En 1989 estalló la segunda batmanía.
La película de Tim Burton, Batman, se estrenó y la euforia por el hombre murciélago se desató con fuerza incontrolable. En DC Comics, aprovechando el tirón que propició el éxito que exprimentaba el personaje en el séptimo arte, se centró en trasladar dicho éxito al noveno y se produjo algo que no había sucedido desde 1940, lanzando al mercado una tercera serie regular con Batman como protagonista. Conocida con el título en inglés de Legends of the Dark Knight (en España fue publicada inicialmente por Zinco con el título de Leyendas de Batman) y situada en el momento temporal definido por Año Uno, con la peculiaridad adicional de constar de arcos argumentales cerrados de entre tres y cinco números realizados por equipos creativos distintos. La libertad creativa fue grande y hubo espacio para contar grandes historias gracias al trabajo de autores tan relevantes como Grant Morrison y Klaus Jackson (Gothic), Doug Moench y Paul Gulacy (Presa), Matt Wagner (Rostros), James Robinson y Tim Sale (Blades) y la que nos atañe, escrita por Dennis O´Neil e ilustrada por Trevor Von Eeden (con tintas de José Luis García- Lopez), titulada Veneno.
No era la primera historia de O´Neil en la serie, ya que se reservó el guion del primer arco, titulado Shaman, para dar salida a una historia iniciática y de autodescubrimiento por parte de Bruce Wayne.
Sin embargo, en Veneno, se dan ciertas circunstancias para que sea una de las historias más recordadas por los aficionados al personaje. O´Neil muestra a un Batman muy humano, con limitaciones físicas, obsesivo, dispuesto a cruzar líneas con tal de poder ir más lejos en su cruzada, capaz de mostrar una voluntad de acero y una disciplina moral, física y mental a toda prueba. Cinco números que plasman la aplastante figura de Batman como un ser humano capaz de lo mejor y de lo peor, dispuesto a enfrentarse a los más grandes peligros con el único propósito de no traicionarse a sí mismo.
Es esa imagen de fragilidad la que hace que Veneno se quede impresa en la memoria para siempre. Su planteamiento es como un clavo al rojo que se hunde con violencia estremecedora en el cerebro del lector, quemando neuronas a su paso, mientras la imagen de Batman como héroe se desmorona de forma progresiva… hasta quedar reducida a la nada.
La historia consta de cinco entregas y comprende los números USA del 16-20. Su argumento no puede resultar más eficaz. Batman se enfrenta a una situación en la que la vida de una niña depende de que sea capaz de levantar una roca que excede por mucho el peso que es capaz de levantar. Traumatizado por su fracaso se topa con un doctor, padre de la niña fallecida, que le facilita unas píldoras milagrosas capaces de llevar a su cuerpo a un nuevo nivel físico. El problema es que ese milagro tiene un precio muy alto.
El tratamiento de O´Neil de las drogas en los comics no le era ajeno en aquel entonces. Ya en los años 70 dio un paso inédito en la industria la tratar el tema de forma abierta cuando el pupilo de Oliver Queen se mostró ante su protector como un adicto a la heroína. En Veneno hay drogas, pero su uso sirve de canalizador de la historia y no se profundiza sobre el consumo de estas, sino que aportan el punto superheroíco a una historia que prefiere indagar más en la aplastante fuerza de voluntad de Batman cuando al fin es consciente del peaje que está pagando por mejorar sus cualidades físicas.
Aun así, existe el mensaje soterrado de como las drogas destruyen la vida de quien las toma.
El escritor de La Espada de Azrael centra la atención del lector en la otra cara de Batman y no tanto en el Batman heroico e incorruptible. Batman cede a la tentación, se muestra frágil, se deja vencer por su sentimiento de culpa, lo que lo convence de que el paso que da es el correcto.
La historia peca de propensión por el melodrama, con unos villanos que son clichés andantes, que funcionan bien gracias a que la historia tiene certeros movimientos argumentales dentro de la más vieja tradición del género. Su clasicismo es su mejor baza y su peor enemigo, al hacer uso O´Neil de textos de apoyo especialmente líricos. Una poesía narrativa que se ve reforzada por la tentación de volver a caer en las garras de las pastillas que se ve dominada por el intelecto y el ingenio más característico del personaje.
O´Neil no desea plasmar una historia donde haya un ganador y un vencido, sino que persigue plasmar una historia trágica para todos los involucrados que, de alguna forma, se ven atrapados por la droga Veneno. El escritor se deja llevar por los efectos dramáticos (sin valorar seriamente los tiempos que transcurren para plasmar gráficamente alguno de los cambios físicos de Bruce), para que la rabia, la locura, el dolor, la frustración y la perdición se reflejen de forma mucho más cruda que realista, sin dejar de explicar bien ciertos aspectos de los personajes que pueden chocar cuando se empieza la lectura.
Dibujo de escuela clásica, sin grandes estridencias, pero de una eficacia quirúrgica, donde las tintas de García-López se convierten las protagonistas, doblegando a los lápices de Von Eeden, para quedar enterrados bajo el trabajo del mítico artista. Todo queda supeditado a mostrar de forma potente las situaciones que O´Neil plantea, persiguiendo el ya mencionado efecto dramático con el que impresionar al lector. La puesta en escena no resulta estridente y su funcional diseño de página hace de la lectura un ejercicio dinámico. Gracias a este trabajo aparecen varias viñetas a lo largo de la trama que dejan una huella imborrable en la memoria del lector, con una fuerza y expresividad visual abrumadoras, que trasmiten a la perfección la marisma emocional que sufre su protagonista.
Un trabajo que se disfruta y se vive con intensidad y pasión, acompañando a Batman en cada uno de los duros momentos a los que debe hacer frente. Una lectura que marca, que se recuerda, que se atesora gracias a su fuerza argumental, aun con sus excesos, quedando innegablemente fijada en la retina gracias a la labor de sus dibujantes y a la fuerza de la prosa de O´Neil.
Imborrable
Guion - 7.5
Dibujo - 8
Interés - 9
8.2
Una de las historias más recordadas por la potente exposición de su planteamiento. Un Batman más humano que nunca, que ha de gestionar el fracaso, como excusa para crear una trama dura, en la que Bruce ha de vencer a sus propios demonios.
Clasicazo, gracias Gustavo!