Grandes Sagas Marvel Los Cuatro Fantásticos nº 1: El principio del fin

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Edición original: Marvel Comics – mayo 1993 – marzo 1994
Edición España: Comics Forum – diciembre 1994
Guión: Tom DeFalco, Paul Ryan, Glenn Herdling
Dibujo: Paul Ryan, Geof Isherwood
Entintado: Dan Bulanadi, Geof Isherwood
Color: Gina Going, Mike Rocwitz, Joe Andreani, Glynis Oliver
Portada: Paul Ryan
Precio: 1750 pesetas (tomo en tapa blanda de 280 páginas)

 
Prólogo: sobreviviendo a la debacle

En diciembre de 1994, Comics Forum daba por cerrado un año especialmente convulso en su historia editorial. Once meses antes, una serie de colecciones que habían acompañado a sello de cómic de Planeta desde su creación -o casi- echaban el cerrojo, víctimas de una crisis de venta que, hay que decirlo, estaba relacionada con una serie de problemas de carácter creativo. Cabeceras como las protagonizadas por los Vengadores de ambas costas o los Cuatro Fantásticos echaban el cierre y su lugar iba a ser ocupado por una variopinta sucesión de formatos con los que la afición -no muy nutrida- podría seguir teniendo acceso a las andanzas de sus personajes favoritos.

En lo que a los Cuatro Fantásticos se refiere, hay que decir que, con la cancelación de su colección, se cerraba un período de once años en el que la familia Richards había estado presente en los quioscos y librerías patrios. Cuando llega la entrega final, con el fatídico sello de «último número», la serie está ya bien metida en la etapa Tom DeFalco-Paul Ryan, la cual abarcará prácticamente hasta la maniobra comercial conocida como Heroes Reborn.

Después de Simonson (bis)

La llegada de Tom DeFalco y Paul Ryan a la colección decana de Marvel -o de su etapa plateada- se produjo como consecuencia de la repentina partida de Walter Simonson de la misma. Este autor supuso para la audiencia la promesa de una etapa que podía ser tan memorable como la de John Byrne. La querencia del caballero por la ciencia-ficción y su condición de responsable de la etapa definitiva de Thor, eran puntos a favor y, de hecho, hay que reconocer que su trabajo con el cuarteto fue bastante notable. Sin embargo, su presencia en el título duró menos de dos años. Al parecer, don Walter se iba sintiendo progresivamente incómodo en la casa de las ideas, pues los autores de su generación van siendo abruptamente desplazados por la empresa, la cual favorecía a recién llegados con pocas tablas y mucho ego. «Cuando las barbas de tu vecino veas quemar, pon las tuyas a remojar» debió pensar, por lo que decidió echare el cierre e irse por su propio pie, antes de que le acaben echando. Tras una un número de transición, firmado por Danny Fingeroth y Al Milgrom, llegan DeFalco y Ryan, manteniéndose en la colección durante los siguientes cinco años. De esta forma, don Tom se convertía, una vez más, en el sustituto literario de Simonson y pechaba con la tarea de contar unas aventuras que mantuvieran el interés generado por su predecesor. De la misma forma que con el dios asgardiano elevaría a su colega dibujante a las labores de co-guionista, aquí DeFalco elevaría a don Paul a ese mismo puesto, conformando un tándem estable que no falló a la cita mensual durante el lustro de su colaboración. Todo un ejemplo a recordar y, desde luego, a ensalzar. Ambos firmarían una etapa que, sin ser tan exitosa como la de Byrne, sí se cuenta entre las mejores de la historia del cuarteto, al dar a la parroquia lectora muchas horas de acción, entretenimiento y aventura.

Antes del principio del fin…

Una de las cosas que me gusta destacar cuando trato sobre alguno de los trabajos firmados por Tom DeFalco, es el hecho de que aplique a sus labores como guionista los elementos definitorios del género folletinesco. Uno puede estar más o menos a gusto con sus propuestas, pero no se le puede negar un talento único para dejar a la audiencia en vilo y ansiar la continuación al «continuará». Ya sea con Spider-Man, con Thor o con los Cuatro Fantásticos, el señor DeFalco se las arreglará para introducir triángulos amorosos, tragedias de todo tipo y un variado plantel de secundarios que sostengan la trama. Aquí, comenzará la labor haciendo un ejercicio de retro-continuidad de los que dan para discutir durante horas sin cuento: revelar al mundo que Alicia Masters-Storm era una skrull. Invasión secreta no inventaría nada.

La afición veterana recordará que John Byrne había decidido poner fin al añejo romance entre Ben Grimm y la escultora invidente Alicia Masters, aprovechando la marcha de aquel a las primeras guerras secretas. La Cosa decide permanecer en Mundo de Batalla, aprovechando que allí controla su transformación y su novia acaba enamorándose de Johnny Storm. La Antorcha Humana ya no es, a esas alturas, el irresponsable cabeza loca y, después de dar un montón de tumbos sentimentales, acaba correspondiendo a los sentimiento de la artista. El regreso de Grimm supondrá un enfrentamiento entre los camaradas y el compromiso de los amantes, los cuales contraerán matrimonio en el tricentésimo número de la colección. La situación generada servirá a Steve Englehart -sustituto definitivo de Byrne, tras el breve paso de Roger Stern- para montar algún que otro zaperoco sentimental; traerá de vuelta a Crystal Amaquelin -antiguo amor de Johnny- y acabará liando a Ben con Sharon Ventura -la segunda Ms. Marvel y, más tarde, la Mujer Cosa-. Historias de tristezas de amor, juegos crueles en los que apuestas para ganar y acabas perdiendo… o bien, para acabar convirtiéndose en parte del paisaje. El caso es que, para el momento en el que DeFalco y Ryan desembarcan en la colección, el matrimonio entre Johnny y Alicia es parte asumida de la historia de la familia Richards.

Los nuevos autores se sacan de la manga una serie de cambios retrospectivos, algunos de los cuales no casan bien con las historias precedentes. Para empezar, indican que el estilo escultórico de Alicia se ha vuelto más extra-mundano y cuasi-alienígena, abandonando su trayectoria precedente, pródiga en bustos y creaciones de corte realistas. Para continuar, indican que la joven se ha mantenido alejada de su padrastro, Philip Masters, el Amo de las Marionetas. Este último decide utilizar a la Cosa y a los Nuevos Guerreros -creaciones de DeFalco presentadas en la colección de Thor- para esbozar lo que parece un plan arquetípico del veterano villano: la manipulación de un héroe para que le haga el trabajo sucio de hacerle la pascua a su hijastra. Lo que parece una palanca en el aplacado rencor de Grimm hacia Storm por su matrimonio, acaba revelándose como el desenmascaramiento de una espía: Alicia Masters nunca se casó con la Antorcha Humana; en todo momento fue una agente skrull llamada Lyja. Este será el primer golpe en la estabilidad de la familia Richards. El primero de muchos.

Los siguientes sinsabores en la vida del cuarteto fueron desarrollándose al compás de los acontecimientos editoriales de la época. Así, durante La Guerra del Infinito, Susan se vería acosada por el lado oscuro de su personalidad y este, que asume la identidad de Malicia, tendrá la capacidad de influir sobre ella y hasta de poseerla. Fruto de su reaparición, veremos que la Mujer Invisible asume un uniforme mucho más atrevido, una actitud mucho más agresiva y experimenta una suerte de adaptación a la línea marcada por las colecciones de la nueva y feroz competencia de Image Comics.

El siguiente en recibir su correspondiente ración de problemas es la Antorcha Humana, que ya tiene que pechar con la dura verdad de que su matrimonio ha sido una mentira. La verdadera Alicia, rescatada de los skrulls, aún ama a Ben. En un intento de rehacer su vida, intenta volver a los estudios universitarios, solamente para verse atacado por un equipo en el que está una Lyja que ansía venganza. Su superior y amante, un tal Paibok -otra creación de DeFalco y Ryan- empuja a su subordinada contra su exesposo putativo y le coloca como aliado a Devos el Devastador -otra creación de los autores, en la línea de homenajear los tiempos de Lee y Kirby-. Aquí tenemos en acción otro de los trucos de don Tom, pues lo que se presenta es un curioso triángulo amoroso de despechos y revanchas. La consecuencia principal del combate será que el campus acaba en llamas y Johnny acaba convertido en prófugo. Su condición de fugitivo generará un enfrentamiento con los «nuevos Cuatro Fantásticos» presentados por Walter Simonson -y prólogo a la colección Defensores Secretos y un combate entre la Cosa y Lobezno, en el que el canadiense mutilará el rostro del piloto. Esto será la excusa perfecta para que Ben vuelva a lucir el casco que utilizara en los primeros tiempos de la colección y a tener un nuevo motivo de amargura.

El que, en principio, parece librarse de todos estos reveses es Míster Fantástico. Para él será el mayor y más duradero de los males.

La venganza de los skrulls
Ilustración de Paul Ryan

No se vayan todavía, que aún hay más:

Al inicio del tomo queda patente que DeFalco y Ryan están plenamente embarcados en la tarea de de-construir a los Cuatro Fantásticos, derribando los cimientos de su sólida familia. La continuación de la línea de desgracias pasará por la pérdida de Franklin, el hijo de Reed y Susan. La familia recibirá la inesperada visita de Nathaniel Richards, padre de él y suegro de ella, que llegará con ominosos presagios sobre el porvenir inmediato del equipo. Su presencia aportará una serie de intrigas y misterios adicionales a la colección, ya que se niega a hablar claramente y prefiere jugar con ambigüedades. Contra la voluntad de sus parientes, secuestrará al pequeño Franklin y lo devolverá adolescente y entrenado en sus poderes bajo la identidad de Psilord. Los afligidos progenitores acogerán este cambio con escepticismo y agresividad, siendo conscientes de que Nathaniel es de poco fiar.

El siguiente paso será una vuelta de tuerca al enfrentamiento entre Reed Richards y el Doctor Muerte. La aventura supone la concreción de las consecuencias del número final del primer volumen de la edición española, que coincide con el tricentésimo septuagésimo quinto de la serie americana. El monarca europeo decide ajustar cuentas con sus antiguos adversarios, destrozando la vida de Sharon Ventura -a la que restituyó su aspecto humano a cambio de una lealtad no pagada- y torturando a Ben Grimm. El viaje en misión de rescate a Latveria acabará en desgracia: la compasión de Reed será su perdición, pues su contumaz enemigo aprovecha un gesto de misericordia para poner fin a la vida de ambos. Míster Fantástico será uno más en la larga lista de decesos en la parroquia súper-heroica de los noventa del siglo pasado y su desaparición será el motor que impulse a la colección en los años venideros.

La segunda parte del tomo presenta las consecuencias inmediatas de la pérdida. Susan está acosada por su lado negativo; Ben está desfigurado; Johnny ha de hacer frente a la presencia de Lyja, que ha pasado de adversaria a aliada circunstancial. Por la base pululan el poco fiable Nathaniel y el adolescente Franklin, pero su presencia arroja más incógnitas que seguridades y, finalmente, se acercarán al excuarteto personajes como Scott Lang, el Hombre Hormiga (que se convertirá en sustituto oficioso del caído) y Namor, el Hombre Submarino (que intentará pescar en las aguas revueltas a su no correspondido amor). En este contexto, tendremos un cruce con la incalificable miniserie Desafío estelar y un fin de fiesta que dejará un montón de cabos sueltos por atar.

Un cruce con Desafío Estelar
Ilustración de Paul Ryan

En conclusión:

El principio de fin es un tomo lleno de aventuras trepidantes en las que el cuarteto protagonista recibe tortas hasta en el carnet de identidad. La estabilidad familiar deja paso a un variopinto grupo de aliados circunstanciales con intereses de todo tipo, al tiempo que abre un período de incógnitas que llamará la atención sobre una colección que llevaba mucho tiempo sin generar un excesivo interés. Entre los misterios, estará la posibilidad de que Johnny y Lyja experimenten la hermosura de tener un huevo… poner un hijo… ¡tener un hijo!

En la parte gráfica, hay que destacar la profesionalidad de Paul Ryan, Danny Bulanadi y Gina Going, los cuales presentan un trabajo gráfico sólido y estable, que combina el sabor añejo de reminiscencias «kirbianas» con ciertas concesiones a las modas del momento -léase chalecos y cazadoras de mil bolsillos, uniformes de utilidad cuestionable y pistolones que desafían la ley de la gravedad-. Como curiosidad, hay que destacar la inclusión -por exigencias de la trama- del número cuadragésimo octavo de la colección protagonizada por Namor. Sus responsables, el guionista Glenn Herdling y el dibujante Geof Isherwood, se encargaron de la etapa final de la serie, completamente olvidada en nuestro país tras la marcha de John Byrne y Jae Lee.

  Edición original: Marvel Comics – mayo 1993 – marzo 1994 Edición España: Comics Forum – diciembre 1994 Guión: Tom DeFalco, Paul Ryan, Glenn Herdling Dibujo: Paul Ryan, Geof Isherwood Entintado: Dan Bulanadi, Geof Isherwood Color: Gina Going, Mike Rocwitz, Joe Andreani, Glynis Oliver Portada: Paul Ryan Precio: 1750 pesetas…
Guión - 7.4
Dibujo - 8
Interés - 7.9

7.8

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Carlos padilla
Carlos padilla
Lector
5 junio, 2018 16:36

Adoro estos tomos de los cuatro de defalco y ryan,menudo carrusel de aventuras!!aquello era un no parar!me perdí,insensato de mi,el comienzo de esta etapa en grapa,desconfiado ,pero estos tomos de grandes sagas me hicieron ver como se podía hcer un tebeo donde siempre estaban pasando cosas,cambios,perdidas y nuevos compañeros…como en la vida misma!

Carlos padilla
Carlos padilla
Lector
5 junio, 2018 16:37

Por favor,todo el mundo a reclamar una nueva edicion por panini!!Clemente,hay que aprovechar el regreso de los cuatro a Marvel!

Sith
Sith
Lector
5 junio, 2018 17:27

Parece mentira pero esta etapa es una deuda pendiente que tengo, siempre leo muy buenas criticas al respecto, pero núnca la he leido, ojala que Panini en algún momento pueda editarla.

Jack
Jack
Lector
6 junio, 2018 9:44

La verdad me la perdí en su momento y le tengo bastantes ganas.