Con el 2020 ya cogiendo velocidad y los polvorones encerrados de nuevo en lo alto de la despensa, retomamos una de las series más destacadas del pasado año, una en la que el cemento y la zarza se abrazan para llevarnos más allá de los límites de la razón, para sumergirnos en el horror de la maldad y en el terror de no saber cuál es tu lugar en el mundo. Todo y nada es lo que parece en ese pueblecito llamado Gideon Falls.
La obra de moda de Jeff Lemire y Andrea Sorrentino sigue cogiendo velocidad, la edición estadounidense se encuentra en los últimos metros antes de cerrar su cuarto arco y sus tres primeros se han mantenido dentro del top 10 de los tomos más vendidos del mes, mientras que en España nos han llegado ya los dos primeros volúmenes de la mano de Astiberri con esa edición Sillón Orejero que es un primor y da gusto ver en la estantería. Hoy retomamos la cobertura de la serie reseñando este segundo volumen, titulado Pecados originales, en el que se responderán algunas preguntas y se plantearán muchas más.
Norton sigue buscando la manera de construir la puerta del Granero, esta vez con la ayuda de la Dra. Xu, que tras las cosas que ha presenciado empieza a creer que no es la locura lo que amenaza a la vida de su paciente, mientras que en Gideon Falls el Padre Fred se recupera de su terrible experiencia con Joe Reddy y la sheriff Clara se pregunta de nuevo por el destino de su hermano desaparecido años atrás. ¿Pero qué es exactamente Gideon Falls? Nuestros protagonistas se verán atraídos por la espiral de maldad y de alucinación que genera el Granero Negro a su alrededor, dirigiéndolos sin remedio por un camino cada vez más oscuro cuyo destino no parece ser el que podrían esperar.
Este es el punto de partida de este segundo tomo de Gideon Falls, un tomo en el que Lemire empieza a poner algunas de sus cartas sobre la mesa y a darnos miguitas de pan con las que no perdernos por las calles de su enmarañada historia. Y sin embargo, el fondo del camino sigue siendo oscuro y misterioso. El guionista da respuesta a algunas de las suposiciones que podíamos ir haciendo con el primer volumen, pero lo que deja por delante es un agujero mucho más grande para el que cualquier teoría es complicada. Podremos ponerle cara al que parece que será el villano de la función (una de esas caras que dan cosquillas en la nuca), conoceremos más sobre el pasado tanto de los protagonistas como de Gideon Falls (si es que no es en cierto modo un protagonista más este lugar), siguiendo un poco el mismo ritmo argumental del primer arco, pero para cuando terminemos este segundo nos encontraremos con todo completamente patas arriba. Es una historia que mantiene la línea y el pulso de su volumen anterior, y que mantendrá enganchados a aquellos que conectaran con su comienzo. Supongo que no es una historia para todos, pero a mí personalmente me tienen dentrísimo, creo que estamos ante una de las mejores obras de terror del medio y no puedo esperar a ver cómo continúa esto.
Gran parte de la culpa sigue siendo de Sorrentino. Ya lo comenté en la primera reseña: este no es un dibujo bonito, es inquietante e incómodo, y por eso es tan genial para contarnos esta historia. El dibujo del italiano es incluso más espectacular que en el tomo anterior, y las artimañas que lleva a cabo en la composición de cada página son una auténtica pasada. La narrativa visual de Gideon Falls es protagonista absoluta de la historia, y su artista sabe cómo maximizarla regalándonos virguerías de toda clase, especialmente cuando la historia aborda su lado más sobrenatural, como pudimos ver al final del primer tomo con la entrada del Padre Fred en el Granero.
Además, una vez más me siento obligado a darle una mención especial al trabajo que está haciendo Sorrentino con las portadas de la serie. El artista se está marcando un auténtico recital con esos rostros tan bellos como inquietantes, y lo que en el primer arco fueron vistas aéreas en las que las entrañas de las ciudades daban forma a los personajes y, en cierto modo, los aprisionaban, aquí son vistas frontales en las que los rostros de los personajes se elevan sobre Gideon Falls y se desligan de sus ataduras a ella mientras van desentrañando sus secretos.
Gideon Falls continúa, queridos lectores, sus creadores siguen en estado de gracia y su historia se pone calentita calentita dejándonos los dientes largos hasta el próximo tomo (que debería llegar aproximadamente en primavera si continúa con la misma cadencia), con un giro final que asienta un punto argumental cuyos nuevos caminos son imprevisibles. Y allí estaremos para verlo.
Guion - 8.9
Dibujo - 8.9
Interés - 9
8.9
La puerta del Granero Negro se abre y su interior arroja más preguntas y más amenazas.