Edición original: Marvel Comics – abril – julio – 1994
Edición España: Comics Forum – noviembre 1994 – febrero 1995
Guión: Simon Furman
Dibujo: Dario Carrasco
Entintado: Ian Akin, Dario Carrasco, Tim Dzon, Danny Bulanadi, Bruce Patterson
Color: Bob Sharen, Chia Chi Wang, Ovi Hondru
Portada: Dario Carrasco
Precio: 175 pesetas (serie limitada de cuatro números de veinticuatro páginas cada uno)
Corría el año 1994 cuando el primer volumen de la colección
Creado por
En el caso de Estrella del Norte, Byrne se esforzó por hacer al personaje un tanto antipático. Así, le diseñó una historia en la que había sido deportista olímpico (aprovechando sus poderes de súper-velocidad) y había integrado –como se ha dicho en el párrafo precedente- un grupo terrorista de ideología nacionalista quebequesa. Sin embargo, una vez sentadas esas bases, don John se encargó de que la parroquia viera a Jean-Paul con otros ojos. Hijo adoptivo, franco-canadiense, mutante… la reunión en una sola persona de estas condiciones le convertía en un solitario que se defendía del mundo con una actitud hostil. En este escenario, el autor planteó una jugada que, en aquellos años ochenta, era tan novedosa como arriesgada: ir dejando pistas que apuntaban hacia la homosexualidad del personaje. Sin embargo, eran los días en los que Jim Shooter gobernaba con mano firme la casa de las ideas. Su opinión sobre el tema pasaba por la interdicción respecto a los personajes gais, así que el asunto quedó en barbecho (aunque no olvidado). Más tarde, Mantlo limaría las asperezas de carácter, negando que Beaubier hubiera hecho trampas como esquiador y limitando su participación terrorista a la función de enlace… pero añadiría un nuevo enigma, al añadir una misteriosa enfermedad (exteriorizada en la forma de una «dickensiana» tos). Aquellos eran los días en los que el acrónimo SIDA estaba en boca de todo el mundo y el contagio se consideraba el equivalente a una sentencia de muerte. Sin embargo, todo se resolvió en el quincuagésimo número de la serie: Estrella del Norte y Aurora eran medio-elfos -¿o semi-elfos?- y quedaban fuera de Alpha Flight.
Huelga decir que los hechos narrados en aquella aventura fueron posteriormente modificados. Después de todo, si tienes a Loki de por medio, no hay que fiarse mucho de las historias que cuente (socorrido truco de Mantlo para lidiar con las exigencias editoriales). Los gemelos volverían al redil «alfálfico» y, el paso de los años reflejaría los cambios en la sociedad –y la oportunidad u oportunismo editoriales-. La confesión de la estrella del baloncesto «Magic» Johnson relativa a su padecimiento del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, sirvió para que, por fin, Marvel abandonara sus reticencias y permitiera una historia en la que Jean-Paul declaraba abiertamente su homosexualidad y abrazaba activamente la lucha contra los prejuicios y los estigmas. El asunto no pudo desarrollarse mucho, porque la colección estaba dando sus compases finales, pero la posibilidad de una miniserie prometía a su vez la hipótesis de que veríamos una aproximación distinta y más personal al hombre tras el uniforme. Desgraciadamente, la cosa no fue por allí.
La miniserie que, como se ha dicho, corrió a cargo del equipo creativo responsable de la última etapa de la colección alfana, presenta una trama exageradamente alargada, en la que Estrella del Norte corre de acá para allá a súper-velocidad, mientras intenta averiguar quién intenta asesinarle. Jean-Paul es obligado a volver a las mallas, ya que está en el punto de mira de alguien que no le desea bien. Apariciones puntuales de Heather Hudson –en su uniforme de Guardián / Vindicadora- y de Arma PRIME, la fotocopia noventera de Alpha Flight; enfrentamientos con Arcade, el asesino a sueldo con debilidad por los parques de atracciones y un final en el que Beaubier encara al arquitecto de su persecución, un hombre poderoso, ultraconservador y homófobo, que pretende responsabilizarle de una pérdida sufrida. La lectura de las cuatro entregas trae como resultado la decepción de ver tanto potencial desperdiciado.
El guionista Simon Furman –que había trabajado sobre todo en colecciones franquiciadas como las protagonizadas por los Transformers o los G. I. Joes- realiza aquí un trabajo olvidable, que no aporta realmente nada al bagaje del personaje protagonista. La historia se lee, se consume y se olvida, dejando tras de sí la sensación de que no se ha visto nada nuevo –lo cual tiene cierto mérito, si tenemos en cuenta que, para la afición hispánica, la mitad de la colección dedicada a Alpha Flight estaba y permanece inédita por aquí-. Sin embargo, el mayor problema de la serie es el dibujo: el ilustrador Darío Carrasco ejecuta la labor con un estilo que remeda lo peor que se recuerda de los años noventa. Su impericia ya había quedado patente en la etapa final de la colección alfana, repitiendo aquí un trabajo que deja mucho que desear. Problemas de composición, de expresión facial, de posición corporal… el baile de entintadores –donde encontramos a veteranos como Ian Akin o Danny Bulanadi- ni ayuda ni oculta ni agrava el problema presente en los lápices. Lo mismo puede decir del coloreado, donde junto al conocido Bob Sharen encontramos a dos ilustres desconocidos, arrojando como resultado final unas ilustraciones que tiran a deficiente.
Después de la publicación de esta miniserie, Alpha Flight –en general- y Estrella del Norte –en particular- se asomado aquí y allá, bien en la forma de segundas oportunidades (que no han llegado muy lejos) bien en la forma de participación destacada en alguna aventura. Jean-Paul se uniría a la Patrulla-X, para caer víctima de las garras de Lobezno en la saga Enemigo del Estado. Una resurrección con lavado de cerebro le convirtió temporalmente en villano –de manera similar a lo que había padecido Logan- pero la cosa no duró mucho. Su última aparición relevante fue su propia boda, la primera entre personas del mismo sexo que ha visto la industria. La historia, reflejada en los medios de comunicación, es un ejemplo de los cambios que ha dado el mundo en los últimos treinta años.