Impactante. Extraño. Atípico. Son algunas de las palabras que escogería si tuviera que sintetizar las impresiones que me ha dejado el primer tomo de
El manga escrito y dibujado por Tatsuki Fujimoto recientemente editado por Norma Editorial es una de las novedades más flagrantes que nos ha dejado el mercado este otoño. Publicado en la
Bastan apenas quince páginas para descubrir que Fire Punch va mucho más allá del género adolescente, pues ofrece algo mucho más oscuro y tétrico bajo esa apariencia de poderes fantásticos que transmite su atractiva portada.
Situada en un mundo en declive repleto de nieve, hambre y locura por culpa de la poderosa Bruja del Hielo, la historia de Fire Punch nos presenta a dos hermanos, Agni y Luna, que poseen habilidades sobrenaturales conocidas como «bendiciones». Los dos hermanos tienen la capacidad de regenerar sus cuerpos, pero ahí fuera hay demasiados peligros como para creer que esta habilidad es más bien una maldición.
Voy a ser directo: canibalismo, amputaciones, tendencias sexuales depravadas, ejecuciones… el mundo en el que se mueven los protagonistas de este manga es un escenario enfermo e incómodo que merma la tranquilidad del lector. La obra de Fujimoto no tarda en romper todos los esquemas e ideas preconcebidas que uno pueda hacerse al pensar en shonen, hasta el punto de que bien podría ser un seinen de tintes alternativos.
El protagonista de Fire Punch es Agni, un joven «bendecido» que tiene la habilidad de regenerarse de manera casi inmediata (incluso más rápido que Lobezno, de los
No obstante, lo realmente sobrecogedor viene luego. Una experiencia traumática hará que Agni pierda lo que más quiere y dejará su cuerpo envuelto en unas llamas que tienen la peculiaridad de no apagarse hasta que no consumen lo que queman (como una versión exagerada del napalm). Pero nuestro protagonista se regenera de manera instantánea… Interesante ¿verdad? Nuestro héroe pasa entonces a ser un personaje en combustión y regeneración constante. Algo que dará mucho juego a los propósitos del autor. Unos planes, por cierto, bastante truculentos y por momentos enfermizos.
Pero justo ahí radica la originalidad de este manga; en lo extraño de su propuesta y lo duro de su desarrollo, que requiere mucho estómago. No es que posea imágenes «asquerosas» o excesivamente brutales, como en los manga de autores como Maruo o Shitaro Kago; tan sólo es el concepto lo que consigue impactar al lector. Eso, y que la mayoría de los personajes parecen estar mentalmente desequilibrados ante la gravedad de la situación.
Como siempre, evitaremos comentar ejemplos concretos aparecidos en este primer tomo para no lastrar la experiencia de la primera lectura, pero avisamos de que aquella persona que se acerque a esta obra debe ir con el estómago preparado. Reiteramos, no obstante, que en este sentido Fire Punch no es tan explícita o recreativa en lo gore como otras obras, pero se aleja bastante de la idea que suelen transmitir los mangas publicados por Shueisha.
En ese sentido, cuesta creer que esta obra haya sido publicada en las páginas de la Shonen Jump Plus, aunque se trate de una versión algo más adulta de la revista homónima. El espíritu alternativo está muy presente y su propuesta se aleja mucho de lo comercial. No es un título fácil ni cómodo que vaya a agradar a mucho público pero sí gustará mucho a aquellos lectores con los que logre conectar. Y es que pese a su crudeza, la lectura engancha y ofrece algo nuevo. Una virtud que siempre hay que agradecer y, como mínimo, probar.
La parte más floja de la obra viene con la parte artística. Fujimoto parece un autor algo primerizo y, aunque ha conseguido un estilo más o menos propio, en este primer tomo aún se muestra algo inseguro y poco rotundo en el dibujo. Algunos detalles en ciertas expresiones faciales, por ejemplo, no han quedado muy bien retratadas y al principio resultan extrañas. Taras, no obstante, salvables con la práctica y que en tomos posteriores quizás veamos mejoradas.
Por otro lado, también en lo artístico, Fujimoto tiene claro el funcionamiento de las viñetas y cumple con la parte compositiva de los planos, pero tiende a evitar las escenas de acción. Esto es algo que podría ser perfectamente normal si el manga no camina por ese género, pero éste no es el caso. Este primer tomo de Fire Punch carece de acción resolutiva en su dibujo, y si bien algunas escenas conseguirán sobrecoger al lector, a otras les falta dinamismo y quedan algo planas. La ilustración impera pues sobre la narrativa visual en varias escenas. Todo esto, por supuesto, no quiere decir que su dibujo sea malo (ni mucho menos) y el resultado artístico, bastante asumible, queda cerca de lo notable y encaja con la obra, sucio pero funcional.
En cuanto a la edición, nada malo que comentar. Norma Editorial cumple con su estándar para los tankobon y nos ofrece un tomo bien impreso, maquetado y diseñado. Carece de páginas a color, eso sí, aunque desconocemos si el material original las tenía. La portada es llamativa y tenemos algo más de doscientas páginas por ocho euros.
En cuanto a las conclusiones finales, aunque quedamos a la espera de más, Fire Punch sorprende e incomoda, y por eso logra captar nuestra atención. Este primer tomo termina en un punto narrativo interesante y la idea de este extraño «superhéroe» creado por Fujimoto nos resulta de lo más original. Por supuesto, el desdichado Agni no está solo y en su camino se cruzará con otros «bendecidos» que le podrán ayudar o poner trabas en el camino. Sensaciones encontradas, pero interesantes, tras esta primera lectura.
Guión - 7.7
Arte - 6.8
Interés - 7.9
7.5
Te gustará o lo odiarás, pero Fire Punch no te dejará indiferente.
Me lo apunto