La 25ª edición del FANT Bilbao decidió entregar su galardón honorífico “Estrella del Fantástico” a Fred Dekker para reconocer su carrera dentro del género y, en particular, su aportación al terror teen de los años 80. Agradecido, el director californiano recibió su trofeo junto a una calurosa ovación por parte del público asistente en la gala inaugural que el festival celebró en el Teatro Campos. No fue este el único homenaje que el FANT realizó al guionista de Predator. Dentro de la sección FANT2FUN, con programa doble nocturno, los espectadores bilbainos pudieron disfrutar en pantalla grande de El terror llama a su puerta (1986) y Una pandilla alucinante (1987). Además, de manera totalmente gratuita se proyectó el documental Wolfman’s Got Nard (El hombre lobo tiene pelotas) que exploraba la conversión a película de culto que con los años ha conseguido Una pandilla alucinante.
Fred Dekker nació y se crió en el área de la bahía de San Francisco donde comenzó a rodar películas en 8 mm a la edad de 12 años. Después de graduarse en UCLA, comenzó su carrera con la historia para la popular comedia de terror House, una casa alucinante (1986) que generó tres secuelas. Tras las mencionadas El terror llama a su puerta y Una pandilla alucinante, en la que homenajeó a las películas de monstruos de la Universal que le encantaban de niño, en 1991 escribió la historia de Ricochet que posteriormente interpretaría Denzel Washington. Uno de los momentos más duros en su carrera vino con el estreno de Robocop 3, cinta que dirigió y por la que recibió multitud de críticas tanto por público como por prensa especializada. Su periplo por televisión estuvo compuesto por la escritura y dirección de varios capítulos de Historias de la cripta, así como consultor de producción en la serie de televisión Star Trek Enterprise.
El trabajo de Fred Dekker ha sido reconocido por la Sociedad del Conde Drácula, los Premios Saturno, los Premios Rondo y el Festival Internacional de Cine de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror de Bruselas. En 2016, fue el primer ganador del premio “Groovy as hell” del Festival de cine Bruce Campbell, cuyo premio tiene la forma de una motosierra sangrienta. Aprovechando la oportunidad que nos brindaba el FANT, en la redacción de Zona Negativa quisimos entrevistar al guionista de la última cinta de la saga Predator y hacer un especial, marca de la casa, de la célebre franquicia. Para dar cierta coherencia cronológica a la entrevista, alternaremos las preguntas que se le pudieron realizar en una abarrotada sala de prensa con otras declaraciones en exclusiva para todos los lectores de nuestra web. Una vez más, agradecemos al festival, en general, y a Irma Cerro, en particular, las facilidades prestadas.
Zona Negativa: El argumento de House, una casa alucinante (1985) fue uno de tus primeros trabajos como guionista en el cine ¿Cómo llegaste a ese proyecto?
Fred Dekker: Fue mi primer trabajo en este mundillo y lo que buscaba era hacer una película que no fuera excesivamente cara. Así que tuve sólo un personaje y una localización. Mis padres tenían una casa de arquitectura victoriana en California. Lo único que necesitaba era un actor que entrara al principio y al final saliera de ella, y entretanto los 80 minutos más terroríficos que se me pudieran ocurrir. El personaje necesitaba que hubiera algo real, que le afectara a nivel emocional. Pienso que, muchas veces, en las películas de ciencia ficción si la premisa de la que se parte es de tipo fantástico tiene que haber también algo real que lo conecte con el mundo real para que el público pueda contextualizarlo.
Z.N.: El terror llama a su puerta (1986) es un homenaje al cine de Serie B de terror y ciencia ficción. ¿Cuáles fueron tus referentes a la hora de escribirla y rodarla?
F.D.: Cuando la estaba escribiendo tuve como referentes Alien de Ridley Scott, las películas sobre zombies de George A. Romero, Animal House (Desmadre a la americana) de John Landis y las cintas de John Hughes. Siempre he mirado hacia el pasado y nunca puedo criminalizar a nadie por hacerlo.
Cuando Una pandilla alucinante (1987) se estrenó no consiguió conectar con el público. ¿Te esperabas esa segunda vida que tuvo años después la película convirtiéndose en una obra de culto con una gran horda de fans arropándola?
F.D.: Es muy extraño porque la película no fue para nada un éxito en su estreno. Tardó bastantes años en despertar el interés del público y ahora, de hecho, tiene un público y una serie de fans muy apasionados. Esto me recuerda al baloncesto, sólo que cuando lanzas un triple no tienes que esperar veinte años para ver si encestas o no lo haces.
¿Te hubiera gustado dirigir alguna secuela de El terror llama a su puerta o de Una pandilla alucinante?
F.D.: Sí (responde de manera seca y rotunda).
Z.N.: El año pasado nos visitó Joe Dante y le preguntábamos sobre este revival del cine de los ochenta que estamos teniendo con productos como Stranger Things ¿Crees que hay un exceso de nostalgia? ¿Crees que hay una falta de originalidad en la industria actual?
F.D.: No creo que sea producto de una crisis creativa, pienso que es verdadera nostalgia por el amor que se tiene a estas películas, que se recuerdan con mucho cariño. En mi experiencia, las películas que más nos llegan al corazón son las que vemos cuando somos más jóvenes. Stranger Things no deja de ser una carta de amor a las películas de los 80 como Una pandilla alucinante o el cine de John Carpenter.
Z.N.: En Una pandilla alucinante colaboraste por primera vez con Shane Black. ¿Cómo y cuándo os conocisteis y qué tal fue aquel primer trabajo conjunto?
F.D.: Shane Black es uno de mis mejores amigos al que conocí en la universidad. Fue genial trabajar con él en Una pandilla alucinante, por aquel entonces nadie sabía quién era Shane. Yo le di su primer trabajo como guionista. De hecho, el primer borrador lo escribió el solo y, al mismo tiempo, estaba trabajando en el guion de Arma Letal. El resto es historia.
Z.N.: ¿Qué te pareció su incursión en el UCM con Iron Man 3, una de las películas más arriesgadas, polémicas y de autor dentro de Marvel Studios? ¿Qué opinión tienes del actual boom que estamos viviendo con el cine de superhéroes?
F.D.: Creo que Shane hizo un gran trabajo y la película es estupenda. El problema es que hay fans demasiado devotos, que no soportan ningún cambio ni ninguna modificación y el efecto corrosivo de las redes sociales que están matando a las películas. No se trata de críticas, es algo más feroz. Desde mi punto de vista, quizás hay demasiadas películas de superhéroes y pienso que a lo mejor necesitamos ahora un descanso. Las buenas, son muy buenas (me encanta Vengadores: Endgame), así que ojalá hagan más de estas y menos de las malas. Aunque a mí casi me matan por Robocop 3, así que igual no es nada nuevo todo esto.
¿Qué recuerdos guardas hoy de Robocop 3 (1993) y aquellos últimos años de Orion Pictures? Frank Miller está acreditado como creador del argumento y como coguionista ¿Cómo fue colaborar con él y con Basil Poledouris? ¿Qué fuera mucho menos violenta que sus predecesoras fue algo premeditado?
F.D.: Cuando me contrataron, el guion ya lo había escrito Frank Miller que era como un héroe para mí, autor de obras como Batman: El regreso del caballero oscuro, Ronin o Martha Washington. Nosotros reescribimos el libreto para hacerlo más amigable. EL hecho de que la cinta fuera menos violenta fue una decisión de Estudio. En el momento en que se estrenó el filme, ya había dibujos animados de Robocop, juguetes de Robocop… así que ya pensaron que era un personaje infantil y tenían que alejarlo un poco de la versión de Paul Verhoeven que era mucho más brillante, que se reía de América. Digamos que la transición entre una y otra no fue muy suave. Una de las cosas que no me gustó de Robocop 2 fue su banda sonora y Basil Poledouris tuvo que emplearse a fondo para hacer una música que, realmente, correspondiera a Robocop. No sólo es un gran compositor sino también una gran persona. Si llego a saber que me ibais a hacer esta película habría traído una carta que (Basil) me escribió diciendo lo bonito que fue compartir esa experiencia conmigo. Yo estoy muy orgulloso de la música de Robocop 3. Os agradezco mucho que me preguntéis sobre esta película porque todo el mundo la odia. Significa mucho para mí (risas).
¿Cómo fue tu paso por la mítica serie Historias de la Cripta para la que dirigiste y co escribiste el episodio The Thing From The Grave, protagonizado por Miguel Ferrer y Teri Hatcher?
F.D.: Quizás esa combinación de comedia y terror que tenía Historias de la Cripta es más popular ahora de lo que era entonces. Es una cosa dificl de hacer, es como caminar un poquito en la cuerda floja y no siempre se hace bien. De todas formas, Abott y Costello contra los fantasmas, del año 1948, está entre mis películas favoritas y ya jugaba con estos elementos.
Z.N.: Se ha hablado mucho de Predator, tu regreso como guionista a las grandes superproducciones y dentro de una saga con millones de fans ¿Conseguisteis Shane Black y tú rodar la película que realmente queríais o tuvisteis que hacer mucho a cambios con respecto a lo que teníais en mente?
F.D.: Me gustaría decir que hicimos la mitad de la película que quisimos hacer, pero el Estudio interfirió bastante en la segunda mitad. Estoy bastante contento con el resultado de la primera mitad… tal vez de las dos terceras partes de Predator.
Z.N.: ¿Crees que es una saga a la que todavía le queda recorrido? ¿Tiene futuro?
F.D.: Disney ha comprado 20th Century Fox, así que ahora mismo la decisión está en manos de Disney. Personalmente, no tengo ni idea de por dónde van a ir. Al final, la película ha sido bastante cara y no estoy muy seguro de que el retorno económico les compense. Pero el personaje es muy popular, y si algo le gusta a Hollywood es machacar una fórmula hasta agotarla, así que no me sorprendería que pueda haber más películas de Predator en el futuro.
Por último, ¿Te hubiera gustado hacer más películas?
F.D.: Cuando haces películas y tienes éxito, las productoras, los estudios… te vuelven a llamar, pero si no es así, no te vuelven a llamar. Yo siempre he querido volver a dirigir películas.
Z.N.: Muchas gracias por todo.
F.D.: El placer ha sido mío.
DEPREDADOR
En 1987, un comando de operaciones especiales contratado por la CIA fue enviado a la jungla guatemalteca para rescatar a unos pilotos estadounidenses que habían caído en territorio enemigo. Sin embargo, lo que allí encontraron fue una amenaza que no era de este mundo.
A pesar de su apuesta por el realismo, Depredador estuvo nominada al Oscar en la categoría de mejores efectos visuales. Lo que comenzaba siendo una película de género típica de los años 80, donde primaba el componente bélico, acababa transformándose en una historia de supervivencia al más puro estilo Alien. Por lo tanto, nos encontramos ante una cinta tan poco convencional que podemos rebautizarla como slasher intergaláctico. El gran éxito de esta película, y por extensión de la franquicia, fue la creación del monstruo (diseñado por el gran Stan Wintson) y eso que la primera concepción distaba mucho de lo que finalmente acabaría siendo. A su llamativa estética (la máscara, las rastas, su horrible rostro…), había que añadir su extenso arsenal de armas (el lanzarredes, el cañón de plasma…) y lo imponente de su figura. El actor afroamericano Kevin Peter Hall, gracias a sus 2,20 ms de estatura, fue el encargado de meterse en la piel del alienígena en las dos primeras entregas. Un trabajo físico más que encomiable que no pudo seguir ejerciendo ya que, tras un grave accidente de tráfico en 1991, fue infectado por el virus del Sida tras una transfusión y muriendo poco tiempo después.
Por si esto fuera poco, el yautja (nombre como es conocida esta especie extraterrestre) disponía de un camuflaje que se adaptaba a la luz ambiental y le hacía casi invisible en nuestro espectro. No sólo eso, sino que podía ver en infrarrojos las señales de calor. En definitiva, un enemigo implacable al que tuvo que enfrentarse el grupo liderado por Dutch, a quien dio vida Arnold Schwarzenegger. En aquellos años, Arnie ya era considerado toda una estrella de Hollywood gracias a películas como Conan, el bárbaro, Terminator o Comando y, lo cierto, es que el papel protagonista en Depredador parecía hecho a su medida. No faltaron músculos y testosterona en el rodaje, ya que al actor austriaco le acompañaron Carl Weathers (sempiterno Apollo Creed de la saga Rocky), Jesse Ventura, Bill Duke, Richard Chaves, el polémico Sonny Landham (a quien cada día acompañaba un guardaespaldas para evitar que la liara) y Shane Black. Curiosamente, a Black le contrataron tras haber firmado el guion de Arma Letal y veinte años después (tras dirigir obras como Kiss Kiss Bang Bang o Iron Man 3) es el elegido de llevar a buen puerto la última entrega de la franquicia. En este grupo de alfas, las dotes de mando no podían faltar y resulta profético comprobar que, a pesar del reducido reparto, tanto Schwarzenegger como Ventura acabarían siendo gobernadores de California y Minessota respectivamente. El contrapunto femenino lo puso, de manera testimonial, la actriz mexicana Elpidia Carrillo y es que, Depredador, es una película realizada para un público mayoritariamente masculino como demuestran los chistes sexistas contados por Hawkins (Black). Estas gracietas de mal gusto, que resultan imposible imaginar en el cine de hoy en día, fueron obra del productor Joel Silver y de Black en una noche de borrachera. Pese al rechazo de Jim y John Thomas (autores del libreto), al final se acabaron introduciendo dichos diálogos.
El guion, a pesar de su aparente simpleza, funciona como un reloj suizo y frases lapidarias como “Si sangra, podemos matarlo” o “Estás sangrando tío. No tengo tiempo para sangrar” siguen destacando entre nuestros recuerdos. El último tercio de metraje, con cazador y presa jugando al gato y al ratón en medio de la selva, es de una maestría absoluta. Al final descubriremos otro gadget espectacular que lleva el Depredador en su muñeca: un sistema de autodestrucción para todas esas batidas en las que no resulta victorioso. La atmósfera de Depredador es otro de los puntos fuertes de la película. La jungla de Palenque (lugar donde se rodó el filme) es un personaje más en la trama y McTiernan explotó al máximo la flora del lugar apoyado en el gran trabajo de Donald McAlpine, director de fotografía. Siguiendo con los aspectos técnicos, otro apartado sobresaliente del conjunto de la franquicia es su banda sonora. La partitura compuesta por Alan Silvestri es colosal y dota a las películas de la fuerza y épica necesarias. Desgraciadamente, como veremos más adelante, con eso sólo no bastará.
DEPREDADOR 2
Todo lo bien que bien que ha tratado el paso del tiempo a Depredador es justamente lo contrario que le ha sucedido a su secuela.
De la escritura del guion volvieron a encargarse los hermanos Thomas. Pero todo lo que en la entrega original funcionaba a las mil maravillas, prácticamente desapareció por completo. Innecesariamente, situaron la trama en 1997 dándole un ligero tono futurista (fijaros en los vehículos) que hace envejecer mal a la cinta. La selva centroamericana fue sustituida por la jungla del asfalto. El tablero de juegos seleccionado fue una calurosa ciudad de Los Ángeles que se encontraba a punto del toque de queda por la guerra en las calles entre los clanes de la droga colombianos y jamaicanos. Este arranque de la película lleno de histrionismo es una declaración de intenciones de lo que nos vamos a encontrar. Dentro de los puntos positivos de la película, podemos hablar de la expansión de la mitología del Depredador. A armas conocidas como las cuchillas que salen del guantelete, se añaden otras nuevas como el arma inteligente, un trasunto de frisbee con cuchillas. En un determinado momento de la historia, veremos como la criatura no ataca a Leona al descubrir que estaba embarazada o, como ya ocurría en Depredador, fija como objetivos a aquellos que van armados. Cuando el metraje llega a su fin, podremos disfrutar por vez primera del interior de la nave alienígena. Con un diseño inspirado en los templos aztecas (algo que tendrá más presencia en Alien vs Depredador), esta nave espacial incluía un guiño para los amantes de la saga Alien. Dentro de una sala de trofeos destacaba un cráneo de xenomorfo junto al de otras especies que habían sido presas del gran cazador. Finalmente, cuando Harrigan derrota a su némesis, varios Yautjas hacen acto de presencia y perdonan la vida al humano al haber demostrado su valía. Esta escena resultó ser muy costosa debido a que tenían que aparecer varias criaturas con sus correspondientes trajes a la vez. Para solventar el problema de conseguir gente alta que pudiera ponerse dicha indumentaria, Danny Glover, gran seguidor de Los Angeles Lakers, convenció a varios de sus jugadores para que formaran parte de la secuencia.
ALIEN VS. PREDATOR Y ALIEN VS.PREDATOR 2
Tras el mal sabor de boca que dejó Depredador 2, no fue hasta el año 2004 que la criatura volviera a la gran pantalla.
PREDATORS
De aquellos barros (los que se ponía Arnie en el cuerpo para no ser detectado), estos lodos. En el año 2010 aterrizaba en las carteleras
Con estos antecedentes y tras ocho años de travesía en el desierto, la especie más letal del universo retornó a la gran pantalla en septiembre del año pasado. Como ya comentamos en la crítica de los mismos autores que firman este artículo y que podéis leer aquí, Shane Black cerró su círculo particular escribiendo, junto a su buen amigo Fred Dekker, y dirigiendo Predator tras la buena acogida que tuvo su última película, Dos buenos tipos. El resultado final generó bastante controversia entre la crítica especializada pero, sobre todo, no convenció al público. De los 88 millones de dólares que, se estima, costó la película, tan sólo se recaudaron en el País del Tío Sam 51 millones para un total global de 160 millones. El tono gamberro y desenfadado, rozando la autoparodia, no terminó de convencer. Con la intención de hacerles más temibles, Black apostó en esta última entrega por presentar a estos monstruos mejorados genéticamente, cortesía de las especies que han ido cazando. Boyd Holbrook (Narcos), Olivia Munn, Trevante Rhodes, el pequeño Jacob Tremblay, Edward James Olmos, Yvonne Strahovski y Thomas Jane sufrieron las consecuencias en la América profunda.
Al igual que sucedería con otras franquicias adscritas a la cinematografía comercial americana de los 80 y 90 una vez la editorial independiente Dark Horse se hizo con los derechos de Predator decidió explotar la licencia desde bien pronto diseñando todo tipo de series con las que extender el microcosmos nacido en pantalla grande a manos de los hermanos Jim y Jon Thomas, el productor Joel Silver, el director John McTiernan y el actor Arnold Schwarzenegger. Todas estas historias, o la mayoría de ellas, se adscribieron con exceso de celo a los planteamientos del film primigenio de 1987, sin añadir demasiadas novedades y redundando en los parámetros establecidos por aquella producción convertida desde hace años en una obra de culto dentro de géneros como la acción, la ciencia ficción o el terror.
La primera miniserie de cuatro números se publicó meses antes del estreno de la reivindicable e infravalorada Depredador 2, pero curiosamente guarda varios puntos en común con ella. Predator: Concrete Jungle cuenta con guión de Mark Verheiden y dibujo compartido por Chris Warner y Ron Randall. Tomando como protagonista al Detective Schaefer, hermano del Mayor Alan «Dutch» Schaefer interpretado por Arnold Schwarzenegger, y a su compañero la trama sitúa la acción en New York, aunque en uno de los números volvemos a la jungla. Se ofrece un producto digno, bien narrado y acompañado por un dibujo a cuatro manos muy hijo de su época, pero adecuado para la historia plantada.
Tras el éxito de Predator: Concrete Jungle Dark Horse siguió exprimiendo su recién nacida gallina de los huevos de oro con el número unitario Predator: Gods Truth y en él haría por primera vez acto de presencia e guionista John Arcudi (AIDP), otra de esas personalidades que volvería con regularidad al universo secuencial de los depredadores. Mientras tanto el dibujante Rob Walton extrapolaba sus ideas al papel competentemente. Publicado en blanco y negro dentro de la serie Dark Horse Presents y tomando como núcleo central los everglades de Florida ambos autores comienzan a asentar las señas de identidad de la franquicia en viñetas protagonizada por los letales yautjas.
La siguiente miniserie se ocupó de trasladar Depredador 2 a las viñetas. Con guión de Franz Henkel y dibujo de Dan Barry, autor vinculado con posterioridad regularmente a las distintas colecciones con los yautjas de como núcleo central, la adaptación del largometraje dirigido por Stephen Hopkins, escrito por los hermanos Jon y Jim Thomas y protagonizado por Danny Glover es considerablemente fiel al mismo, sólo añadiendo algún recurso narrativo, como una innecesaria voz en off que remarca obviedades. En lo referente al apartado gráfico la luminosidad con la que Barry aborda su labor se encuentra en las antípodas de la oscuridad siniestra y urbana desplegada en el film de 1990, tomando un tono más cartoonesco poco recomendable para el relato expuesto desde la escritura.
Predator: Big Game sería el siguiente arco de cuatro números. Del guión se ocupó de nuevo John Arcudi y del dibujo se responsabilizó Evan Dorkin. Mientras la historia trata de trasladar el microcosmos yautja a la cultura de los indios navajos creando atractivos paralelismos entre los instintos depredadores de estos y los alienígenas la insufrible y aberrante labor con los lápices destruye cualquier posible virtud de la miniserie. Se antoja demencial que en Dark Horse dieran el visto bueno a un apartado artístico impropio hasta del fanzine más abyecto con un desconocimiento total de anatomía, secuencialidad o narración. Para colmo las excelentes portadas a manos de Chris Warner hacen más explícito todavía el contraste.
El equipo formado por Mark Verheiden y Ron Randall, esta vez con la ausencia de Chris Warner, volvió para dar continuación a Predator: Concrete Jungle con
Dan Barry y Chris Warner se ocuparon de la siguiente serie, Predator: The Bloody Sands Of Time, y con ella también podemos hablar de una de las mejores muestras de lo que Dark Horse pudo llegar a hacer con los personajes de los hermanos Thomas. Une excelente guión mostrando los estragos personales y materiales producidos por los conflictos bélicos, haciendo paralelismos muy interesantes entre la Primera Guerra Mundial, la de Vietnam y una subtrama localizada en la jungla nicaragüense por medio de la presencia de las yautjas o una excelente labor a cuatro manos con el apartado gráfico entre Chris Warner y el mismo Dan Barry ofrecen en sólo dos números uno de los relatos más sólidos, interesantes y atractivos dentro de este microcosmos ficcional.
Predator: Rite of Passage, de Ian Edginton y Rick Leonardi, y Predator: The Pride at Nghasa, de Chuck Dixon y Enrique Alcatena son dos historias cortas publicadas originalmente en la serie Dark Horse Comics y posteriormente recopiladas en un tomo titulado Predator: Jungle Tales. La primera miniserie está protagonizada por un masai recordando cómo se enfrentó a un yautja durante su ritual de iniciación como guerrero. La segunda está localizada en Kenia, en el verano de 1936 con un grupo de trabajadores de un ferrocarril sufriendo el ataque de los alienígenas como protagonistas. Ambas historias recurren a localizaciones africanas para contextualizar sus relatos y el resultado en ambos casos es bastante digno, aunque el dibujo sigue siendo la asignatura pendiente.
Una cultura con unos códigos de honor tan estrictos como la nipona en lo referido a sus guerreros (samuráis, ninjas, la mafia yakuza) no podía pasar desapercibida a los yautjas. Escrita por Neal Barrett, Jr. e ilustrada por Leo Duranona Predator: Blood Feud condensa en cuatro entregas el combate entre un anciano predator y el descendiente de un guerrero con el que este se enfrentó en los tiempos del Japón Feudal y poseyendo la peculiaridad de ser invidente. Referencias al mítico Zatoichi, a cómics como Ronin, de Frank Miller y Lynn Varley, en el encomiable apartado gráfico y la sana intención de extender el universo de los personajes se dan la mano en un muy competente arco argumental merecedor de ser recuperado. Muy por encima de otros con mucha más fama y peores resultados.
Con Predator: Race War llegamos a la mejor miniserie de cuantas ha publicado Dark Horse con los personajes que nos ocupan. Con un argumento escrito a cuatro manos entre el novelista Andrew Vachss y el guionista Randy Stradley la historia planteada en estos cinco números abordando temas como la xenofobia, el abuso de menores o la brutalidad policial permiten al microcosmos en viñetas de los predator alcanzar sus mayores cotas de calidad y adultez. Por primera vez en una seriede los yautjas el dibujo, a manos de un superlativo Jordan Raskin, es consecuente con la visceralidad del libreto ofreciendo algunos pasajes de violencia explícita sencillamente bestiales. Ni siquiera el cambio de ilustrador en los dos últimos números, un competente Lauchland Pelle cuyo trazo se encuentra las antípodas del de Raskin, menoscaba el resultado de una excelente pieza como Predator: Race War.
Predator: Bad Blood es una serie formada por una historia corta y cuatro entregas posteriores centrada en los yautjas “mala sangre” o lo que es lo mismo, predators que operan fuera de los códigos propios de los de su especie, asesinando de manera indiscriminada sin ceñirse a los códigos de cacería. Un Evan Dorkin bastante sólido al guión y un Derek Thompson muy suelto a la hora de dibujar a los alienígenas, no tanto con el diseño de los seres humanos, ahondan con inteligencia en esta variante de los cazadores intergalácticos para ofrecer cierta pátina de originalidad al planteamiento argumental de la miniserie. El resultado es eficiente y muchas de las ideas aquí planteadas llegaron a tener repercusión en algunas de las adaptaciones cinematográficas, no sin controversia, como la Predators de 2009.
Predator: Blood on Two-Witch Mesa, de Terry LaBan y Howard Cobb, es una continuación de Predator: Big Game, recuperando a su protagonista, Enoch Nakai, y volviendo a terrenos de los indios navajo. La historia guarda varios paralelismos con la anterior entrega y aprovecha más su punto de partida que aquella. Pero donde esta secuela deja en evidencia a su predecesora es en el apartado artístico. Mientras Evan Dorkin ejecutaba el peor dibujo jamás visto en un cómic de Predator Howard Cobb eleva el nivel con una profesionalidad intachable, no ofreciedo unas planchas memorables, pero sí manteniendo un mínimo de calidad sin caer en la vergüenza ajena, como sí le pasó a su coetáneo.
Tres números componen Predator: The Hunted City, miniserie de Charles Moore, D. Alexander Gregory y Scott Fischer cuya acción tiene lugar en la New York de 1940 con una trama en la que se ven implicados mafiosos, policías y periodistas sensacionalistas de la época. Una vez más nos encontramos con un cómic localizado en una etapa muy determinada de la historia mundial para transmitir la sensación de omnipresencia por parte de los yautjas. siiempre presentes en las épocas de mayor conflicto bélico. La mixtura entre ciencia ficción, terror y relato noir ofrece buenos resultados en un trabajo que se sigue con interés, sin marcar un antes y un después en la colección, pero sí aportando conceptos interesantes y atractivos.
Predator: Invaders from the Fourth Dimension, Predator: 1718 y Predator: Strange Roux son tres one shots publicados bajo el nombre de la creación de John y Jim Thomas. El primero es un delicioso homenaje a la Serie B, los autocines, el formato 3D y las monster movies clásicas. Con un tono humorístico y paródico por parte del guión de Jerry Prosser y un apartado gráfico intencionadamente clasicista a manos de Jim Somerville la ligereza y la diversión están aseguradas con estos Invasores de la Cuarta Dimensión. Predator 718 se adscribe directamente al canon cinematográfico de la franquicia ya que en sus escasas páginas, excelentemente planteadas por el guionista Henry Gilroy y un notable Igor Kordey en las antípodas de su colaboración en Nuevos X-Men, dan origen al arma que uno de los yautjas ofrecía al personaje de Mike Harrigan, interpretado por Danny Glover en Depredador 2, confimando la presencia de dichas criaturas en nuestro planeta desde hace siglos. Predator: Stranger Roux tiene lugar en Bayou Laforche, los pantanos de Louisiana, y aún siendo el menos redondo de estos números unitarios tanto Brian McDonald como Mitch Byrd acometen decentemente sus responsabilidades.
El equipo creativo formado por Mark Verheiden y Ron Randall, que tan buenos ratos nos hizo pasar con Concrete Jungle y Cold War, vuelve por tercera vez con Dark River. Una nueva serie de cuatro números en la que volvemos a seguir los pasos del Detective Schaefer dirigiéndose a la jungla centroamericana en la que su hermano Dutch se enfrentó a un yautja, hechos narrados en el primer largometraje de 1987. Una vez más la dupla ofrece un trabajo ameno y divertido, de trazo potente, hundiendo sus raíces en el cine de acción de los 80 y 90 que dio forma a piezas como Depredador 1 y 2, depositando numerosas referencias a las anteriores miniseries y a los ya citados films, así como aportando las justas dosis de truculencia, dinamismo y fanservice para dejar satisfecho, más al seguidor habitual que al lector ocasional.
Predator: Kindred, entrega escrita por dos guionistas, Jason R. Lamb y Scott Tolson, y dibujada por otra pareja de ilustradores, Brian O’Connell y Roger Petersom, con un pueblo del noroeste de Estados Unidos como telón de fondo y un punto de partida ya algo manoseado en la colección como el de un yautja volviendo a un lugar determinado de nuestro planeta donde combatió con un ser humano convertido en un digno rival y con la intención de cobrar venganza con el más destacado de sus descendientes. Predator: No Beast So Fierce del veterano Mike W. Barr y Scott Kolins llegó poco después a modo de historia de un solo número en blanco y negro con una millonaria viuda contratando los servicios de unos cazadores para eliminar al enorme tigre que asesinó a su marido y viéndoselas también con el Predator de turno.
Predator: Hell & Hot Water contaba con guión de Mark Schultz y dibujo de uno de los más grandes de la historia del medio, el tristemente desaparecido Gene Colan. La acción se sitúa bajo el mar lo que da lugar a la primera aventura submarina de los personajes diseñados en su origen por Stan Winston. El argumento es más bien exiguo, pero apela en todo momento al entretenimiento. En cuanto al apartado gráfico llama la atención que un Gene Colan en horas bajas sea capaz de ejecutar mejor trabajo que el 99,9% de los dibujantes que han pasado por las series de Predator.
Predator: Primal con Kevin J. Anderson y Scott Kolins acontece en Alaska y tiene como protagonista al predator de turno llegando a nuestro planeta y teniendo que enfrentarse a una curtida guardabosques y un peligroso oso grizzly. Casi paralelo se publicó en un solo número Predator: Bump in the Night, de Duncan Rouleau y Steven Seagle, relatando cómo un grupo de tres niños pasando la noche en las afueras con intención de acampar y contar historias de terror acaban encontrándose con uno de nuestros amigos de otra galaxia. Por último, aquel mismo año Predator: Nemesis, con argumento de Gordon Rennie y dibujo, tinta y color de Colin MacNeil nos llevaba al Londres de finales del siglo XIX con los asesinatos de Jack el Destripador como contexto espaciotemporal. Dos productos en cierta manera originales dentro de este listado de obras.
La Guerra civil americana no podía faltar en este microcosmos ficcional y Predator: Hell Come a Walkin’, de Nancy A. Collins y Dean Ormston, localiza a los yautjas en plena batalla entre unionistas y confederados viéndose en la tesitura de aunar fuerzas contra un enemigo procedente de otro mundo. Predator: Captive, cuya responsabilidad recaía en Gordon Rennie y, de nuevo, Dean Ormston, fue un one shot en el que un multimillonario, Tyler Stern, consigue su propio yautja construyéndole incluso una biosfera en la que pueda establecerse y con ello estudiar su peculiar naturaleza. Predator: Demon’s Goldm con letra del veterano Ron Marz y trazo, originalmente en blanco y negro, de Claudio Castellini, es una de las joyas dentro de la vida editorial de predator. Contando una historia mínima harto interesante con el expolio llevado a cabo por los nazis como núcleo argumental, rematado por un trazo exquisito y elegante en grado sumo.
Con Predator: Homeworld, Jim Vance, Kate Worley y Toby Cypress, con una naturalista y un ex fotografo de guerra viéndose las caras con un yautja venido a la Tierra para cazar a tres renegados de su misma especie y Predator: Xenogenesis, Ian Edginton y Mel Rubi, aparte de un crossover que volvía a unir a los cazadores interplanetarios con los xenomorfos más peligrosos de la galaxia, las aventuras en solitario de los predators se tomó un descanso de diez años. Durante esa época los cruces con otras colecciones no dejaron de sucederse, y si en los 90 ya había sucedido con las distintas miniseries de Alien vs. Predator, Batman vs. Predator, Predator vs. Magnus Robot Fighter, Predator vs Judge Dredd, Superman vs. Predator, Tarzan vs. Predator, en los primeros años del siglo XXI se comenzó a rizar el rizo con piezas del tipo de JLA vs. Predator, Alien vs. Predator vs. Superman vs. Batman o Archie vs. Predator.
Sería en 2009, con motivo del estreno de Predators, el tercer largometraje en solitario de los personajes con Robert Rodriguez en la producción recibiendo también su correspondiente traslación al mundo de la viñeta, que comenzaran a editarse nuevas colecciones centradas en los yautjas y crossovers, una vez más con los Aliens, pero esta vez tomando como punto de referencia la película Prometheus. Predator: Prey to the Heavens, Predators, Predators: Beating the Bullet, Predators: Preserve the Game, Predator: Fire and Stone, Predator: Life and Death o Predator: Hunters I y II dan buena muestra de la salud comercial (en lo referente a calidad tildarla de irregular sería quedarse corto) de la que todavía presume hoy la franquicia dentro del arte secuencial. Si sumamos a ello la repercusión de The Predator, el último largometraje, dirigido por Shane Black y co escrito por este junto a Fred Dekker, seguramente queden años de salvajes, y redundantes, aventuras de nuestros depredadores predilectos.
Excelente artículo y muy interesante, haciendo un poquito de off-topic, quería pediros ayuda por favor, se que esto es de predator, pero de lo que ha editado norma que recomendáis? Este mes han sacado un cartonés de alien VS predator de Ryan strandle o algo así que es la saga clásica y dicen que es muy buena, recomendáis algo más? El crossover alien VS predator VS juez fredd? Algo de batman VS predator o VS alien,… De lo poquillo que hay que merezca la pena de verdad y no sea un producto por aprovechar las películas, un saludo y gracias pro la ayuda de antemano
¡Muy buenas, Joe!
De lo editado por Norma dentro de la saga original para mí siempre han sido los mejores Concrete Jungle, Arenas Sangrientas, Guerra Fría y sobre todo Race War, mi favorita. Lo que pasa es que, si no me falla la memoria, no han conocido reedición en España desde que fueron publicadas en grapas.
De los crossover merecen mucho la pena, como bien dices el Alien vs. Predator original, el Predator vs. Juez Dredd y los, para mí, magníficos tres Batman vs. Predator que, primero Planeta y luego ECC, recopilaron en tomos altamente recomendables. Ya dentro de esa trilogía tengo especial cariño a Batman Vs. Predator 2: Venganza Sangrienta, de Doug Moench y Paul Gulacy, que la primera vez compré en un tomo de Norma y a un, por aquel entonces, desorbitado precio de ¡1.100 pesetas!
¡Un saludo y perdona la tardanza!
Estupendo, muchas gracias por la ayuda prestada, como bien dices lo que imaginaba, esta saga original, todo lo de DC y el crossover y lo de guerra fría. Lo otro com obien dices falta por reeditar, pero muchas gracias por las recomendaciones, saludos!!!
Muchas gracias por el artículo y la entrevista.
No dudo que tanto él como Shane Black son dos guionistas muy talentosos y queda demostrado con varios de los ejemplos que mencionan, pero en otras ocasiones han hechos verdaderos desastres, y me parece muy básico caer sobre el público, caso como en Iron man 3 o Robocop 3.
En cuanto a la última entrega de Predator realmente fue una estafa, sin lugar a dudas fue la peor de todas las hechas hasta el momento y eso que después de las dos primeras partes el resto deja mucho que desear.
Sigo sosteniendo que la franquicia sigue teniendo mucho para dar siempre cuando caiga en manos competentes, y para botón de muestra están los cortos que circular en Youtube, donde que se puede ver que con poco presupuesto pero con respeto por el producto original se puede hacer algo muy bueno.