Fantasmas Volumen Uno: Hurto Hechizado

 

Edición original: Ghosted Vol. 1 Haunted Heist Nº 1-5 USA (Image Comics / Skybound Entertainment, 2013).
Edición nacional/ España: Planeta Cómic (2015).
Guión: Joshua Williamson.
Dibujo: Goran Sudzuka.
Color: Miroslav Mrva.
Formato: Tomo rústica de 136 páginas.
Precio: 15,95€.

 

Las casas encantadas entran dentro de ese tipo de fenómenos paranormales que forman parte de un sistema de creencias humanas, embriagado por las leyendas populares y acontecimientos extraordinarios, en algunos casos incluso históricos, no adscritas propiamente a ninguna religión ni cultura pero presente en todas las sociedades conocidas. Los espíritus, fantasmas y demonios son responsables en ellas de innumerables asesinatos, suicidios y muertes misteriosas, entidades que atormentan a los propietarios de antiguas mansiones y viviendas de perfil siniestro e historia truculenta haciéndoles vivir un infierno en vida. No es difícil reconocer una casa encantada, su fama les precede, tienen una personalidad muy marcada, con una historia que exuda por sus paredes y le hace desprender una energía muy particular que no pasa desapercibida, un motivo que les ha llevado a convertirse en personajes principales de multitud de relatos, cuentos e historias de terror en la vida real, y también en la ficción, en todos los medios cultivados por el ser humano. También hay algo social en estos mitos, no por casualidad muchas de las casas encantadas más renombradas eran haciendas, mansiones o casas solariegas, pertenecientes a pequeños terratenientes, familias nobles europeas y esclavistas del Nuevo Mundo, legendarios por su crueldad para con sus siervos.

En definitiva, historias que nos previenen del poder, por su capacidad para corromper el alma humana, y de nuestra predisposición a hacer el mal que puede perpetuarse más allá de la muerte, edificando pesadillas para los mortales. En esto ha estado ocupado también Robert Kirkman en la última década, en edificar pesadillas, no solo con su trabajo en ese superventas llamado The Walking Dead, o en la más reciente Outcast (Paria), sino también por su labor de editor y padrino en el sello Skybound Entertainment de Image Comics en el cual ha acogido los delirios de Brandon Seifert y Lukas Ketner en Witch Doctor, o la presente Fantasmas, una serie de robos sobrenaturales concebida por el guionista Joshua Williamson y el dibujante croata Goran Sudzuka cuyo primer arco argumental se sitúa en el terreno de las casas encantadas. La historia está protagonizada por Jackson T. Winters, un genio criminal que el excéntrico Marcus Schrecken, coleccionista de artefactos sobrenaturales, rescata de la cárcel para que le ayude a conseguir una pieza muy especial para su colección personal que se encuentra en la maldita mansión Trask: un fantasma. Para lograr dicha hazaña Jackson T. Winters contará con la ayuda de un ecléctico grupo de compañeros y Anderson Lee, la guardaespaldas personal de Marcus Schrecken.

La cabecera, «mezcla de historia de crímenes y de terror», con referentes cinematográficos como Ocean´s Eleven y El Resplandor, parte de un concepto interesante y con muchas posibilidades pero, por desgracia, acaba parasitada por los tópicos y por la debilidad de un relato que no logra atraparnos ni por sus giros de guion ni por el carisma y la fuerza de sus personajes. La impresión que queda después de leer los primeros números de la obra de Joshua Williamson es la que suele dejar una mala película terror en la que todo resulta demasiado aleatorio, improvisado y con las costuras poco trabajadas, introduciendo elementos y personajes que no suponen un valor añadido a la trama, ni tan siquiera son una buena carnaza, porque más allá de la vuelta de tuerca final sus responsables no parecían tener muy claros los derroteros y detalles de su historia. El protagonista principal de Fantasmas expone muy bien todo esto, un personaje cuya genialidad parece un acto de fe pues no la podemos palpar por nosotros mismos, en cambio tenemos a un sosias de Don Draper que deambula por la trama sin hacer ni aportar gran cosa, soltando coñas rancias y presumiendo de filosofía desprendida y egoísta y una actitud falsa e impostada.

La relación con el resto del reparto, y la que estos mantienen entre ellos, nunca fluye, no ofrece síntomas de naturalidad, cosa normal si se tiene en cuenta que la mayoría de ellos no tiene tampoco un papel claro, simplemente cumplen las exigencias del guion y, pese a sus credenciales como magos, exorcistas, «detectores humanos de patrañas», cazafantasmas televisivos o médiums, su participación en los acontecimientos se reduce a largos paseos por la mansión encantada de la historia y conversaciones trilladas entorno a lo sobrenatural. Lo que propone Joshua Williamson en Fantasmas parece la otra cara de la moneda de su superior Muerdeuñas, una obra con sus defectos pero en la que se nota un mayor cuidado y un horizonte a perseguir en el camino, engañosa y efectista pero consciente y segura de serlo. No se puede negar que la lectura del primer tomo recopilatorio de esta cabecera, publicada por Planeta Cómic en nuestro país, resulta ágil y rápida, incluso fresca, tanto como puede llegar a serlo la serie B, pero para una serie de personajes, como se vende su relato, se queda muy corta, su estructura y sus pilares se muestran endebles y no acaban de saber realzar las supuestas virtudes de la obra.

El apartado gráfico, cuyo principal responsable es el mencionado Goran Sudzuka, también queda contaminado por esta sensación. El dibujo demuestra maneras, sobre todo en las escenas clave, en algunas splash pages y sorpresas de la trama, en las que se nota que los lápices de este autor se sienten más libres y han tenido mayor espacio para dejar volar la algo encorsetada imaginación de su compañero. Pero en el grueso de su trabajo Goran Sudzuka se ve afectado por la falta de ambición de un guionista que le hace perder el tiempo con una narración poco llamativa y bastante dada al convencionalismo. En ese sentido, el aspecto visual de Fantasmas, al que el colorista Miroslav Mrva intenta aportar algo de fondo, sale bastante bien librado teniendo en cuenta las circunstancias y a pesar de no logra hacer suya la obra. La desgana generalizada se palpa también en las portadas de Sean Phillips para la colección, a años luz de la sobriedad y elegancia de sus colaboraciones con Ed Brubaker, logrando el italiano Matteo Scalera ganarle la partida con su simbólica portada para el presente recopilatorio. En resumen, una obra mediocre, carente de matices jugosos que nos hagan sentir ese erizar de la piel al pisar terreno prohibido y deambular por los oscuros pasillos de su casa encantada.