Especial Dientes de Sable

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Edición original: Marvel Comics – enero – 1996
Edición España: Comics Forum – octubre – 1996
Guión: Fabian Nicieza
Dibujo: Gary Frank
Entintado: John Holdredge, Mark McKenna
Color: Electric Crayon, Dana Moreshead
Portada: Michael Golden
Precio: 375 pesetas (número especial en grapa de cuarenta y ocho páginas)

 

Prólogo: la era de la sobreexplotación

A mediados de los noventa, la escudería mutante era el buque insignia de la casa de las ideas. Las engañosas cifras obtenidas cuatro años antes por las colecciones comandadas por Jim Lee y Rob Liefeld, así como la aparición de una versión animada a rebufo de la exitosísima y reverenciada Batman: La serie animada mantenían a la franquicia-X como una de las más rentables de una empresa que ya empezaba a ver las orejas al lobo de la implosión. No parecía afectar el hecho de que el artífice principal de este éxito, el guionista Chris Claremont, hubiera sido sustituido por escritores que acataban, con mayor o menor agrado, los designios de una oficina editorial comandada con puño de hierro por el polémico Bob Harras. En este esquema de cosas, las dos colecciones patrulleras estaban escritas por el mediocre Scott Lobdell -al que se daba la primacía en las decisiones creativas, siempre dentro del sistema descrito ut supra- y el competente Fabian Nicieza -que demostraba fuera de X-Men unas capacidades que dentro de esta serie no podía-. La regla principal era la de que eran los personajes y no los autores los que daban a las series su valor, pero las historias no dejaban de ser pobres remedos de los conceptos y las historias claremontianas, con muchos de sus tropos pero poca habilidad para utilizarlos. El crecimiento artificial de las ventas dejaba paso a una crisis que se intentaba resolver con sucesivos eventos, una progresiva integración de todas las colecciones mutantes -provocando el fin de etapas muy interesantes en series como Factor-X o Excalibur- y jugando con un viejo truco empleado hasta la saciedad por el patriarca mutante: las tramas a largo plazo con cabos sueltos. Aquí tenemos el final de una de ellas.

Giro tras giro

La historia que llega a su fin en este número especial comienza, más o menos, un par de años antes, cuando Dientes de Sable recibió una miniserie, dentro del proceso de expansión desaforada de Marvel. Este intento de ahogar a la competencia en el mercado se tradujo en una estrategia en la que cualquier personaje con cierta popularidad obtuviera una cabecera temporal. La olvidable Caza mortal fue un ejercicio realizado por un Larry Hama a medio gas y un sobresaliente Mark Texeira, pero tuvo el relativo valor de intentar plantear la hipótesis de que el señor Creed pudiera convertirse en un anti-héroe que siguiera los pasos de Veneno, que ya ejercía como tal en Protector letal, publicada también durante esa época. ¿Seguiría el sanguinario Dientes de Sable el camino de Lobezno? No hay que olvidar que en aquellos días la relación entre uno y otro no terminaba de estar del todo clara, estando entre las tesis más aceptadas la de un vínculo paternofilial. Por de pronto y vía episodio en la colección patrullera secundaria, el carnicero quedaba bajo la tutela del profesor Charles Xavier, con un argumento parecido al que supuso el reclutamiento de Pícara o, ya puestos, el del propio Logan, con cierto rechazo por parte de sus discípulos veteranos. Lobezno conoce lo bastante a Dientes de Sable como para considerar que un tigre pueda cambiar sus rayas, aunque los esmilodontes carecieran de ellas, pero ya estoy empezando a irme por las ramas evolutivas. Durante el año siguiente, Creed sería fuente de tensiones en el seno de la mansión-escuela, participando como aliado circunstancial en aventuras como La Alianza Falange. Esta primera etapa terminaría con un nuevo enfrentamiento con Lobezno en la colección de este último, cuyo resultado quedaría en suspenso durante los cuatro meses que duró La Era de Apocalipsis. Logan amagaba con clavar una de sus garras de manera que horadara el encéfalo de su oponente. Las onomatopeyas clásicas hubieran dado una respuesta al misterio, pero el canadiense tenía en aquel momento las de hueso, cuyos ruiditos eran más imprecisos. Las colecciones mutantes quedaban pobladas de finales abruptos -cliffhangers, que dicen los pitingloparlantes- para que a la vuelta de la realidad alternativa, quienes se habían enganchado de nuevo o por primera vez se mantuvieran como consumidores.

Es cosa obligada mencionar que en La Era de Apocalipsis Dientes de Sable ejerció como miembro de la Patrulla-X y su presencia fue lo suficientemente popular para que, unos años más tarde, esta versión formara parte de los Exiliados junto a Destello, la mutante descartada en el proceso fundacional de Generación-X. ¿Sería esto un apunte del sentido de los tiros en la continuidad oficial? Por de pronto, el enema de la garra se resolvía con un Victor Creed reducido a la condición mental de una lechuga y con un comportamiento entre cachorrero y bebecil. Esto contribuye a que Bum-Bum, mientro de X-Force, se preocupe por él, en un trasunto de la relación que uniera a Lobezno y Júbilo años antes, mientras Logan sigue sin fiarse. Después de todo, ambos mutantes tienen una asombrosa capacidad curativa y cuando ésta entre en acción, los acontecimientos se precipitarán en la forma de un sangriento desenlace.

Dientes de Sable se descubrirá dejando patente que el felino, al igual que la cabra, tira hacia el monte y hará de las suyas burlando a Bum Bum -lo que será el detonante de un cambio hacia su identidad como Meltdown- destripando a Mariposa Mental -lo que servirá para que Lobdell dé al dibujante Joe Madureira la oportunidad de dibujar al Doctor Extraño y hacer una suerte de homenaje a cierto personaje de Samurai Shodown II- y abra la puerta a este especial en el que los miembros fundadores de la Patrulla-X den caza a Creed.

La historia de este número único es una en la que el quinteto compuesto por Cíclope, Jean Grey, el Hombre de Hielo, la Bestia y el Ángel persigue a su antiguo huésped, mientras éste se reivindica como la amenaza que es. El guionista Fabian Nicieza realiza un trabajo competente en el que nos da una historia trepidante en la que cada uno de los patrulleros presentes tiene ocasión para destacar. Por su parte, el dibujante Gary Frank, que venía de llevar a cabo una interesante etapa en la serie de Hulk bajo la batuta de Peter David, consolidaba un estilo propio que marcaba la diferencia con la tónica dominante en los años anteriores. En este trabajo, el ilustrador bristolense se ve bien complementado por los entintadores Mark McKenna y John Holdredge y por la colorista Dana Moreshead, en unos tiempos en los que el coloreado informático estaba desembarcando en el sector. Hay que decir que, en aquellos tiempos, Frank aún pecaba de cierto estatismo que, sin dejar de estar presente en esta obra, no se impone en unos dibujos donde la premisa debía ser la agitación, amén de una acción vertiginosa. Aquí cumple con creces y da como resultado una parte gráfica que está a la altura de la literaria. La portada va de la mano de un Michael Golden que se prodigaba bien poco, pero que aparecía aquí y allá haciendo trabajitos puntuales.

Epílogo: Un tebeo retrospectivamente intrascendente.

El final del tebeo terminaba con una escena espectacular en la que Dientes de Sable caía abatido, injuriando como acto final el símbolo de quienes habían pensado que tenía alguna posibilidad de redención. Por el camino había despedazado a un Arcángel que quería tomarse revancha por el ataque a su pareja de entonces, Betsy Braddock, lo que daría lugar a un número especial y a un cambio de personaje encuadrable dentro del concepto de vuelta a los orígenes. Espero que nadie se moleste por el hecho de haber revelado el cierre de una historia que fue publicada hace casi treinta años, pero si alguien pensaba que el señor Creed iba a criar malvas, es que conoce poco la casa de las ideas de los últimos cuarenta años. Dientes de Sable sería facturado hacia otra colección mutante, donde el guionista Howard Mackie y el dibujante Jeff Matsuda se encargarían de contar una sucesión de historias olvidables, hasta el cierre de la cabecera.

Este especial queda pues como una de tantas aventuras de la franquicia mutante de los años noventa, tan prolíficas en cantidad como olvidables en calidad. En este caso en particular, se trata de un tebeo entretenido que sirve más como testimonio de la popularidad en esos momentos de un personaje que, como botón de muestra de aquélla, tuvo su minuto informático de gloria como personaje seleccionable en X-Men vs. Street Fighter, la recreativa que viera la luz de la mano de la compañía nipona CAPCOM en 1996. Ésa, sin embargo, es otra historia.

Ilustración completa.
Portada y contraportada del tebeo.

  Edición original: Marvel Comics – enero - 1996 Edición España: Comics Forum – octubre – 1996 Guión: Fabian Nicieza Dibujo: Gary Frank Entintado: John Holdredge, Mark McKenna Color: Electric Crayon, Dana Moreshead Portada: Michael Golden Precio: 375 pesetas (número especial en grapa de cuarenta y ocho páginas)   Prólogo:…
Guión - 7
Dibujo - 8
Interés - 6.5

7.2

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