Se puede decir sin miedo a exagerar que el manga tal y como lo conocemos no existiría sin la figura de Yoshihiro Tatsumi. Y a pesar de ello, su nombre sigue siendo en buena parte desconocido por muchos aficionados al manga. Es una pena que tenga que ser con la noticia de su muerte a los 79 años, después de una larga lucha contra el cáncer, que ahora aparezca en cabeceras de las webs especializadas de medio mundo, cuando antes apenas ha merecido unas líneas, la mayoría de sus obras se venden ahora como saldos, y su autobiografía parece que la han leído más los lectores ajenos al manga que el otaku medio. Probablemente muchos ni siquiera saben que fue de los primeros autores de manga que se publicaron en el Estado Español, incluso antes de Dragon Ball.
Quizás nuestro tono es algo beligerante, pero es que la figura de Yoshihiro Tatsumi debe ser reivindicada, y aquí no lo ha sido lo suficiente (de hecho, ni siquiera en Japón). Fue él quien bautizó y contribuyó como nadie a crear el “gekiga”, una corriente que surgió entre los que fueron los primeros lectores y admiradores de Osamu Tezuka, y que al hacerse mayores querían seguir leyendo tebeos, pero con temas más adultos, crudos, realistas, incluyendo sexo y violencia. Sus andaduras como mangaka empezaron en los años cincuenta, y si bien se estrenó con historias cortas, humorísticas e infantiles, al poco tiempo empezó a desarrollar ese nuevo estilo de manga que no era manga (palabra que aún tenía esas connotaciones de obra humorística e infantil). Nunca tuvo el éxito comercial de otros de sus contemporáneos, pero muchos reconocerían la influencia que tuvo a la hora de hacer evolucionar la historieta japonesa. De hecho, uno de sus compañeros de fatigas era Takao Saito, creador de Golgo 13, uno de los primeros mangas considerados “seinen”, una etiqueta ahora bien conocida, y que se podría considerar la evolución comercial del gekiga. Gracias a pioneros como Tatsumi, los lectores de manga pudieron hacerse mayores sin dejar atrás la viñeta, y gracias a ello surgieron nuevos géneros, así que de algún modo este mangaka tuvo algo que ver con la variedad de géneros y estilos que existen hoy en día en el cómic japonés (podéis verle en una entrevista realizada por Marc Bernabé aquí).
Como decíamos, su éxito comercial en Japón fue relativo, y probablemente se ha reconocido más su talento a nivel internacional que doméstico. De hecho, como ya hemos apuntado, Yoshihiro Tatsumi fue uno de los primeros mangaka en ser publicados en español, concretamente el segundo, después de la biografía de Mao Tse Tung de Fujiko Fujio. En esa época la palabra “manga” aún no servía para hablar de tebeos, y fue la revista El Víbora la que en 1980 publicó una de sus historias cortas. En 1984 la revista reincide, y en el número 58 le dan la portada a la cruda historia de Hiroshima, para poco después publicar el álbum “Qué triste es la vida y otras historias”, que reunía un puñado de relatos cortos donde se mostraba al Tatsumi que más conocemos, el de las historias sórdidas, de bajos fondos, de sexo, lujuria y personajes perdedores, deprimentes. Pero parece que la llegada de Dragon Ball y el boom del manga de los noventa hizo que nos olvidáramos de que antes ya habíamos podido leer cómic japonés, y no fue hasta 20 años después que Tatsumi volvía a publicarse aquí. Fueron varios álbumes a la vez, Infierno (la historia de Hiroshima) y Goodbye por parte de La Cúpula, y La Gran Revelación y Venga, saca las joyas que editó Ponent Mon. Un par de años después La Cúpula insistiría con “Mujeres”, y fue en 2009, con la edición de los dos tomos de Una vida errante por parte de Astiberri, que Yoshihiro Tatsumi se dió a conocer de verdad en el mercado de la novela gráfica, y más tímidamente entre los lectores de manga (podéis leer una amplísima reseña aquí). Y no es para menos, ya que esta obra, escrita a lo largo de 11 años, no solo es un estupendo retrato del Japón de la posguerra, sino también un entrañable testimonio de como evolucionó el manga a lo largo de varias décadas, desde la revolución que supuso Tezuka hasta la creación y declive del gekiga. La obra acabó siendo adaptada como película de animación en 2011, donde se mezclaban los apuntes autobiográficos de Tatsumi con algunas de las historias que contó en sus mangas.
Quizás no fuera un virtuoso del dibujo, y seguramente no es un autor que pueda gustar a todo el mundo por el tipo de historias que cuenta, pero su aportación a la historia y evolución del manga es enorme. Nombres como Tezuka o Ishinomori seguirán siendo los más populares y los más estudiados, pero ningún aficionado al manga debería olvidar el nombre de Yoshihiro Tatsumi, y cualquiera que se tome en serio la historia japonesa debería acercarse alguna vez a su figura. Descanse en paz, maestro.
DEP su legado queda con nosotros