Uno no sabe apreciar lo que tiene hasta que lo pierde. Se acostumbra, se acomoda, parece que siempre estará ahí pero un día, de golpe y porrazo, desaparece. Entonces es cuando comienzan las sensaciones de frustración y arrepentimiento por no haberlo valorado en su justa medida. De esta guisa se tuvo que sentir nuestro protagonista, el Doctor Extraño, cuando en pleno siglo XXI fue despojado de algo que parecía consustancial al personaje; no solo el título de Hechicero Supremo, cedido en tiempos ya demasiado lejanos por su maestro el Anciano, sino también gran parte de su magia. El manto principal había recaído sobre el Hermano Vudú y su poder había quedado reducido a la mínima expresión. Lo que podía suponer toda una revolución para nuestro doctor pasó sin pena ni gloria pues la estrella de Extraño hacía largo tiempo que lucía a medio gas en la editorial. Era parte de los distintos eventos y crossovers, sí; apariciones estelares más o menos frecuentes, también. Pero estos datos no enmascaran que Stephen Strange llevaba sin contar con serie propia desde los años 90. Algún acercamiento puntual de J.M. Strazcynski o Brian K. Vaughan, pero sin visos de continuidad. Así que a la altura de 2010 el editor Tom Brevoort piensa que sería interesante explorar ese estatus de hechicero con poderes mermados y acude a Mark Waid para desarrollarlo en una mini serie. Con semejante propósito acometemos esta entrada ya que vamos a recordar lo que dio de sí la obra con motivo de la celebración del día especial de Emma Ríos (en su tiempo tuvimos cumplida reseña de la misma, a cargo de Luis Javier Capote y la pueden consultar aquí). Es el mismo editor el que propone a la artista española para colaborar con Waid, dos creadores nada extraños puesto que habían trabajado previamente en la mini Hexed: La marca de Lucifer, publicada por Boom! Studios, actuando Waid en calidad de Editor Jefe.
Las bases estaban claras, un hechicero con su potencial reducido al mínimo pero consciente de todos los peligros mágicos que circulan a su alrededor. Lo más normal sería buscarse un ayudante, el típico sidekick tan habitual de la narrativa superheroica. Realmente, lo “normal” no es que sea un término aplicable a las aventuras de Stephen Strange, por lo que esa ayudante le vendrá de manera casual, como por arte de magia, si permiten el chascarrillo. Casey Kinmont es una jovenzuela con las preocupaciones de la edad, atada eso sí a ciertas obligaciones para con su abuelo, responsable de un equipo de baseball. Es en el estadio del equipo donde se encuentra con un pintoresco doctor al que enseguida reconocemos como Extraño. Stephen, con los escasos rudimentos de magia que le quedan, le enseña a la muchacha que existe un plano donde los demonios interactúan con los humanos y necesitará de su ayuda ante los tratos de su abuelo con el mundo del ocultismo. Tras finiquitar la aventura, el misterioso mago desaparece de la vida de la adolescente pero no los sugerentes dones facilitados, por lo que la vida de Casey va a dar un vuelco trascendental. Seremos testigos de sus avances con la magia mientras que Extraño tiene que reaparecer ante los problemas que sin duda va a generar sus recién hallados poderes en otros planos de la existencia. Y es que no todos tienen tan claro aquello de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. El Doctor Extraño debe asumir su tutela justo a tiempo para embarcarse en una aventura de corte mágico, un enfrentamiento entre demonios, en el que el nigromante y la inexperta hechicera verán puesta en tela de juicio, no solo sus vidas, sino el mismo concepto de la magia en sí. Difícil papeleta para un Hechicero Supremo venido a menos y un simple aprendiz de mago.
Que se puede decir a estas alturas de Mark Waid, uno de los grandes guionistas del maisntream norteamericano. Alabado no solo por su estupendo trabajo en series legendarias como Capitán América, Flash o Justice League of America, sino por redefinir de manera exitosa a personajes de forma reciente, ya sea en pequeños one shot, como el dedicado a Hank Pym tras la Era de Ultrón, o de forma más trabajada como en la multipremiada serie de Daredevil. En todos esos proyectos se aprecia un gusto por conocer las raíces del protagonista, entender su idiosincrasia y su continuidad, para que, sin necesidad de un atarse a la misma, poder mirar hacia el futuro. En este caso tenía una oportunidad de oro para realizar una obra la altura del Doctor Extraño y no se puede decir que el resultado estuviese del todo ajustado a lo esperado. Es cierto que estos cuatro números de los que consta la mini serie se antojan un poco cortos para la cantidad de tramas que pretende desarrollar pero ya hemos dejado patente que al bueno de Mark le sobran páginas cuando está entonado. Waid encara la obra con el Doctor Strange más humano hasta la fecha, aspecto que queda remarcado por la inclusión de su nueva sidekick, enfatizando unos vínculos muy sugerentes entre ambos. Por momentos, incluso el protagonismo principal parece recaer sobre la joven Casey, un personaje del que nunca más se supo. El Strange de Waid es un tipo despojado de su aura de gravedad, un personaje desenfadado y gris al mismo tiempo, pero siempre consciente de su lugar en el mundo, a pesar de saber a ciencia cierta de que nadie lo va a reclamar como Hechicero Supremo. Una visión muy alejada de lo que tenemos en mente para el doctor y del todo interesante si se hubiera abordado en su totalidad pero que parece pasar a un segundo plano ante el protagonismo de su acompañante femenina. Un final abierto y una cierta descompensación entre los episodios (de momento muy ligeros; de repente trascendentes) son los mayores debes aplicados a un guion que da la sensación de estar escrito, en su mayor parte, en piloto automático.
De mucho más acertado podríamos catalogar el trabajo de la artista. Emma Ríos aporta un diseño bastante cercano al llamado “amerimanga”, dotando de una personalidad muy marcada a los dos protagonistas principales. Con Casey tenía un tablero en blanco donde desarrollar las características gráficas de la nueva sidekick de Extraño, predominando un look natural bastante actual. Con el Doctor tuvo la agudeza de darle un toque atractivo, bastante innovador, y buscando acercar sus gestos y actitudes al común de los mortales. Ya no estamos ante el todopoderoso Doctor Extraño sino ante Stephen, un mago que intenta buscar su lugar en el mundo. Su narrativa ágil y versátil nos va llevando por toda la historia hasta llegar a su clímax final, donde la propia autora reconoce haberse acercado al Gene Colan más psicodélico, aquel que gustaba de difuminar líneas y descomponer paneles en una de las épocas más recordadas del Hechicero Supremo. El tratamiento de color corre a cargo de Christina Strain y Val Staples, cuyo mayor objetivo era acercarse a la psicodelia sesentera, tal y como la buena de Emma había dejado patente en sus planchas. Coloridos demonios, brillantes dimensiones siempre han acompañado a Extraño y esta vez no iba a ser una excepción.Las portadas de la serie están realizadas por el artista Tomm Coker, con un estilo bastante alejado al de Emma.
En definitiva, un tomo recomendado para todos aquellos que gusten del personaje. Entender lo que supone la pérdida de poderes y como avanzar sin quedarse estancado supone el armazón de la obra de Waid, donde el ancla para continuar es la figura de Casey. Para todos aquellos que apenas conozcan la figura del doctor les faltará una contextualización de su posición en ese momento y la historia le sabrá a poco. El lector más curtido en las aventuras y desventuras de Extraño sabrá apreciar un buen puñado de detalles a disfrutar, pequeños toques de un Waid que siempre consigue aportar aspectos positivos al desarrollo de los personajes que trata. Una pena que pinte más como una oportunidad perdida ante su falta de continuidad pues nuestro querido hechicero no ha tenido el espacio suficiente para brillar en este siglo. De nuevo, resaltar el magnífico trabajo de Ríos, con algunas composiciones dignas de maestros de la talla de Ditko o Colan, aunque sin renunciar a su trabajado estilo. La magia y el Doctor Extraño son así; sus historias se alejan de los gustos de la masa y sus seguidores buscan algo más que simple narrativa superheroica. Conexiones con otras dimensiones, viajes astrales, quizás acceder a comunicarse con Eternidad….
Guión - 6.5
Dibujo - 7.5
Interés - 7
7
Valoración Global
Proyecto con buenos mimbres pero que no logra encandilar. Gustará, eso sí, a todos los seguidores del buen doctor
A mi me gustaba mas esta Emma dibujando,es mas creo que este es su estilo original y la obligan a dibujar de otra manera (que tambien esta bien)
Eso es porque no te has leído la entrevista, donde dice justo lo contrario.
Aunque esta primera época es todavía una etapa de desarrollo, es ver el detalle de los lápices que se muestran al final del tomo como extras y quedarte con la boca abierta. También hay que decir que su evolución ha sido brutal, no hay más que ver el portentoso arte de Pretty Deadly
Gracias por la reseña, Arturo!
Buff! Precisamente la semana pasada vi este tomo en casa, y ni me acordaba de haberlo comprado, y mucho menos de qué iba o qué tal el dibujo.
Creo que tendré que recuperarlo, aunque está claro que no tuvo un impacto nada positivo en mi cuando lo compre hace años…
Gracias Igverni!!
Lo cierto es que al leer la magnífica entrevista de Pedro hay muchas cosas que comprendo mejor de esta serie. No sabía que se pensó como regular y de ahí lo descompensado de algunas tramas. Hay que admitir que se disfruta más si conoces al personaje. Si no conoces el contexto ni las aventuras previas de Extraño no es muy recomendable. Hay series mejores como el Juramento. Pero hay buenos detalles que me indican que con un poco de tiempo este equipo creativo hubiera creado una buena temporada con el mago. Yo lo firmaba ahora mismo, sustituyendo a los actuales 😉
El dibujo de Emma Ríios a mi me encanta, me recuerda al manga a mí también, pero queda mucho mejor que muchas mezclas que han hecho, además de que conoce muy bien el medio en el que dibuja a juzgar por sus páginas. También decir que Extraño hace falta encontrar alguien que quiera escribirle, porqué como se ha dicho mucho, es una vergüenza lo desaprovechado que está, y con la de autores que se mueren de hambre, estoy seguro que no les sería difícil encontrar a alguien.