Fabulosas #3: El retorno del maharajá

 

Edición original: Fairest #14-20 USA (DC Comics/Vertigo).
Edición nacional/ España: Enero 2014 (ECC Ediciones).
Guión: Bill Willingham, Sean E. Williams.
Dibujo: Barry Kitson, Stephen Sadowski.
Entintado: Phil Jimenez, Iñaki Miranda, Dan Green, Andrew Pepoy, Christian Alamy, José Marzán.
Color: Andrew Dalhouse.
Formato: Rústica. 152 págs.
Precio: 14.50€.

 

Fabulosas, la serie hermana menor de la decana Fábulas, sigue su andadura con un nuevo arco argumental donde el protagonismo no recae sobre una de las fábulas femeninas habituales sino sobre un viejo personaje al que se creía bien muerto. Una historia llena de aventura, romance y honor ambientada en el exótico mundo de Hindu, hogar de fábulas como Mowgli o Shere Khan. Escribe Sean E. Williams (Artful Daggers) y Stephen Sadowski (JSA) se encarga del dibujo.

A lo largo de más de diez años de publicación, Bill Willingham ha ido narrando en la serie Fábulas las vicisitudes de un grupo de personajes salidos de los cuentos populares que habitan en el «mundo real» y ha construido una gran historia río en la que se han ido desarrollando grandes acontecimientos a la par que veíamos evolucionar a los personajes como consecuencia de lo que debían afrontar en los diferentes conflictos que se iban sucediendo en la serie. Precisamente la evolución de los personajes y el carácter permanente de los cambios que estos experimentan es uno de los puntos fuertes de la serie y un rasgo distintivo respecto a otras series longevas del cómic USA en las que los cambios de statu quo ocurren cada cierto tiempo para acabar volviendo a los orígenes de los personajes como si nada hubiera pasado. En Fábulas los cambios permanecen y los personajes muertos no vuelven de la tumba y eso que a su creador no le ha temblado el pulso a la hora de acabar con algunos personajes importantes de la serie como el Chico Azul, fallecido durante la Gran Guerra. Con El Retorno del Maharajá, arco argumental de Fabulosas recogido en este tomo, se rompe con esta premisa y Sean E. Williams, con la supervisión del propio Willingham, resucita a uno de los personajes importantes que llevaba bastante tiempo muerto en lo que puede ser una muestra del agotamiento que está sufriendo la serie.

El siguiente resumen del argumento del tomo se podría considerar un spoiler para aquellos que no sepan quién es el personaje resucitado, aunque ni la propia ECC se ha preocupado de ocultarlo en la sinopsis que ofrecen del tomo así que yo tampoco lo haré, aunque avisados quedan los lectores más escrupulosos.

La historia nos presenta a Nalayani, la aguerrida defensora de una aldea del mundo de Hindu, que debe hacer frente sola a los peligros que acechan a su pueblo ante la falta de hombre, fallecidos durante la guerra contra el Emperador. Para conseguir ayuda para su pueblo decide visitar al nuevo Maharajá del reino, que no es otro que el Príncipe Encantador, que llego a este mundo después de sacrificarse durante la Gran Guerra contra el Emperador para sellar los portales que permitían a los ejércitos de éste viajar entre los diferentes mundos de las fábulas. La belleza de Nalayani cautiva al Maharajá que se ofrece a ayudarla y decide encabezar una misión de auxilio. La aparición del antiguo Maharajá, acompañado de una sanguinaria manada de cuones, hará que el Príncipe y Nalayani acaben separados del resto de la expedición y deban luchar por su vida contra cocodrilos gigantes, arenas movedizas y maleficios mortales. Juntos deberán sobrevivir para salvar la aldea de Nalayani y recuperar el trono, pero en el proceso, el Príncipe Encantador experimentará algo nuevo para él, amor verdadero por una mujer que no le corresponde.

Dejando de lado la resurrección del Príncipe Encantador, estamos ante un arco argumental que mantiene bastante bien el nivel de calidad de la serie, dando protagonismo a una fábula femenina, aunque sea una de nueva creación, y desarrollando el personaje con atención y acierto. Quizás la trama creada por Williams sea demasiado endeble para extenderla durante seis números (los que abarca el arco argumental) pero en cambio la interacción entre los personajes protagonistas está muy bien trabajada así como el tratamiento de algunos secundarios. El escenario escogido para ambientar la historia también resulta interesante ya que permite seguir explorando nuevos mundos de fábulas, aunque el escritor podría haber sacado un poco más de partido al rico folklore hindú en lugar de hacer tantas referencias al consabido Libro de la Selva.

La resurrección del Príncipe Encantador, la gran aportación de este arco argumental, está justificada de la forma habitual. En realidad el personaje no murió (nunca se encontró el cuerpo) y fue a parar a otro mundo, donde nadie le conocía y donde pudo recuperarse de sus terribles heridas gracias al hecho de ser una de las fábulas más populares. Sin duda es un recurso manido aunque coherente dentro de la serie y parece que tampoco es un suceso gratuito ya que Bill Willingham tiene planes para el personaje en la serie principal. El problema de esta resurrección está en el hecho que he comentado un poco más arriba y es que supone una traición al espíritu de la serie. La muerte del Príncipe Encantador fue uno de los puntos culminantes del arco argumental La Gran Guerra (Fables #70–75 USA) que cerraba la primera gran historia de la colección. Fue un sacrificio que permitió derrotar al Emperador y que le dio un gran final al personaje, uno de los más importantes de la serie hasta el momento. Sin duda fue un gran golpe de efecto de Willingham que ahora pierde parte de valor al traer de vuelta de la muerte al personaje como si de un superhéroe cualquiera se tratara.

El apartado gráfico corre a cargo de Stephen Sadowski, quizás el artista más flojo de cuantos han pasado por la serie, ya que su trabajo, aunque correcto, no luce tanto como el de Phil Jiménez o Iñaki Miranda, encargados de los dos primeros arcos argumentales de la serie. Su estilo recuerda al del propio Jiménez aunque carece del detallismo y preciosismo de éste. Salvo por algunas páginas bastante logradas su trabajo resulta demasiado convencional, algo a lo que tampoco ayuda el baile de entintandores que impiden que el acabado del dibujo sea uniforme a lo largo de todo el arco argumental. También llama la atención el hecho que teniendo a Phil Jiménez como entintador no se le haya encargado a él el dibujo de esta historia, ya que a buen seguro el resultado final hubiera sido más satisfactorio.

El carácter definitivo de las muertes en esta serie le confería a la obra un carácter especial que se pierde con la decisión de resucitar a uno de lo personajes principales y que es, a mi parecer, síntoma del agotamiento de la fórmula. Esperemos que con el fin de la serie ya anunciado para el 2015, Willingham y compañía con caigan en la tentación de deshacer la gran labor que han realizado a lo largo de todos estos años y sean capaces de ofrecer un gran final a la altura de la serie.