Cargar contra el mundo cuando solo te sostienen unos guantes.
«Se dice que los objetos cuidados con esmero albergan un alma. Si eso es cierto, ¿qué mora entonces en la basura?»
Gachiakuta iba ser un shonen más al que echarle una visual para comprobar con qué nos deleitaría Norma Editorial a los fans del género, pero no venía con el ojo preparado para el despliegue de arte urbano. Con un arte parecido al de Soul Eater, sobre todo en sus portadas de capítulo y artbook, que ha captado la atención de OUKUBO Atsushi para hacerla sucesora de su serie Fire Force. Una noticia que a URANA Kei le ha encantado pues ya trabajaba antes como asistente en la serie hasta publicar por su cuenta y ganar el premio especial del Tsugi ni kuru Manga Award.
Es una obra a la que sin duda le caerá una adaptación al anime tarde o temprano (veremos si también del estudio BONES), tanto por el ritmo de batallas shonen que coge rápido, al estilo de Shaman King, como por su estética particular que lo hace muy atractivo para una animación menos convencional.
Sinopsis de Gachiakuta
Un país dividido entre la región rica y la marginal, donde el consumo de una mantiene a la otra en la indigencia, prohibiendo incluso rebuscar en su basura. De esta tesitura surge Rudo, un huérfano que está habituado a rebuscar tesoros en la basura de los ricos para repararlos y concederles la segunda vida que se merecen. Su cuidador le ha enseñado a ser honesto y un superviviente nato, y horrible es su destino al encontrarlo asesinado en su casa. Peor aún que lo hayan apresado a él y acusado de asesinato de la misma forma que hicieron con su padre. La sentencia es muerte por destierro al abismo donde lanzan la basura. Para sorpresa de Rudo sobrevive a esta caída y para más sorpresa descubre un mundo mucho más amenazante que el anterior, pero uno donde hacerse valer por su poder como giver, capaz de sacar el alma interna de los objetos y usarlos como arma para la protección de los suyos.
Esta creencia japonesa del alma de los objetos bien cuidados por más de 100 años se conoce por tsukumogami. Aunque son una especie de yokai, en Gachiakuta se vuelven el potencial oculto de los objetos con una fuerza arrolladora y una habilidad relacionada con el portador y sus sentimientos hacia ese tesoro. Es una serie que habla de la importancia de las cosas así como de las personas, y de el poder de imbuir una impronta en un objeto, sobre todo cuando este es un regalo especial o una herencia única. No es una serie que vaya sobre el apego a lo material, más bien todo lo contrario, habla de la importancia de lo etéreo que le atribuimos a un objeto y lo que este representa para el que lo posea. Así Rudo cuida de sus guantes, regalo de su cuidador, pues estos lo siguen cuidando aún después de haber fallecido. O el rotulador que aparecerá más adelante que transmite una pasión en común y que además es la causa de que la autora decidiera hacer esta serie como indica en la solapa.
Guion y arte
Sobre este rotulador que aparece en Canvas town creo que es también una oportunidad de la autora para mencionar y sacar todo el potencial de su compañero ANDOU Hideyoshi, encargado de todos los graffitis que vemos en el manga. Que no son pocos. Es verdad que según qué viñeta, sobrecargan la escena y desentona con la obra, ya que el dibujo de Urana-sensei es de brocha gruesa como túneles de tren, mientras que los graffitis de fondo son de mucho detalle y línea fina. Pero en la enorme mayoría es un refuerzo artístico inestimable, con una variedad de diseños y una estética con carácter que no he visto antes. Ni siquiera en mi tan querido Air Gear.
Los logotipos y ropajes son una delicia para los más punkarras, y el carácter que insufla a la obra con las expresiones agresivas de los personajes la hacen un espectáculo constante. Sin desestimar las escenas de combate, donde los puntos de fuga son dinámicos y exagerados de forma muy espectacular.
Lo que no tiene tanto de original en Gachiakuta ha de ser su desarrollo al puro estilo shonen. Personaje incomprendido condenado al ostracismo, huérfano y rechazado con unos poderes únicos y habilidades físicas extraordinarias que termina encontrando su lugar y gente a quien proteger. Ya lo hemos visto desde Naruto a Dorohedoro. Incluso la presentación de los villanos sigue siendo muy arquetípica, así como los objetivos del protagonista. Veremos cómo se desarrolla la obra en los siguientes tomos (que ya me han chivado que Rudo llega a ser secundario en ciertas partes). Lo que sí puedo decir es que es de lectura dinámica, y que no cansa en ningún momento. Un pasapáginas que alterna entre arco de combate y de realización personal.
Comentario final
Carácter e irreverencia, desde espráis que se transforman en fuegos artificiales por un entierro a batallas con hojas de tijera movidas con las piernas. Una serie que merece la pena aunque solo sea para ver los diseños que nos presentan. La única basura que os encontraréis es la mentalidad de algunas personas, pues es un mundo plagado de tesoros. Desde los fondos y ambientación a todos los personajes y su diseño particular y personalidad que gustan desde el primer tomo.
Lo mejor
• Una mangaka que nos trae el arte urbano a toda pared.
• Tanto diseño de personajes como el mundo de Gachiakuta tienen un carácter y gamberrismos que aumenta la cota del shonen.
Lo peor
• La estructura narrativa de Gachiakuta viene ya de obras pasadas, pudiendo ser de poco agrado del lector experimentado en esta demografía.
Guión - 6.8
Dibujo - 9
Interés - 8.5
8.1
Guachiakuta
Se dice que de la inmundicia nacen las flores más bellas, por eso el loto es símbolo de pureza y superación de los desafíos del mundo material. Gachiakuta da un apartado gráfico digno del jardín más exuberante, con una acción macarra y unos personajes con carisma.
