Edición original: Marvel Comics – abril – diciembre 1994
Edición España: Comics Forum – diciembre 1995
Guión: Tom DeFalco, Mike Lackey
Dibujo: Paul Ryan
Entintado: Danny Bulanadi
Color: John Kalisz, Lia Pelosi
Portada: Paul Ryan
Precio: 1750 pesetas (tomo en tapa blanda de 208 páginas)
El segundo tomo de la colección dedicado al cuarteto, perdón, al trío fundador de la edad de plata de Marvel, se caracterizó por continuar la línea marcada por su predecesor. Para el público español, la continuación de la lectura supuso una espera de un año, habida cuenta de que en todo 1995 no se publicó nada de la colección.
El primer número contenido en esta segunda entrega lleva por título ¡De aquí no sale nadie vivo! lo cual es una declaración de intenciones en torno al destino del equipo. En aquellos días, se jugaba bastante al despiste y, de hecho, creo recordar que en algún artículo de acompañamiento de una de las grapas de la época, se hacían eco de las declaraciones de Paul Ryan, el cual anunciaba que, al final, los cuatro integrantes de la alineación original morirían. Hay que tener en cuenta que, en aquellos tiempos, aún se vivía la resaca del ciclo de muertes y resurrecciones iniciado con Superman. Por otra parte, corría el rumor de que Tom DeFalco -guionista de la serie y también editor en jefe de Marvel- había tomado la decisión de poner fin a la más antigua de las series en activo y dejar paso a una versión más acorde con los tiempos -que, a la postre, sería Fantastic Force-. A día de hoy, donde acabamos de pasar por un período de «sequía fantástica» de varios años, estas ideas pueden parecer menos disparatadas de lo que semejaban hace un cuarto de siglo pero, en su momento, una parte de la afición consideró que eran poco menos que herejes concesiones a las modas del momento. Sea como fuere, don Tom demostró ser un gran maestro del «continuará» y jugó con la curiosidad de un público que empezaba a ver su labor en la serie junto a Paul Ryan como algo más que un regreso a los orígenes.
Tras la muerte de Reed, sus camaradas supervivientes se esfuerzan por continuar sus vidas, acompañados por un creciente número de aliados circunstanciales, los cuales pululan por el cuartel general del equpo. Por un lado, tenemos a una Susan Richards, que, libre de la influencia de Malicia, ha decidido lucir un uniforme menos atrevido y tomar las riendas del grupo. Desde los días de John Byrne, la Mujer Invisible ha sido una roca sobre la cual se ha fundado la estabilidad de los Cuatro Fantástico. Ni el intelecto de Reed, ni la fuerza de Ben ni la bizarría de Johnny son, a la hora de la verdad, la clave de la pervivencia de cuarteto, sino la presencia del personaje que más ha evolucionado a lo largo de la historia del grupo. Esta idea ya había sido apuntada por Peter B. Gillis en un número del primer volumen de la colección What if? donde la muerte durante el parto de Franklin de Sue, derivaba en la caída de la familia Richards. Es la fuerza y la convicción de esta señora la que hace que sus dos colegas, parientes y amigos mantengan una reluctante esperanza de un hipotético regreso de Míster Fantástico, pese a que todo apunta a que, con toda seguridad, está más muerto que Carracuca.
Junto al trío superviviente, tenemos a una serie de ilustres secundarios de viejo y nuevo cuño, los cuales se convierten en presencias habituales en la colección durante todo el período DeFalco-Ryan. Así, por un lado, tenemos al Hombre Submarino, que intentará ganar una vez más el amor de Susan, ahora que su viejo rival parece haber pasado al otro barrio. Su presencia se hará más patente, ya que, a no mucho tardar, perderá su propia cabecera, en la implosión de mediados de la década. Por otro, tenemos a Lyja, la skrull que suplantara a Alicia Masters y que parece querer ganar por méritos propios lo que había obtenido previamente por engaños. De la órbita del Hombre de Hierro proviene Scott Lang, el Hombre Hormiga, cuyos conocimientos en ingeniería intentarán suplir la carencia de Reed. Del futuro -un futuro- tenemos a un adolescente Franklin Richards cuya identidad aún es objeto de cuestionamiento por parte de sus familiares y, muy especialmente, de su madre. El joven Psi-Lord tiene ahora en su cacumen a la indeseada Malicia, el lado maligno de su señora progenitora, lo cual puede resultar un tanto peligroso, si tenemos en cuenta que Franklin es uno de los seres más poderosos de todo el multiverso marvelita. Por último, pero no por ello menos importante, tenemos desde una realidad alternativa a Nathaniel Richards, abuelo del anterior, padre del difunto y suegro de una nuera que no se fía para nada de él. El venerable señor lleva varios meses hablando en enigmas, haciendo todo tipo de trastadas -como el secuestro de su nieto- y expresándose con unas medias tintas que en modo alguno ayudan para advertir a sus parientes de la que se les viene encima. Sus intervenciones agoreras son tan crípticas y es tan poco digno de confianza, que Sue y sus compañeros de armas se ven bastante perdidos ante un caballero que es tan listo como su hijo, pero bastante más astuto.
El aciago destino de los Cuatro Fantásticos que, día sí, día también, parece anunciarse, se concreta en este punto en una revisión de una de sus historias más memorables: la venida de Galactus. Sin el concurso de Míster Fantástico, el trío superviviente habrá de enfrentarse al devorador de mundos en una Tierra paralela, donde las cosas no salieron como conocemos. Esto constituye un curioso ejercicio de nostalgia, por cuanto el dibujo de Ryan mimetiza bastante bien las evocaciones «kirbyanas», los diálogos de DeFalco pueden ser un tanto «lee-escos» y se juega con el color para reforzar todo el sabor clásico que esta aventura debe emanar.
La aventura en un mundo paralelo presenta una obvia simetría entre la situación el cuarteto que conocemos -reducido a la condición de trío- y su contraparte de esa Tierra destruida, en la que un Reed Richards obsesionado por derrotar a Galactus se ha convertido en el único superviviente del equipo. Utilizando otro elemento de la época Lee-Kirby, DeFalco y Ryan narrarán otra historia en la que el grupo quedará, temporalmente, disuelto. Johnny descubrirá que su «hijo» con Lyja no era tal, por lo que decidirá abandonar el equipo; Susan se embarcará plenamente en la búsqueda de su marido y Ben será el que certifique el fin de una época.
Después del fin, los siguientes números se dedican a contar historias separadas de la vida de Susan, Jonathan y Benjamin. Así, la primera continúa sus pesquisas sobre el sino de su esposo, mientras sigue comprobando la capacidad para la doblez de su suegro. El segundo intentará -otra vez- retomar sus estudios universitarios y hacer sus pinitos en arqueología, visitando a su viejo amigo Wyatt Wingfoot, en compañía de una vieja conocida de ambos, Hulka, y sin que su «exesposa» Lyja esté muy lejos. Por su parte, el tercero tendrá un encuentro con Lobezno -quien le había destrozado la cara tiempo atrás, obligándole a llevar su viejo casco- para caer casi de nuevo en el clásico de la pelea por confusión y, en definitiva, reconciliarse.
Si algo puede decirse del trabajo de Tom DeFalco y Paul Ryan en esta colección es que su lectura resulta de todo menos aburrida. Cada capítulo constituye un más difícil todavía, en el que no parece haber límite para las catástrofes que los autores hacen caer sobre los personajes. Además, hay que alabar, una vez más, el hecho de que ellos, junto al entintador Danny Bulanadi y el colorista John Kalisz, estuvieran al pie del cañón, sin faltar prácticamente un día a la cita convenida. En este número, solo la presencia de una colorista adicional y de Mike Lackey -un nombre habitual de esos años- como co-guionista de un número, constituyen las adiciones respecto de un cuarteto -en este caso, el creativo- que dio y da una innegable lección de profesionalidad.
Último asalto es el segundo y último tomo de la colección dedicado a los Cuatro Fantásticos. Sin embargo, la etapa en curso aún distaba mucho de estar concluida. No habría que esperar demasiado para leer lo que vino después.
¡Tomazo Marvel Héroes para esto, amigos de Panini!