Garabatos orientales #07 – Cuando los otakus salieron del armario: Densha Otoko

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Son muchos los lectores de manga o fans de anime que creen que Japón es un auténtico paraíso para el “otaku”. En realidad, no hace falta ser un aficionado a la cultura japonesa para tener en la cabeza la idea de que el país nipón es una especie de mundo extraterrestre, lleno de frikis y frikadas, con manga y anime por todas partes. Y aunque es cierto que, en comparación con otros países, el cómic y la animación tienen una presencia envidiable en el día a día, eso no significa que todos los japoneses sean unos otakus. Nada más lejos de la verdad. Ser un “friki” sigue siendo algo raro aquí y allí, por mucho que en los últimos años la imagen del nerd/geek/otaku se haya reinventado y conseguido mejorar su estatus social, en Japón ser un ávido lector de manga, espectador compulsivo de anime, o coleccionista de figuritas, no es la idea que deberíamos tener del “japonés medio” (que quizás se parece más al típico pijo de clase media-alta – y seguramente esto se deba también a ciertos prejuicios que no puedo evitar).

Como os decía, la imagen actual que se tiene del otaku en Japón ha hecho un cambio considerable en los últimos años, y ahora ya no es tan raro que alguien se defina como tal. Pero hacerlo hace más de 10 años, y especialmente a mediados de los 90, era una locura. Los otakus se convirtieron en el enemigo público número 1 en 1989, cuando Miyazaki Tsutomu, más conocido como el “otaku asesino”, fue arrestado por intentar abusar de una niña en un parque. Poco después se descubrió que Miyazaki era el autor del asesinato, desmembramiento y posterior violación de 4 niñas. En su apartamento se encontraron más de 5.000 cintas de video de anime y slashers, que le granjearon su apodo mediático. Unos años después, llegaron los ataques con gas sarín en el metro de Tokyo, por parte de la secta Aum Shinrikyo, a quienes definieron también como otakus (decían que parte de su inspiración les venía de anime apocalíptico), y acabaron de hundir la imagen del aficionado al manga, el anime y los videojuegos. Quizás esto os pueda chocar con esa imagen de gente leyendo manga a todas horas, pero una cosa es ser un lector, y otro ser un otaku, que entonces, y aún ahora, es sinónimo de obsesión por alguna afición (ya sea el manga o los trenes).

otaku

Aunque encontrarás muchos otakus así en Akihabara, no es el aspecto habitual del japonés corriente (foto de Kirai).

La imagen estereotipada del otaku es muy parecida a la del friki de toda la vida; normalmente gordo, feo, mal vestido y probablemente sucio, con pocas o nulas habilidades para socializar, y que encuentra en la ficción su vía de escape. No es de extrañar que se haya asociado a menudo al hikkikomori (aquel que se recluye en casa durante meses o años para huir de la sociedad) con el otaku, que comparte hasta cierto punto esa aversión por lo social (o incluso la higiene). Pero cuidado con confundirlos, porque aunque hay hikkikomori otakus, no todos lo son. En cualquier caso, la imagen de depravados era la que dominaba la opinión pública japonesa cuando se hablaba de los otaku, lo cual no impidió que durante los años noventa, otakus como los que formaron el estudio Gainax (el de Evangelion), empezaran a llevar el timón de la industria del manga y el anime, y lucharon por mejorar esa maltrecha imagen pública. Es curioso comprobar que, cuando en Japón ser un otaku no podía estar peor visto, en Europa o Estados Unidos, empezaban a aparecer aquellos que se proclamaban orgullosos de ser unos otakus (sin tener ni idea de las connotaciones negativas que tenía el término en su país de origen… en fin).

revista otaku

Mientras en Japón llamar otaku a alguien era insultarle, aquí a algunos le encantaba usar el nombre.

Algunos coinciden en que la redención del otaku japonés llegó a mediados de la primera década del siglo XXI por dos vías distintas. Por un lado, tenemos el boom del manga y el anime en el extranjero. Gracias al impacto económico (y cultural) que el manga y el anime estaban teniendo en el mundo, y que a los japoneses les ha costado años aceptar o entender, incluso el gobierno nipón empezó a tomarse en serio la “cultura otaku”, que ellos rebautizaron como “Cool Japan”. Ahora parte de su estrategia e imagen publicitaria enfocada al extranjero se basa en esta faceta de la cultura visual japonesa, con “embajadores” como Doraemon, una gothic lolita o una cosplayer.

Pero lo que quizás hizo más para cambiar radicalmente la imagen del otaku ante los japoneses fue una historia de amor, supuestamente real, entre una pija y un otaku. Se trata del fenómeno “Densha Otoko”, una fábula urbana con final feliz. Pero vamos por partes, porque hay mucho que explicar.

densha otoko dorama

Todo está a punto de cambiar para los otakus.

Dicho fenómeno empezó a partir de la publicación de un libro titulado “Densha Otoko”, que supuestamente recogía las conversaciones reales que una comunidad de internautas otakus habían tenido a través de un foro. El protagonista de este hilo se había bautizado como “densha otoko” (el hombre del tren), ya que su historia empezó en un vagón de alguna línea de tren de Tokyo. Él era el clásico otaku, enclenque, incapaz de hablarle a la gente sin balbucear (y peor si era una chica guapa), obsesionado con el anime, y un habitual del barrio de Akihabara (conocido como el barrio de la electrónica, aunque realmente ahora está más dedicado al manga y al anime). Mientras estaba sentado en su asiento, el chico quedó prendado de una hermosa chica que se sentaba frente a él. Al poco tiempo, entró en escena un borracho que se puso a molestar a los pasajeros sin que nadie intentase pararle los pies o decirle nada. Finalmente, el borracho empezó a meterse con la hermosa chica, y ahí fue cuando el otaku reaccionó, se armó de valor, y se encaró con el sujeto. Aunque no fue capaz de tumbarlo y darle una paliza, su gesto enterneció a la chica, que le pidió sus datos para mandarle un regalo de agradecimiento. Al poco tiempo recibía en casa unas tazas de la marca Hérmes, una auténtica pijada. El otaku empezó a contar su gesta en un foro (el famoso 2chan), y poco a poco los internautas empezaron a darle consejos para poder conquistar a la chica (como vestir, como comportarse, etc.). La relación fue a más, y a cada paso tenía el apoyo de los internautas, y también su admiración, por haber podido superar todos sus miedos y complejos.

densha otoko

El libro de Densha Otoko, donde empezó el fenómeno.

El libro que recogía todos estos mensajes del foro, y que se vendieron como reales, fue todo un éxito de ventas, y al poco tiempo se adaptó la historia a otros medios. Lo primero fue una película, que consiguió mantenerse en el TOP10 del box office durante varias semanas. Y pocos meses después la historia se convirtió en una serie de televisión de 11 episodios (lo habitual en los “dorama” japoneses – así es como llaman las series en Japón). Creo que fue precisamente su versión televisiva la que llegó más alto, consiguiendo varios premios, y traspasando fronteras (se pudo ver en Taiwan o Hong Kong, y también nos llegó aquí a través de fansubs). Pero la cosa no terminó ahí, ya que le siguieron un par de obras de teatro, y por supuesto, tenía que llegar su adaptación al manga, que en realidad fueron cuatro. Una de ellas nos llegó hace ya unos cuantos años de manos de Glénat, bajo el título “Otaku in love”. Actualmente podéis encontrar los tres tomos de los que consta manga, en unos económicos packs. Y vale la pena. No os diré que sea un manga imprescindible, una obra maestra, ni nada parecido, pero es una buena adaptación de esta leyenda urbana otaku. Y es que, sin querer quitarle el mérito al autor, la aventura de Densha Otoko es una de esas buenas historias que vale la pena contar. Es una historia de superación, llena de romanticismo, humor, con detalles que emocionan, como cuando los internautas se vuelcan para ayudar al protagonista o viven intensamente cada conquista del hombre del tren. Más difícil de encontrar será el “dorama”, pero creo que vale la pena dedicarle algo de tiempo. Si bien es cierto que a veces es difícil entender la sobreactuación habitual de las series de TV japonesas, os aseguro que he conseguido enganchar a muchos a la serie haciéndoles ver el primer episodio. Además, de todas las versiones, es probablemente la que más ha cuidado toda la ambientación otaku. Solo para empezar, el opening de la serie es un homenaje a unos pequeños cortos que hizo el estudio Gainax (cuando aún no eran conocidos) para una convención de manga y anime a principios de los 80, muchas de las escenas están grabadas en el mismo barrio de Akihabara, y la habitación de “densha otoko” es un museo de Gundam y Keroro. En definitiva, a nivel visual, es toda una fiesta otaku, y probablemente, la serie es la que hizo más para cambiar la imagen que los japoneses tenían de los otakus.

densha otoko dorama

Promoción del dorama de Densha Otoko.

Y es que de la misma forma que ha pasado en Occidente gracias a series como The Big Bang Theory, ser otaku en Japón empezó a ser un rasgo simpático e incluso enternecedor. El entusiasmo y la candidez con la que eran retratados estos personajes, consiguió crear esa imagen del “buen otaku”, que nada tenía que ver con sectas apocalípticas o asesinos de niñas. Y los siguientes en empezar a visitar Akihabara, aparte de los extranjeros, fueron los propios japoneses no otakus. Os puedo contar una anécdota personal al respecto. En mi primer viaje a Japón, quedé con una amiga japonesa en Akihabara, y me confesó que era la primera vez que paseaba por el barrio, ya que a pesar de haber trabajado en un bar cercano a la estación, nunca se había atrevido a aventurarse por esas calles llenas de otakus. Al poco tiempo algunas personalidades japonesas se subieron al carro y salieron del armario para proclamar que también eran otakus, entre ellos, Aso Taro, el que llegó a ser Primer Ministro de Japón, había admitido más de una vez ser un ávido lector de manga, se acabó definiendo a si mismo como un otaku, y estableció en 2007 un premio internacional de manga para artistas no japoneses.

otaku in love

El manga “Otaku in love” que publicó Glénat.

Cuando todo pintaba bien para los otaku en Japón, sufrieron un pequeño revés, que afortunadamente no consiguió cargarse todo lo que habían conseguido, pero sí hizo que algunos recordaran los episodios más trágicos relacionados con los otakus. En esta ocasión, el episodio tuvo lugar en el propio Akihabara, en un domingo en el que la calle principal es peatonal, y se llena de gente haciendo compras, o de cosplayers que enseñan algo más que sus trajes ante los flashes de decenas de cámaras otakiles. Tomohiro Kato alquiló una furgoneta y se dirigió hacia Akihabara, saltándose la prohibición de circular, empezó a atropellar los peatones. Finalmente dejó el vehículo, y cuchillo en mano se puso a apuñalar a todo el que pillara. El resultado fueron siete muertos y diez heridos. Aunque parece que el caso tenía más que ver con los problemas laborales y sociales de Tomohiro, los medios no tardaron en colgarle la etiqueta de otaku. Poco después la calle principal de Akiba dejó de ser peatonal los domingos hasta 2010, se revisaron las leyes de armas blancas, se editó una escena de apuñalamiento en One Piece, se cancelaron eventos de presentación del nuevo videojuego de Metal Gear Solid, e incluso se retiraron algunos juguetes de las series Super Sentai. Y casualidad o no, Miyazaki (el asesino otaku) fue ejecutado meses después del incidente de Akihabara (habían pasado 19 años desde su arresto).

tazas densha otoko

Edición especial de la película “Densha Otoko”, con tazas incluidas.

No se puede negar que algo así tuvo su impacto en la opinión pública (los sensacionalistas medios japoneses no podían desaprovechar la oportunidad), pero el trabajo hecho hasta el momento no había sido en vano, la imagen del “buen otaku” permanecía, y el imparable crecimiento del interés extranjero por el manga y el anime no se podía ignorar, si a los americanos les gustaba tanto, tan malo no podía ser (debieron pensar algunos). Y queremos insistir en que “Densha Otoko” fue buena parte responsable de que el otaku saliese de las tinieblas. Muchos otakus siguen siendo unos inadaptados sociales, con los que la mayoría de japoneses no van a querer relacionarse (y a algunos ya les parece bien y no creen que esto cambie jamás), pero al menos la palabra “otaku” se ha normalizado, ya no tiene todas esas connotaciones trágicas o incluso depravadas, ahora “otaku” se puede traducir simplemente por “aficionado”, y aunque los japoneses suelen llevar sus aficiones hasta límites que aquí podemos considerar obsesivos (yo prefiero considerarlos unos “aficionados profesionales”), ahora no es extraño oír como alguien se declara un “otaku de los trenes”, un “otaku de la música”, un “otaku de la fotografía”, y por supuesto, un “otaku del manga”; un ejemplo más de que el arte puede cambiar el mundo que nos rodea.

Oriol Estradahttp://laarcadiadeurias.net/

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judeh
judeh
Lector
10 julio, 2013 17:37

Me hice con el manga, con los famosos pack saldados de EDT/Glenat. La forma de narrar los mensajes de los foros es original. No está mal.

Me ha sorprendido lo mal visto que estaban los Otakus en Japón allá por los noventa. No tenía ni idea. Ni de la relevancia en la mejora de la opinión de la sociedad sobre los otakus consecuencia de la historia que aquí se cuenta.

Por cierto, muy agradecido a la alta frecuencia sobre manga que lleváis últimamente.

Japacore
Lector
10 julio, 2013 21:32

Esta imagen del «otaku psicópata» me recuerda enormemente a las etiquetas que se les coloca a la gente que escucha Dark Metal o Death Metal o, ya puestos, algo tan comercial como Marilyn Manson.

Me recuerda a los asesinos de instituto Colombine, que eran así por escuchar Marilyn Manson… por favor!!

Lo que está claro es que la gente QUIERE causas que justifiquen los actos del comportamiento humano que se escapan de lo normal. Y lo buscan donde sea: libros, músico… Al parecer, el arte siempre es el perjudicado.

Menos mal que su imagen a día de hoy ha mejorado muchísimo. ¡Es como si nosotros, ávidos lectores de cómics, fuéramos vistos como asesinos en serie en potencia! (y no voy a hacer bromas sobre ello… xD)

Gran artículo, Oriol!!

Javier Agrafojo
10 julio, 2013 21:54

He pensado lo mismo, samanosuke. Es lo que tienen las aficiones marginales. Como cuando en Hollywood se puso de moda que el asesino escuchara ópera. Buscan un detalle y lo explotan como si fuera una veta de oro.

Si decenas de hinchas se aplauden las mandíbulas en un derbi es cosa de unos grupos violentos que nada tienen que ver con el fútbol, pero si un jamado mata a una persona siguiendo unas premisas macabras sale luego el presentador con «esos peligrosos juegos de rol». Mucho Fredric Wertham hay por ahí suelto.

Mr. X
Mr. X
Lector
10 julio, 2013 23:29

«y estableció en 2007 un premio internacional de manga para artistas no japoneses.»

¿Ese fue el que ganó «Soy una matagigantes» de Joe Kelly? Por curiosidad 😉

«Me recuerda a los asesinos de instituto Colombine, que eran así por escuchar Marilyn Manson… por favor!!»

Cierto, cada vez que salía un aseino en serie en esa época escuchaba al pobre Marilyn Manson. Recuerdo que hasta salió en Bowling for Columbine y lo que decía era casi la opinión más razonable de todo el documental.

bowler02
bowler02
Lector
11 julio, 2013 18:04

Excelente artículo.

Me recuerde a la profecía de «los nuevos humanos» que describió en un libro un ex corresponsal de El País en Japón.

Jorgeru
Jorgeru
Lector
13 julio, 2013 12:16

Vaya, qué interesante :O

Conocía la historia del otaku en el tren, pero no sabía que eso había «normalizado» la imagen del otaku en Japón ni de que allí estaban los otakus mal vistos O.o

Yo tengo clarísimo el por qué siempre que hay algún asesinato sin sentido «la sociedad» y «los medios» la toman con las aficiones culturales minoritarias:

«La sociedad» es que sencillamente es inculta en su mayoría y no entiende cómo alguien tiene una afición que no sea ver el futbol, así que los que tienen esas aficiones son «gente rara».
Y «los medios» no creo que digan esas cosas sólo por vender más, yo soy más malpensado y conspiranoico y pienso que interesa que se demonice todo ésto porque si «la sociedad» empezara a leer algo que no sea el MARCA o el AS (aunque sean cómics, pues todo el que conozco que lee cómics tiene un nivel cultural bastante aceptable), si «la sociedad» escuchara más música que el inofensivo pop que suena en las radiofórmulas, o si «la sociedad» tuviera aficiones que potencien la imaginación y la creatividad como por ejemplo los juegos de rol…

Si todo eso pasara entonces «la sociedad» podría empezar a pensar por sí misma y plantearse ciertas cosas y salirse del camino marcado que nuestros gobernantes y grandes empresas quieren que sigamos… Y claro, a los que mandan no les interesa eso…