Tenemos suerte de poder disfrutar de autores como
Cuando sale a la venta GoGo Monster, en el año 2000, Matsumoto ya era bastante conocido por obras como Ping Pong y Hana Otoko, esta última una de sus obras más queridas en Japón, sobre un hombre divorciado aficionado al béisbol y su hijo de diez años. Uno de los temas más recurrente en los cómics de Matsumoto es sin duda el paso a la edad adulta, la pérdida de la inocencia y el poso que deja la infancia en la futura vida adulta. Por eso mismo, casi todas las obras de Matsumoto tienen protagonistas adolescentes o con niños alrededor. GoGo Monster nos cuenta la historia de Yuki Tachibana, un niño harto peculiar que cree en la existencia de unos monstruos que habitan la cuarta planta de su escuela. A Tachibana le preocupa que la ola de mal comportamiento y vandalismo que está asolando al colegio proceda de estos fantasmas, y que su cada vez más escaso contacto con Big Star, su líder, es una prueba de que las cosas van a ir a peor.
Tachibana conoce a su vez a dos estudiantes más del colegio. Makoto Suzuki es chico normal que, al contrario que la gran mayoría de sus compañeros, no ignora ni insulta a Tachibana y desarrolla cierto interés por él y sus mundos de fantasía. Tan raro puede resultarnos el comportamiento del protagonista que Matsumoto necesita utilizar a Suzuki como recurso para acercarnos a él: es un chico del montón, sin complejos y con el que podemos empatizar. Por el contrario, IQ, otro alumno de la escuela, es un niño más extraño aún que Tachibana: lleva siempre una caja de cartón en la cabeza, con una agujero para ver por dónde va; su comportamiento es completamente analítico, y resulta en un personaje indescifrable, frío y difícil de predecir. Entre los dos amigos del protagonistas se establece una de las muchas polaridades que pueblan la obra: aquella entre el mundo normal y el mundo onírico de su imaginación, la integración social o la exclusión.
El mundo de fantasía al que solo pueden acceder los niños y que Tachibana está poco a poco abandonando representa claramente ese paso a la edad adulta en la que entramos al mundo real y abandonamos la fantasía, algo que el protagonista claramente rechaza, pero que se hace inevitable según pasan las páginas. Proclama que los adultos están “podridos”, y que una vez crecen su cerebro se vuelve rígido. Tachibana es consciente, tal vez demasiado para ser un niño, de ese proceso de maduración por el que está pasando y de esa infancia que está abandonando. Proclama que Ganz, el conserje de la escuela, es la única persona adulta que no está podrida, pero Ganz es un personaje solitario y triste y el único que empatiza con el niño. Matsumoto nos muestra una imagen pesimista de la edad adulta, y establece un vínculo entre la exclusión social y el mundo de fantasía de Tachibana.
Sin duda, la obra trata en gran parte sobre lo que significa hacerse adulto y sobre las imposiciones que supone. Los dos amigos de Tachibana, IQ y Suzuki, se presentan como dos extremos: la exclusión frente a la integración, y las ventajas e inconvenientes que cada cosa supone. Para representar esto, Matsumoto crea alrededor de sus personajes espacios en los que se sientes cómodos. Tachibana crea un mundo de fantasía en el colegio, y en él se siente a gusto y sabe desenvolverse; IQ, por su parte, está mucho más encerrado en su propio mundo, y la caja alrededor de su cabeza sirve de metáfora, un espacio mucho más pequeño si lo comparamos con el colegio del protagonista. Suzuki, por su parte, parece estar perfectamente adaptado e integrado en la sociedad, y podríamos decir que no necesita un espacio en el que aislarse, o que su espacio es el mundo entero, aunque disfrute de vez en cuando visitando el mundo de Tachibana. Al final de la obra, encontrándose entre estos dos personajes, tendrá que decidir que lado tomar, si el de la normalidad o vida adulta, o el de la evasión y la fantasía.
GoGo Monster trata temas como la exclusión social que se crea alrededor de un personaje que no se adapta a la realidad que le ha tocado vivir. El tono de la obra es sombrío y casi podríamos decir que se acerca al género de terror. Es un relato con una trama difícil que sucede a lo largo de un año y que gira constantemente sobre el mismo tipo de evento: pasar el rato con Ganz, subir a la azotea, un incidente en clase, etc. La obra, al final, parece que no está contando nada, y además de un tono oscuro el resultado puede llegar a ser demasiado ambiguo y vago por momentos. La intención de Matsumoto es la de meternos en el mundo de los personajes, en sus cabezas, y tal y como los personajes están sumidos en un mar de dudas, la obra se presenta muchas veces confusa. Pero no por ello Matsumoto es menos consciente de esto, y su técnica controlando el ritmo narrativo es apabullante. Sus páginas tienen pocos diálogos y tenemos muchas secuencias mudas en las que apenas se muestran detalles de lo que está pasando, centrándose más en el entorno: un avión que pasa volando, el jardín que Ganz está plantando. En este sentido, es espectacular la secuencia final de más de cien páginas en la que apenas hay diálogo ni se cuenta nada en concreto.
GoGo Monster es un cómic imperfecto pero con muchas lecturas, muchos matices y un nivel de trabajo espectacular. Un cómic denso y del que nunca se lleva a saber todo lo que pasa: ni Matsumoto lo pretende contar ni es necesario saberlo, y es que el viaje merece la pena por sí solo.
Narrativa - 9
Guión - 7.5
Interés - 8
8.2
GoGo Monster es un cómic imperfecto pero con muchas lecturas, muchos matices un nivel de trabajo espectacular. Un cómic denso y del que nunca se lleva a saber todo lo que pasa: ni Matsumoto lo pretende contar todo ni es necesario saberlo, y es que el viaje merece la pena por sí solo.