Bienvenida, Yara Flor
De todas las propuestas de Estado Futuro, Wonder Woman era la que generaba mayor interés en el aficionado. Tanto por el mero hecho de presentar un nuevo personaje como especialmente por el modo de hacerlo, tirando de galones con el nombre de la heroína principal y más prestigiosa de los últimos ochenta años de cómic americano. Yara Flor era una recién llegada de la que no sabíamos nada en absoluto, pero que ya se introducía con solera y oficio desde la elección del título. No era una más, era Wonder Woman. A su vez, la selección de su autora, Joëlle Jones, una de las mejores dibujantes de la editorial, acompañada de Jordie Bellaire, presagiaba un trabajo, cuanto menos, encaminado a lograr buenas sensaciones.
Por su parte, a su lado desde la primera semana en el mercado, teníamos un número más liviano en cuanto a contenido, con una clásica colección de unión de superhéroes. En este caso, con Superman acompañando a WW. De nuevo, una correcta disposición de autores para la misma, con Leila del Duca (dibujo), Dan Watters (guion) y Nick Filardi (color) no hacía sino captar la atención del público.
Con su llegada a España de la mano de ECC Ediciones, ya con la perspectiva del tiempo desde su publicación, cabe valorar la obra y la llegada del personaje.
Joëlle Jones plantea un viaje de autodescubrimiento para Yara, permitiendo a su vez que el mismo lector conozca al personaje, el modo que tiene de relacionarse con su entorno, sus cualidades como heroína y las bondades que posee en batalla. Ha de viajar a las profundidades del inframundo a rescatar a una aliada de las llamas. Acompaña el relato con un monólogo interno, equilibrando momentos de gran impacto visual, como el que se puede ver al comienzo del primer número, con otros más reposados. Todo ello situado sobre un mundo de fantasía, con resonancias que van desde la mitología clásica hasta la literatura medieval, plagado de seres sobrenaturales y afrentas épicas. El dibujo sabe captar las necesidades de la narración, con un lenguaje sencillo, algo parco en matices, pero certero en su núcleo básico.
El diseño para la nueva Chica Maravilla es, de igual manera, acertado. Sin caer en el exceso que podría suponer presentar una amazona de cultura distinta, menos conocida por el lector medio americano, como es la brasileña. Los detalles dorados en brazaletes y protección accesoria en el color de Jordie Bellaire son el elemento definitorio de un traje que rezuma poder y liderazgo.
Los secundarios son uno de los principales aciertos en el guion de la escritora de Catwoman, proporcionando tanto momentos de distensión para las acciones principales como frescura y vigor al nuevo cosmos que se pretende crear. A su vez, como ocurre en las obras de referencia comentadas, darle un acompañante en su camino a la heroína ofrece la posibilidad de verla interactuando con otros, desarrollando en el proceso sus máximas cualidades como protagonista y haciendo que el lector participe en la historia.
Desde las necesarias presentaciones, el guion toma de manera orgánica el camino de la acción, ya en el infierno. Destaca positivamente el uso del color, con un magistral verde dominante en las primeras viñetas que capta la idea de peligro y muerte del lugar al que se dirige y del que no hay salida posible. El trabajo de Jordie Bellaire continúa siendo extraordinario en el enfrentamiento final, con un rojo sobre blanco muy interesante. Por su parte, el dibujo se mantiene a un nivel esplendido en lo que respecta a las expresiones faciales, desarrollando la idea de peligro en aumento con la sucesión de hechos a los que Yara ha de hacer frente.
La conclusión sabe dar respuesta a los interrogantes planteados, complicada tarea dadas las limitaciones de un relato breve, de apenas dos números. Con ella, se cierra una miniserie distinta a las presentadas en Estado Futuro, tan personal como atractiva, tan notable como alentadora para el futuro del personaje.
En lo que respecta a la segunda serie, el trabajo resulta desigual, con menos pretensiones tanto en la línea argumental como la creación del entorno para la heroína. El potencial de la aventura queda reducido a una manida fórmula de compañeros que han de trabajar juntos para superar una amenaza, en apariencia, brutal y grandilocuente.
El principal error desde el guion se encuentra en los diálogos, en su mayoría sobrecargados de reflexiones, contenido y con poca capacidad de generar un ambiente de grupo entre las personas que participan en el combate. Por su parte, una de las virtudes de la anterior era precisamente la destreza demostrada en el desarrollo de los secundarios que, aquí, por contraposición, resultan planos y olvidables, cuando no, directamente en la segunda parte, inexistentes.
En el extremo positivo, Dan Watters aporta una visión más humana de Yara, con preocupación por lo social, verbalizando malestar por el modo que tiene el gobierno de actuar y el impacto que esto tiene en la vida de las personas. Apegada a lo humano y con conciencia a la hora de tomar decisiones. En la caracterización de Jon, Superman, vemos representada la irregularidad de su trabajo. Aporta un gran contenido a sus acciones mediante reflexiones que se sienten mal situadas en el contexto global de la obra, en lugar de abogar porque fueran sus propias acciones las que llevaran el ritmo de la misma. Por momentos, acierta, pero no termina de resolverlo de un modo satisfactorio.
El arte de Leila Del Duca supera las dudas iniciales con el segundo número, centrado en el enfrentamiento principal. Tiene dinamismo y fuerza en ambos escenarios, Yara por un lado y Jon por el otro, con un modo de narrar muy completo, apoyándose con destreza en los convencionalismos del género. El trabajo de Nick Filardi sostiene con vigor estas escenas, con los vibrantes colores que el diseño del villano requiere.
En conclusión, tenemos dos miniseries con distinto resultado. Una de ellas es fantástica, planteando interrogantes y situaciones para la serie propia de Yara Flor, que ya se publica mes a mes en EEUU. La segunda pierde calidad, pero se lee como una correcta aventura superheroica, sencilla en guion y con un dibujo que sabe sacar partido de la acción. Con ello, resulta un tomo más que recomendable, ideal para descubrir a un nuevo personaje que, esperemos, tenga futuro en la editorial.
Lo mejor
• Tanto el dibujo como guion de la cabecera central de Wonder Woman por parte de Joëlle Jones.
• El trabajo de Jordie Bellaire.
Lo peor
• Cierta falta de ambición en la segunda historia.
BIENVENIDA
Guion - 7.5
Dibujo - 8
Interés - 8
7.8
Interesante
Una primera aparición interesante de un personaje con futuro en la editorial.
Yara Flor estupenda, también su mitología y secundarios prometen. Esperando su serie regular.