Glenn Gould. Una vida a contratiempo

 

Edición original:. Glenn Gould, un vie à contretemps, Dargaud.
Edición nacional / España: Glenn Gould, una vida a contratiempo, colección CMYK, Astiberri, junio 2016.
Guión, dibujo y color: Sandrine Revel.
Formato: 136 páginas a color editadas en cartoné.
Precio: 20 €.

 

Glenn Gould no era un pianista al uso, de modo que es lógico que no haya recibido un trato convencional para una biografía en viñetas. Esto entonces no es el relato cronológico al uso de las vicisitudes, los logros y los dramas de una vida trágica, como suelen ser todas las vidas dignas de ser narradas. Lo que consigue Sandrine Revel es sorprendente: nos introduce en la perspectiva vital del protagonista. A través de imágenes sugerentes, con un toque surrealista, Revel pretende sumergimos en el mundo personal de Gould, sugerirnos su manera de pensar y sobretodo, de sentir. Y lo consigue. O cuanto menos, nos envuelve en su mundo.

Gould, nos cuenta la autora, era un ser retraído, paradigma del genio solitario, anacoreta y algo autista. El piano no era solo su herramienta de trabajo, no solo el instrumento para comunicarse con el exterior. El piano era parte de sí mismo, un apéndice aún más importante que el resto, sin el cual no había vida posible. Y Revel consigue hacernos viajar al anterior de su psique, a hacernos entender la importancia de los elementos vitales de su día. Esta es la mejor manera para evitar la mirada juez que suele acompañar este tipo de biografías, donde se potencia la aureola freak del retratado a veces con no poca intención sensacionalista. Esto, por tanto, es lo contrario, es un viaje empático, donde las lentes tratan de ser las adecuadas para entender las manías del músico, su concepción del mundo, su necesidad de soledad y sus miedos y anhelos.

Revel, por tanto, evita la cronología para dotar al retrato de pinceladas a priori arbitrarias, saltando en la línea de tiempo, danzando entre la infancia, la juventud y la madurez del artista, subrayando mientras la importancia de esa visión particular, de esos modos únicos que lo destacaron del resto. Y se convierte por tanto en un canto a la necesidad de libertad personal, de respeto frente a la masa clónica. Lástima que haya que ser un genio para que ese lamento no sea ridiculizado.

Encontramos entonces pasajes de ensueño, donde Revel trata de hacernos sentir la conexión visceral del pianista con su instrumento; otros donde crea símbolos visuales para narrar su relación con los demás. Estos modos subrayan la declaración de intenciones explicada dos párrafos más arriba al tiempo que permiten lucirse a la autora. Su trazo claro y sus colores pastel, más dados a la fantasía que al realismo de una biografía al uso, brillan en aquellas imágenes oníricas descritas, dando pie a viñetas de gran belleza y cierto desasosiego.

También destaca la narrativa de Revel por su tendencia buscada a la reiteración. Como si tratase de emular las repeticiones de los compases de algunas melodías, la autora divide las páginas en viñetas idénticas donde solo cambian, por ejemplo, las posiciones de los dedos al tocar unas teclas o en planos medios de personajes hablando, donde altera solo gestos sutiles. Esta es otra forma de hacernos partícipes de la vibración vital que acompañó al pianista durante toda la vida, esa matemática musical que fuerza a muchos músicos a crear pautas de comportamiento obsesivas.

Son estos dos hallazgos, estos son, cierto simbolismo y la reiteración, los que aportan el toque único a esta biografía, interesante, amena, que tiene los mimbres adecuados para complacer tanto a eruditos y melómanos como a lectores habituales.