«Me has abrazado tan fuerte que me has dejado preñada.»
En 2005, Ross Richie y Andrew Cosby fundaron BOOM! Studios, una de las compañías de cómic independiente que más ha crecido en los últimos años. Sus fundadores tenían en primera instancia producir y desarrollar adaptaciones de cómic en Hollywood, un mercado que se ha demostrado en auge pero también difícil y competitivo. Dada la imposibilidad de llevar a caso dicha idea Richie y Cosby optaron por crear su propia editorial haciendo el camino inverso y sustentando su catálogo en productos y franquicias cinematográficas como El Planeta de los Simios, Sons of Anarchy o Hellraiser. En paralelo, en su sello de corte infantil KaBOOM! han adaptado series como Hora de Aventuras, Bravest Warriors y varias franquicias de Pixar. En 2014, coincidiendo con la incorporación del veterano Paul Levitz a las oficinas de la joven editorial, nace el sello BOOM! Box con propuestas experimentales para lectores jóvenes y adultos. En él han visto la luz obras de nuevos talentos como Ryan North, Noelle Stevenson, Jake Lawrence o John Allison, el creador y guionista de Giant Days.
La obra de John Allison nació como webcómic, medio en el que debutó en el temprano 1998 con Bobbins; una publicación ésta a la que siguieron títulos como Scary Go Round y Bad Machinery con los que el autor construyó un pequeño microcosmos embrión de la presente Giant Days. De hecho, este trabajo es un spin-off de Scary Go Round que acabó siendo publicado por BOOM! Studios incorporando en el apartado gráfico a dos autoras como Max Sarin y Lissa Treiman. En un principio la editorial editó una miniserie de seis números en la que Allison condensó las virtudes de su obra consiguiendo casi de forma inmediata luz verde para una serie regular que ya lleva seis recopilatorios en Estados Unidos. El éxito notable de público y crítica le ha valido a esta propuesta varias nominaciones a los premios Eisner y Harvey. En nuestro país, Fandogamia Editorial nos sorprendió gratamente el pasado año con la licencia de una obra divertida y simpática como pocas.
Ni el punto de partida de Giant Days, ni su factura o narración gráfica, son tan interesantes como la manera en la que Allison y compañía logran atraparnos con las locas desventuras de sus protagonistas. Estamos ante un slice of life que algunos medios han querido comparar con Scott Pilgrim y la serie de televisión Girls de la HBO. Pero Giant Days tiene voz propia y está bastante alejada de la llamada nostálgica de la obra de Bryan Lee O’Malley y de las vivencias de las chicas de clase alta de Lena Dunham. La historia se centra en tres jóvenes estudiantes que conviven en la residencia de la Universidad de Sheffield haciendo frente a las alegrías y problemas propios de su edad. El grupo está formado por la gótica y “drama queen” Esther de Groot, la pesimista Susan Ptolemy y la inocente Daisy Wooton. Ellas son las estrellas de una obra llena de humor que de manera abierta aborda cuestiones como la identidad sexual, las relaciones personales y el sexismo.
La gran virtud de Giant Days son sus carismáticos y entrañables personajes, tridimensionales incluso cuando sus historias bordean el surrealismo. Partiendo de perfiles que pueden parecer de entrada arquetípicos Allison logra dotar de alma a sus criaturas sin eludir los matices y grises de sus personalidades. La historia retiene así una gran humanidad presentando situaciones y problemas del mundo real sobre los que sus personajes no tienen todas las respuestas. Siempre intentando conquistar sus objetivos vemos sus fortalezas y talentos, pero también sus debilidades, miedos e inseguridades. Es de esta manera que Giant Days esquiva la caricaturización de sus protagonistas, evitando también la moraleja plana y fácil y la visión simplista de conceptos como la política, el feminismo o el sexo. El cariño de Allison por sus personajes es evidente pero en ningún momento intenta manipularlos o sobreprotegerlos, dándonos la sensación de ser casi libres de sus guiones.
El humor es la intención y la finalidad de este título, lo que además sirve a su autor para perfilar un retrato de nuestra época certero y con bastantes puntos de interés. El ritmo ágil de Giant Days, y unos diálogos en muchas partes desternillantes, hacen de su lectura una diversión verdaderamente fresca y amena. Ese tipo de obra que se devora con celeridad, cuyos personajes te enamoran y que siempre te acaba dejando ganas de conocer en persona. En este aspecto, el trabajo en el dibujo de Lissa Treiman y Max Sarin, cada una en su propio estilo pero manteniendo un mismo diseño y marca de fábrica para la serie, resulta de lo más apropiado para una historia que está pensada para su consumo rápido. Ellas se reparten los capítulos de Giant Days mientras Whitney Cogar aplica el color con inteligencia, aunque logrando una mayor afinidad con Sarin cuyo estilo más definido y ligeramente estilizado da lugar a un conjunto más armonioso en contra del trazo más emborronado de Treiman.
Giant Days es un gran exponente del slice of life moderno de corte cómico que a pesar de dirigirse a un público joven puede ser disfrutado por un lector adulto habitual de series de televisión como Friends o Cómo conocí a vuestra madre. El único requisito es conectar con su humor, una amalgama de gags blancos que se alternan con otros más inteligentes y rebuscados que no se cortan a la hora de hablar de sexo, drogas y alcohol. No obstante, son sus personajes el centro de atención, sus vivencias y desencuentros. Si las características de este título resultan atractivas a primera vista al lector seguramente lo sean también en su segunda toma de contacto. En este sentido, la edición de Fandogamia de esta obra auna calidad y precio y pone muy fácil darle una oportunidad a la cabecera. Lo que han logrado John Allison y compañía con Giant Days, y gracias a la colaboración de BOOM! Studios, parece sencillo pero en realidad tiene un mérito extraordinario: el convertir lo cotidiano en una sonrisa.
Valoración Global
Guión - 8
Dibujo - 7
Interés - 7
7.3
Encantadora
La propuesta de John Allison en Giant Days es una cabecera fresca, alegre y divertida que aborda con respeto y simpatia las vivencias de un trio de personajes entrañables y humanos. Las risas están aseguradas y los lápices de Lissa Treiman y Max Sarin aseguran una digestión rápida y golosa.