Edición original: Fell#1-8 (Image, 2006).
Edición nacional/ España: Fell vol1 Ciudad Salvaje (Norma Editorial, 2008).
Guión: Warren Ellis.
Dibujo y Color: Ben Templesmith.
Formato: Tomo.
Precio: 15€.
Parece el sino de los tiempos que los tebeos cuentan hoy en día mucho menos que antaño, lo que se ha dado en llamar la “narración descomprimida”, que -como el lenguaje televisivo- pretende convencernos de que cualquier mohín de nuestro personaje favorito es relevante y nos quiere hacer comulgar con las ruedas de molino de su incapacidad para la elipsis y su infinita gama de sugerencias. Que ese es el quid de la cuestión y no que las viñetas sean más grandes o más chicas. Es cierto que en un tebeo medio de los ’60 y ’70 había alrededor de nueve viñetas por página y hoy día se han reducido a cinco o seis, pero ese es sólo parte del problema. A fin de cuentas, John Buscema trabajó toda su vida con la cuadrícula de seis viñetas por página (incluso menos) y nadie le acusó jamás de narración descomprimida. Pero no nos vayamos por las ramas. Decía del lamento de que, en las circunstancias actuales, hay que esperar al recopilatorio, con un estándar de seis capítulos, para saber si una serie merece la pena. Como si el contar una historia en 20 páginas fuera un arte definitivamente perdido y no (como es en realidad) arteramente escondido. Porque se puede narrar una historia estupenda, con su principio, su nudo y su desenlace en unas exiguas 16 páginas y dejar en evidencia a los tahúres. Fell lo hace.
Fell es creación de Warren Ellis y Ben Templesmith. Aparentemente, se adscribe al género negro, con su detective de homicidios, su ciudad corrupta y sus personajes entre lo aberrante y lo patético. Sin embargo, esta misma descripción ya les habrá puesto sobre la pista a los más versados. Fell juega con el policial como estilo y no como argumento. El verdadero noir se mueve en la línea entre la legalidad, la justicia y el crimen, evidentemente, pero alcanza sus cimas más altas en el retrato de individuos al límite, en la descripción de sus propios códigos de honor, dictados por la supervivencia y, de rebote, ofrece la crítica social derivada del espejo distorsionado, de cuestionar la rectitud de los poderes públicos y la maldad intrínseca del criminal en el infinito campo de batalla de las pasiones humanas. En Fell (como en el Sin City de Frank Miller) los recursos del género negro son el marco y no su verdadera esencia, hasta el punto de que no pocas veces podemos hacer la transición del detective Richard Fell a nuestro bastardo favorito John Constantine. A menudo las técnicas de deducción y la forma de engañar a los sospechosos le emparentan con el Patrick Jane de la serie El mentalista. Y lo de la ciudad como algo vivo, espiritualmente perversa, genéticamente concebida para ahogar toda esperanza, procede más bien del fantástico, desde la Derry de Stephen King (It), que bebía de esas ignotas poblaciones medio soñadas de Lovecraft, a la Gotham de Snyder y Capullo (Batman). Sam Spade o Philip Marlowe, por el contrario, discurrían en entornos mucho menos espectrales. Snowtown -y en ello hay que darle crédito al ilustrador, Ben Templesmith– es un asfixiante extrarradio de seres confusos y medio deformes, más malvados que corruptos. Hasta esas pintadas que buscan protección mágica (uno de los leit motivs de la serie) parecen anunciar su parentesco con ficciones como el Candyman de Clive Barker. En definitiva, un entorno más atmosférico que real, más pesadillesco que doliente.
También los casos expuestos tienen algo de ejercicio de estilo, de elaboración a partir de escabroso recorte de prensa o de anécdota referida antes que de suceso vivido en primera persona. Al contrario que Brubaker, quien siempre acerca sus personajes al lector, Ellis -no en vano influido por el Spirit de Will Eisner, como él mismo reconoce- se centra en la situación y la exprime con todos los medios a su alcance. Pese a ello, los personajes no son exactamente arquetipos. Fell es falible, como demuestra el capítulo 7, y proclive a la ira. Pero, como en todos los ejercicios de estilo, el interés radica en el dominio del medio, más que en los personajes. Y Ellis cumple sobradamente. A pesar de su fama al respecto, heredera de su apuesta por el gran espectáculo en The Authority (y habría mucho que hablar al respecto), el británico destaca por condensar mucha información en pocas páginas. La investigación concluye y las relaciones entre los personajes (los protagonistas Fell y Mayko, pero también otros policías como el Teniente Beard o el socorrido recurso humorístico de la secretaria) se van afianzando. O sea: el viaje no es en balde. Cada capítulo de Fell resulta en una gema bien extraída y tallada para nuestro deleite.
El propio Ellis nos explica su técnica en los extras del volumen. Al igual que Moore y Gibbons preparando Watchmen, pronto se dio cuenta de que si quieres contar mucho en poco espacio lo mejor es la cuadrícula 3×3, que además proporciona un ritmo de lectura muy natural. La pega es que no puedes fallar en el cronometraje: se nota enseguida. Ahí entra Eisner y lo que no es Eisner, como el interrogatorio del capítulo 5, donde una cuidada puesta en escena, basada en la modulación del plano alrededor de dos figuras, adorna las triquiñuelas psicológicas con un desperdicio humano típico de los que trata Fell. O el empleo dramático del color. Templesmith, bregado en los horrores de 30 días de noche y secuelas, lo borda con su dibujo feísta, volviendo su increíble desconocimiento de manos y dedos en rasgo de estilo (por no mencionar sus antebrazos-palillo, comunes a la mayoría de habitantes de Snowtown). Si atendemos a la línea, cabe la sospecha de que no lo dejarían publicar ni en un fanzine. Su dominio de las tonalidades, sin embargo, lo redime y lo convierte en un ilustrador expresivo, personal, más cercano al álbum europeo que al mainstream USA, por mucho que McKean popularizara un estilo similar en las portadas de The Sandman. Su aportación es única, indisociable. Los personajes le pertenecen tanto como a Ellis.
Fell vol.1. Ciudad Salvaje, reúne los ocho primeros episodios de la serie, creada en 2006. Desde entonces, sólo ha salido un número más, donde sigue sugiriendo el pasado del protagonista e insistiendo en su carácter outsider. Cuenta la leyenda que Ellis tenía escritas otro puñado de historias en su ordenador cuando este se averió y pasó a mejor vida. Esos textos se perdieron en el limbo de los cuentos no contados. Como desde entonces está a mil cosas, no se ha puesto a la tarea de recuperarlos. Y es una pena. Porque -y esto es una constante en la obra del autor- los tebeos son disfrutables individualmente, pero apuntan a una trama más amplia (el secreto de la degradación de Fell, la extraña monja con cara de presidente Nixon, etc.), que amenaza con quedar sin su debido desarrollo. En los extras finales Ellis puede jurar que no hay plan, ni estructura ni nada, pero no engaña a nadie. Fell está pidiendo a gritos un segundo volumen… y un tercero, si me apuran. ¿Qué puedo decir para convenceros? Un tebeo donde la secretaria del teniente de policía clama “Puedo hacerle cosas a los hombres que los caniches solo pueden soñar” merece ser leído sin pérdida de tiempo.
Norma Editorial publicó en 2008 el primer volumen de Fell, un cuidado tomo en tapa dura y buen papel al inmejorable precio de 15 euros, disponible a día de hoy.
Se impone una relectura. Recuerdo que cuando lo leí, hará un par de años, tuve una leve sensación de decepción por todo lo bueno que había leído acerca de la obra. Felicidades por la reseña.
Esta no la he leído, pero otra joyita en plan historias autoconclusivas de Ellis es Global Frecuency. Con cualquiera de los argumentos de cifi que se saca de la manga y agota en 24 pág otro -y a todos se nos ocurren varios- te saca un tomaco.
Ostras, pues siendo admirador de Ellis no conocía esto. Y qué jodida buena pinta, otro a wishlist, maldita sea.
¿Se sabe algo del volumen 2? ¿Existe?
Lo leí hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo. Lo que no me gusta es el dibujo del Templesmith de marras.
Por lo que parece sigue trabajando poco a poco en recuperar los guiones perdidos y ya tiene alguno acabado y a la espera de que Templesmith tenga tiempo de ir haciéndolos. Con lo que, aunque tarde, acabaremos viendo el final de la serie, cosa que no se puede decir de otra de las series perdidas en aquel disco duro como es Desolation Jones.
A mí me gusta Fell, aunque reconozco que al principio me temí que Ellis volviera a desbarrar acerca de «la ciudad» como en Transmet (que también me encanta, aunque en momentos me llega a resultar cansino). La gente está muy pasada en Snowtown, hay que reconocerlo. No obstante, me gustó más Global Frequency, me imagino que sobretodo por el dibujo, aunque cambie número a número.
No sabía que Desolation Jones tenía continuación, a ver si Ellis la recupera y la podemos leer. Y lo mismo para Fell, queda mucho por contar
A pesar de que me ha gustado casi todo lo que le he leído a Ellis (y de saber que no conocía toda su obra), estoy viendo que desconocía más de lo que me parecía a mí. Y pinta interesante. Bueno, a ver si acaba cayendo, pero antes irá otra de esas obras suyas que aún no leí: Planetary.
Y antes de que alguien me lapide; ya lo tengo en casa. El otro día me encontré el absolute (que yo daba ya por agotado y descatalogado) y me lo llevé. P’a cuando acabe con lo que estoy.
«Cuenta la leyenda que Ellis tenía escritas otro puñado de historias en su ordenador cuando este se averió y pasó a mejor vida.»
Ademas de «Fell», en el disco duro de ese ordenador tambien estaban su guiones para «Newuniversal» de Marvel, las siguientes sagas de «Desolation Jones» y «Jack Cross» de DC, los ultimos numeros de «Doktor Sleepless» (Avatar) y el guion de una novela grafica para la linea Vertigo llamada «Stealh Tribes» que iba a dibujar Colleen Doran.
La perdida de ese ordenador es una desgracia para el lector (o una excusa de Ellis para vaguear). A Dios gracias que lo guiones de «Planetary» los debia tener en un pendrive o aún estariamos esperando.
Yo tengo este FELL y siempre me ha parecido una de esas obras que por a saber qué han pasado más bien desapercibidas, pese a la calidad de la misma y el nombre de los autores implicados. A mí, desde luego, me encantó por todas las cosas que describe la reseña, especialmente por la de ser capaz de contar en 16 páginas una historia con principio, nudo y desenlace y hacerlo en los 10 episodios.
No sabía lo del ordenador de Ellis, pero la verdad es que me parece una excusa muy mala. Por mucho palo que dé, las cosas se pueden rehacer y, supongo, la mayor parte del trabajo ya está en la cabeza (la historia, determinadas situaciones, etc…). Claro que si en ese ordenador tenía obras para AVATAR, mejor que no las reconstruya, porque vaya bajón del amigo Warrem cuando pone el automático…
Pues a mí en su día me gustó bastante pero me ha hecho dudar un poco el hecho de que la tenía totalmente olvidada.
A mí también me gustó más Global Frequency, claro.
Gracias a todos por comentar.
Mr.X, Global Frequency es aún mejor, pero ya tenía una reseña espectacular de David Fernández, que puede consultarse aquí:
https://www.zonanegativa.com/?p=9666
Tiegel, para convencer a un amigo de las bondades de Ellis le dejé Planetary. Se lo leyó, le encantó y me preguntó «¿Qué más ha hecho este tío?». «Toma» -le dije- «Léete esto». Y le dejé Transmetropolitan. Desde entonces lo lee compulsivamente, dice odiarme por habérselo ocultado tanto tiempo y me envía correos firmados como Spider Jerusalem (Yo, por supuesto, le contesto como Elijah Snow). Digo esto porque me consta que, de cuando en cuando, pasa por aquí y como lea esos desprecios nos escribe media página de por qué Transmetropolitan es el mejor tebeo jamás elucubrado por cabeza alguna. ¿Verdad, Agente Sadness?
Retranqueiro, que ya estoy con la piedra en la mano… ¿Qué tal va con Planetary? 😉
New_Rodro, yo también sospecho que el tipo le pone algo de cuento al asunto, pero como no para de sacar cosas tampoco se le puede acusar de vago. Pero sí: da mucha rabia que no le ponga la guinda a obras como Desolation Jones o esta Fell.
Spirit, yo tenía la impresión contraria, a saber: que había funcionado muy bien. No me baso en nada más que en el hecho de que a la gente de mi entorno le ha gustado mucho, así que no me hagas mucho caso.
Ataúd Johnson, también yo la tenía un poco olvidada. Es lo mejor que tiene mi sección. Al no ser esclavo de la actualidad me dedico a rebuscar en mi biblioteca y… ¡no veas la de sorpresas que me llevo!
«Retranqueiro, que ya estoy con la piedra en la mano… ¿Qué tal va con Planetary? »
Pues… de momento en la pila. Acabo de terminar el Eternauta y El Hombre del Ciguri, ahora atacaré un tomo de Powers y después irá Planetary.
Javier; ignoro el funcionamiento comercial de la obra (que, como bien dices en la reseña, está bastante bien de precio, cosa rara en Norma; 15 euros por unas 180 páginas en tapa dura), decía, que ignoro el funcionamiento comercial de la obra en España, pero me da la sensación de que ha pasado más bien desapercibida. También es una sensación, no tengo más datos…pero si te fijas muchos comentaristas de este mismo hilo se sorprenden de no conocerla, pese a ser seguidores de Ellis.
Ey, a mí me gusta muuuuuucho Transmet! Lo que pasa es que hay un momento en el que se me hace un poco repetitivo el rollo de «la ciudad», aunque entiendo que es un personaje más y tal. Me pasa como con Miller con sus «viejo… viejo afortunado».
De todos modos, da igual, perdono todo lo que me haya gustado menos a cambio de ese finalazo.
Hombre, Retranqueiro, si es por Oesterheld y Moebius no hay nada que perdonar, y hasta le felicito. Como sabe, sin duda, hace poco ZN publicó una estupenda(¡ejem!) reseña de El Eternauta. ¿Cuál es el veredicto, por cierto?
Spirit, pero es que esa es mi labor. 😉 Llamar la atención sobre tebeos que han pasado desapercibidos o no se han valorado en su justa medida. Mira lo que pasó con El Eternauta, que me recuerda el amigo Retranqueiro. Conocida sí que es, me parece a mí, pero unos cuantos se pasaron para confesar que aún no lo habían leído. Tal vez muchos de los admiradores de Ellis son recientes conversos y conocen The Authority, Planetary y las obras que ha ido sacando de dos o tres años hacia acá. Es una divagación como otra cualquiera, porque ni siquiera mi librero me ha dicho nada. Lo mismo tienes razón y en un par de meses nos lo encontramos en la pila de saldos. Pero no creo.
Tiegel, Ellis tiene una habilidad especial para los finales. Parte viene, claro, de proyectar la obra como un todo, pero también juega con habilidad sus cartas. Es lo que le falta a Fell. La puntilla que cierre el círculo.
«hace poco ZN publicó una estupenda(¡ejem!) reseña de El Eternauta. ¿Cuál es el veredicto, por cierto?»
Te la dejo en el hilo de dicha reseña. Aunque tampoco te esperes nada original.