No deberíamos olvidar jamás que una de las mayores injusticias producidas en el seno del cómic norteamericano consistió en que un genio indiscutible como Floyd Gottfredson nunca pudo firmar ninguna de las asombrosas tiras diarias que realizó durante las casi cinco décadas que duró su extraordinaria carrera. La rúbrica que aparecía en cada tira de prensa de Mickey Mouse era la de Walt Disney, jefe de la empresa y cocreador del personaje principal, que tan solo proporcionó los argumentos de los cuatro primeros meses de tiras, para que los magníficos artistas de la compañía las ilustraran con su sencillo, preciso y salvaje talento.
La segunda idea que tampoco podemos obviar es que Mickey Mouse, en formato de tiras diarias y durante cerca de tres décadas, ha sido una de las series más importantes que han existido en la historia el cómic mundial. Esta strip se ha convertido en una de las obras más admiradas y más influyentes del género, al menos durante la primera mitad del siglo XX, justo cuando el lenguaje del cómic iba consolidándose de una manera definitiva.
Vida y obra de Floyd Gottfredson
A partir de aquí la crónica de los hechos es relativamente sencilla.
Arthur Floyd Gottfredson nació en Utah en mayo de 1905 en el seno de una familia mormona. Un episodio relevante de su infancia fue que a los once años sufrió un grave accidente de caza que le lesionó permanentemente el brazo derecho, limitándole su movilidad. Este hecho le obligó a dibujar moviendo toda la extremidad ya que no podía articular adecuadamente la muñeca. Interesado en el arte del dibujo desde muy joven, tomó clases por correspondencia en la Federal Schools of Illustrating and Cartooning. A mediados de la década de los veinte del siglo pasado empezó a colaborar como dibujante varias revistas de la región y en el periódico Salt Lake City Telegram.
Sus referentes iniciales fueron algunas series y algunos pioneros del medio como Krazy Kat de George Herriman, Jerry on the job de Walter Hoban o Barney Google de Billy DeBeck. Era muy aficionado, también, a la lectura de novelas de detectives o de aventuras, sobre todo las escritas por Horatio Alger Jr.
A los veintitrés años se trasladó con su mujer y sus hijos a California, espoleado por el hecho de haber quedado segundo en un concurso nacional de dibujo. Allí, en Los Angeles, tenía las esperanzas puestas en encontrar su sitio en el potente sector de la prensa californiana, pero sus esfuerzos fueron en vano. Encontró un trabajo como proyeccionista que le duró poco ya que la sala cerró al año de empezar. Entonces, a finales de 1929, paseando por la calle Vermont, donde estaban la mayoría de distribuidoras de cine, entró por curiosidad en el local de Walt Disney Studio y el encargado le comentó que buscaban animadores. Por la tarde regresó con su carpeta de muestras, el propio Walt Disney examinó su trabajo y fue contratado al momento. Su cometido en la fábrica de animación fue el de dibujante intercalador y como ayudante de refuerzo en la incipiente daily strip que estaban preparando por encargo de la distribuidora King Features Syndicate.
La tira diaria de Mickey Mouse empezó su andadura el 13 de enero de 1930, con guiones de Walt Disney, dibujos de Ub Iwerks y el entintado de Win Smith.
El protagonista de esta tira era un ratón llamado Mickey Mouse y contaba con la participación de su compañera Minnie Mouse. Iwerks duró poco en el cometido – unas cuatro semanas – porque dejó Walt Disney Studio para montar su propia empresa de animación. Entonces la realización gráfica de Mickey Mouse recayó en Win Smith que aguantó hasta que el jefe Disney se cansó de trabajar en el guion y le propuso a Smith que le reemplazara en este cometido. El veterano dibujante se negó y de la discusión también abandonó la factoría, dejando la tira huérfana al principio de la segunda aventura. Entonces Disney le pidió al principiante Floyd Gottfredson que asegurara la continuidad de la serie durante unas semanas hasta que encontrara un substituto. El de Utah aceptó a regañadientes porque estaba cómodo en la sección de animación, pero las semanas se trocaron en meses y los meses en años, hasta que llegó el 15 de noviembre de 1975, fecha de la publicación de la última tira de Gottfredson tras cuatro décadas de labor prácticamente ininterrumpida.
Esta segunda aventura de la serie, titulada Mickey Mouse en el Valle de la Muerte empezó su publicación 01 de abril de 1930 y se prolongó hasta el 20 de septiembre.
Floyd Gottfredson dibujó su primera tira el 05 de mayo de 1930 y se consolidó como autor completo a partir del 19 del mismo mes, encargándose también del guion de la strip. Nuestro protagonista se estrenó como dibujante de Mickey Mouse el día de su vigesimoquinto aniversario.
Durante el período comprendido entre el 09 de junio al 21 de junio de 1930, Jack King, llamado a tomar las riendas de la strip, publicó su trabajo. Algo debió de fallar puesto que Gottfredson volvió a la serie definitivamente el 23 de junio de 1930 hasta el 15 de noviembre de 1975. La página dominical no salió hasta el 10 de enero de 1932 y el artista de Utah compaginó la realización de ambos formatos hasta finales de 1938 cuando dejó la sunday a otros artistas de talento.
Nuestro artista se encargó de la strip en un momento crucial. La distribuidora pedía un cambio de enfoque en la serie, no le valía el tratamiento eminentemente humorístico que le daban sus primtivos creadores. Los directivos de la King Features Syndicate buscaban incorporar un concepto novedoso y revolucionario llamado continuidad a un medio que en aquella época se caracterizaba por reproducir gags prácticamente sacados de los espectáculos de vodevil o de las primeras películas mudas. Es muy probable que la carga de trabajo que implicaba esta nueva dirección temática fuera el motivo para que el bueno de Walt se desembarazara del cometido argumental y por ende que el experimentado Smith se negara a asumirlo. Así, tras tres meses de tiras caracterizadas por un slapstick salvaje y con ambiente primitivo, a caballo entre lo rural y lo exótico, se daba comienzo a una aventura más urbana, con protagonismo compartido entre Mickey y Minnie y con una temática que unía alternativamente el terror gótico con el western más desértico.
El legado de Gottfredson
La labor de Floyd Gottfredson al frente de la strip de Mickey Mouse no sólo sentó las bases del estilo gráfico/narrativo del imperio Disney en todo el mundo y durante décadas, sino que influyó en una enorme cantidad de autores y artistas de otros ámbitos, de todos los géneros, de todas las épocas posteriores y repartidos por todo el planeta.
Gottfredson partió del trabajo de Disney, y sobre todo del de Iwerks, para desarrollar un estilo propio más adaptado a las necesidades argumentales, narrativas y artísticas de una tira diaria. Creó un tratamiento de las situaciones que combinaba el humor con la aventura, estableció una línea narrativa que unía el gag auto conclusivo con la continuidad entre tiras diarias e incluso entre aventuras consecutivas. Floyd Gottfredson hermanó lo mejor de los cortos de animación de su época, con las comic strip humorísticas de los periódicos y los relatos de aventuras de los pulps para acabar creando una serie innovadora, divertida y absolutamente adictiva.
Además, de una manera sutil pero constante, especialmente en los primeros años de strip, Gottfredson incluye diversos aspectos de temática social. Desde la condición de eterno parado del protagonista, hasta la descripción de una sociedad empobrecida, polarizada entre pobres y muy ricos. Con un enfoque entre bienintencionado y posibilista, y haciendo gala de su querencia por Horatio Alger Jr., Gotfredson convierte a Mickey Mouse en una suerte de vagabundo, representante de las clases más afectadas por la Gran Depresión, en un emprendedor que con esfuerzo y arrojo intenta revertir su precaria situación. En la siguiente década el personaje se asentará hasta convertirse en un representante del establishment más conservador durante las décadas de los cincuenta y sesenta.
A mediados de la década de los cincuenta King Features Syndicate impone un cambio radical de estilo a la serie. Temerosa de la imparable competencia televisiva da la orden de priorizar el gag diario y abandonar la aventura con continuará. Mickey Mouse vuelve a sus orígenes primitivos. Aunque Floyd Gottfredson sigue subministrando un trabajo de mucha calidad, ya nada volverá a ser lo mismo. Por el camino se ha perdido la magia de la aventura, la agitación del drama y la emoción del suspense.
Durante sus más de 45 años de trabajo en la strip, Gottfredson ha colaborado con un ingente grupo de ayudantes, guionistas y asistentes que le facilitaron la labor de subministrar la ración diaria de aventura a los periódicos subscritos a la serie. Se conocen algunos de ellos y evidentemente, como su director artístico, su trabajo nunca fue acreditado públicamente. Hacemos mención de algunos como homenaje a todos ellos.
Como guionistas, argumentistas y escritores adjuntos podemos nombrar a Ted Osborne (1934-1949), Merrill De Maris (1934-1942), Dick Shaw (1942-1943) o Bill Walsh (1943-1955). Como entintadores, y también en ocasiones como dibujantes alternativos, a Hardie Gramatky (1930), Roy Nelson (1930), Earl Duvall (1930-1931), Al Taliaferro (de 1931-1932 y de 1936-1937), Ted Thwaites (1932-1940), Bill Wright (de 1938-1943 y de 1946-1947) o Dick Moores (1943-1946), hasta que Gottfredson volvió a entintar su propio trabajo a lápiz en 1946.
Arthur Floyd Gottfredson falleció el 22 de julio de 1986, con 81 años, en su residencia familiar de La Crescenta-Montrose, en el condado de Los Angeles.
Muestras de genio
Analicemos algunas secuencias de los primeros años de la strip para entender mejor las aportaciones de Gottfredson al arte de la historieta.
Acrobacias aéreas y el zeppelín pirata
Esta escena de acción transcurre entre el 25 de mayo y el 6 de junio de 1933. En ella Mickey Mouse, que ha encontrado trabajo como piloto aeropostal, decide detener a un zeppelín pirata con el que ya ha tenido un encontronazo. Para ello se abalanza temerariamente hacia la enorme aeronave…
Se trata de una espectacular escena de acción donde el autor potencia la coreografía aérea, el impacto visual con el uso de viñetas panorámicas y donde el montaje en paralelo acentúa la emoción de la secuencia.
La salida matutina del barco ballenero
Es una sencilla escena que transcurre entre los días 21 y 23 de febrero de 1938. Mickey se ha enrolado en un barco ballenero y se dispone a zarpar por primera vez. Es muy pronto por la mañana y la salida de sol es realmente hermosa. En el barco las cosas son radicalmente distintas…
El artista de Ohio consigue transmitir toda la poética hermosura de un amanecer y las esperanzas que surgen al iniciar un nuevo proyecto. Y también expresa de manera diáfana como estos buenos presagios se esfuman cuando chocan con la cruda realidad. El uso del tramado mecánico es sobresaliente.
Primera aparición de The Phantom Blot
Abarca el período comprendido entre el 20 y el 28 de mayo de 1939. Es una tarde lluviosa y Mickey se dispone a pasarla tranquilamente en su hogar. Sin embargo recibe una llamada del comisario de policía que le requiere ayuda. Sin dudarlo decide salir de casa y tomar un taxi. Una figura oscura y misteriosa empieza a perseguirle y le acompaña hasta la comisaría sin que el intrépido ratón ni el taxista se den cuenta. En la comisaría el jefe O’Hara le enseña una carta amenazadora firmada por una enorme mancha de tinta negra…
La irrupción de lo fantástico, de lo amenazador, de un terrible antagonista se plasma de una manera sorpresiva, enigmática y sencilla. De acuerdo con las normas básicas del suspense que Gottfredson – por intuición o por dedicación – ayuda a establecer, el lector percibe la amenaza antes que los protagonistas con lo que cada acción de Mickey resulta angustiosa. Nuestro protagonista se dirige hacia la boca del lobo y nosotros no podemos hacer nada para ayudarlo.
GOTTFREDSON Y SU ÉPOCA
Y ahora pongámonos en situación con unos ejemplos de crítica comparada para entender mejor la importancia de esta obra maestra.
Cuando Floyd Gottfredson inicia su participación en la serie con la aventura titulada Carrera hacia el valle de muerte, la primera en incluir un esquema narrativo con continuidad argumental, en los cines se estrenaba el corto Fiddling Around (1930) donde un solitario Mickey Mouse interpreta varias piezas musicales al violín, es el primer corto de la Disney sin la participación de Ub Iwerks. En los periódicos, Hal Foster acaba de publicar en 1929 las primeras tiras de la adaptación de Tarzán, personaje creado por Edgar Rice Burroughs, la página dominical empezará a publicarse en marzo del 1931; faltan tres años para que Roy Crane inicie oficialmente su strip de aventuras exóticas titulada Captain Easy y las famosas Flash Gordon y Jungle Jim de Alex Raymond no empiezan su publicación hasta enero de 1934. Y finalmente en el cine se están estrenando películas aventureras como Young Eagles (1030) de William A. Wellman; The texan (1030) de John Cromwell, un western protagonizado por un joven Gary Cooper o The Furies (1930) de Alan Crosland. El Oscar fue para el film Sin novedad en el frente (1930) de Lewis Millestone.
Como podemos ver Gottfredson participa de la corriente de la aventura dramática que se ha impuesto en el cine y en la literatura popular, pero que en el arte de las viñetas y en el cine de animación todavía no se ha extendido. La strip de Mickey Mouse contribuirá decisivamente a su consolidación.
LOS SEGUIDORES DEL MAESTRO
Entre los artistas que han tenido a Gottfredson como una de sus principales referencias podemos encontrar a autores tan diversos, geniales y trascendentes como Osamu Tezuka, André Franquin, Hergé (Georges Remi), Jesús Blasco, Robert Crumb, Albert Uderzo, Edgar Pierre Jacobs, Morris (Maurice de Bevere), Romano Scarpa, Walt Kelly, Mariscal, Paul Murry, Bill Wright, Rick Griffin o Willy Vandersteen, entre muchísimos otros.
La influencia de Phantom Blot es palpable en Edgar Pierre Jacobs y su misterioso personaje bautizado como la Marca Amarilla.
Los primeros trabajos de Jesús Blasco son claramente deudores del arte de Gottfredson.
Y también los primeros de Osamu Tezuka.
Y los de Uderzo…
Los artistas del underground se fijaron mucho en las tiras de los pioneros para encontrar su estilo, en las de Gottfredson e Iwerks especialmente.
Un hermoso homenaje, elegante y lisérgico, de Wally Wood al arte de Carl Barks y Floyd Gottfredson.
Y por supuesto el hermoso homenaje del francés Régis Loisel a la serie está muy basado en la obra de Gottfredson.
Por citar a unos pocos…
Un genio sin derecho a firmar
Sobre la circunstancia de no firmar su trabajo el propio Gottfredson le resta trascendencia al hecho en una entrevista realizada por Jim Korkis en la web Mouse Planet:
“People ask me all the time if I was annoyed that I wasn’t allowed to sign my name on the strip. Not at all. That was just the tradition of the comic strip where ghosts did the work and the artist who created the strip still signed his name.
It wasn’t Walt’s fault. I know he asked King Features to let me sign my name and they told him it would dilute the thing and confuse people and make it more difficult to sell. And they were right. People wanted Walt Disney. They thought he did everything. I have no complaints or regrets”.
Suponiendo que aceptáramos esta versión, que se escuda en la tradición empresarial de los inicios del medio y que se justifica por unas supuestas demandas de los lectores y de la distribuidora, argumentos que seguramente era los que utilizaba Disney cuando Gottfredson le preguntaba por el tema, estas excusas se vienen abajo cuando el panorama cambia radicalmente, cuando las strips eran seguidas por la reputación de sus autores, a partir de los años cuarenta y aún más en la década de los sesenta, cuando se rindió definitivamente culto al artista. Además, Floyd Gottfredson no fue el único caso, recordemos por ejemplo a Carl Barks con sus comic books de Donald Duck…
La aplastante práctica empresarial y propagandística de la factoría Disney llegó incluso a autoconvencer a muchos de los autores que no debían reclamar su derecho al reconocimiento social. Seguramente las buenas condiciones laborales y la posibilidad de seguir trabajando en sus creaciones les convencieron de que no era conveniente reivindicar su autoría y los que no estaban de acuerdo ya sabían dónde se encontraba la puerta, como Ub Iwerks y como muchos otros.
Afortunadamente, tras la muerte de Disney, se empezó a reconocer la labor de estos “ghosts”, como los llamó el propio Gottfredson, y en la actualidad se publican las obras con el verdadero nombre de sus autores; de Carl Barks, de Don Rosa, de Manuel Gonzales… y por supuesto y sobre todo de Floyd Gottfredson. Y los lectores seguimos consumiendo y apreciando estas maravillosas obras de arte.
Pese a no tener derecho a firma, el estilo de Floyd Gottfredson y su influencia en el medio ha sobrepasado con creces la aportación del poseedor de los derechos y detentor de la rúbrica de la serie. El trabajo artístico y narrativo del autor de Utah es una de las herencias culturales más hermosas que nos ha dejado el siglo pasado. Su strip ha asentado las bases para construir una industria que ha devenido centenaria y para consolidar un lenguaje que se ha convertido en universal.
La única y verdadera firma de Floyd Gottfredson es su extraordinario legado. Y ahora que por fin podemos empezar a disfrutarlo en castellano, por favor, no lo dejemos pasar.
Salut!
Reseña del primer tomo de las tiras de Mickey Mouse, de Floyd Gottfredson
Leo sobre el anonimato de Gottfredson en la tira y pienso en las firmas de Bob Kane y Dante Quinterno, siempre presentes en los trabajos de otros artistas. Entiendo que los «ghosts’ se sentían como simples trabajadores que iban a aportar su talento, sin búsqueda de gloria. Pero me parece triste que su reconocimiento llegue muchos años después, algunos ni siquiera lo experimentaron en vida.
Gracias por la magnífica reseña, Tristan