¿Puede lo revolucionario mantenerse en el tiempo?
En lo creativo, concretamente en el cómic americano dedicado a superhéroes, lo difícil no es tanto dar con la fórmula y aplicarla, sino saber mantenerla en el tiempo y que su calidad no se vea mermada por el desgaste de la entrega mensual. Ese es el reto. Esa es la cuestión. Y aquí es donde entran Giffen y DeMatteis que asumieron un riesgo enorme cuando encararon el lanzar al mercado una serie dedicada a la Liga de la Justicia contraviniendo todo lo que hasta entonces habían leído y visto los lectores.
Los primeros números de la colección sirvieron para poner en marcha un proyecto atípico que recibió el apoyo inmediato de los fans. El golpe encima de la mesa había llamado la atención de todos, pero era necesario hacer lo difícil de todo proceso creativo: mantenerlo.
Han pasado muchos meses desde que se publicó en España el primer tomo de la Liga de la Justicia de Giffen y DeMatteis, 14 para ser exactos, lo que sin duda ha generado serias dudas sobre la continuidad de la recopilación de la serie tras el primer tomo.
La esperanza es lo último que se pierde y de nuevo esta Liga demuestra ser capaz de hacer posible lo imposible, regresando al mercado gracias a la publicación de su segundo tomo. Un segundo tomo que está llamado a volver a lograr la atención de los lectores y demostrar que el tiempo no ha hecho perder frescura a una de las mejores propuestas de finales los años ochenta.
En esta segunda entrega la Liga se va asentando como organización con capacidad operacional mundial, dejando obsoletas a otras organizaciones, como la de los Guardianes Globales que ven como sus servicios dejan de ser necesarios. Los guionistas avanzan en la historia y lo hacen mirando al futuro respondiendo preguntas tan relevantes como quien es Maxwell Lord, saliendo airosos de las exigencias editoriales relacionadas con el evento de aquellos días, Millenium, al tiempo que esta nueva Liga se cruza con otro grupo surgido del mismo fuego (Legends), el Escuadrón Suicida. En resumen, un tomo cargado de intensas revelaciones, lleno de evolución y aventuras, sin dejar nunca de apostar por su seña de identidad, el humor.
Los puntos fuertes de la serie se acaban por apuntalar en esta segunda entrega gracias a un perfecto equilibrio entre lo cotidiano y lo extraordinario, haciendo que en este tomo esté uno de los mejores números, no solo del volumen II, sino de toda la serie, en la que Giffen y DeMatteis enfrentan a la Liga, a estos héroes y heroínas, a algo tan mundano como es una mudanza. Un número antológico, donde no pasa nada y pasa de todo, mientras los protagonistas interactúan de una forma absolutamente nueva, hasta ahora, en los comics de superhéroes. Y es que esa es la grandeza de esta serie.
Acercarse a la JLI es un ejercicio novedoso para todo lector de comics. La JLI es un trabajo distinto en el que el humor no es sino una herramienta al servicio de la historia, que logra cambiar el enfoque y la imagen preconcebida que se tenía tanto del género como de los propios héroes, donde la moda se centraba en dientes apretados, armas gigantescas, mal humor y violentas peleas. Giffen y DeMatteis recorren el camino opuesto, demostrando que la innovación siempre es posible.
Los dos escritores logran asentar la propuesta con las entregas contenidas en este tomo, desarrollando más a los personajes mediante un uso muy equilibrado entre el humor, la acción y el drama. Un cóctel que hace que la obra goce de un estilo inimitable, dejando claro que lo que se pudo leer en el primer tomo no fue fruto de la casualidad.
La fuerza y el carisma de esta serie se asienta en sus protagonistas, héroes y heroínas que se muestran de forma descarnada como seres humanos con más o menos poder, pero humanos, a fin de cuentas. Con sus fobias, sus miedos, sus emociones… totalmente accesibles a los lectores. Un ejemplo de ello es como los autores relatan el choque de trenes que se produce entre Flagg y Batman, cuando sus dos grupos se encuentran de forma abrupta en Rusia. Un enfrentamiento que corre en paralelo al que tienen Maxwell Lord y Amanda Waller, en un ejercicio narrativo soberbio.
Se puede tender a menospreciar un trabajo de finales de los ochenta en la que su principal característica es el humor. Una Liga con segundones donde no hay aventuras especialmente gloriosas, pero hacer tal juicio es sin duda temerario. Tras la primera capa se esconde todo un desarrollo minucioso, un trabajo detallado de caracterización, en el que se dan la mano múltiples facetas afines al género y no tan afines al propio género. Estas subcapas yacen de forma pasiva integradas en la propia historia para revelarse cuando es necesario acudir al rescate de unas tramas muy divertidas, no exentas de drama, nostalgia, miedos, penurias, chistes… Hay que evitar pensar en la JLI como un producto caduco, hija de su tiempo, y dejarse llevar por uno de los trabajos más relevantes de finales de los ochenta y principios de los noventa.
Giffen y DeMatteis demuestran con creces su saber hacer y afianzan la serie apuntalando todas sus fortalezas, al tiempo que se ven reforzados por un Maguire mucho más suelto y mucho más fluido en narrativa, sin dejar de lado su gran habilidad, la expresividad facial. Soberbio en su sencillez.
Una obra para todos, tanto los de ayer como los de hoy, como los que vendrán, atemporal, sólida, robusta, que hizo historia en su día y que hoy continúa siendo todo un manual de estilo del que otras muchas series deberían aprender. Imprescindible.
Debes tenerla.
Guion - 7.5
Dibujo - 8
Interés - 9
8.2
Bhaw-Ha-Ha-Ha No hay mejor manera de exprear todo lo que esta serie ejemplifica.
Una obra que no ha envejecido nada, un cómic soberbio.
Lástima la mala jugada que nos ha hecho ECC con esas páginas finísimas que se trasparentan sin tener que ponerlas a trasluz. Cuando por fin la reeditan ECC siempre estará ahí para joder al aficionado bajando la calidad de la edición.
Coincido con tu opinión y fíjate que hasta me supone un alivio tremendo que sigan publicándola, aunque con una periocidad extraña y a tamaño original. Casi que es mejor el papel del coleccionable de Salvat donde también la están reeditando, una vergüenza vamos.
Sigo sin saber como un personaje con una progresión tan buena como fue la de Maxwell Lord de un día para otro nos lo presentan como un vilano despiadado sin saber porque y como.
Posiblemente los puñetazos sobre su escritorio de Dan Didio Prime, que alteraron la continuidad
Un cómic imprescindible terroríficamente editado. Periodicidad errática, mala calidad del papel, escasez de páginas y portadas horribles.Un pleno por parte de ECC.