Cuando los segundos cuentan
Cuando estas líneas vean la luz estaremos en uno de los días que más reuniones simultaneas de familias hay en nuestro país. Un día de reencuentros, de abrazos, de intentar recuperar esos instantes que se pierden en la lejanía, en las largas jornadas laborales, en el día a día. Y es que la Nochebuena es, sobre todo, una noche familiar que hay que atesorar y que debería repetirse más a lo largo del año. Pero las circunstancias son las que son y si solo puede ser una vez, hay que hacer que sea espacial.
¿Y porque empezamos tan familiares si de lo que vamos a halar es de Flash? Pues porque si hay algo que caracteriza a Flash es su familia, más allá de los nexos del ADN. Y en este arco argumental que nos llega este mismo mes, en un solo tomo, bajo el título de La Guerra de un Minuto, el concepto de familia es el eje central sobre el que pivota una trama que viene a sacudir los cimientos del Velocista Escarlata.
Pero antes de entrar en lo que esta historia nos ofrece, es necesario dedicarles unas líneas a ciertos asuntos relacionados con los números USA encartados en el tomo.
Los seguidores del personaje vieron como su etapa en grapa llegaba a su fin en enero de este año que nos dejará en breve. Aquel número 16 llevaba en su interior los números USA 781 y 782. En el horizonte teníamos ya la llagada de Crisis Oscura, el nuevo evento de DC que venía a poner patas arriba el Universo DC y de paso a obligar a tener que hacer encaje de bolillos editoriales a fin de poder editarlo de la mejor manera posible en nuestro país. Fruto de ello llegó las tiendas, en abril, un tomo de Flash con los números 783 al 785, continuando las andanzas de nuestro corredor favorito.
Para encontrar el siguiente número de Flash hay que dirigir la vista a otro especial de Crisis Oscura, el dedicado a los Superhijos, en el que el lector podía leer el 786 USA.
Este mismo mes se ha publicado el tomo que nos atañe, con los números 790 al 796… Sí, así es, tenemos entre manos un salto en la numeración del corredor, quedando perdidos los números 787 al 789. Y este es el motivo por el que el tomo trae a su inicio un texto en el que se informa de forma breve de lo sucedido en esas entregas a fin de dar ya paso a la Guerra de un Minuto.
Y a la conclusión de este tomo queda en el aire ver como se rescatarán los números 797 al 800 (siendo este último un especial) que cierran la etapa de Adams al frente de Flash antes de la llegada de Spurrier y Deodato a la serie. Una serie que reseñamos aquí el pasado mes de octubre.
Tras aclarar este tema y poner los datos sobre la mesa (datos que lamentamos profundamente), toca volver la vista a la historia y ver que es capaz de ofrecer el arco más ambicioso de Adams al frente de la serie.
Recuperamos la idea de la familia comentada al inicio de la reseña para adentrarnos en esta historia en la que se introduce una situación realmente novedosa, con ciertas reminiscencias a una mítica historia de la etapa de Waid en Flash, que Adams plantea como un evento global autocontenido con el que recurrir a los velocistas más relevantes del Universo DC, la mítica familia Flash.
La trama arranca poniendo al lector en situación narrado los acontecimientos que ponen en marcha que toda una civilización acabe convertida en un parasito galáctico al poder controlar y extraer energía de la propia Fuerza de la Velocidad. Un parasito muy agresivo, que destruye todo aquello por donde pasa, gracias a su capacidad para moverse tan deprisa que los mundos que ataca quedan paralizados… salvo aquellos en los que haya corredores conectados la Fuerza de la Velocidad, que están en condiciones para poder hacer frente a la amenaza al estilo inimitable de Flash y compañía.
Cuando un guionista decide transitar por la senda de disponer de un amplio elenco de personajes para contar una historia corre el riesgo de no ser capaz de encontrar la forma de dar voz a cada uno de manera natural. Un ejemplo brillante de ello fue el trabajo de Levitz al frente de su etapa en la Legión. Equilibrar es poder conjugar a múltiples personajes, definidos y muy distintos, y es algo exigente porque no va de que cada uno hable en cada viñeta general en el que salgan. El desarrollo es mucho más profundo y complejo. Adams tiene entre manos un elenco de personajes mucho más reducido que la Legión, al tiempo que desarrolla una historia mucho más autocontenida, lo que le da cierto margen a la hora de construir el entramado con el que desea jugar a este juego de escribir a toda la familia Flash. Y, sin embargo, no debemos quitarle merito puesto que sale airoso de este primer reto.
Los primeros compases de la historia son algo erráticos, faltos de ritmo, pero a media que el guionista se va adentrando en la trama, va ganando soltura y confianza para lograr equilibrar más los acontecimientos con el propio desarrollo de los personajes dentro de la misma. Así pues, va concediendo voz propia a cada uno de ellos, sin temer ceder espacio a las pequeñas conversaciones emocionales que nacen de tener que gestionar una situación de extraordinaria gravedad…
Sin embargo, aquí es donde aparece el primer problema de este arco. No se siente la gravedad de la situación por ningún lado. Y el problema subyace en el propio enemigo a vencer, La Fracción, cuya presentación se hace en el número 790 USA de Flash. Poner a toda una civilización como enemiga central de un arco argumental que pretende ser un canto del cisne y presentarlos en unas pocas páginas hace, de primeras, que la sensación de perdida sea enorme. Tal vez si Adams hubiera estado desarrollando a esta civilización multiversal a fuego lento durante los números previos al comienzo de la saga, los lectores hubieran ido pudiendo conocer más y mejor lo que significaban como amenaza, su magnitud, su poder, su peligrosidad real. Sin embargo, todo es apresurado y queda en el aire de tal forma que esa sensación de que algo grave pasa se diluye demasiado.
Con el villano o villanos, en este estado, los cimientos se tambalean y es lo que va ocurriendo a media que discurre la historia. Se ven algunas buenas ideas por parte de Adams, brillantes incluso, pero que apenas son desarrolladas, quedándose todo en la superficie y sin que se profundice en realidad en nada.
Hay un esfuerzo loable por volver la vista a Wally y a Héroes en Crisis, para acabar de poner punto final a aquella historia en la que la imagen y figura de Wally quedó extraordinariamente dañada. Un esfuerzo que parece ser el objetivo de la historia de Adams, pero que se diluye en ese fondo donde se quieren hacer muchas cosas y ninguna acaba por funcionar como debería.
A nivel gráfico la historia cuenta con una larga lista de dibujantes, siendo Roger Cruz el que lleva el peso central de la historia, con una narrativa algo confusa, donde apenas se siente esa extraordinaria velocidad de la que hablan constantemente, por lo que el conjunto queda deslucido al no estar tampoco el dibujo a la altura. Y cuando tenemos guion errático y un dibujo poco centrado, el resultado es decepcionante en su conjunto.
Nos hubiera gustado poder decir otras cosas del ansiado regreso de Flash a las tiendas patrias, pero en realidad estamos frente a un tomo inestable, que no logra asentar bien sus pretensiones y peca de objetivos demasiado elevados. Adams ha firmado una etapa interesante, pero su arco clave no ha estado a la altura de las expectativas.
Lo mejor
• Ver a la familia Flash todos juntos de nuevo.
• Las ideas que Adams usa y que esperamos sean explotadas en el futuro.
Lo peor
• Lo irregular de la propuesta.
• Los problemas de ritmo que hacen que no haya épica alguna.
Guion - 6
Dibujo - 6
Interés - 6
6
Decepción.
Un arco que despertaba un interés real y palpable y que se manifiesta como algo cargado de buenas ideas que no llegan a nada. UN arco irregular que decepciona.