Edición original: Marvel Comics – julio – octubre 1993 y enero-junio 1994
Edición España: Comics Forum – enero 1995
Guión: Bob Harras, Glenn Herdling
Dibujo: Steve Epting, Geoff Isherwood, Mike Gustovich
Entintado: Tom Palmer, Al Milgrom
Color: Tom Palmer, Chris Matthys, John Kalisz
Portada: Steve Epting, Tom Palmer
Precio: 1650 pesetas (tomo en tapa blanda de 248 páginas)
El primer tomo de la colección, publicado nueve meses antes, dejaba a los Vengadores habiendo librado un primer asalto contra el misterioso Proctor y sus Recolectores, al tiempo que dejaba patente que sus autores –Bob Harras, Steve Epting y Tom Palmer- habían recuperado el pulso de una serie que llevaba un tiempo sin rumbo fijo. Los experimentos realizados por John Byrne y Larry Hama en cuanto a la configuración de la alineación, han dejado paso, una vez más, al concepto clásico de un grupo fijo en el que, bajo el liderato de la Viuda Negra, está compuesto por el Caballero Negro, Hércules, Crystal, Sersi y la Visión. El Capitán América acaba de retornar -tras una ausencia producida por las consecuencias de la Operación: Tormenta Galáctica; Eric Masterson -ahora bajo la identidad de Thunderstrike- es un vengador ocasional y, por último, tenemos a dos añadidos circunstanciales: el Espadachín de otra realidad -que se recupera de un intento de asesinato- y su pareja, la belicosa Magdalena. Ambos han cambiado de bando, al saber que su antiguo jefe, el líder de los Recolectores, ha orquestado la muerte del antiguo vengador y engañado a su amante. De esta forma, Harras hace un equipo a su medida, seleccionando a viejos conocidos del equipo -Hércules, el Caballero Negro, la Viuda Negra-, manteniendo la herencia de sus predecesores -Sersi, una Visión revertida a su versión más robótica- y sumando nuevos reclutas de otras colecciones -Crystal- o asimilados sin un estatus definido -como la citada parejita-. En esta nueva entrega, veremos nuevas y viejas caras, que se incorporarán a las tramas orquestadas por maese Harras, el cual demostrará ser un émulo de Claremont más que aceptable.
La primera aventura recogida en el tomo demuestra que el equipo creativo no está dispuesto a dar un minuto de respiro a los Vengadores que, aún pero no por mucho tiempo, se reparten la franquicia con la división californiana. En la abandonada base de los Recolectores, el equipo expedicionario recibe la visita del almirante kree Galen Kor y lo que queda de su ejército. Estos militares sin bandera, fugitivos a ojos del nuevo orden shi’ar, vienen dispuestos a hacer pagar al equipo por su participación en el conflicto interestelar -narrado en Operación: Tormenta Galáctica- y, especialmente, por lo que consideran el asesinato de su líder, la Inteligencia Suprema. La historia, como sabe la parroquia lectora -y los propios vengadores- no es como Kor y su pandilla suponen, pero poco se puede hacer con un puñado de guerreros que han abrazado su causa con fanático fervor y están sedientos de sangre. Para ayudar al grupo terrestre aparece Grito de Muerte (también conocida por estos pagos como Grito Mortal) una agente del Imperio Shi’ar a la que la emperatriz Lilandra -aún prometida a Charles Xavier y aún viva- encomienda la misión de alertar a los Vengadores, uniéndose a ellos. Su adición será otro ejemplo clásico de personaje creado en una etapa que, rara vez, volverá a ser utilizado, pero esa es otra historia. Entre tanto, hay que apuntar que al final de este primer arco argumental, Harras aplica otra de las técnicas del patriarca mutante, apuntando un vínculo entre el ataque de los rebeldes kree y La obsesión por coleccionar, la primera historia larga de su colección que llevó su firma.
Así como Grito de Muerte constituye un fichaje de nuevo cuño, esta aventura constituye una ocasión para que don Bob y don Steve echen mano de un miembro fundador que había estado alejado de los pijamas de la costa este estadounidense desde hacía muchos años: Henry Pym, que había colgado el uniforme al principio de la etapa de Roger Stern, se había pasado resolviendo sus problemas en la colección dedicada a los Vengadores Costa Oeste, desde que estos obtuvieron cabecera regular propia. Después de un intento de suicidio y de varias crisis, vimos como Steve Englehart y Allen Milgrom le convertían en una especie de Doctor Who que, rápidamente, volvió a la acción como científico y tecnólogo (luciendo un mono de trabajo que remarcaría su intención no asumir una identidad secreta). Aquí, recupera uno de sus nombres de guerra clásicos, al volver como Hombre Gigante e incrementar tanto la materia gris como el músculo en el equipo.
Mientras tanto, avanza sin prisa y sin pausa la trama dedicada a Sersi. Su comunión mental con el Caballero Negro no parece retrasar el deterioro mental que, a largo plazo, acaba afectando a la especie eterna. Aquí y allá, se van dejando caer pistas que apuntan a la posibilidad de que la poderosa señora esté manifestando idas de choza, en la forma de tendencias homicidas. El destino de la antigua Circe será, al final, la trama central del tomo, más vayamos por partes. Antes de que se revele el hado de Sersi y su relación con el vindicativo Proctor, hay una fiesta que celebrar.
En el año 1993 -cuando los tebeos recopilados en el tomo son publicados en su país de origen- los Vengadores y la Patrulla-X cumplen sus trigésimos aniversarios. Un repaso a la situación de ambas franquicias permite comprobar cómo ha cambiado el cuento desde los días de la edad de plata. A principios de la década, la escudería mutante constituye uno de los pesos pesados de Marvel, en tanto que los vengativos están a punto de verse reducidos a una única colección. La división californiana va a ser adherida a una franquicia encabezada por el Hombre de Hierro, convirtiéndose en algo llamado Fuerza de Choque y protagonizando una de las colecciones más olvidables y lamentables de esos procelosos años, pero no adelantemos acontecimientos. La editorial aprovechará la conexión entre Vengadores y Patrulla-X, concretada en el hecho de que Magneto sea el padre de Mercurio y de la Bruja Escarlata y, consecuentemente, suegro de Crystal y abuelo de su hija Luna. El hecho de que esta última sea una humana normal y corriente -como consecuencia de la mutua anulación entre genes mutantes e inhumanos- convierte a la pequeña en algo así como un insulto para quienes consideran que es el camino de Magnus y no el de Xavier el que la especie debe recorrer. Así pues, se orquesta un enfrentamiento entre las huestes de Magneto y las fuerzas coaligadas ambos equipos, cuyo prólogo es el secuestro de Luna. La historia comienza aquí, pero su continuación no se produciría en este tomo. Al tratarse de un cruce entre las dos colecciones patrulleras y las dos vengadoras, Forum le dará una cabecera propia bajo la denominación de Lazos de Sangre. Esta miniserie había visto la luz en el verano de 1994, esto es, seis meses antes de la publicación de esta segunda entrega vengativa de las Grandes Sagas Marvel. Aquí, veremos las consecuencias, en la forma del regreso de Pietro Maximoff, Mercurio, al equipo y la conversión del triángulo amoroso Sersi-Dane-Crystal en un cuadrado.
Sin irnos muy lejos del velocista mutante, veremos que su excuñado, la Visión, está empezando a experimentar, una vez más, sentimientos. La visión de Luna, al cuidado de Crystal y su niñera, la aguerrida inhumana Marilla, le hace evocar a sus desaparecidos hijos gemelos, Tommy y Billy. Harras y Epting han iniciado -desde hace bastante- un proceso de recuperación del sintozoide que conocemos, aprovechando para una historia corta publicada en Avengers Spotlight. Las manipulaciones de los Recolectores han devuelto a Visi una parte del aspecto clásico que conocemos y, ahora, suscita el interés de una Grito de Muerte que resulta mucho más frágil e inmadura de lo que su primera aparición querría dar a entender. Harras casi parece una mezcla entre DeFalco y Englehart, al poblar la colección de líos sentimentales a todo trapo. Al polígono amoroso que vincula a cuatro de los miembros hay que sumar el romance entre Hércules y la joven Taylor Madison -iniciado en los estertores finales del primer volumen de Forum- y al borrador de anteproyecto de interés que Natasha empieza a tener por un Capitán América que, sin que se note mucho, deja entrever los problemas que le aquejan en su profesión. Este último conato de romance no llegará demasiado lejos, porque, a no mucho tardar, Harras dejará en manos menos competentes la ejecución de sus planes. Pero esa historia aún tardará un poco en llegar.
Después del despliegue de los fastos del trigésimo aniversario, el equipo titular cede temporalmente los bártulos creativos a otro de circunstancias, compuesto por Glenn Herdling -muy activo en esos años en la ejecución de guiones intrascendentes- Geoff Isherwood -un competente dibujante que haría sus pinitos como guionista en la colección del Doctor Extraño- y Mike Gustovich -un entintador pasable que, a los lápices, resultaba bastante flojo-. Juntos, montarán una historia breve en la que la presencia de Sersi será la excusa para meter en danza a los desviantes -con su líder habitual, Kro, a la cabeza- y contar una aventura sin ninguna trascendencia para la trama principal que, ahora sí, se centrará en el sino de Sersi y de Dane Whitman.
El final del tomo trae consigo el número tricentésimo septuagésimo quinto de la colección, en el que Harras, Epting y Palmer dan un gran fin de fiesta para una historia que empezó prácticamente al inicio de su colaboración. El misterio de un redivivo Espadachín tenía su explicación final en una trama de desilusión, despecho y venganza, en la que la identidad de Proctor resulta lógicamente obvia, tan pronto como se juntan las piezas del rompecabezas y se asume que hay individuos de la raza vigilante en danza. En la mejor tradición claremontiana, don Bob brindará a su alineación vengadora una larga sucesión de sinsabores, poniendo amargo final a la relación entre Hércules y Madison, así como a la que unía a Crystal con el Caballero Negro. Como fin de fiesta, justificará la restauración de la mansión que servía de cuartel general al grupo y que había sido destruida en los tiempos de Stern, Buscema y Palmer.
Venganza final constituye junto a Venganza mortal (vaya con los nombrecitos) un díptico en el que Bob Harras, Steve Epting y el siempre presente Tom Palmer firman otra etapa memorable en la historia vengadora. A partir de una colección que navegaba sin rumbo tras la espantada de John Byrne, logran recuperar el interés del público y convertirla en una serie que merece la pena volver a seguir. Para el trigésimo aniversario, parece que el paciente está ya fuera de peligro, aunque haya sido a costa de verse reducido a una única cabecera.
Una vez cerrado el número especial que cierra la larga historia, Epting partirá hacia la escudería mutante y, más concretamente, hacia Factor-X (donde le pillarán los fastos de la era de Apocalipsis). Por su parte, Bob Harras permanecerá en la colección hasta poco antes del número cuatrocientos. Sin embargo, sus crecientes responsabilidades como editor le harán poner la barca en manos tan poco capaces como las de Terry Kavanagh o Ben Raab, con resultados bastante lamentables. Lo mejor que pudo dar a la colección ya lo había dado.
Por lo que a los Vengadores respecta, se lamieron las heridas durante unos cuantos números, para enfrentarse a una reunión especial, en la que los pesos pesados volvían a casa, para un enfrentamiento con otro de sus villanos recurrentes, Kang el Conquistador. La historia tendría por nombre La Encrucijada y su accidentada ejecución refleja las convulsiones en la casa de las ideas de esos años, pero ese relato quedará para otro día.
¿Y Sersi y el Caballero Negro? A estas alturas de la historia, era evidente que su desaparición no iba a ser definitiva. Lo que parecía un adiós, resultó ser un «hasta luego» en el que, poco después, harían su aparición en un recién adquirido Ultraverso, para justificar un cruce inter-dimensional que, si sirvió para algo, fue para anunciar que los tebeos de Malibú iban a pasar a mejor día. Mas, de nuevo, esa será otra historia.
Etapón. Los Grandes Sagas Marvel son de lo mejorcito que hizo Forum en su día. Y se quedaron cortos, lo que habría molado un Grandes Sagas Marvel de Lobezno o Excalibur (aunque tuvieron su coleccionable), del Caballero Luna, del Motorista Fantasma…
Sin embargo, lo curioso es que su creación no respondía a cuestiones puramente artísticas, sino a recopilar mucho material de golpe porque iban muy atrasados con las grapas, con lo que su puntería es digna de estudio xD
Soy ávido lector de ZN aunque nunca comento. Felicitaros por la web primero.
Solo comentar que como lector veterano tengo este tomo de Los Vengadores y se publicaron creo que no para recuperar atraso respecto la edición americana sinó que la grapa se canceló por bajas ventas y tuvimos que estar meses de sequía sin Vengadores.
Bueno, ya no sé exactamente a qué se pudo deber, seguir algunas colecciones con Forum debía ser una odisea.
La razón principal fue la caída en las ventas de una serie de colecciones básicas del universo marvel. En Forum hicieron auténticas virguerías para mantener en el mercado las aventuras de personajes que no contaban con el favor de las ventas. Además, en algunos casos -como el del Capi o el de Thor- el retraso era muy grande.
No sé si intentar hacerme con estos dos tomos o esperar a ver si algún día Panini se digna a seguir reeditando los Vengadores a partir del número 300 en formato Marvel Gold. Imagino que tampoco serán fáciles de localizar.