FML es uno de los estrenos a los que más ganas tenía este año. Por autores y por temática, es para mí una apuesta segura. Y así fue, el primer número es perfecto, todo lo que se podía esperar de dos grandes artistas como son Kelly Sue DeConnick y David López. Leedlo en la versión americana o hacedlo en la española cuando se publique aquí, porque todos sabemos que se va a publicar aquí.
Así. A ciegas.
¿Seguís aquí? Quizás eso no os ha convencido, o quizás ya lo habéis leído y queréis una opinión más a fondo.
Pues… venga. Vamos a intentarlo.
Rock, madres y monstruos
«…or maybe shit will get a whole lot weirder first»
Todos fuimos jóvenes en algún momento. De ahí que cuando se habla de “cómic juvenil” (o cine, o literatura…) y de cómic “joven-adulto”, ese young-adult en el que se tratan ciertos temas con un poquito más de profundidad, se habla de un tipo de obras que no solo abarcan esas edades sino que los mayores, los adultos, pueden hacerse con él sin problemas. Aunque también es cierto que a los adultos, en ocasiones, les cuesta acercarse a esas obras quizás por algún tipo de prejuicio (pero no a las de superhéroes hechas para el mismo público… gran paradoja del noveno arte). Y luego hay ciertas series que consiguen abarcarlos a todos, desde Pixar son expertos en ello, gracias a mezclar conceptos intergeneracionales con personajes secundarios, pero importantes, de diferentes edades. Bueno, esto y muchas más cosas, pues no hay una fórmula del éxito, pero con esta descripción creo que uno se puede hacer a la idea del entorno en el que se mueve FML.
Estamos ante un número uno y siempre hay que ser precavidos, pero de momento, y para que nos entendamos, parece que estamos más cerca de un Red (la de Disney, no confundir con el cómic de Warren Ellis) rockero y algo más adulto, que de un Stranger Things ambientada en la actualidad, pero son dos referencias que no está mal tener en mente para describir FML.
En este primer cómic, David López y Kelly Sue DeConnick nos presentan a un grupo de jóvenes con inquietudes muy determinadas hacia la música y las películas de terror, enmarcados en un mundo muy real, donde estudian, se relacionan, llevan mascarillas, muestras sus problemas, sus ilusiones y hablan de sus familias.
Hay un giro final, como todo buen número uno, que es el que nos engancha a una trama superior, pero en realidad eso es todo lo que se puede decir de este número: gente hablando de temas bastante corrientes. ¿Dónde está la grandeza entonces? Pues en que cada página engancha de tal manera que no se puede dejar de leer.
Kelly Sue DeConnick es una escritora muy original y que sabe tratar temas diferentes, especialmente en sus cómics de creación propia. No vamos a hablar ahora de Wonder Woman: Historia o la Capitana Marvel, grandes por sí mismas, pero sí serían un buen ejemplo de su trabajo Bitch Planet o Bella Muerte. No tanto por los temas, ni entre ellas se parecen ni tienen nada que ver con lo que aquí vamos a leer, sino por su versatilidad y porque DeConnick es una grandísima dialoguista. Todos y cada uno de los personajes se definen a la perfección. Los cuatro, y los secundarios, son distinguibles y autónomos en cuanto acaba este primer capítulo, tenemos claro quiénes son y cómo se comportan, y eso teniendo en cuenta que la narración la lleva solo uno de los personajes.
Una de las cosas que más atrae es la forma inocente en la que se tratan muchos temas. Inocente pero valiente. Y muy real.
En este sentido, y por seguir con comparaciones, recuerda más a una Paper Girls alegre que a lo antes mencionado. Muchas similitudes, pero en ningún momento se puede decir “es igual que esto”. FML tiene identidad propia.
Solo con esto, la imaginación, la fuerza de los diálogos, los personajes absolutamente atractivos y, como no, el cliffhanger final, hace que pensar en FML como una serie limitada de ocho números sea corto. El cuerpo pide que esto continúe más allá. Y ahora es el momento de hablar del trabajo de David López.
David López ya ha demostrado su capacidad en numerosas ocasiones. Marvel especialmente, en Lobezna y en la Capitana Marvel donde trabajó con DeConnick, es la cita más obvia, pero su obra propia, Black Hand Iron Head es un punto de inflexión. Es un dibujante al que se le ha calificado como moderno pero de base clásica, los referentes grandes de la casa de las ideas como Kirby o Ditko están ahí. Pero siempre sabiendo darle ese tono juvenil, agradable y actual, además de ser un autor muy cuidadoso con su narrativa. Si en sus obras todo está en su sitio (posiciones y perspectivas del entorno muy cuidadas, las proyecciones…) en Black Hand Iron Head iba más allá en… todo, básicamente en todo. Diseños cuidados, expresividad aumentada por mil… es que su obra de creación propia era su demostración al mundo de lo mucho que ama este trabajo. Pues en FML pasa lo mismo.
Es un David López valiente, que prueba cosas nuevas, algunas llegadas del cómic y otras más cercanas al estilo de la animación que triunfa últimamente. Su investigación sobre la actualidad y su atrevimiento artístico dan lugar a páginas maravillosas en las que alterna estilos en función de los personajes y su estado de ánimo, incluso permitiéndose licencias (alguna cara conocida hay por ahí). Es decir, un número y ya te tiene dentro. Además cuenta con una colorista como Cris Peter, nominada a los Eisner por su trabajo en Casanova, que sabe enfatizar lo que David López expresa, gracias a su forma de potenciar los escenarios e ir en consonancia con los movimientos emocionales de los personajes.
Valoración: Pinta a que ocho números van a saber a poco, estaría leyendo esto todo el día. Se ha juntado un equipo impresionante y ha gestado un primer número a la altura. Ahora a mordernos las uñas.
Guión - 9
Dibujo - 9.5
Interés - 9.5
9.3
Fantástico Magnífico Libre