Freaks of the Heartland

 

Edición original: Freaks of the Heartland 01-06, Dark Horse, enero-noviembre 2004.
Edición nacional/ España: Norma Editorial, Colección MADE IN HELL nº 19, diciembre 2005.
Guión: Steve Niles.
Dibujo: Greg Ruth.
Formato: Prestigio, 152 páginas, color.
Precio: 15€.

 

Freaks of the Heartland no es una historia de terror. Hay monstruos, sangre, violencia, muertes infantiles y malos tratos familiares, y con todo, se trata de un pequeño y épico relato sobre el amor fraternal y la esperanza. Steve Niles adapta su propia novela al cómic, con impresionantes ilustraciones de Greg Ruth, y nos demuestra que no sólo sabe hacer cómics de terror, sino que tiene un corazoncito.

Gristlewood es una pequeña comunidad en el heartland americano, en esa tierra perdida en medio de la nada, entre valles y montañas, donde parece que no debe pasar un coche más de un par de veces al mes. En Gristlewood todos se conocen, al fin y al cabo son poca gente y en principio, bien avenida. Sin embargo hay algo que no va bien… Trevor es el hijo mayor de una familia donde un padre dominante maltrata a su madre. A Trevor le trata solamente un poco mejor, porque así él no tendrá que ver a Will, su otro hijo, monstruoso y deforme, que vive encadenado en el granero. Un hermano cuida del otro hermano, le lleva la comida, habla con él, y cuando pueden juegan, pero con cuidado de que su padre no les descubra. Un día, por un hecho ajeno a ellos, su padre decide acabar con la vida de Will y librarse así de la carga y el peligro que supone en esa familia; pero los niños consiguen escapar y marchan buscando un lugar mejor donde vivir.

Niles, como es su sello personal, utiliza con maestría los tópicos del género para explicarnos una historia que parece tremendamente conocida, pero lejos de sonar a repetida, se disfruta como algo muy familiar. Desde la portada, y desde las primeras páginas, cuando contemplamos la fascinante paleta de colores que utiliza Ruth y los tristes paisajes del interior de América, podemos saborear la melancolía de la vida de Trevor, resignado a lo que le ha tocado vivir. Es en los adultos donde encontramos el elemento terrorífico de la historia: un padre violento que tiene miedo a su propio hijo pequeño hasta el punto de querer matarlo, una madre con miedo a mirar a un hijo al que quiere, un pueblo que vive pendiente de un secreto que ocultan segundo a segundo, y la escalofriante certeza de que en un lugar así como muchos que deben existir, podrían estar pasando cosas no muy distintas de lo que leemos aquí.

Que Steve Niles huye de la originalidad de forma casi enfermiza se hizo evidente hace ya bastante tiempo, y ello, soprendentemente, se ha convertido en una virtud en su obra más que un defecto. El guionista utiliza mecanismos que todos conocemos, elementos que tenemos interiorizados desde hace tanto tiempo que no lo recordamos, para desarrollar historias que nos sean más cercanas. Él mismo utiliza el mismo concepto que usó en su genial Aleister Arcane, el de la amistad entre un «monstruo» y unos niños, para darnos un relato diametralmente diferente que a la vez contiene la misma moraleja…

La historia se mueve solamente a través de la acción de las viñetas, usando textos de apoyo para presentar y cerrar la historia, dejando al relato abrirse camino él solo. Ruth se sirve de su estilo realista y tosco para mostrarnos una realidad sucia, creando una atmósfera inquietante por creíble. Sus portadas, por cierto, son todas bellas y sugerentes. Y Niles retrata a los adultos de una forma primaria, irracional, siendo los niños los más cuerdos del lugar. Después de la persecución de esa gente que ama y teme en busca de los niños, llegamos al tópico de que los monstruos son más humanos que los mismos humanos, y nuevamente, ante las evidencias, no podemos sino aceptarlo como una verdad universal. Este Steve es muy hábil…