Ex Machina vol. 9: Abajo con lo viejo

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Edición original: Ex Machina #40-44 (Ring Out The Old) y Ex Machina Special #4; Wildstorm Comics (DC Comics).
Edición España: octubre de 2010; Norma Editorial.
Guión: Brian K. Vaughan.
Dibujo: Tony Harris y John Paul Leon.
Entintado: Jim Clark.
Color: JD Mettler.
Formato: tomo recopilatorio de 152 págs. encuadernado en rústica.
Precio: 13,00 €.

A punto de finalizar la edición española de Ex Machina -recordemos que el lanzamiento del pospuesto vol. 10 estaba inicialmente programado como novedad del Salón de Barcelona-, aprovechamos la ocasión para ponernos al día en las reseñas de la serie regular creada por Brian K. Vaughan (Cleveland, EE.UU; 1976) y Tony Harris (Charleston, Carlolina del Sur, EE.UU.; 1969). Con esta intención, abordamos el análisis y comentario de Abajo con lo viejo, arco argumental en el que se producen significativos avances destinados a allanar el camino para la inminente conclusión de la colección… y lo cierto es que las sensaciones que produce su lectura son, cuanto menos, un tanto agridulces. Buena parte de la culpa la tiene el Ex Machina #40 que abre este recopilatorio: entrega insustancial para el desarrollo de la trama, aparentemente ideada para mayor gloria y disfrute del equipo creativo -y colegas de profesión como Brad Meltzer, Bryan Hitch, Brian Michael Bendis, Garth Ennis y Jim Lee-, que se marca un ejercicio metaficcional forzado, gratuito e innecesario, con la afición al mundo del cómic de Mitchell Hundred y la voluntad de rendir tributo a la ciudad de Nueva York como coartadas a las que agarrarse.

Pone Vaughan en boca de su alter ego ficcional el siguiente comentario: “No me gusta mucho el rollo “meta”, estilo Grant Morrison. Ver a los creadores en un cómic, no sé… me saca de la historia…”. Chascarrillo curioso que, al igual que el resto del número, resultaría mucho más divertido si las circunstancias fueran diferentes; pero por desgracia, BKV no tiene –ni mucho menos– el talento ni el sentido de la oportunidad del guionista escocés a la hora de introducir elementos metaficcionales en su obra. No contribuye a justificar esta cuestionable decisión creativa que el mantenimiento de la suspensión de la incredulidad requiera un esfuerzo tan consciente por parte del lector que durante 39 entregas ha echado mano de ingentes cantidades de complicidad para sobrellevar una estructura argumental y narrativa tan rígida como forzada, un desconcertante empleo de los personajes secundarios, y una vacuidad en el tratamiento del “tema polémico del mes“ que por momentos resulta sonrojante. Pero al menos queda el consuelo de que, superado este considerable bache, el resto del tomo depara sorpresas mucho más agradables…

Las dos primeras páginas de Ex Machina #40: Harris y Vaughan entran en escena.
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

Además del #40, Abajo con lo viejo incluye otra historia autoconclusiva: el Ex Machina Special #4, que sirve para conceder descanso al dibujante regular, reivindicar la figura del infravalorado John Paul Leon, y poner sobre la mesa el enésimo debate de contenido sociopolítico, que en este caso deriva hacia derroteros ecológicos. Así, la atención se centra por una parte en posibles soluciones para la crisis energética de la ciudad, y por otroa en la tala masiva de árboles para la obtención de papel y en la responsabilidad implícita de los medios de comunicación impresos e incluso de la industria del cómic, que de un modo u otro alentan dicha práctica. Todo ello en un relato que, además, sirve para profundizar en la naturaleza de los poderes del protagonista a través de un personaje que por momentos parece trascender la condición de antagonista demente para aportar información realmente curiosa. Leon cumple a la perfección y, pese a evidenciar un estilo radicalmente diferente al de Harris –emplea un trazo más grueso, da mayor importancia al contraste entre luces y sombras y no recurre de forma tan evidente a las referencias fotográficas– hace perfectamente reconocibles tanto a los personajes, como el ambiente en el que se desenvuelven. Esperemos que con esa suerte de Batman: Identidad Secreta que prepara junto a Kurt Busiek el dibujante de Tierra-X o The Winter Men comience a recibir el reconocimiento que merece…

Tras este par de números unitarios, llega el turno de disfrutar de la historia que da título al recopilatorio. Un arco argumental de cuatro entregas que, con Harris nuevamente a los lápices, entra por fin en materia y comienza a atar cabos pendientes, justo a tiempo para encarar la recta final con garantías de no dejarse nada en el tintero. Desde el punto de vista estrictamente político, Hundred parece dispuesto a emprender una reforma fiscal que implicaría un aumento de los impuestos sin precedentes… precisamente cuando los excelentes niveles de aprobación de los que disfruta llaman la atención del Gobernador del Estado, convencido de la idoneidad de quien en su día fue la Gran Máquina para asumir retos más allá de la Gran Manzana. En este contexto, surge una plaga de ratas sospechosamente virulenta, que además de recordar a anteriores enfrentamientos con Pherson, obliga a Hundred a tomar cartas en el asunto. De forma paralela, la reportera Suzanne Padilla sigue la pista de una misteriosa “caja blanca”, que parece de algún modo relacionada con Bradbury y su jefe; y por si ello fuera poco, January asume nuevas responsabilidades en el Ayuntamiento, ante la impaciencia de un Kremlin empeñado en llevar a buen término su plan.

El Mitchell Hundred de John Paul Leon, en pleno alegato político.

Como se puede deducir de las líneas anteriores, Vaughan parece llegar a la recta final de Ex Machina inspirado y con las ideas claras, planteando una de las historias más completas y trepidantes de la colección. De este modo, gestiona perfectamente los temas pendientes –vinculando el núcleo del desarrollo argumental con determinadas líneas establecidas en Ex Catedra– y resuelve buena parte de los interrogantes planteados, insinuando por dónde irán los tiros en el último arco argumental de la colección. Como suele ser habitual, Harris raya a gran nivel y pese a las pegas una y mil veces expuestas acerca de su estilo fotorreferencial –releyendo la fenomenal Starman uno no puede evitar sentir cierta nostalgia de ese trazo primerizo–, lo cierto es que redondea el resultado final creando unas cuantas páginas realmente perturbadoras y planteando variadas soluciones para las numerosas secuencias de diálogos escritas por Vaughan.

Como apuntábamos en las líneas que encabezan esta reseña, a punto está de concluir el viaje que en su edición española comenzó hace casi un lustro; y del desenlace ideado por este bien avenido equipo creativo depende el modo en que muchos lectores recordarán esta obra: si como un frustrante “quiero y no puedo” que pecó de pretenciosidad, o como un cómic tremendamente entretenido –aunque demasiado irregular–, que supo reconducir su rumbo conforme se acercaba a la línea de meta, hasta idear un final a la altura de las expectativas generadas inicialmente. Con la esperanza de que se plantee el segundo escenario, y pese a que en no pocas ocasiones han dado ganas de invertir tiempo y dinero en otros menesteres, uno no puede evitar la sensación de que echará de menos las desventuras de este atípìco e improbable superheroe metido a alcalde de una Nueva York alternativa.

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EL hermano Vudu
EL hermano Vudu
Lector
14 mayo, 2011 12:01

Prometia mucho y se ha ido desinflando. Me quedare hasta el final, pero aunque la idea base podia ser buena y las miras eran altas el guionista no ha sabido estar a la altura. Tocan temas importantes pero los dialogos no tienen el nivel acorde a la tematica quedando simplon en ocasiones. Buen dibujo en general en la serie.

Elkas
Elkas
14 mayo, 2011 13:14

La verdad es que el número «meta» a mí también me dejó un poco frío. Llegados al caso de querer hacer algo diferente o copiar algo, me quedo con las ganas de ver en esta colección un número al estilo El Ala Oeste de la Casa Blanca, donde el objetivo sea buscar la solución a un problema y se consiga a través de charlas en pasillos y reuniones en despachos.
Por lo demás, el método este de contar en flashback momentos del pasado de la Gran Máquina estaba bien al principio para darte un contexto, pero más allá del primer arco argumental solo ha servido como excusa para presentar personajes que reaparecen en el presente y poco más.
Es una colección que cogí con muchas ganas y que he disfrutado mucho por momentos, pero que en general es muy muy irregular. Seguiré hasta el final, pero para mí el principal defecto de la colección ha sido su indefinición. Se presentaba como un comic sobre un alcalde de NY con unos ligeros toques superheroicos (muy ligeros, de hecho. No olvidemos que Hundred dice bien claro al principio de la colección que ha dejado para siempre lo de ser la Gran Máquina) y ha acabado siendo una colección sobre un superhéroe que resulta que es el alcalde de NY.
Se merece el reconocimiento de intentarlo y a ratos conseguir ser lo que prometía (o lo que me imaginé que me prometían, porque a estas alturas ya no lo recuerdo) pero mirado en su conjunto la colección no ha estado a la altura. Una pena.

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14 mayo, 2011 14:43

Discrepo. Vale que a veces a Vaughan se le va un poco la pinza, (ver el susodicho número metarreferencial «mirad que guay soy: salgo en mi propio cómic y encima me pongo a parir a mí mismo»); pero cuando quiere escribe como los ángeles y es capaz de alternar las hazañas superheróicas de Hundred con los mil líos con que tiene que lidiar en su cargo, sin que chirríe demasiado. Además, si hay algo que se le da bien al de Cleveland es la creación de personajes, (lo que me he reído con Kremlin y la comisaria Angotti). En fin, que yo me lo he pasado en grande con la serie. A ver como acaba.

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14 mayo, 2011 15:16

A todo esto, ¿qué está haciendo Vaughan últimamente? Porque después del final de Ex Machina parece haber desaparecido del mapa…