Frankenstein es una de las obras más importantes de la historia por muchos motivos. Podemos hablar de que dio nacimiento a uno de los monstruos más icónicos de la cultura popular en todo el planeta. De que creó el género de la ciencia-ficción, o de que planteaba por primera vez el drama del Dios creador arrepentido de su obra. Podemos hablar de que todo ese hito sin precedentes fue concebido por una joven de 19 años en una era de hombres. Pero cuando nos centramos en el mundo del cómic, de lo que tenemos que hablar es de que su historia quedó ligada para siempre a uno de los artistas más importantes de la historia de las viñetas, el eterno Bernie Wrightson.
En 1983 se publicó en Marvel Comics una versión de Frankenstein ilustrada en la que Wrightson invirtió siete años de trabajo y que para muchos es considerada como una de las obras cumbre del medio en general y del género de terror en concreto. Una obra que sería reeditada 25 años después gracias a Dark Horse y que en España recibimos de la mano de Planeta DeAgostini, pero que no sería la última vez que el artista de Baltimore se acercara a la criatura. En 2012 Wrightson se juntaría con su amigo y guionista colaborador Steve Niles (30 días de oscuridad) para trabajar en Frankenstein. Alive! Alive!, una continuación de la historia del monstruo más desdichado de la literatura que sería publicada por IDW y que una vez más podemos disfrutar aquí gracias a Planeta, en una edición cuidada y llena de material extra.
Traducida en España como Frankenstein ¡Está vivo!, esta obra nos narra a través de su monstruoso protagonista la historia vivida por él tras el final de la novela original, con Victor Frankenstein recién fallecido a bordo del barco del capitán Walton y su criatura viéndolo partir, flotando a la deriva sobre una placa de hielo en el inhóspito océano Ártico. Sin nada más que soledad y remordimientos, la criatura emprenderá un viaje sin rumbo en el que buscará terminar con su vida, pero en cuyo recorrido irá encontrando y comprendiendo su propia humanidad.
Steve Niles es un guionista solvente, pero todas las atenciones de este libro están acaparadas por su compañero de armas. La historia que el guionista nos cuenta es correcta, pero desde luego no pasará a la historia dentro de todos los enfoques y reinvenciones que se le han dado al clásico de Mary Shelley. Con una narrativa clásica, Niles aborda el viaje personal del monstruo, reflexionando sobre su naturaleza y su humanidad, así como sobre el sentido de su existencia. Es en su relación con el personaje del Dr. Ingles donde más planteamientos interesantes podemos encontrar, ya que es cuando podemos decir que la humanidad de la criatura se define a ojos del lector, no solo por sus destellos de bondad o de ética, sino también por su renuncia a ellos a cambio de no estar solo. Sin embargo, la resolución de la historia y la reflexión final que nos deja me ha parecido un poco descafeinada, con mucha grandilocuencia pero sin acertar a cerrar el desarrollo del descubrimiento personal de su protagonista.
Es por supuesto en el dibujo donde encontramos la pólvora del conjunto. Bernie Wrightson dibuja como los ángeles, y poco más hay que decir. El artista nos deja de nuevo imágenes para la posteridad, especialmente cuando aparece el monstruo de Frankenstein, para el que sigue el estilo que usó en su trabajo anterior con él y que tiene una presencia demoledora, que refleja a la perfección tanto la fuerza de la que la novela nos habla como la melancolía que sufre. Evidentemente no alcanza la excelencia de su obra de 1983, ya que aquel fue un trabajo de ilustración y este es más puramente viñetero, pero es alucinante ver de lo que era capaz este hombre incluso en sus últimos momentos, con un nivel de detalle asombroso que maravilla en escenas como la del laboratorio del Dr. Ingles.
Por último, cabe destacar que Frankenstein ¡Está vivo! no tiene solo el honor de ser el regreso de Wrightson a Frankenstein, sino que tiene el triste título de ser la última obra del artista antes de morir en 2017 por un tumor cerebral. De hecho, estaríamos hablando de una obra inacabada si no fuera porque Wrightson, consciente de que su empeorada salud no le permitiría finalizar los cuatro números que Niles y él tenían previstos, decidió estar preparado y eligió a Kelley Jones (Batman & Drácula: Lluvia Roja) como sustituto, dejándole indicaciones y bocetos para poder terminar su obra (bocetos que por cierto podemos encontrar incluidos como material adicional). Mucho me temo que Jones no está a la altura ni de lejos, y que cuando llegamos al cuarto número se nota un bajón de detalle y de calidad que chilla por los cuatro costados, pero tampoco hay necesidad de ensañarse. No me habría gustado tener que llenar unas botas tan grandes como las que dejaba Wrightson. Lo importante es que la obra pudo quedar terminada gracias a la iniciativa del artista, una actitud y una muestra de amor hacia su trabajo que lo honra y que nos ha permitido poder leerlo casi como él habría deseado.
Guion - 6.8
Dibujo - 9
Interés - 8
7.9
Bernie Wrightson se despide de nosotros con una última historia del monstruo más icónico de su carrera.
Suscribo cada palabra, el maestro se fue por todo lo alto sin bajar a penas su calidad gráfica, para mi siempre sera el mejor dibujante de cómics de terror de la historia.
Totalmente de acuerdo con el análisis de esta obra. Wrightson fue un genio. Incluso a estas alturas,tras varias enfermedades muy serias (la última acabó con él) nos deja unas viñetas inalcanzables para la mayoría de compañeros de profesión. Jones está correcto y cumple su labor con un aprobado,cosa que ni él mismo esperaría llegar a hacer (tan sólo por el valor sentimental de esta joya ningún dibujante se hubiese atrevido a realizar su trabajo y arriesgarse a ser medido con el mismo rasero del Maestro). A pesar de las evidentes diferencias,en el trabajo de Kelley se transluce un gran respeto a Wrightson y sólo por eso se merece un aplauso. Ojalá algún día Bernie sea reivindicado como el inmenso artista que fue. Los que crecimos adorándolo nos consolamos con que esta edicón póstuma nos deja un gran sabor de boca. Aunque el pasar las páginas nos sumerja en la tristeza al saber que una gran parte de nuestras vidas ha desaparecido.
Perdonad el rollo,pero es que adoro el arte de este hombre desde hace más de tres décadas. Pocos artistas han llegado a ser tan grandes. Cualquier amante del cómic y la ilustración,del ARTE en sí,debería dedicarle un altar.
¡Ningún rollo!, es un autor que desde luego se merecía esa admiración y más. Y desde luego, siempre se agradece vuestra aportación. ¡Gracias!