Edición original: Marvel Comics – 1982
Edición España: Ediciones Forum – 1984
Guión: Bob Layton
Dibujo: Bob Layton
Entintado: Bob Layton
Color: Christie Scheele
Portada: Bob Layton
Precio: 260 pesetas (tomo en tapa blanda de 89 páginas)
A la hora de reseñar la invaluable participación de David Michelinie y Bob Layton en la franquicia del Hombre de Hierro, debo confesar que no me he cortado muchos pelos a la hora de recalcar que este dúo creativo dio el do de pecho diseñando el escenario arquetípico para las aventuras de Tony Stark y su alter ego blindado. Su llegada eclipsó el trabajo que habían hecho previamente otros autores, contrastando profundamente con la insustancialidad que impregna sus restantes aportaciones en una carrera que ya abarca un número considerable de años. Michelinie anduvo una buena temporada por las colecciones arácnidas, en los tiempos en los que un tal Todd McFarlane redefinía la imagen del trepamuros mas ¿quién podría mentar una aventura realmente memorable? El caso de Layton es todavía peor, pues de antiguo se han cargado las tintas contra la baja calidad de su dibujo y en el poco fuelle de sus guiones. En las viejas listas ochenteras de “los autores que no querrías ver en las series que sigues” don Bob solía compartir podio con ilustres nombres como los de Al Milgrom, Allan y Paul Kupperberg, Herb Trimpes, Don Heck o Don Perlin. Los juicios, tan subjetivos ellos, podían ser crueles con autores cuyo mejor momento había pasado o cuyo estilo había quedado desfasado. Pero todos ellos tuvieron su momento y sorprendieron a la parroquia con alguna obra, algún detalle de su arte en el que objetivamente destacaban (Layton, al igual que Milgrom o Paul Neary, es tan bueno a los pinceles como cuestionable a los lápices) o por sus aportaciones a un personaje. En el caso de Iron Man, hay que afirmar sin reservas que el latas cinematográfico debe el noventa por ciento de su configuración al trabajo de Michelinie y Layton. Sin embargo, don Bob también se ha prodigado con otro personaje que, de no ser por él, no hubiera pasado de ser mero comparsa o escudero del poderoso Thor: Hércules. Antes de que Roger Stern o Bob Harras le dieran papeles destacados en sus etapas al frente de los Vengadores. Antes de que Greg Pak y Fred Van Lente demostraran que el semidiós olímpico podía sostener una colección (aunque fuera al nivel de tantos ilustres personajes como el Doctor Extraño, Estela Plateada, Nick Furia o el Caballero Luna), Bob Layton contó las aventuras del príncipe del poder en unas galaxias muy, muy lejanas, tanto espacial como temporalmente.
En los comentarios a la reseña sobre La guerra de las armaduras se mencionó explícitamente el trabajo de Layton con Hércules y, para mi vergüenza, confieso que había olvidado esa participación, la cual tiene poco o nada de desdeñable. Tres series limitadas, una novela gráfica y un serial en Marvel Comics Presents se han sucedido a lo largo de treinta años, con don Bob como autor cuasi-completo (dejando aparte el color y el dibujo en la última miniserie, del año 2010, que corrió a cargo de Ron Lim, un dibujante que le ha cogido gustillo a colaborar con el veterano autor). Todas las historias narradas en estas publicaciones se han situado en un futuro distante (y alternativo) en el que Hércules ha cambiado la Tierra por la inmensidad del cosmos, pero sin modificar (al menos en principio) su carácter: juerguista, camorrista, más dado a la acción que al pensamiento, pero con buen corazón y mejores intenciones.
Layton inicia la primera historia (publicada hace casi treinta años por Forum cuando ni siquiera era Comics Forum) con la clásica excusa de expulsión y exilio temporal del Olimpo por culpa de una trapisonda de las que cabrean a papi Zeus y suponen la ruptura de alguna regla del lugar. Consciente de que en la Tierra el viejo Herc es toda una celebridad, le impone un exilio en la inmensidad del cosmos, donde su leyenda no está tan extendida y donde siempre cabrá la posibilidad de que el muchacho encuentre la horma de su sandalia. Por su condición de inmortal, el príncipe del poder sigue manteniéndose en forma y mostrando poco entendimiento y cierta predisposición al comportamiento garrulo (en la línea y estilo de la película del método Hércules en Nueva York, protagonizada por el actor de reminiscencias shakespearianas Arnold Strong). Cojan ustedes a este ceporro helénico y suéltenlo ustedes en un escenario salido de La Guerra de las Galaxias. Ahí tienen la premisa de esta miniserie que combina acción, tiros, explosiones, secuestros, romance y muchas, muchas situaciones hilarantes. Layton somete a Herc a un proceso de maduración y crecimiento, donde el barbudo llega a realizar un trabajo de dificultad comparable a los doce mitológicos que se le asignaron: usar la cabeza para algo más que dar morradas. Memorable clímax el de su enfrentamiento con Galactus por la salvación de un planeta, después de una carrera espacial con cuadriga, unas cuantas confusiones basadas en el juicio por aspecto exterior y la adición, en el papel de sufrido cronista, de un registrador rigeliano cuyo estoicismo será el perfecto contrapeso para la exuberancia del viejo Heracles.
Prince of Power fue la primera aproximación de Layton como autor completo al personaje y, aunque es un recital de todas las carencias del profesional, es indudable que el balance es positivo: la serie es entretenida, divertida y amena, y aunque el concepto de “vamos a soltar al pulpo en el garaje” no era nuevo (y seguiría siendo utilizado en todos los campos del entretenimiento) aquí se utilizó con bastante habilidad. Bien es cierto que en aquellos tiempos (y en buena parte de éstos) Herc era un personaje con desarrollo nulo que, parafraseando al doctor Pérez Osorio, apenas llegaba a una personalidad. Bien es cierto que el cosmos “laytoniano” era un cruce entre bestiario de Starlin y saqueo de taberna de Mos Eisley… pero pese a todo ello la miniserie sigue siendo un buen divertimento para leer una tarde de verano, recordando aquellos días en los que una colección como Extra superhéroes era una grata novedad y las series limitadas contaban auténticas historias memorables.
«el actor de reminiscencias shakespearianas Arnold Strong»
Seguramente por esas resminiscencias llegó a gobernador de california el «Strong» ese…
Qué recuerdos! Aprovechando que lo tengo aquí al lado, lo he vuelto a hojear, y sigue siendo bueno. No sé por qué le tienen/tenían tanta manía a Layton, no era ni de lejos tan irritante como Milgron o Trimpes. Y la historia es un divertimento, como lo eran antes los comics: planteamiento, nudo, desenlace en cada número, construyendo algo más en el conjunto de la colección. Ahora solo se piensa en el paperback.
Y el duo Hercules-Registrador es excelente, en efecto
estooo, sobre esa lista de «autores que no quieres ver en tal ytal, y tal»…..¿Paul Kupperberg no era guionista? porque yo pensaba que era una lista exclusiva de dibujantes.
Y que conste que a mi como guionista, Kupperberg no me parecia tan malo, pero claro, le tocó estar de la DC Post Crisis en Tierras Infinitas, que contaba con guionistas como Byrne, Giffen y De Matteis, George Perez, Wolfman, Ostrander, Grant Morrison, etc….. y encima le dieron La Patrulla Condenada mientras que a otros les daban La Liga, Superman, Los Titanes,……así que el hombre quedó un poco deslucido.
Yo no he leído estas miniseries de Hércules, pero siempre he oído hablar de ellas como un «clásico menor», es decir, un trabajo simpático y bien hecho que en este caso tiene, además, el mérito de haber iniciado el tono socarrón y burlesco que años después marcara época. No me importaría una reedición de las dos primeras (por favor, en un formato que no sea el marvel gold, con ese asqueroso papel que no pega ni con cola con el color de los 80).
En el hilo que hablamos de Layton se dijo (lo dije yo, en concreto) que es también responsable de un clásico menor que creo entronca con estas miniseries en espíritu y forma; el fill in de Thor vs Hércules colado en medio de la etapa Simonson. Efectivamente, como me corrigieron, el guión de esa historia la firma BOB HARRAS, pero Layton ejerce de entintador y no me extrañaría que fuese co argumentista sin acreditar. El dibujo es de Jackson Juice y por lo leído sería un complemento ideal a estas miniseries.
Y sí, los Layton, Milgron, Kupperberg, Trimpe, etc…eran autores mediocres que deslucían en comparación con los Byrne, Miller, Simonson, etc…de la época. Pero mira, otros vendrán que bueno te harán, y al menos eran gente con oficio que sabían narrar. Incluso gente como SAL BUSCEMA ha pasado de ese grupo de indeseables a ser un autor hoy en día valorado. Personalmente, me quedo antes con Milgron que con cualquier ilustrador de pin ups con dientes apretados de los 90.
yo fui una de los que defendió esta miniserie en el artículo de Iron Man. Es un tebeo entretenido y bien hecho que en su época me pareció divertido pero, no creo que esto sea reeditado nunca la verdad. Sinceramente, ni el personaje tiene demasiado tirón, ni el autor lo tiene, ni es tan buena para ello. Eso sí, dentro de la producción de Layton está entre lo más destacado.
Que pena que los Vengadores ya no cuenten con el en sus filas. Lo que estos personajes necesitan cuando tienen series propias es un buen reparto de secundarios para que la cosa no se quede en una aventura sin trascendencia.
Nunca olvidaré: ¡La risa de Galactus!. HA HA HA…