CÓMO CONVERTIRSE EN FANTASMA
Hace unos días hablamos en esta nuestra web de Sábanas, la primera parte de la aclamada trilogía creada por Brenna Thummler y que está llegando al mercado español de la mano de la editorial La Cúpula. En el día de hoy, toca hablar de la segunda parte, titulada Frágiles. Recomiendo echarle un ojo a ese artículo si buscáis una reseña más general de la serie, pues en el texto que nos ocupa ahora hablaré principalmente de los puntos que caracterizan la segunda entrega.
En este segundo tomo seguimos la vida de Marjorie un tiempo después de los sucesos de Sábanas. Su relación con el fantasma Wendell se encuentra ya mucho más consolidada, pero, al mismo tiempo, empieza a mostrar los primeros signos de fisura. En este sentido, la relación que se presenta aquí entre ambos muestra una complejidad mayor que en la primera parte de la historia.
De hecho, esta va a ser la tónica general que siga todo el segundo tomo: se trata, en esencia, de una ampliación de lo que ya vimos en la entrega original. Como comentaba, la relación más compleja y más profundamente desarrollada entre Marjorie y Wendell es un ejemplo de ello. Si en la reseña del primer tomo lo destacaba como uno de los pocos aspectos de la obra que no me habían convencido del todo, aquí el asunto se soluciona de raíz. Sin embargo, este no es más que uno de los muchos casos similares que se pueden apreciar a lo largo de las páginas de la obra.
A nivel global, el tono de la historia se inclina hacia uno más maduro. Un tono en el que el personaje de Marjorie pasa de parecer una niña a parecer una adolescente, con todo lo que ello implica. Un tono en el que los momentos más amables y cuquis pierden protagonismo a favor de un sabor más agridulce y reflexivo, heredero de los temas de naturaleza existencial que ya se intuían en la primera entrega.
Y hablando de los temas de la obra, en Frágiles se retoma el tema del bullying para darle una vuelta que no se ve tan habitualmente en obras de este estilo. Los fantasmas de Sábanas no solo eran personajes de la obra, sino que también representaban de una forma muy poderosa ese sentimiento de invisibilidad y vilipendio que pueden sentir muchas personas a lo largo de su vida por diversos motivos.
Por un lado se presentaba a Wendell, un fantasma de verdad que tiene que aprender a (no) vivir con todo lo que ello implica. Por otro se presentaba a Morjorie, quien no era una fantasma desde el punto de vista más técnico, pero que desde luego se sentía como tal por algunas situaciones que sufría a diario. Este sentimiento compartido es, precisamente, el que fundamenta la fuerte conexión existente entre ambos personajes.
Uno de los motivos principales por los que Marjorie se siente así es el bullying que sufre de parte de sus compañeros de clase. Se trata de un bullying representado con mucho tacto y acierto, que huye del estereotipo de abuso físico de película norteamericana y refleja situaciones a menudo más cercanas a la realidad. Un bullying más sutil, más difícilmente detectable y castigable por agentes externos. Un bullying centrado en lo psicológico, basado en los gestos pequeños y que conduce, a menudo, a un sentimiento de invisibilidad. En esa invisibilidad impuesta a la fuerza, uno puede llegar a sentirse como un verdadero fantasma e, incluso, a encontrar cierta comodidad en ello. Al fin y al cabo, puede haber un punto en el que sientas que, cuanto más invisible seas, menos se meterán contigo.
A lo largo de estas dos obras, Thummler expone la dura realidad descrita con sumo acierto y sensibilidad, pero donde realmente destaca es en la vuelta de tuerca que propone con Frágiles. Como si de Anakin Skywalker siendo tentado al lado oscuro se tratara, Thummler plantea el siguiente supuesto: ¿participarías en ese bullying hacia otros con tal de dejar de sufrirlo en tus carnes?
Este es el dilema al que aquí se enfrenta el personaje de Marjorie. Uno al que, con total seguridad, se habrán enfrentado millones de seres humanos a lo largo de la historia, que trasciende incluso al ámbito escolar y que se podría extrapolar a civilizaciones enteras.
Si pensamos en una situación de bullying escolar, parece claro que para que exista una persona abusada debe existir también una persona abusadora. Del mismo modo, los abusos que se dan en estos casos suelen ser conocidos por todos los estudiantes de una clase. Esto significa que los demás estudiantes permiten que se produzcan los abusos, ya sean partícipes directos de ellos o no. En cierto sentido, se puede argumentar que son cómplices. Dicha complicidad se podría tachar automáticamente de inmoral, pero normalmente las cosas no son tan sencillas como parecen.
Y es que, habitualmente, existe una presión de grupo que empuja a los estudiantes a sumarse a ese bullying. Si no lo hacen, no están integrándose en el grupo. Y si no se integran en el grupo, corren el riesgo de quedarse fuera permanentemente; lo cual puede conducir a que sean ellos quienes pasen a sufrir el bullying. Es decir, en muchos casos, las personas tienen la sensación de que o participan en el abuso o se convierten en los abusados. “Matar o ser matado”, como dirían los buenos de Brubaker y Phillips.
Este complejo debate es el que fundamenta el desarrollo de Frágiles. Un debate al que Marjorie se enfrenta en primera persona y que se retuerce todavía más porque el grupo en el que ella consigue integrarse es el mismo que le había hecho bullying durante años. Ahora ella ha dejado de sufrir ese bullying, pero a cambio es partícipe en el bullying que se produce hacia otros, ya sea de forma directa o indirecta.
Lejos de presentar una solución sencilla para todo esto, Thummler intenta hacer entender los prismas que pueden llevar a alguien a ser partícipe de acciones tan inmorales. Y más concretamente, intenta hacernos entender la profundidad del dolor que puede causar el bullying. Un dolor tan profundo que, con tal de dejar de sentirlo, uno puede estar dispuesto a lo que sea.
Más allá de todas estas reflexiones, lo que Thummler nos presenta en Frágiles es una evolución de su obra en todos los sentidos. Personajes más complejos, relaciones más profundas, un ritmo todavía más pulido y un apartado artístico que reafirma su personalidad son solo algunas de las consecuencias de esta evolución. Si os gustó Sábanas, probablemente esto os parezca más y mejor. Eso sí, con un tono algo más maduro y menos desenfadado.
Lo mejor
• La evolución narrativa y artística.
• La reflexión con vuelta de tuerca sobre el bullying.
• Una vez más, el apartado artístico, que destaca por sus planos y colores.
Lo peor
• El ritmo podría seguir agradeciendo algo más de densidad.
Guion - 8.5
Dibujo - 8.5
Interés - 8.5
8.5
Resistentes
Thummler nos presenta una evolución en todos los aspecto de su obra; una vuelta de tuerca a las historias sobre el bullying.