CUANDO EL LECTOR ES EL PROTAGONISTA
Si una noche de invierno un viajero es una novela de Italo Calvino sobre el placer de leer novelas. En ella, el protagonista es el lector, quien inicia y abandona antes de su término la lectura de diez novelas distintas. Según Calvino, el mayor reto que afrontó a la hora de realizar esta obra fue tratar de imaginar diez novelas “escritas por un autor que no soy yo y que no existe, todos en cierto modo distintos de mí y distintos entre sí”. Para ello tenía que dotar a cada narración de una voz propia, tanto por el género y el tono de la narración como por el estilo de escritura. Un ejercicio creativo de enorme complejidad que Calvino decidió abordar de una manera tan sorprendente como lúcida: “más que identificarme con el autor de cada una de las diez novelas, traté de identificarme con el lector”.
Fue precisamente el espíritu de Calvino en Si una noche de invierno un viajero el que sirvió como punto de partida para la obra protagonista de esta reseña: Ex Libris. Escrita y dibujada por Matt Madden, se publicó originalmente en 2021 para el sello Uncivilized Books. En abril del año pasado llegó al mercado español de la mano de Salamandra Graphic.
El discurso sobre esta obra pasa, en primera instancia, por conocer algunos datos sobre su autor. Matt Madden es uno de esos teóricos del cómic cuya profunda fascinación por este medio los ha llevado a dar clases, escribir libros y, en casos como el de Scott McCloud o el del mismo Madden, llevar a la práctica esos conocimientos con creaciones propias.
La fascinación teórica por el medio del cómic de estos autores se ve reflejada precisamente en dichas creaciones. Independientemente de que sean obras más o menos inspiradas, siempre transmiten la sensación de tener mucho oficio detrás. Además, suelen basar parte de su interés en experimentos narrativos en los que se juega con los límites del medio. Tal es el caso de Scott McCloud en obras como El escultor y de Matt Madden con su 99 ejercicios de estilo o la propia obra sobre la que versa este texto.
Así pues, Ex Libris comienza con una ilusión; una alfombra cuyo patrón parece hacerla flotar en el aire; un patrón en forma de espiral; un presagio de la espiral de acontecimientos en la que se sumergirá el personaje protagonista. El personaje finalmente decide dar el paso y cruzar una puerta a la que se refiere como “umbral”. Con ese paso, la perspectiva del personaje cambia y la ilusión se rompe. La alfombra vuelve a parecer solamente una alfombra. Sus lados asimétricos, que solo cobran sentido desde el ángulo adecuado, destacan en discordancia con el suelo de la estancia.
Cuando el protagonista da el paso para cruzar esa puerta, ese umbral, la espiral se pone en marcha. La puerta se ha cerrado y no hay forma de abrirla. Mientras, en la habitación, solo hay una cosa con la que entretenerse: una estantería llena de libros. Sin embargo, el protagonista se lleva una desagradable sorpresa al darse cuenta de que todos los libros que hay allí son cómics. Con la ceja bien levantada pero sin ninguna otra alternativa, comienza a hojear los tomos que pueblan tales estantes sin tener ni idea del retorcido secreto que está a punto de desentrañar.
Todo ello se narra a través de planos en primera persona del personaje protagonista, de quien no se revela ni el género ni el aspecto ni el nombre. Esto resulta muy conveniente dado que, como en la novela de Calvino, aquí el protagonista es el lector o, al menos, el autor poniéndose en su piel.
La primera persona no es más que uno de los muchos recursos narrativos de los que se sirve Madden en Ex Libris. Podemos observar muchos más, como el uso de las viñetas y los márgenes entre ellas utilizados como espacio por el que los personajes se mueven para “avanzar” en la historia, no solo de forma conceptual sino también física.
Pero el mayor recurso narrativo del que se hace gala en Ex Libris es quizás la versatilidad misma del dibujo de Madden. A lo largo de las distintas obras que va presentando, el autor trata de simular no solo el estilo de escritura de otros artistas, sino también el estilo de dibujo. Esto nos lleva a toparnos con estilos completamente distintos entre sí en los que —si bien se sigue percibiendo un leve rastro de la personalidad artística de Madden— se consigue producir una metamorfosis lo bastante camaleónica como para transmitir el efecto deseado.
De este modo, tenemos estilos de dibujo tremendamente variopintos que van desde el uso de lo que son prácticamente monigotes hasta homenajes a los cómics de la EC, el cómic underground o el manga. El estilo sencillo y bitono al que recurre Madden para representar el “mundo real” dentro de la historia contrasta enormemente con la suciedad, el dinamismo o los intensos colores con los que el autor es capaz de transportarnos de una metaobra a otra en su viaje de exploración autoconsciente.
Como probablemente habrá quedado patente a lo largo de este texto, estamos ante una obra de bastante complejidad que se compone de varias capas narrativas superpuestas. A ese respecto, me gustaría dedicar una breve mención a la excelente traducción de Carlos Mayor, capaz de ofrecer un texto de expresión eficaz y natural que nunca se queda atrás pese a las múltiples piruetas narrativas a las que debe hacer frente. Resulta especialmente destacable la precisión con la que se varían el tono y el registro cuando se salta de una obra a otra en la historia del cómic.
En definitiva, Ex Libris es una obra en la que queda patente el dominio teórico de Matt Madden sobre el medio. A nivel formal está ejecutada de forma exquisita y resulta una lectura tremendamente recomendable para quienes disfruten esta clase de obras basadas en discursos y recursos metanarrativos. Sin embargo, esa misma fijación por las piruetas narrativas la alejan de una trama y unos personajes con los que conectar de forma más convencional. El disfrute de Ex Libris es, pues, más cerebral que emocional y puede que por ello no sea una obra para todo el mundo. Eso sí, no dudéis en cruzar por su puerta si lo experimental de su propuesta os llama la atención, pues posee argumentos de sobra para atraparos en una fascinante ilusión.
Lo mejor
• La variedad de recursos narrativos con los que se exploran los límites del medio.
• El discurso metanarrativo y la forma de presentarlo.
• La capacidad camaleónica del guion y el dibujo de Madden.
Lo peor
• La fijación por las piruetas narrativas resulta en una narrativa muy poco convencional con la que quizás no todo el mundo conecte.
• El precio podría ser algo más ajustado para el número de páginas (la edición norteamericana, sin ir más lejos, es sensiblemente más económica).
Guion - 8
Dibujo - 8
Interés - 8
8
Experimental
Matt Madden explora los límites del medio y su relación con el lector con una técnica exquisita y una narrativa muy poco convencional. Una obra de disfrute más cerebral que emocional.
Lo leí hace tiempo como experimento visual y narrativo muy bien, pero se me hizo algo largo. No sé sabe nada del protagonista solo que tiene que escapar. Que en realidad en este tipo de historias no hace falta, pero lo eche a faltar.