Grandes Autores Batman: Ed Brubaker – El Hombre que ríe

 

Edición original: Batman: The Man Who Laughs USA, Batman: Gotham Knights núm. 41 USA
Edición nacional/ España: ECC Ediciones
Guión: Ed Brubaker
Dibujo: Doug Mahnke, Ryan Sook
Entintado: Doug Mahke
Color:David Baron
Formato: Cartoné, 80 págs. A color.
Precio: 10,95 euros

 

A los héroes los definen sus villanos.

Sin villanos no existe el conflicto.

Sin conflicto no es posible entender el cómic de superhéroes.

Hay muchos villanos en el noveno arte, pero no hay ninguno tan atractivo, carismático, versátil y aterrador como el Joker. Su aspecto de payaso, ropa violeta, pelo verde, con su eterna y forzada sonrisa y su mirada helada de puro caos destilado del mismo infierno, esconden en su interior la más pura de las locuras y sinsentido de lo macabro. Un ser que desprecia la vida en todas sus formas y cuya única motivación queda fuera de toda comprensión. Una mirada del Joker sirve para saber que estás muerto.

A lo largo de los años, desde que fue creado en 1940, hemos podido asistir a muchos primeros encuentros entre el Joker y Batman. Encuentros que han ido saltando a lo largo de los años, 1951, 1989, 1993, 2007, 2014, en los que en todos se podía descubrir un nuevo detalle o, en la mayoría de los casos, se optaba por añadir nuevos conceptos que enriquecieran tan importante momento en la historia del murciélago. Pero sea como sea, lo importante es que se trata de un choque de trenes frontal, un enfrentamiento entre las dos caras de una misma moneda en la que las reglas cambian para siempre.

En este nuevo tomo dedicado a los grandes autores de Batman nos encontramos a Ed Brubaker, cuyo trabajo con el Caballero Oscuro puede decirse es más que notable, sin alcanzar el nivel de Greg Rucka, pero demostrando que es capaz de meterse dentro de la capucha y desarrollar historias sólidas y bien desarrolladas.

El trabajo de Brubaker en este tomo se ciñe a ese primer encuentro ya comentado. A ese cambio de reglas que exigen que Batman se reajuste y evolucione para poder hacer frente a este nuevo tipo de amenaza, a este nuevo tipo de maldad sin sentido, que representa el Joker. Y es precisamente en este punto en el que Brubaker más incide. Usa la historia para enfrentar a Batman ya no contra el Joker, sino contra su forma de operar, su sadismo, su capacidad para generar muerte y caos. Para mover la acción, Brubaker, tira de idea ya usada en otras ocasiones, sin pensar mucho viene a la cabeza la etapa de Marshall Rogers y Steve Englehart, que plantea una amenaza, que implica miles de muertes, a la que hacer frente y que lleve a Batman al cara a cara con su nuevo enemigo.

Estamos frente a una historia que no brilla por su originalidad, con ciertos toques muy elegantes al rescatar al Batman detective, pero que en ningún momento llega a destacar sustancialmente debido a ese regusto agrio que va generando poso al lector a medida que pasa las páginas y que le va diciendo que la historia no pasa de ser meramente superficial.

Brubaker no termina de cerrar el círculo y el conjunto queda debilitado por no tener un todo cohesionado. La sensación al terminar de leer le cómic es de haber leído algo muy insulso, hecho casi sin esfuerzo, muy de un guionista solvente que ha puesto el piloto automático para escribir una historia que podría haber dado mucho más de sí. Escribir al Joker implica necesariamente meterse dentro de la mente de un asesino despiadado y por tanto es necesario que la historia muestre ese punto de caos sin sentido en todo momento, que demuestre el descenso a los infiernos de los personajes. Brubaker no logra generar tensión psicológica a lo largo del relato, abusando mucho del texto de apoyo que ralentiza la lectura y acaban por desvincular al lector de esa parte psicológica que la historia a duras penas es capaz de mostrar.

Si tienes que explicar mucho es que algo estás haciendo mal.

Por tanto no pasa de ser una historia de Batman más, entretenida, pero sin trasfondo que permita recordarla para siempre en la memoria. Algo que se ve potenciado por un dibujo de un irreconocible Doug Mahke, que dibuja de manera muy precipitada, con trazos que recuerdan más a bocetos que a dibujo acabado, donde el entintado, aplicado también por él mismo, tampoco termina de minimizar el efecto global de desgana que muestra viñeta a viñeta.

Un trabajo correcto, alimenticio, tanto de guion como de dibujo, con elevadas expectativas que no se ven cumplidas y que hacen que uno se pregunte el porqué de su inclusión en esta colección. No se puede hablar de una historia mala, pero tampoco es una historia buena. Se trata de un ejercicio de guion sencillo y poco elaborado que, gracias al talento del guionista, brilla con más fuerza de la que merece. Podría haberse llegado más lejos en esta reinterpretación del eterno enfrentamiento entre el bien y el mal.

En el mismo tomo, ECC, ha incluido una historia breve, pero muy interesante y muy eficaz, escrita también por Brubaker y dibujada por Ryan Sook, perteneciente a la serie Batman Black And White.

Se trata de un relato conciso y elegante, que engancha desde la primera página y que explora la enorme capacidad que tiene Batman para influir en la vida de las personas. Son ocho páginas brillantes en todos los sentidos, que se rematan con un final que acierta en el blanco sin demasiado esfuerzo. Sencilla, eficiente y reflexiva, así es esta historia que hace que al cerrar el tomo no tengamos la sensación de haber pagado de más por una historia que no lo merece.