblazer (Hábitos Peligrosos y Sangre real) y una notable aproximación final en estos números, el suyo es un trabajo a reivindicar, más allá de la estética feísta que no tuvo continuidad posterior en el tiempo. Donde otros ven rareza en el sentido más peyorativo, uno puede redescubrir un arte distinto que, al acompañar además al personaje en algunos de los momentos más destacables de su historia, sigue siendo un lugar de excepción en la mitología del scouser maldito.

5- El Hellblazer de Steve Dillon

De los primeros números de Steve Dillon como dibujante regular destaca, por supuesto, el propio Hellblazer 64, con un trama polémica, verdaderamente difícil de ser trasladada a las viñetas, imposible sin herir sensibilidades, al atentar directamente contra el origen de la cristiandad. Ennis sigue ahondando en sus inquietudes religiosas, potenciadas por un estilo de dibujo que se ajusta a la perfección a su visión creativa. Gabriel, al que ya habíamos visto en el primer arco, regresa como secundario. Resulta interesante el nuevo tono de los monólogos internos de John que, sin abandonar el carácter taciturno y evocador de siempre, ahora se debate en tomar una nueva dirección en su vida, en compañía de Kit. Esta, como hemos dispuesto, presenta rasgos de la mujer que Ennis ha escrito en muchas de sus obras: fuerte, en un sentido muy concreto de la palabra, y poderosa pero, y aquí es donde muchas veces el norirlandés falla, con una dependencia notable del héroe principal, en este caso Constantine.

Como elementos presentes en el arco Miedo y asco, además de los mencionados, está de nuevo la política, el modo en el que el escritor de Bloody Mary destapa las vergüenzas de la clase política británica, con la bandera siempre presente a la hora de retratar a los villanos; a su vez, vemos a través de detalles en el dibujo la presencia de tribus urbanas, con presencia de hooliganismo en las pintadas (Arsenal FC y Tottenham) y de la escoria nazi en la acción, con un papel muy relevante. La violencia de Dillon puede ser seca, mordaz o directamente ridícula, pero siempre aporta algo a la escena, entendiendo como decimos el tono de la colección impuesto por su escritor como ningún otro dibujante (tendremos, por supuesto, desmembramientos y puñaladas en zonas íntimas, como obsesión personal de Ennis-Dillon y que el lector que con posterioridad disfrutó de Predicador reconocerá de inmediato. Aquí está el germen de esas otras historias). A pesar de que Ennis adopte , como se ha dispuesto, una posición de desafección para John, podemos observar la preocupación social que tiene sobre el auge de la extrema derecha así como de las políticas conservadoras de los años años noventa, poniendo un acento sobre esta situación en el cómputo global de la obra. Es decir, aunque el personaje no refleje el posicionamiento, sí lo hace la historia y el ambiente que retrata.

Ya en solitario, la colección sigue ahondando en la soledad interior y carencia de felicidad en John, en lo autodestructivo que puede llegar a ser y lo peligroso que es cuando la situación lo requiere. A pesar de que el contexto general del guion pueda hacer pensar que la trama adquiera vacuidad, perdida en chistes de pedofilia y demás temas sensibles para el lector, en un segundo plano Ennis elabora toda una declaración acerca del racismo en el Reino Unido y, entre otros, el trato a los sintecho, las personas con VIH y la marginación social. Otro tema importante, recogido por autores posteriores, se encuentra en la tradición familiar de John, en la maldición de la familia y el contexto determinista de su personalidad (recurriendo, como no, a escenas en retrospectiva de la guerra). Todo ello mientras combate a vampiros, ni más ni menos. El dibujo de Dillon y el color de Tom Ziuko representan la degradación moral y física del protagonista, con tonos muy oscuros e imágenes fuertes.

El número 70, el primero de Hellblazer en el que no aparece John Constantine, es uno de los más representativos en cuanto al estilo de su escritor. Un regreso por parte de Kit al hogar, la madre Irlanda. Es un argumento simple, que ha adaptado de formas muy similares en otros momentos de su carrera (pensemos, por ejemplo, en la vuelta a casa de Hughie en The Boys). Se da acomodo a ideas que ya hemos visto (la nostalgia o el crudo pensamiento por lo que nunca fue y los sueños incumplidos) así como se presta un nuevo homenaje a la canción popular con I´ll tell me ma, redondeando el número con una nueva cita, esta vez a Hugh Leonard y su Da, obra de teatro que va muy en sintonía con las ideas artísticas de Ennis (la muerte y la memoria como elementos centrales). En el número siguiente se recupera, de nuevo, esta tradición, con John entonando los versos de la archiconocida Montains of mourne, de Don McLean.

Como continuación, sus autores deciden explorar otras facetas del personaje, llevándole directamente a la capital del pecado, Nueva York y los Estados Unidos de América. Ennis acierta a la hora de crear una atmósfera invasiva, destructora, que corta el aliento de los protagonistas y les domina por completo. Un aspecto a destacar de estos números se encuentra en las portadas. El artista principal de las mismas, durante la práctica totalidad de la etapa, es Glenn Fabry, colaborador habitual del de Irlanda del Norte y conocido y premiado por Predicador. Específicamente, es en estos donde alcanza su plenitud artística, combinando elementos de humor muy negro con otros de terror clásico, recogiendo y tomando elementos de la cultura popular americana, sin miedo a la hora de avergonzar símbolos de la pretendida libertad del país como la Estatua de la Libertad, en la célebre y controvertida portada del número 72.

Este trayecto no se queda en la parodia o comedia, sino que Ennis lleva hasta las últimas consecuencias su crítica a ciertos valores malentendidos y horrendamente interpretados, cargando contra la propia policía niuyorkina y su brutalidad a la hora de actuar contra un detenido. Sin olvidarnos, por supuesto, de la recuperación de un secundario de lujo de la etapa de Jamie Delano, Papa Midnite, con un papel reducido pero muy inteligente desde el punto de vista narrativo. Es un momento de gran esplendor para Hellblazer, uno de esos momentos de sinergia completa entre artistas para alcanzar cotas artísticas inimaginables en un principio.

Una vez John consigue recuperar el rumbo de su vida, estabilizarla y regresar con brío y estilo, la colección vuelve a otro tono de color, alejado del correspondiente a su caída en desgracia, culminando en Un cínico a las puertas del cielo, una auténtica celebración de toda la etapa, regresando a muchos de los aspectos que han sido una constante en la misma, desde el regreso de Kit hasta el papel que juegan Satán y Gabriel, sin olvidarnos de Chas o lo relativo al cáncer del bastardo, primera piedra sobre la que la etapa se sostiene. Con los mismos responsables del apartado artístico, funcionando en plena sintonía, hace que este aparente último arco alcance un nivel superlativo. La reflexión final que hace Ennis acerca del mago es una que ha inspirado a muchos autores posteriores. El verdadero motivo y razón de ser de uno de los personajes más inefables de la historia de la editorial.

6- La etapa olvidada

Garth Ennis abandonaría la colección en el número 83. No sería el fin de su etapa, aunque resulte confuso, ya que años después regresaría para un último arco, del que hablaremos en el siguiente apartado. Antes, hemos de hacer una mención notable a una corta etapa, poco fructífera en lo creativo y con relevancia muy reducida para el devenir de Constantine: la escrita por Eddie Campbell y dibujada por Sean Phillips. Apenas duró cuatro números (#85-88), funcionando como nexo entre el fin de una era para Hellblazer y el comienzo de otra, dibujada por el propio Phillips y escrita por Paul Jenkins. Sin olvidarnos de un número especial escrito por Jamie Delano de puro terror que él mismo definía en el especial anterior como uno de los mejores de su carrera.

A pesar del dibujo del citado autor de Criminal que, incluso en su trabajo menos inspirado, tiene hallazgos y no baja del notable, resulta caótica, repleta de imágenes desagradables (ese bebé en el aeropuerto de Filadelfia, por ejemplo) y poco, muy poco acertada. Se saca a Constantine de su ambiente habitual, llevándole por el mundo para una trama de conspiraciones en la que se cuestiona la propia realidad, sin mucho acierto.

Para hablar de la misma, tenemos una entrevista con Eddie Campbell, coautor de From Hell, entre otras grandes obras.

Eddie Campbell, escritor (Hellblazer #85-88) y dibujante (Hellblazer #250)

Escribiste cuatro números (Hellblazer # 85-88), inmediatamente después de la etapa de Garth Ennis. ¿Cómo te involucraste con la serie en primer lugar? ¿Cómo cobró vida “Warped Notions”?

Lou Stathis se había convertido en el editor y, después de que Garth se fuera, Lou estaba asignando labores de escritor y artista. Había trabajado para Lou brevemente en una revista de cultura pop titulada Reflex, haciendo algunas reseñas de cómics. Revista que fue cancelada solo cuatro semanas después de que entrara a trabajar en ella. Creo que mi entrada en la serie se gesta después de que Lou y Bob Morales me llamaran para hacer una entrevista sobre From Hell, que estaba dibujando al mismo tiempo que escribía Hellblazer. Esa es la conexión que me llevó ahí. Creo que Bob sugirió mi nombre a Lou y Lou dijo: “¿De verdad crees que Eddie estaría interesado en esto? y Lou me pidió que le presentara una idea. Lou era un buen tipo que murió en 1997 a la ridículamente joven edad de 44 años.

¿Cómo sueles trabajar como artista? ¿Cómo fue trabajar con una serie mensual en ese momento de tu vida como escritor? ¿Qué aportó Hellblazer a tu carrera?

Hellblazer no aportó nada a mi carrera. No continué trabajando en ningún otro cómic mensual (a excepción de dibujar dos números del Capitán América cuando Bob Morales lo estaba escribiendo, la segunda vez en la que Bob me involucró en los cómics; murió en 2013 a los 55 años). Fue un fastidio escribirlo, no fue nada divertido y desearía no haberme involucrado. El problema era que el mercado estaba en medio de una gran implosión y los pedidos de todos los títulos caían drásticamente cada mes, justo antes de que saliera mi primer número. La gente de arriba estaba en estado de pánico. Probablemente pensaron que era el final de Vértigo a menos que se pudiera sacar algo sorprendente del sombrero.

Y cualquier cosa que no fuera sorprendente no era válido como opción. Tenía otro trabajo que hacer y no necesitaba este dolor de cabeza. El mercado siguió deteriorándose durante un par de años antes de estabilizarse.

Todos ellos fueron ilustrados por el conocido artista Sean Phillips. ¿Cómo trabajastéis juntos?

En realidad, lo único bueno fue trabajar con Sean Phillips, que no era tan conocido en ese momento. Nuestro número debería haber sido el primero en salir, pero me enredaron con problemas sobre el guión y Jamie Delano intervino con una historia de relleno mientras lo resolvíamos. El asombrosamente rápido Sr. Phillips también lo dibujó. Yo quería sacar a Constantine de ese maldito pub de Londres y enviarlo por todo el mundo a tomar aire fresco y fue genial ver a Sean dibujar todo lo que le pedí. Es un gran ilustrador. No lo conocí hasta hace unos cinco años, por lo que no había «trabajar juntos». Escribí un guión y lo envié y eso fue todo, durante cuatro meses.

Hablando de tu caracterización de Constantine. ¿Eras lector de la serie? ¿Fuiste influenciado por las historias de Jamie Delano o Garth Ennis de alguna manera para crear tu propia visión del personaje?

La serie no era algo que yo leyera porque no me gusta el terror en general, o en absoluto debería decir. Me gustó el John Constantine de Alan Moore, cuando Steve y John lo estaban dibujando, que era un buen «cómic de terror», pero odié lo que hicieron con el personaje de Hellblazer y todavía lo hago, todas esas cosas hechas para revolverte el estómago. Y el arco en que él tiene cáncer (Hábitos peligrosos) y luego no lo tiene, me pareció un recurso barato. La última vez que se había hecho algo bien con el personaje, creo, fue en Los Libros de magia de Neil Gaiman.

Exploraste algunos elementos interesantes. El mismo Constantine cuestiona la realidad (“Podría estar soñando despierto en una celda acolchada, por lo que sé”). ¿Qué temas te atraen más como escritor y de qué querías hablar en Hellblazer?

Nada de lo que realmente me interese podría hacerse en Hellblazer. Fue una verdadera prueba tener que vivir fuera de mi cabeza mientras lo hacía. No soy el tipo de escritor que puede escribir felizmente por encargo de esa manera. Quiero decir que puedo hacerlo por el mero hecho de ser profesional, pero me siento muy infeliz de tener que prestarle atención durante meses en un momento como ese. Llega a destrozarme la cabeza.

¿Cómo describiría a John Constantine?

Le estás preguntando al tipo equivocado, como probablemente ya te habrás dado cuenta. La idea principal en la que Lou no paraba de insistir era en que tenía que parecer «enfermo», sea lo que sea lo que quisiera decir eso. Así que seguía presionando de esta manera y de otra y Lou decía: «Esto no me parece lo suficientemente enfermo».

Constantine era un gran personaje en primer lugar cuando Alan le escribió, y Neil mantuvo la pelota en el aire. Ahí sí que no estaba “enfermo”. Habitaba en un extraño y peligroso mundo de oscuridad y muerte al que nunca antes habían ido los cómics de DC.

De todos modos, después de haber escrito tres guiones, sugerí que la etapa terminara con el cuarto y nos separáramos.

Pensaron que esa era la mejor idea que había tenido hasta entonces. Y así acabó.

Algo divertido para terminar. Volví al personaje para ilustrar un guión de seis páginas de Peter Milligan. ¿Fue un número especial, un aniversario o algo así? No puedo recordar (Eddie se refiere a Hellblazer #250). Fue una historia de Navidad. Traté de hacerlo al estilo de Sean. Salió bien.

7- Perdiendo los hábitos

Como se explicaba en el apartado anterior, hemos de avanzar tres años en el tiempo, a septiembre de 1998. Comenzaba entonces el arco “Hijo de hombre”, cierre de la etapa del norirlandés favorito de todos. Para la misma contó con un histórico del cómic británico, John Higgins (al que muchos recordareis como colorista de Watchmen). Como curiosidad, fue el primer nacido en Liverpool a cargo de la serie, con diez años de vida por entonces. Su estilo deja una huella imborrable en la colección, por su brutalidad y modo de presentar la violencia, con un poder en cuanto a la imagen de lo más evocador. Sus personajes son toscos, salvajes y con un punto de locura, adaptándose y sabiendo jugar con lo que la historia propone.

Así se expresa, en primer lugar, cuando le hablan de Hellblazer:

Uno de mis períodos favoritos en mi carrera. Poder trabajar con Garth, en Hellblazer o cualquier otra cosa, ya que es un tipo y escritor brillante. Lo que hice junto a Warren Ellis también fue bastante bueno.

.

John Higgins, dibujante de Hellblazer #129-133

Paul Jenkins terminó su trabajo para la serie y Garth Ennis regresa para un último arco «Hijo del hombre», contigo como artista. ¿Cómo volvió Ennis? ¿Cómo te involucraste con la serie?

Había colaborado con Garth en un par de historias anteriormente, así que ya teníamos una relación de trabajo. Personalmente, me encontraba buscando un nuevo proyecto (serie regular) y Garth, que ya tenía el acuerdo para Hellblazer, pensó en mí. No sé por qué regresó, probablemente Axel Alonso estaba buscando inyectar nuevas ideas en Vértigo, ya que acababa de hacerse cargo de la edición de varios de sus títulos, y disfrutaba trabajando con Garth, por lo que podría haber sido su relación con Garth lo que trajo a Garth de vuelta.

¿Cómo fue trabajar con Garth Ennis? ¿Cómo eran sus guiones, detallados o te dejó mucho espacio para desarrollarte creativamente?

Garth hace el mejor tipo de guiones, que aprendió trabajando con John Wagner, el talentoso escritor de 2000AD y co-creador de Judge Dredd, entre muchos personajes clásicos. Este tipo de guión es muy inteligente y el mejor para un artista. El escritor establece la escena en el primer panel de cada página con cualquier detalle relevante para la misma y luego se concentra en el diálogo, el personaje y los puntos fundamentales de la historia. Por su parte, loss detalles extraños para la configuración de la escena se dejan al artista, como la posición de las sillas, puertas, ventanas, etc., lo que le da una mayor fluidez a la representación de la historia.

(Si tus lectores quieren más información sobre cómo trabajar en historias de historietas, por favor miren mi libro de arte donde repaso los guiones de varios escritores con mayor detalle junto con la mayoría de los otros aspectos de la producción de historietas, desde el desglose de los guiones hasta el arte terminado, disponible a través de este enlace).

En el arco hay muchos detalles que hacen referencia a la guerra (especialmente la guerra de las Malvinas). ¿Fueron esos detalles algo que ambos discutistéis o que quisieráis mencionar especialmente?

No, Garth era el escritor, podría agregar pequeños detalles visuales a lo largo de la historia, pero a menos que esté colaborando con un escritor en un producto propio, no lo hago. En un trabajo de encargo, sigo el guión y me apego al arte.

La historia funciona en dos tiempos diferentes. ¿Cómo abordaste esto desde el dibujo y qué detallesse implementaron para distinguir un momento en el tiempo de otro?

Por lo general, el color hace que un flashback sea obvio, por lo que, a excepción de los detalles de moda y la edad del personaje, lo dejo al colorista.

Tu diseño para Constantine sigue una línea continuista con lo anterior, pero agregando tu propia personalidad. Para ser honesto, me recuerda al arco de Ron Tiner para el hombre de familia (Hellblazer # 23, 28-30). No sé si estoy en lo cierto. ¿Cuáles fueron tus influencias para el diseño de personajes?

Era el comienzo de mi carrera, así que estaba probando diferentes estilos en esos días. Anteriormente estaba haciendo principalmente cómics británicos en blanco y negro que requerían un enfoque completamente diferente del arte, como detectar cuidadosamente las áreas negras y una representación de líneas más detallada. Con el arte de Constantine traté de ser más abierto, ya que después iba a ser coloreado, pero también por razones de tiempo, tratando de cumplir con un plazo mensual, con un estilo más rápido y apropiado para la velocidad sin comprometer la calidad. Mis mayores influencias en términos de artistas de línea negra, fueron principalmente los artistas europeos como José Ortiz, Luis Bermejo y también Berni Wrightson, el increíble artista de terror gótico estadounidense, aunque su estilo se asemeje más a mi trabajo anterior de línea en blanco y negro para las publicaciones británicas..

La historia acaba resultando aterradora para el lector, como tantas otras escritas por Garth Ennis. ¿Cómo fue para ti llevar escenas tan duras como la del final de Hellblazer # 131 (con los bebés muertos)?

No fue un problema en absoluto, no es más que un ejercicio técnico para lograr un cierto efecto narrativo, tratando de generar un impacto que capte la escena lo mejor que pueda imaginar. Quiero dejar al lector con imágenes que se queden prendadas a su mente y con suerte darle pesadilla, ese es mi principal objetivo al hacer terror.

Eres un gran colorista y de renombre, ¿qué aspectos querías que se tradujeran en color? ¿Le diste a James Sinclair alguna indicación sobre esto?

Gracias Ángel, para mí colorear el trabajo de otros artistas era tan solo un aspecto de lo que estaba tratando de hacer en ese momento de mi carrera. Me puso muy contento conseguir los trabajos de colorista para Watchmen y Batman: Killing Joke, pero mi principal interés era y sigue siendo contar historias con lápices y tintas. A menos que haga mi propio color, dejo que los artistas del color que han sido contratados. El trabajo del colorista está tanto en dar continuidad a la serie regular como en crear el ambiente para una historia en particular. James es un colorista profesional del calibre más alto, así que lo dejé todo en sus capaces manos.

¿Qué te trajo Hellblazer? ¿Cómo describiría a John Constantine? ¿Qué aspectos de su personalidad te atraen más como artista?

Todos los personajes en los que trabajé tienen una personalidad determinada, heroica, decidida, una vez que comienzan un trabajo, lo ven hasta el final. John Constantine es uno de mis favoritos de todos los tiempos. Me atrae su sensibilidad anárquica y sangrienta y su humor. Incluso en el mundo de la magia es un inconformista, usa no solo sus habilidades mágicas sino también su ingenio, ha visto las profundidades del infierno y sintió su desesperación, pero aún así sigue tratando de luchar contra la corrupción maligna que se filtra en su mundo desde el mal absoluto que existe en ese otro lugar. Es un héroe imperfecto pero sigue siendo un héroe.

Reflexión final sobre el último arco

Se trata de un tebeo muy personal, quizás la historia más próxima a la imagen que despierta en la actualidad la perspectiva de un trabajo de Ennis, con sus vicios, manías y obsesión con mutilar miembros, pero con la brillantez y solvencia con la que uno, haciendo balance, siempre termina quedándose. El pulso y personalidad en el diálogo, acrecentado en esta ocasión por un nuevo recurso en la ruptura de la cuarta pared, hacen del arco una propuesta notable y cierre de altura para una de las etapas más recomendadas de la colección. Y no es para menos. A lo largo de prácticamente toda la década el nombre del bastardo scouser se liga al de Garth Ennis, que supo darle ciertos elementos distintivos muy adecuados a la colección como la integración total de John al folclore de los pubs británicos o el punto de descaro en su personalidad que apenas se ha movido hasta nuestros días aunque haya evolucionado. Por otra parte, las continuas referencias a sus otras pasiones, fundamentalmente la guerra, le dan carácter y personalidad a una etapa única y magistral, como lo fue la de Jamie Delano. En la faceta del dibujo, como se ha comentado, John Higgins resulta una perfecta adición a la serie y el dibujante correcto para cumplir con el apartado artístico, con imágenes escabrosas muy poco habituales en el cómic mainstream y un diseño que se distancia del resto de artista durante la etapa del norirlandes (como William Simpson), sin perder el horizonte de la historia.

Cuando las locuras cesan y todos se van a casa, queda Constantine, con su gabardina y cigarrillo, prendiendo las calles con los recuerdos de una vida pendenciera, repleta de amigos que se han ido y barras de bar vacías de compañía. El mago que esquivó la muerte, que venció al Diablo y estrechó la mano a la locura dando vueltas en una celda acolchada. El héroe de nadie y el enemigo de todos.

Aquel que sobrevivirá solo para echarnos de menos.

Subscribe
Notifícame
10 Comments
Antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
View all comments
Dr Kadok
Dr Kadok
Lector
1 abril, 2021 23:08

Que notazas se están marcando, felicitaciones!!!

Justiciero Desmesurado
Justiciero Desmesurado
Lector
2 abril, 2021 12:28

Muy bueno y curioso como el anterior. Toda esa intrahistoria de Sting como modelo físico para John me encanto. La versión reducida que yo conocía era que a los guionistas les gustaba The Police y le pidieron a Moore que les creara un personaje. Y lo de Len Wein llamando y abroncando para que no le metieran monigotes de tapadillo en los comics es buenísimo.
 
El que me a parecido rayano lo antipático es Eddie Campbell. Que vale que estuvo poco en la serie (yo ni recuerdo sus números la verdad) como para que le marcase de alguna manera en lo profesional o personal pero parece casi despreciativo con el trabajo ajeno cuando dice cosas como “esas cosas hechas para revolverte el estómago” o tilda de recurso barato la resolución que hábitos peligrosos. Que una cosa es decir, “a mi no me gusta o no es mi estilo” pero ya “recurso barato” es pasarse para hablar del trabajo de un colega de profesión. Y más cuando el trabajo de ese colega el tiempo lo ha convertido en un clásico de la serie en particular y del comic en general. No sé, un tío casi tan desagradable como yo comentando en ZN entradas de la Capitana Marvel o comics de Dan Slott. Mú toxico y negativo :p
 
También es cierto que Garth Ennis no es un guionista para todos los públicos y que hasta los que nos gusta su tono y su mala leche a veces le encontramos muy pasado de rosca. Pero para mi esto que hace con Constantine esta en su top tres de mejores trabajos (de lo que le he leido), cuando más allá de las gamberradas tiene toques sutiles y muy emotivos.

Drury Walker
Drury Walker
Lector
2 abril, 2021 20:06

Estas entradas son oro puro!

Me ha encantado toda la historia con Len Wein. Estaba claro que despues de ese segundo toque no habria mas… Lo que pasa de puntillas es quibdeja caer que se quemo con DC porque le estaban timando. Que pena, que desagrabable es la industria…

Yo lo de Campbell lo agradezco. En un mundo un poco hipocrita y lisonjero, esta bien que alguien cuente su vision de como fue. Que en resumen es que se dejo embarcar por circunstancias y relaciones personales en un proyecto que no le gusta y cuyo resultado le parece malo, con un personaje que ademas ademas le desagrada. Y oye, esas cosas pasan. Ademas tampoco lo veo falton. Si tu haces un comic de terror que busca golpearte el plexo, que alguien diga que le revuelve las tripas non deja de ser un cumplido a la eficacia de tu trabajo!

Jack Knight
Jack Knight
Lector
2 abril, 2021 23:12

Yo en parte (solo en parte) comparto la opinión de Campbell, en el sentido de que en los 300 números de Hellblazer en escasas ocasiones se llega a las cotas de calidad del debut de Constantine en La Cosa del Pantano o a su participación en Los Libros de La Magia.

Ahora bien, no creo que eso se deba a que Hellblazer sea una serie mediocre como deja claro Campbell ni mucho menos, sino a que las obras con las que lo compara son de lo mejor de Moore y Gaiman respectivamente, y claro, eso es otra liga. Aún así justo el arco de “Hábitos Peligrosos” que tanto critica yo lo pongo a ese nivel en cuanto a los mejores momentos del personaje en su historia, y mirando de tú a tú el trabajo que hicieron Moore y Gaiman en su día.

Como toda serie con 300 números a sus espaldas, Hellblazer tiene mejores y peores momentos. Ahora bien, que me digan cuantas series nacidas en los 80 han aguantado 300 números seguidos en el mercado y cuantas series, en la historia, tiene una calidad media en sus primeros 300 números por encima de la de Hellblazer. No habrá tantas. Señal de que algo bueno han debido hacer sus autores, a lomos de gigantes como Moore y Gaiman.

Enrique Doblas
Autor
4 abril, 2021 10:20

Magnífico de nuevo, Ángel!
Me ha encantado la parte Bissette, parece un tío estupendo. Y agradezco mucho la de Higgins, que además me ha descubierto un libro que no conocía y debe ser interesantísimo.
Lástima que esta vez se ha quedado un hueco de entrevistas, no se pude tener todo…
Gracias y felicidades!!!