Edición original: Marvel Comics – mayo 1992 – febrero 1993
Edición España: Comics Forum – mayo 1995
Guión: John Byrne, Joey Cavalieri, Bob Harras
Dibujo: Jae Lee
Entintado: Bob Wiacek, Jeff Albrecht, Jae Lee
Color: Glynis Oliver
Portada: Jae Lee
Precio: 1750 pesetas (tomo en tapa blanda de 240 páginas)
La redacción de esta reseña ha de empezar, indudablemente, por la advertencia de que estoy empezando la casa por el tejado. El décimo quinto tomo de la colección
La propuesta de Byrne para Namor sirvió para dar una vuelta de tuerca a la condición de héroe-villano / anti-héroe del hijo vengador, jugar con el concepto de identidad secreta, recuperar algún concepto de días más lejanos -como los Invasores y sus oponentes súper-humanos del Eje- y recuperar a cierto personaje que llevaba varios años difunto. Todo eso queda para una próxima reseña de esta colección, por lo que, para lo que aquí interesa, el tomo del que se va a hablar se solapa en un número con la serie anterior y ofrece la última parte de la estancia de don John en la serie, al tiempo que descubre para la parroquia uno de los primeros encargos de Jae Lee en la casa de las ideas. El hecho de que hubiera un lapso de dos años y medio entre la cancelación de la colección bimestral y la aparición de ese tomo, hizo que algunos de los trabajos por los que ese buen señor se hizo popular muy prontamente se vieran por estos pagos antes que su labor con Namor, pese a ser posteriores. Sin embargo, una vez más, no debemos adelantar acontecimientos.
La despedida gráfica de Byrne de la colección se produjo en un momento climático, cuando en su enfrentamiento con el Maestro Khan -un hechicero que había ejercido de titiritero en la sombra- el Hombre Submarino se ve privado de su memoria. Se le da por desaparecido e, incluso, por muerto, pero su pariente, Namorita, se resiste a aceptar tan luctuosa nueva. Comparte con el hijo vengador un vínculo muy especial, que le permite sentirle tan pronto como está cerca. Si estuviera realmente difunto, ella lo sabría, pero en su entorno reina el escepticismo y se confunde ese particular talento con una fe basada en la negación de la pérdida. Por otra parte, se reconoce que Namor es duro de pelar y ya pasó varias décadas deambulando amnésico. Es esa esperanza la que hace que Nita -que ha ejercido de secundaria en la colección- siga manteniendo entero el legado de su ilustre primo y se lance en su búsqueda, tampoco como tenga el pálpito de que está cerca.
Mientras tanto, en un escenario que parece salido de un telefilme de sobremesa, descubrimos a un amnésico Namor, que acaba enredado en una trama que asemeja muy mucho a las de ese tipo de productos de estímulo de la siesta. Privado de sus recuerdos, pero aún dotado de su fuerza y su temperamento, se ve metido de lleno en la lucha entre un grupo eco-terrorista y la industria maderera de una comarca del noroeste estadounidense. Tess Walker, la hija del sheriff de la localidad donde se desarrollan los conflictos, trabará pronto conocimiento del salvaje vagabundo y se ganará su confianza. Él sigue sin recuperar el conocimiento de su identidad, pero sus instintos y su porte siguen ahí. Poco a poco, la joven irá penetrando en la armadura de suspicacias del visitante y acabará ganándose algo parecido a su amistad. Sin embargo, nada es exactamente lo que parece y Namor descubrirá que, paralelamente al conflicto entre eco-terroristas y leñadores, hay otro de carácter familiar. Cuando los acontecimientos se precipiten, el Hombre Submarino será hallado por su constante prima Nita, pero esta descubrirá que la perversión del Maestro Khan ha dejado un pequeño regalito adicional: Namor no solo está amnésico, sino que experimentará una furia homicida frente a cualquiera que pueda ayudarle a revertir su situación. Namorita descubrirá por las malas la existencia de este hechizo, recibiendo como recompensa por sus desvelos una soberana paliza y una despedida a la francesa.
El explosivo desenlace del conflicto entre madereros y ecologistas, llevará a Namor de vuelta al mar, en compañía de una misteriosa dama de piel azul, la cual parece conocer al hijo vengador bastante bien. Ambos se verán muy pronto prisioneros de la tripulación de un barco pesquero de última generación, con capacidad para exprimir hasta el último chanquete que nada en los océanos. El patrón de la nave resultará ser ni más ni menos que el Doctor Muerte, el antiguo aliado-enemigo de Namor, el cual ha puesto en acción uno de los planes más deliciosamente absurdos y ridículos de cuantos salieran de su metálico cacumen. La idea del monarca no es otra que compensar la ausencia de puertos de su reino con el abanderamiento de un único navío, con capacidad para hacer una competencia más que desleal al resto de los países de tradición piscícola y a sus flotas. El impacto de esta pesca desaforada en los ecosistemas oceánicos es de tal calibre que, inevitablemente, la mujer atlante y su compañero de cautiverio acabarán haciendo todo lo posible para sacudirse sus cadenas -literal y metafóricamente hablando- y poner freno a la ambición pesquera de Víctor Von Doom.
El enfrentamiento entre Namor -que ha ido recuperando sus recuerdos- y el Doctor Muerte supondrá un gran fin de fiesta en el que, por fin, el protagonista y los secundarios de la colección se reúnen para la batalla final. El Maestro Khan, que ha seguido mortificando al Hombre Submarino y a su entorno durante todo este tiempo, tendrá ocasión de recibir una contundente y expeditiva contraprestación en forma de decapitación. Esto, obviamente, no supone gran cosa para un mago, que aprovecha la ocasión para anunciar nuevas desgracias para el hijo vengador y cerrar otra etapa en la historia de la colección. En todo el rebumbio, se ha dejado caer que la dama de piel azul que ha estado junto a Namor durante la aventura no es otra que su rediviva madre, la princesa Fen.
La parte final del tomo se centra en una trama que, veintitrés años después, aún continúa inconclusa en España. La recuperación de sus recuerdos lleva al Hombre Submarino de vuelta a Atlantis, junto a una progenitora de la que no termina de fiarse. Entre tanto, el príncipe Byrrah -un viejo oponente de Namor, al que Bill Mantlo había medio redimido en Alpha Flight- acaba convertido en sacrificio propiciatorio para el retorno de una vieja y oscura amenaza. El hijo vengador habrá de compaginar, una vez más, sus responsabilidades en tierra firme junto a sus obligaciones como miembro de un linaje real, mientras ominosas criaturas se ciernen sobre el imperio submarino.
John Byrne compartió las labores literarias junto a Joey Cavalieri -ilustre editor de la línea 2099- y abandonó la cabecera definitivamente, dejando que fuera Bob Harras -que ya empezaba a hacer de las suyas en la serie dedicada a los Vengadores de la costa este- el que echara el cierre al arco argumental dedicado al Namor amnésico y al putsch del Doctor Muerte contra el pulpo Paul y el mero Pancho. Por su parte, Jae Lee seguiría unos cuantos números más, antes de picotear aquí y allá por la casa de las ideas, y terminar largándose en pos de los engañosos cantos de sirena de Image Comics.
Por su parte, la colección dedicada al Hombre Submarino languideció en manos de diversos autores, hasta la llegada de su último equipo estable, compuesto por el guionista Glenn Herdling y el dibujante Geoff Isherwood. Juntos permanecerían en la serie -con algún número de descanso- hasta su sexagésimo segundo número, el último de la cabecera. Casualidades de la vida, su fecha de publicación coincide con la de este tomo en España. Los dos últimos dos años y medio de la serie, cuyo fin anticipaba el evento El ascenso de Atlantis, no se han visto aquí, más allá de algún número suelto, vinculado a alguna aventura multi-cruce. Quizá una hipotética y / o futurible película dedicada a Namor podría servir para recuperar un material que, hay que advertirlo, tampoco brilla por su calidad intrínseca.
La etapa de Byrne a cargo de Namor es sin duda uno de mis comics Marvel favoritos. Los disfrutaba cada dos meses (pues era la cadencia de publicación en aquel formato a 300 ptas de Forum con tapa de cartón) y no había número que le leyera más de dos veces seguidas. Tanto me gusta esta etapa que tenga un original de la misma enmarcado en mi estudio.
Por supuesto continue cuando Forum saltó a este formato nuevo ya que Byrne seguía a bordo como guionista, pero la magia ya no estaba. El dibujo de Lee se me antojo muy estridente y con deficiencias narrativas muy palpables y el estatus del personaje fue abruptamente cambiado con la llegada de Harras que lo devolvió a un estado de cabreo constante. Para mi perdió la gracia.
Gracias, Luis Javier, por recuperar esta obra del pasado.
A mí esta etapa me encanta, tanto con Byrne como autor completo como con Jae Lee, pero la prosa de Byrne lastra el conjunto, no sé si porque trata de imitar a Miller y a De Matteis o qué, pero no aporta nada que no se vea en la propia viñeta y tampoco es capaz de expresarse llamativamente (lo suple su fantástico dibujo, pero con Lee, precisamente en este arco, lo que digo se nota más). En cambio, Harras puede parecer más aburrido, pero basta echarle una leída para darse cuenta que está mejor escrito (cuadros de exposición, diálogos, etc), aunque sea peor como historia en su conjunto, y eso deja un sabor algo agridulce…
Y llegaron las tramas mecánicas, ese puñetero recurso que tanto le molaba también a Chaykin.
De las tramas -y de la tipografía- como herramienas de Byrne en la colección, hablaremos dentro de unas semanas.
Yo tengo, afortunadamente, esos tomillos que salieron en su momento de un Byrne -para mí- nivel medio.
Pero ojalá publiquen un par de buenos tomazos por fín, porque es de lo poquisimo que queda realmente bueno del canadiense (de los X-men: Hidden Years «paso» absolutamente).
En teoría no se publicaba aún en España, porque no se habían digitalizado los últimos números ya sin Byrne, pero juraría que ya sí se han publicado en USA esos números.
Vamos, yo diría que hay dos tomos ya publicados en USA, lo que no sé es si ya lo cubre todo.
¿Alguién puede confirmarlo, please?.
Si, hay dos tomos publicados en USA… pero recogen solamente los primeros 18 números de la colección. Panini para reeditarlo lo mejor sería que estuviera toda la etapa de Byrne como dibujante (vamos, justo antes del tomo reseñado aquí).
Tuvo mucho delito que Forum repitiera en este tomo (no sé si uno o varios) números de la cole bimestral, pero dejaran fuera los números finales. Creo que esos números inéditos hasta el final de la saga fueron los primeros comics americanos que compré y que leí diccionario Oxford en mano.
Se repitió el último número, que era el primero que dibujaba Jae Lee. Supongo que sería por cuestión de coherencia, ya que, de otra forma, la historia empezaba un poco coja.
¿y qué más da, si luego no la acababan?
Supongo que la intención era continuarlo en un tomo posterior. Después de todo, se trataba del segundo año del formato. La desaparición de la colección y unas ventas poco halagüeñas bien podrían explicar que nos quedara una historia colgada en ese punto.