El precio de la redención
«De que el mañana trae esperanza y en la esperanza hallamos redención»
Tras la larga e irregular etapa de Joshua Williamson al frente del Velocista Escarlata, llegó un periodo, corto, de transición, antes del relanzamiento de la serie tras los acontecimientos vistos en Estado Futuro. El trabajo de Williamson estuvo centrado en una obsesiva carrera por ofrecer nuevos conceptos al personaje con la intención de hacerlos perdurables en el tiempo, como herramientas con las que construir nuevas aventuras de Barry Allen. Su propósito entra en la fase de ver si el nuevo escriba de la serie, Jeremy Adams, parece más interesado por volver la vista a tiempos previos a Williamson.
ECC renumera la serie de Flash con un nuevo número uno, manteniendo la que se tenía desde Renacimiento en segundo plano, para poner sobre la mesa las primeras cuatro entregas de la serie regular y el anual correspondiente en el que Jeremy Adams resuelve su primer arco argumental.
Para su puesta de largo apuesta por hacer foco en la figura de Wally West, el pelirrojo, ex miembro de los Titanes, ex miembro de la JLE y la JLA que, desde Crisis, hasta el regreso de Barry, ejerció como Flash continuando un legado fuertemente arraigado en su persona con todo lo que implicaba. Y usa a Wally en un momento especialmente vulnerable, con más dudas que nunca, cansado de su vida, del camino que ha recorrido y por ello dispuesto a tirar la toalla por abandonar su carrera como superhéroes y centrarse en su familia. Para ello, solicita a Barry que le quite sus poderes para siempre, algo que como muchos puedes suponer es el detonante a los acontecimientos que derivaran en un primer arco argumental que busca anclarse al ya mencionado legado tan afín a los velocistas.
Las pretensiones de Adams son muchas y en particular una que desde ya tiempo lleva picando y generando debate entre los lectores y lectoras, alrededor de Wally y algunas de las decisiones editoriales que se tomaron alrededor de su figura. No es prudente adentrarse en más detalles, pero con lo dicho es más que probable que se intuya por donde van las intenciones de este primer arco.
Poner a Wally en el foco de la serie vienen a ser una maniobra muy astuta por parte de Adams. Quiere ganarse a todos aquellos que en su día crecieron con Wally, que corrieron a su lado durante 25 años y que de alguna forma han sentido que les han robado algo de aquellos días. Pero para hacerlo tiene que adentrarse en un terreno resbaladizo, pues ahí está Wally, perdido como personaje dentro del Universo DC, tras todo cuanto le ha pasado y se pudo leer en Héroes en Crisis y en Flash: Porvenir.
Las herramientas con las que juega el guionista son claras desde el primer momento, cuando Wally se ve catapultado a distintos momentos de la historia de los velocistas, para de forma fugaz, tener un vistazo del pasado, del presente y del futuro de algunos de los velocistas más representativos de DC. Un viaje que apela a los seguidores del personaje por el fuerte contenido emocional que desprende cada una de las apariciones de estos personajes en la trama.
Con estos dos factores toca afrontar el trenzarlo todo de manera que pueda tener un hilo conductor cohesionado, fuerte, coherente con lo que se ha leído previamente, al tiempo que se debe ensamblar bien con ese pasado que tanto peso tiene en la trama. La maniobra funciona y Adams, consciente de ello, sabe cuándo quitar el pie del acelerador y dejar que todo fluya a un final orgánico, reconciliador, con una enorme explosión emocional que logra, recurriendo al pasado del personaje, rescatar un sabor que se mueve entre el oportunismo y la destreza suprema. Más de un lector puede que sienta como se le encoje el corazón al terminar la lectura de estos números.
Adams no solo se centra en la figura de Wally, y concede espacio a Oliver Queen, para crear una parcela de duelo y dolor que acompaña al personaje desde que Roy Harper muriera en Héroes en Crisis. La caracterización de Adams resuena creíble, sincera, dura y pone en boca de Queen tremendas frases con las que Barry debe lidiar, al tiempo que replica con contundencia. Un duelo emocional visto desde dos ángulos muy distintos, que Adams gestiona y logra insertar con éxito. Ver a los héroes de DC manifestando sus sentimientos, más allá de las mallas, es gratificante cuando se hace de manera tan natural.
En lo gráfico la serie se nutre del trabajo de dos grandes dibujantes. Por un lado, está Brandon Peterson, que encara las escenas centradas en la figura de Barry, mientras que para dar forma al periplo de Wally se recurre al lápiz de David Lafuente. Dos dibujantes de estilos muy distintos, no solo en el trazo, sino en la propia composición de página y narrativa visual, que aprovechan las fortalezas que tienen para construir un todo cohesionado que marca el tono visual de la serie desde le primer momento.
Sin embargo, también se cuenta con el talento de otros dibujantes, como el de Kevin Maguire, Jack Herbert, Fernando Pasararin, Scott Kolins, entre otros, que aportan su arte a este periplo espacio temporal de Wally. Una forma de plasmar los cambios también en lo visual y que fortalece esa sensación de dinamismo que persigue Adams en todo momento.
La serie de Flash recibe el volantazo que necesitaba, pero se abre la gran incógnita de cómo va a ser capaz de mantener el nivel tras este arranque tan acertado. Se corre un riesgo, se notan las pretensiones de Adams, se agradecen ese paso al frente y esa falta de miedo a hacer los cambios que sean necesarios para poner todo en orden, resultando todo el conjunto una maniobra cargada de ambición. Toca esperar con ansias el siguiente número.
Lo mejor
• La ambición de lo que narra.
• Su carga emocional.
Lo peor
• La incertidumbre que despierta este arranque.
Guion - 8
Dibujo - 8
Interés - 10
8.7
El momento de volver a leer Flash.
La serie de revitaliza por completo y arranca con un poderoso arco argumental inaugural que sientas las bases de un futuro lleno de esperanza. Un ejercicio de redención que merece la pena leer.