La editorial tarraconense Ponent Mon acaba de lanzar al mercado un hermoso tomo que incluye este segundo díptico con el título
Si el protagonismo de los dos primeros tomos recaía en el soldado llamado Eloy, en estos lo asume Gorka, un joven de Ataun que se ve arrastrado por la vorágine imparable y destructora del conflicto bélico español. La acción se inicia en 1936 cuando el general Mola se subleva en Pamplona contra el Gobierno republicano. Gorka y Chipi han llegado a la capital Navarra en camión para hacer una mudanza y se encuentran con una ciudad en ebullición donde han empezado las hostilidades. La pareja pierde el camión, requisado por los nacionales, y luego Chipi cae abatido en la huida hacia Ataun. Gorka es arrastrado hasta San Sebastián donde será testigo de sangrientas batallas por la ciudad y finalmente llega a Irún, por las montañas, en medio de constantes escaramuzas. En Irún se producen los combates más terribles entre los dos bandos hasta que la ciudad cae en manos de las tropas insurgentes en medio de un espantoso incendio.
Gorka Gudari se inicia en medio de la evacuación de las tropas republicanas del frente de Irún. Hostigadas permanentemente por la aviación rebelde y completamente desorganizadas, las tropas se repliegan hasta San Sebastián. Allí Gorka conoce a Begoña. Pero la estancia resulta corta puesto que los republicanos abandonan la capital debido al avance de los nacionales y finalmente se establece un frente estable en la zona de Lekeito. A partir de este momento la guerra se vuelve confusa y densa, entre barro y lluvia. Gorka forma parte de las tropas de Saseta pero su mayor preocupación es reencontrarse con Begoña. Llega la Navidad en el frente de Vitoria y Gorka la vive desolado al lado de los extenuados gudaris.
El plan de Hernández Palacios para la serie era exhaustivo y ambicioso. Pensaba retomar el personaje de Eloy en el frente de Brunete. El joven soldado decidiría incorporarse a la aviación y, tras su formación, empezaría a luchar en el aire en Andalucía. Allí es derribado y tras escapar de sus enemigos se une a los guerrilleros extremeños donde se encontrará a otro piloto; el vasco Gorka que también habría sido abatido en el aire. Lucharán juntos en Teruel, en la terrible Batalla del Ebro y finalmente se refugian en Francia tras la derrota republicana. Más tarde Palacios tenía pensado que sus dos protagonistas se incorporaran a las tropas francesas, que llegaran hasta Inglaterra para encontrarse con el general De Gaulle, también que combatieran en Noruega y finalmente en Normandia. Con la división DeClerc entrarían en París y allí Eloy moriría en combate. Gorka decidiría regresar a su pueblo Ataun para pasar el resto de sus días.
Era un proyecto perfectamente definido que no se pudo llevar a cabo en su totalidad por diversas circunstancias personales y editoriales.
Hay seis años de diferencia entre las dos historias que conforman este álbum y se nota en el estilo del dibujo. En el primero el artista estructura sus viñetas con masas poderosas perfectamente definidas con el pincel. Las figuras adquieren un volumen poderoso casi escultórico que sobresale entre paisajes urbanos y rurales bien definidos, bien documentados y que en ocasiones adquieren un claro protagonismo. La página viñeta con la descripción del incendio de Irún es un claro ejemplo de ello.
En el segundo relato, Palacios utiliza mucho más la plumilla centrándose en los personajes y dotando a las batallas del frente de Vitoria de un aspecto fantasmagórico, casi espectral, potenciado sin duda por la aparición de fenómenos atmosféricos como la lluvia y la niebla.
Hernández Palacios estructura la página con una cuadrícula de tres tiras con dos viñetas pero no es un esquema fijo sino que se ve alterado con frecuencia para subrayar la importancia de determinadas escenas. El color es parte esencial de la narración. El autor distingue sus secuencias con un color básico que sitúa al lector y ofrece fuertes contrastes dentro de una misma página; los grises, verdes y azules para exteriores nocturnos y/o lluviosos y el naranja para interiores son los más predominantes.
En su definición de las figuras humanas Palacios prima el impacto al rigor académico. Sus personajes recuerdan las esculturas de Rodin, con manos poderosas, poses nerviosas y caras desencajadas. En medio de una inclemente lluvia de hierro y fuego, tanto civiles como soldados deambulan, corren, huyen evitando si pueden la muerte e intentando comprender cuál será su destino. Incluso cuando descansan las figuras adoptan una tensión casi sobrehumana.
En la segunda parte de este recopilatorio, cuarta historia de la serie, el autor incluye algún personaje femenino algo inédito hasta entonces salvo por las fugaces apariciones de figuras históricas de este género. Se trata de Begoña cuya personalidad no acaba de quedar perfectamente definida, por el devenir de la trama y porque la serie se interrumpe bruscamente. Es pese a ello un personaje central dotado de una serena determinación y de una identidad muy definida. Seguro que hubiese tenido un papel destacado en el quinto álbum de la serie que nunca llegó a publicarse.
La edición de este díptico a cargo de Ponent Mon resulta altamente satisfactoria. El libro es en tapa dura, papel excelente y tiene una impresión bastante buena, aunque en algunas viñetas el color presenta un ligero pixelado. El tamaño es el adecuado y cuenta con un extenso dossier a cargo de Michel Matly que nos sitúa la época histórica donde se desarrolla la acción y las circunstancias editoriales de la publicación inicial de la serie. El precio es ajustado.
La publicación de Euskadi en llamas. Gorka Gudari supone un punto de inflexión importante en la recuperación de la obra del artista madrileño Antonio Hernández Palacios. Con este álbum se cierra una de sus grandes obras. Tras el álbum integral del western titulado Manos Kelly y el dedicado a la serie El Cid, la recopilación de los cuatro álbumes en dos tomos de la serie dedicada a la Guerra Civil Española supone que el lector en castellano tiene a su disposición el tronco central de la obra de Palacios. Si a esto le sumamos la publicación en 2017 de la excelente Roncesvalles y un año después de la interesante La paga del soldado, además de la serie McCoy que va por el quinto tomo de su colección integral, se puede afirmar que Antonio Hernández Palacios está recibiendo un trato editorial acorde a la enorme importancia de su figura y de su obra. Esto es posible gracias a la inteligencia de sus herederos, al buen trabajo de la editorial Ponent Mon y al interés de los lectores. Un trato muy diferente al que estamos acostumbrados con otras figuras del cómic español tan importantes como Jesús Blasco – que está siendo publicado de una manera indigna – o Víctor de la Fuente que por diferentes razones está sufriendo un injusto olvido.
Pero si volvemos a la obra de Palacios, en concreto a lo que queda por reeditar, nos encontramos con la serie dedicada a la conquista de América en una colección colectiva que se llamó Relatos del Nuevo Mundo y de la que realizó tres historias: El primer viaje de Colón. Una candela lejana (1992), El virreinato de Colón. La cruz y la espada (1992) y La conquista de Nueva España. El oro y la sangre (1992). Además ilustró dos álbumes conmemorativos de los centenarios de Carlos V y Felipe II, publicó la biografía de Simón Bolívar titulada El libertador. Simón Bolívar (1987) y también Los gazules de Sevilla, así como unos pocos relatos cortos. Son varios centenares de páginas que completan uno de los legados más hermosos del cómic español. La suerte es que ahora podemos empezar a disfrutarlo con la calidad de edición que se merece.
Otras obras de A. H. Palacios reseñadas en Zona Negativa:
El Cid. Integral
Roncesvalles
La paga del soldado
Eloy. Integral
Salut!
Guion - 8.5
Dibujo - 9.5
Interés - 10
9.3
Titánica
Díptico final de una obra apasionante, monumental pero incompleta