Grandes autores de Batman: Paul Dini y Bruce Timm. Amor loco y otras historias.

 

Edición original: Batman: Mad Love and other stories TPB, que incluye The Batman Adventures: Mad Love, The Batman Adventures Annual 2, The Batman Adventures Holiday Special, DC Comics.
Edición nacional / España: Batman: Amor loco y otras historias. Colección Grandes Autores de Batman: Paul Dini y Bruce Timm, ECC Ediciones, Noviembre 2014.
Guión: Paul Dini, Bruce Timm, Glen Murakami, Ronnie Del Carmen.
Dibujo: Bruce Timm, Dan Riba, Dan DeCarlo, Glen Murakami, John Byrne, Klaus Janson, Mike Parobeck, Ronnie Del Carmen.
Formato: 208 páginas a color editadas en cartoné.
Precio: 20,50 €.

 

Reconozco que respecto a Batman, me convierto en un rancio y un cabezota. La marca que dejó en mí las aventuras del cruzado de la capa bajo los lápices de Jim Aparo o Neal Adams fue suficiente como para crear una huella, un tatuaje imposible de ignorar. Allí, el caballero oscuro era ante todo un detective. Su cruzada era contra el crimen y su cerebro, su superpoder. Era el Sherlock Holmes enmascarado, con unas altas dosis de teatralidad en las formas. Había violencia, pero no crueldad. Había sangre, pero no saltábamos al gore. Sus aventuras, hoy en día, tenían cierto regusto naif, a pesar de la lograda ambientación gótica de sus autores, y si bien existía cierta angustia vital, el personaje no rayaba en la psicopatía. Ese Batman, ese personaje seguro de sí mismo, con un pie en la enfermedad mental, pero eficaz y aventurero, debía ser la influencia directa, los tebeos que leyeron en su infancia, los ahora preclaros Paul Dini y Bruce Timm. El destino tuvo a bien que el showrunner de la serie de animación que llegaría a las ondas catódicas tras la batmanía del 89 fuera Bruce Timm, un versado profesional que se había ganado el respeto trabajando en series como Flash Gordon, He-Man y los Masters del Universo, pero sobretodo en Tiny Toons. Su amor por el personaje permitió la que para quien esto escribe sea la más lograda adaptación del mito de Batman. Ni Burton, ni Nolan, ni Schumacher. Bruce Timm, junto con Eric Radomski, con evidente buen gusto, desarrollaron una de las mejores series animadas de todos los tiempos, capaz de aunar a un público infantil con otro más adulto al tiempo que adaptó con nota las complejas personalidades del que debe ser el más atractivo plantel de antagonistas que disfruta –que padece- un personaje nacido en las viñetas. La serie, un clásico ya, fue tan certera y creó tanto culto que incluso dio pie a nuevos personajes que vendrían a agregarse al plantel de secundarios de los tebeos. La traslación más importante al universo de papel fue sin duda la imparable Harley Quinn, versión enfermiza de un sidekick en su vertiente villanesca. Sí, ya conocéis todos su vínculo amoroso –o desamoroso- con el Joker y las mutaciones posteriores que ha sufrido en manos de autores que han hecho con ella cosas que en según qué casos hubiéramos preferido no haber visto. Pero eso es otra historia.

Semejante éxito encontró solidez en un buen grupo de guionistas, de entre los que destacó Paul Dini, un profesional con una larga experiencia en el campo de la animación en series como Droids, Ewoks y Looney Tunes. La química de su trabajo junto a Timm fue evidente, de modo que su paso a la narrativa en papel no se demoró.

Amor loco, la más famosa de las participaciones de Dini y Timm en el mundo del Batman de papel apareció como carta de amor a su propio personaje al tiempo que como Secret Origins sui generis. Y no pasó desapercibida. Recibió premios, vendió una buena cantidad de ejemplares y constató algo crucial, la solidez del universo del defensor de Gotham, donde el tono más desenfadado –a priori- del cartoon, permitía una traducción estilística menos realista y por tanto, más expresiva y atractiva a ojos de una gran cantidad de seguidores. El culpable de esto no fue otro que Bruce Timm, cuya dedicación, gusto y experiencia elevó la serie a los altares de la excelencia en el diseño. Su Gotham lucía tan estilizado, como inhóspito y frío, tan oscuro y gótico como venía a ser necesario, pero tan elegante que sus fondos cortan el aliento. Tan certera fue su visión, tan icónica su traslación desde las viñetas a los storyboards, que el diseño de la ciudad y sus elementos decorativos recibieron un apelativo particular, dark decó, al conjugar influencias en principio antagónicas como el art decó del que roban el nombre o el gótico hollywoodiense. Por si esto fuera poco, todos los personajes pasaron por un mismo filtro, cohesionador a nivel visual en lo referente a estilo y vestuario, pero terriblemente respetuoso con la naturaleza particular de cada cual. Con licencias, discutibles o no, cada personaje fue rediseñado para encajar en ese universo, pero manteniendo las consignas de su personalidad casi intactas. Además, Timm, quien diseñó la mayor parte de personajes, tuvo la ayuda de otros dos lumbreras del diseño en las figuras de Mike Mignola, quien hizo suyos al Acertijo y a Mr. Freeze, y a Kevin Nowlan, quien hizo lo propio con Man-Bat y con el Sombrero Loco. El propio Batman se acercó más que nunca a parámetros visuales indisolubles del cartoon, con un pie más cercano en la caricatura que en la reproducción realista, mezclando lo mejor del Space Phantom del gran Alex Toth para Hanna-Barbera con la evidente e inevitable influencia del Superman de los Fleischer. Su ojo implacable cayó no solo en la figura protagonista, sino que decidió lucirse con el elenco. Para servidor, los villanos de Batman nunca han lucido mejor que bajo la dirección visual del impecable Timm. Pero esto no es todo, ya que Timm sentó las bases del modo en el que se debían mover estos personajes por este mundo particular. Y como resultado tenemos todas las armas del cartoon adaptadas al movimiento de unos personajes que saltan, batallan y conjuran durante la noche. Así, Batman gozó de un dinamismo de movimientos como nunca se habían visto en medio alguno, ni tan siquiera en el de las viñetas. El caballero oscuro se fundía por fin con las sombras y se movía como un ninja, mientras su cuerpo bailaba con toda la flexibilidad que permite la caricatura, pero siempre de unos límites concretos.

Afortunadamente para todos, esta ristra de virtudes se vio confirmada al dar el salto sus autores al mundo del cómic. La eficacia de los guiones de Dini y la plasticidad de los dibujos de Timm dieron pie a unas historias que funcionaban tan bien en papel como en pantalla. Y de qué manera. Sólo hay que echar un ojo a las viñetas de lucha que acompañan esta reseña. Las extremidades flexionan en posiciones imposibles, las perspectivas se aberran con las posibilidades anatómicas del dibujo animado texaveryano. Pero nunca, nunca, caen en la parodia. Todo está medido para que cierta verosimilitud envuelva un mundo creíble en su particularidad. Es decir, todo lo bueno de la animación con todo el gusto de una buena narración secuenciada en viñetas.

Esta cualidad de la animación se adapta como un guante a la naturaleza circense y esquizofrénica de los villanos de Batman, con lo que las caídas, piruetas, trampas y estética de Joker y su chica lucen como creados para un medio que no les vio nacer, pero que se adapta al papel como fuente primigenia. Entonces, al abrir un tebeo de Timm todo es plasticidad, todo es de goma. Pero lo golpes duelen, la espaldas se quiebran y las leches suenan como nunca. Lo que no es pie, de todas maneras, a que no exista la tensión. Si bien la mayor parte de las veces podemos decir que Batman Adventures era un divertimento colorista, resulta evidente que Dini y Timm desarrollan sus historias con una elegante capacidad para generar tensión y por lo tanto interés. Hay misterio, hay peligro, hay secretos ocultos y bromas macabras, tanto como hay investigación criminal y sentido de la maravilla. Y esto, sí o sí, resultan las bases del espíritu inmutable del personaje. Es por esto que las aventuras animadas de Batman fueran tan bien recibidas, pues resultaban tremendamente fieles a la naturaleza del personaje. En este caso concreto, Amor Loco, además, amplían el elenco con esa creación única que supone Harley Quinn, personaje que, si bien endulza la oscuridad del Joker, supone tanto una guinda a su calidad como villano al tiempo que un acicate para desarrollar sus tramas. Además de una excusa para que Timm dibuje féminas, algo para lo que si tienes ojos en la cara y te gustan las mujeres, no podrás negar que el autor tiene un don particular.

Amor loco y las historias adicionales contendías en este volumen triunfan así en su definición de caracteres, en su estética y diseño, en la narración y en su trama. No entiendo cómo es que no te lo llevaste de la tienda la última vez que pasaste por allí.