Edición original: Marvel Comics – octubre 1992 – junio 1993
Edición España: Comics Forum – abril 1994
Guión: Bob Harras
Dibujo: Steve Epting, Gordon Purcell
Entintado: Tom Palmer, Steve Alexandrov, Fred Fredericks
Color: Tom Palmer, Gina Going
Portada: Steve Epting, Tom Palmer
Precio: 1495 pesetas (tomo en tapa blanda de 240 páginas)
En enero de 1994, la parroquia lectora de Comics Forum se vio sorprendida por el anuncio -adelantado de forma más o menos indirecta en las secciones de correo- de la cancelación de algunas de las colecciones más longevas provenientes de Marvel. Los Cuatro Fantásticos y los Vengadores de ambas costas perdían sus cabeceras mensuales en España, después de una década de presencia en quioscos y librerías. Bien es cierto que, junto a estas cabeceras, llegaron a su fin otras series, como los experimentos duales que sustituyeron al formato Marvel two in one, pero en el caso de las tres antedichas, se trataba de volúmenes que habían superado largamente la centena de entregas. De repente, dos franquicias esenciales de la casa de las ideas desaparecían, dejando la sensación de que solo Spider-Man y la Patrulla-X contaban realmente con el favor del público. A ambos lados del océano se vivían tiempos convulsos e interesantes: allá, las asentadas Marvel y DC debían afrontar la contundente irrupción de Image, cuyo ejemplo servía para dar pie, impulso y esperanza a iniciativas similares; acá, los mangas habían desembarcado en el mercado, de la mano de la popularidad creciente de sus versiones animadas y suponían una alternativa fresca y original frente a un género y unas historias que no pasaban por su mejor momento.
Sin embargo y, fieles a la tradición de buscar y encontrar alternativas editoriales, en Forum idearon el que, en mi opinión, es uno de los mejores formatos de cuantos se utilizaron en lugar de las grapas: tomos recopilatorios de muchos números, con los que intentar acortar el desfase con las ediciones originales que, en algunos casos, abarcaba varios años. Durante los años 1994 y 1995 pudimos disfrutar de pequeñas y grandes sagas marvelianas en este formato.
Si echáremos una mirada a la franquicia vengativa de esos años, veremos que resulta comprensible la progresiva pérdida de interés por el público. La prematura marcha de John Byrne había provocado que el proyecto de una franquicia unificada bajo el control de un solo autor saltara por los aires. La premisa de un grupo donde, en función de la misión, pudieran reclutarse más reservistas, saltó pronto por los aires y, prontamente, los Vengadores de la Costa Oeste -nuestros Nuevos Vengadores- quedaron en manos de Roy y Dann Thomas, que se mantendrían junto al canadiense Dave Ross hasta prácticamente el final de la colección. Sin embargo, para la serie madre no hubo un recambio permanente hasta pasado cierto tiempo. Primero, le toco a Fabian Nicieza la tarea de sustituir en medio de un arco argumental elaborado por Byrne -lo que cuenta el propio interesado en esta entrevista– y luego, la de afrontar la aventura estival quincenal de ese año 1990 –reseñada aquí-. Tras Nicieza llegaría Larry Hama, que empezaba a llamar la atención para bien con su trabajo en la colección de Lobezno, pero que apenas se quedaría lo justo para vincular al equipo a las Naciones Unidas y crear un sistema de alineaciones titulares y sustitutas que, al final, duraría lo que un merengue en la puerta de un colegio. En ese período, Paul Ryan se mantendría a los lápices, junto al eterno Tom Palmer (que aportaría su inimitable entintado y su hábil color hasta el final de la colección, durante la batalla contra Onslaught). La constancia en la parte gráfica contrastaba con la sensación de deriva en el ámbito literario, pero esto estaba a punto de cambiar: pronto habría un nuevo equipo creativo que habría de encargarse de otra de esas etapas largas y memorables en la historia de la colección. Bob Harras, el polémico editor, demostraría ser un guionista competente cuya labor le ha situado, a ojos del público, al nivel de escritores como Roy Thomas, Steve Englehart, Roger Stern, Kurt Busiek o Brian Michael Bendis.
Harras era uno de esos nombres que, de cuando en vez, se podían encontrar firmando algún número de relleno en las colecciones de la casa de las ideas. Sin embargo, resultaba en aquellos días mucho más reconocido por su labor como editor de la franquicia mutante que como guionista. Su persona está ligada al convulso período en el que los dibujantes-estrella acabaron imponiendo su reinado sobre guionistas de reconocido prestigio y dilatada currículo. Bajo su mandato, Chris Claremont y Louise Simonson pondrían fin a su estancia en las series-X y se iniciaría un período en el que era el equipo de don Bob el que marcaba la pauta de lo que había contar, por encima de unos autores que acababan quemados o hartos, pero me estoy saliendo por la tangente. En honor a la verdad, hay que reconocer que, pese a los conflictos laborales, Harras demostró en estos años ser un alumno aventajado del patriarca mutante y logró con sus historias que los Vengadores volvieran a despertar interés y a captar la atención del público.
A su lado, encontramos a un dibujante cuya presencia en la serie -inevitablemente filtrada por el pasapuré de las marcadas tintas de Palmer- le granjería popularidad y fortuna: Steve Epting. Con puntuales ausencias, el caballero se encargaría de dibujar las historias contenidas en los dos tomos de Grandes Sagas Marvel, dejando a la hora de su marcha, una colección mucho más interesante y popular de lo que era cuando llegó a ella. Diez años después, volvería a la franquicia con la vitola de dibujante de primera fila, pero, en ese momento, tiene que asumir la desagradable tarea de hacer atractivos a los personajes que, al final, conformarán el equipo básico de esos años. Ello supone arrimarlos al sol que más calienta y, consecuentemente, añadir cazadoras de piel, cananas, camisetas estilo imperio y barbas de tres días.
Antes de los números recogidos en el tomo, los autores habían firmado dos aventuras que, en buena medida, sientan las bases de lo que habrá de ser su etapa en la serie. Por un lado, tenemos La obsesión por coleccionar, un enfrentamiento en el que trabajan con personajes muy recordados por la parroquia lectora -como la Bestia o el Doctor Pym- y en el que veremos la capacidad de Harras para despistar y sorprender a la afición lectora. Además, el argumento será la excusa para que Crystal Amaquelin se una al grupo.
Por otro, tenemos Operación: Tormenta Galáctica, el evento que reunía a todas las colecciones vengadoras del momento, que terminaba con un profundo cisma en el seno del equipo. Las secuelas de esta monumental batalla se traducirán en el abandono temporal del Capitán América -que se toma un descanso, seriamente preocupado por la deriva de una parte de su grupo- y en la desaparición del statu quo diseñado por Hama, siendo sustituido por un equipo sin pesos pesados. La alineación inicial de esta etapa estará compuesta por la Viuda Negra (que liderará el equipo durante ese tiempo), el Caballero Negro, Hércules, Sersi, Crystal y Thor (Eric Masterson).
Una de las cosas que hay que reconocer a Harras en su labor, es el hecho de que, en este momento, la colección esté desprovista al completo de sus pesos pesados. El Hombre de Hierro está en manos del equipo de la serie de la costa oeste. Thor -el original- está oficialmente muerto y el Capitán América ha solicitado la excedencia. En este vacío de poder, la Viuda Negra ocupará la presidencia y demostrará estar a la altura de las circunstancias, pero serán otros personajes los que se beneficien del interés del guionista. Así, por un lado tenemos a dos personajes que ya hicieron en equipo en los días de Roger Stern y John Buscema, como son Hércules y el Caballero Negro. Sin embargo, y sobre todo el segundo, van a ser bien distintos de lo que habíamos visto. Así, el olímpico evolucionará hacia tener un aspecto y acciones más humanas y menos divinas -asemejándose en su apariencia al televisivo Kevin Sorbo ¿o sería al revés?-; por su parte, Dane Whitman se convertirá en el científico y tecnólogo de cabecera, cambiando la pulcra apariencia del pasado -de formal y repeinado caballero que suspira por la Avispa- por una más desastrada: melena, barba de tres días, un pendiente y mala actitud. Un cambio radical que no gustaría a todo el mundo, pero que aportaba personalidad a un vengador que no había tenido especialmente desarrollada.
Dane será uno de los vértices de la compleja relación que le une a dos de las más recientes integrantes del equipo: Sersi y Crystal. La primera fue reclutada por el Capitán América -en la primera historia que escribiera en la colección don John Byrne- y, hasta ese momento, no era otra cosa que la sofisticada anfitriona de fiestas, con cierto interés por el Capi y la experiencia y la sabiduría de ser una eterna (la Circe de la leyenda homérica). La segunda sería aportación de Bob Harras y, automáticamente, iniciará una relación de amistad con el Caballero Negro que, rápidamente, evolucionará a un sentimiento más profundo y elevado. Sin embargo, el propio Whitman ha tenido sus escarceos con Sersi, la cual se convierte en el miembro más poderoso del equipo y empieza a desarrollar cierto desequilibrio, evocador de lo que, años antes, aconteciera con Jean Grey y Fénix Oscura. Cuando, un poco más adelante, Mercurio retorne al equipo, deseoso de recuperar a su esposa, tendremos un curioso cuarteto amoroso, que será el sub-argumento principal de este período.
No obstante, el argumento principal de este primer tomo profundiza en un argumento introducido en los inicios de la etapa Harras-Epting-Palmer. Antes de meterse en la guerra kree-shi’ar , los Vengadores asistieron al regreso de un redivivo Espadachín, que volvía -una vez más- como adversario, tildando de traidores a sus antiguos camaradas. Al inicio de este tomo, quedará revelada una parte del misterio: este nuevo portador de la espada pertenece a una realidad alternativa -truco socorridísimo para rescatar personajes más muertos que Carracuca- pero no es más que un peón en las maquinaciones del que habrá de ser principal villano de esos años: Proctor. Este señor, con nombre de esbirro de franquicia cómica cinematográfica, manejará los hilos para llevar a cabo una venganza en la que Sersi juega un papel central.
Venganza mortal presenta unas historias en las que el equipo creativo responsable -que se mantiene salvo en un número, en el que hay ilustradores sustitutos- demuestra estar plenamente asentado y aposentado en la colección. Acción, misterio, intriga, romance y drama, con una alineación en la que sus personajes principales tendría esa etapa de gloria que le otorgan los guionistas con larga trayectoria. Englehart tuvo a Mantis; Stern, a la Capitana Marvel; Bendis, a Luke Cage; Harras tendría a Sersi, Crystal y el Caballero Negro. Aquí tenemos la primera parte de su tragedia.
Gran reseña. Para mi en el top 5 o 10 de historias vengadoras. Mucho mejor que la etapa de Bendis, e incluso mejor que algunas historias de Stern (no todas obviamente no llega por ejemplo al nivel de Asalto a la Mansión). Vengadores en estado puro. Una etapa muy reivindicable.
Una gran saga y una gran historia que desembocó en ideas revolucionarias que pasaron sin pena ni gloria debido a la época en la que pasaron (como el escarceo del caballero negro con ultraforce). Comentarle señor Capote, que en las reuniones de canarias Go Retro, pude encontrar una recreativa de lucha de los vengadores sobre la tormenta galáctica. Prueba del peso que tuvo la saga en aquellos años.
Muy buen artículo, felicidades.
Alguien sabe si se puede conseguir en alguna edición reciente o Marvel gold??? Saludos
Pues voy a poner la nota discordante. 😛 A mi la etapa de Harras, que me la he leído por 1ª vez entera hace poco (pero llevó con Marvel más de 3 décadas), es que es mala. No ha aguantado el paso del tiempo. El dibujo es muy mediocre y el tema tiene un rollo machista. En su momento no lo era pero ahora acosadores como Proctor, sufridas amantes como Crystal o Sersi y unas Vengadoras que no hacen nada (Viuda aquí no hace nada y muchas veces ni aparece) cantan mucho. Eso sí, lo de Tormenta me parece una de las mejores sagas del grupo, y Encrucijada (único tramo que viví en directo) me parece estimable. Por mucho que digan Kang hasta ese momento no era nadie prestigioso (ahí el sobrevalorado Stern metió la pata bien) y darle esa vuelta a Mantis, un estúpido personaje de Englehart, es una buena idea. Hay desbarres como lo de Avispa, malas ideas como cambiar a Hércules y todo el tema de Iron Man, pero eso no es culpa de Harras o la cole, eso último es que por entonces el latas y el Capi estaban en barrena en sus propias coles. En fin, que a mi lo de Encrucijada me parece un interesante (lástima el horrible dibujo del sexista Deodato) aprovechamiento del disparate del Iron Man adolescente. Revindicable si nos olvidamos de su objetivo comercial.
Este tomo y el siguiente los guardo como oro en paño. No sólo por la gran tragedia griega que nos presenta el amigo Harras, si no porque sigue sin ser reeditada y han pasado ya casi 25 años. Es un claro ejemplo de cómo hacer buenas historias sin contar con los miembros más emblemáticos, eso a día de hoy es impensable. Los personajes tienen cada uno su forma de ser, son reconocibles y, además, te importa los que les pasa. Para mí, la etapa decae luego y lo de «encrucijada» me pareció un «vamos a hacer ya lo que sea a ver si salvamos esto». Me alegré mucho del «mefistazo» de Busiek.
Muy buena reseña, en mi caso esta etapa me genera sentimientos encontrados, por un lado hay cosas que me gustaron bastante y otras que me parecen hasta el día de hoy muy malas, el punto que en mi opinión terminan por descarrilar es con la Encrucijada, ahí hay que agradecer a Busiek que intento solucionar esos horrores cuando tuvo ocasión.
Y en cuanto al dibujo no es malo pero tiene momentos que resulta cansador, aunque admito que en esa época para los estandares era un dibujo muy bueno hoy resulta extraño, como fan de Deodato tengo que admitir que no es su mejor trabajo ni por asomo.
Respecto a las reediciones, como viene el cronograma por etapas de Panini, yo supongo que recién en un par de años vamos a ver su lanzamiento en el mercado.