“Nunca irás mal encaminado si tienes un tejón con pistolas”.
Esta serie de 5 volúmenes divierte, apasiona y emociona a partes iguales. Pero no solo esto, además es una desasosegada reflexión sobre los principales males que acechan la sociedad occidental contemporánea. El terrorismo – tanto el antisistema como el de estado -, el totalitarismo, el resurgimiento del nazismo, el racismo y la xenofobia, las sectas destructivas, el capitalismo depredador, intervencionista y salvaje, la intolerancia generalizada o la corrupción son algunos de los peligros sobre los que Talbot, con 66 años, reflexiona y alerta en esta obra.
Grandville se convierte así en una especie de testamento político y social de un autor que se ha pasado la vida inmerso en el underground – más temático que estético – y que pretende rematar su carrera con una obra de profundo calado pero que al mismo tiempo participe de la mejor tradición folletinesca francesa y también de la novela de detectives británica más excelsa.
La serie está compuesta por 5 álbumes que se editaron en el Reino Unido por este orden: Grandville (2009), Grandville. Mon amour (2010), Grandville. Bête noire (2012), Grandville. Nöel (2014) y Grandville. Force majeure (2017). La editorial Astiberri ha publicado esta serie entre el 2013 y el 2018, también en 5 tomos, por lo que se puede disfrutar de toda la obra en castellano.
La acción de Grandville se sitúa a principios del siglo XXI en un universo paralelo donde Francia ganó las guerras napoleónicas e invadió Inglaterra. La Familia Real Británica fue guillotinada y el Reino Unido se convirtió en una colonia francesa hasta finales del siglo XX cuando, tras una campaña de desobediencia civil y atentados anarquistas, consigue la independencia y se convierte en La República Socialista de Bretaña; un país pequeño y temeroso de la superpotencia francesa.
En este universo alternativo reinan los animales antropomórficos, divididos en férreas castas sociales y que marginan a lo que ellos consideran una subespecie, la de los humanos, a los que llaman despectivamente “carapan”.
Tecnológica y socialmente esta ucronía está a medio camino entre La Belle Epoque, el período de entreguerras del siglo XX y la época actual. La arquitectura y el mobiliario es de estilo modernista, los medios de transporte son de las primeras décadas del siglo XX con dirigibles, autogiros, tranvías y trenes de vapor, existe la telefonía hidráulica y la robótica elemental. El arte se mueve entre el estilo figurativo romántico, el naturalismo decimonónico, el art nouveau y las primeras vanguardias.
París, aquí llamada Grandville, es la capital del mundo y cualquier movimiento político o social que se produzca en esta gran urbe tiene repercusiones inmediatas en toda Europa, incluida la nueva República socialista británica. Por eso cuando el viejo orden Napoleónico, representado por el Emperador Napoleón XII, se tambalea la estabilidad continental sufre grandes sacudidas y sus efectos repercuten en todos los países del mundo.
En medio de este rico entramado histórico, político y social realiza sus investigaciones el inspector Archibald LeBrock de Scotland Yard. Lebrock es un tejón de clase trabajadora, valiente, bromista y algo zafio que ha conseguido ascender al elitista escalafón de los inspectores del Yard gracias a sus extraordinarias dotes detectivescas y a una determinación sin límites. Su honradez y su falta de ambición política lo margina casi tanto como su origen humilde a la hora de prosperar en la jefatura, un aspecto que le preocupa muy poco puesto que es feliz investigando sobre el terreno. En sus casos le ayuda el detective Roderick Ratzi, un ratón de procedencia aristocrática, casado y con innumerables hijos.
En el transcurso de sus intrincadas investigaciones LeBrock y Ratzi viajarán a menudo a Grandville. Allí resolverán complicados enigmas y desbaratarán terribles y sofisticados complots y allí LeBrock conocerá a Sarah y, sobre todo, a Billie; una prostituta que le robará el corazón.
Bryan Talbot utiliza sucesos y momentos históricos reales en los argumentos de sus relatos para así poder aportar su propia versión de los hechos. En el primer episodio podemos entrever la explicación que le da el autor de Historia de una rata mala a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. En el cuarto episodio la secta llamada La Iglesia de la Teología Evolutiva se comporta de manera muy parecida a las tristemente famosas Templo del Pueblo de Jim Jones o Los Davidianos de David Koresh. Y en el tercer capítulo titulado Bête noire, el británico aporta una versión muy plausible de los comportamientos empresariales que ocasionaron la crisis económica del 2008, que se inició con el hundimiento de la consultora Lehman Brothers y que ha servido para destruir el Estado del Bienestar europeo y recortar los derechos y el poder adquisitivo de los trabajadores de todo el mundo.
En Grandville, Francia se comporta como lo ha hecho Estados Unidos en el pasado siglo XX. Y como superpotencia con pies de barro tiene su Vietnam, sus guerras de bandas mafiosas similares a las que hubo en el Chicago de los años 30 y también su equivalente a los atentados de las Torres Gemelas.
Asistimos a un curioso poema de amor que une la tradición británica con la grandeur francesa. En cada página de Grandville se respira una admiración por la cultura francesa que no deja de ser insólita ya que proviene de un artista británico. Subyace en la serie una visión de Europa centrada en un hipotético eje franco-británico, muy alejado de la realidad que nos envuelve con el Brexit y la supremacía alemana como tendencias históricas predominantes.
Además Talbot se divierte incluyendo numerosos homenajes y cameos de personajes de ficción en sus viñetas. La especie llamada como los “carapan” procede de una granja situada en la localidad de Angoulême (donde se celebra el festival de cómic francófono más importante del mundo) y muchos de estos humanos están encarnados por personajes famosos de la BD. Podemos ver a Philip Angus Mortimer de la serie Blake et Mortimer, a Spirou, a Lucky Luke, a Gaston Lagaffe, a Lucien el rockero creado por Margerin o a Asterix y Obelix y también a Nestor el mayordomo de Tintín todos ellos en diversos papeles secundarios o simplemente en fugaces apariciones puntuales. El perro de Tintín, Milou, también tiene su momento de gloria como un personaje secundario del primer volumen y por fin se cumple el deseo de muchos aficionados a la serie; habla.
Bryan Talbot expresa su admiración por la rica tradición británica del cómic protagonizado por animales antropomórficos, homenajeando a series de H.M. Talintyre, Alfred E. Bestall o Leo Baxendale entre otros que se publicaban en revistas como Jack and Jill, Beano, Rupert the Bear y The Topper por poner algunos ejemplos.
Especialmente curiosa es la sala del museo de cera de Londres titulada famosos detectives donde los protagonistas pueden ver a las representaciones de Blacksad, Canardo creado por Sokal, Hip Flask y… ¡Gerónimo Stilton! Los encontramos en la página 27 del quinto volumen de la serie.
El arte de Talbot es único. Su puesta en escena es sobria, elegante y espectacular. Compone sus páginas usando una estructura muy variable donde prima el esquema de tres o cuatro tiras con tres viñetas cada una. Sin embargo modifica esta cuadrícula cuando la acción lo demanda llegando a incluir splash pages realmente espectaculares. Sus páginas mudas, llenas de tensión y suspense brillan con luz propia en un conjunto narrativo que evidencia pasión, oficio y talento. Se permite incluso trasladar al lenguaje del cómic ciertos momentos cinematográficos actuales, como en la secuencia de acción de la página 133 del quinto tomo en la que recrea la apoteosis final de Django desencadenado de Quentin Tarantino o incluso la de la persecución a Billie de las páginas 70 a 77 del mismo tomo que nos recuerda poderosamente las que se producen en la saga cinematográfica de Jason Bourne.
Su descripción de los personajes es modélica, su recreación de un universo imaginario y coherente recuerda a los aciertos de Moebius en The long tomorrow o El Incal y el tratamiento del color es espectacular, consiguiendo resultados a la altura del mejor Richard Corben de la década de los 80, para ello ha contado con la ayuda del experimentado Angus McKie además de Alwyn Talbot y Jordan Smith.
Bryan Talbot nació en Wigan, en el Reino Unido, en 1952. A finales de la década de los 60 empieza a publicar una strip semanal en la revista universitaria del Harris College de Preston junto a su compañero de clase Bonk (Alecks Waszynko). Una vez diplomado entra de lleno en la escena underground británica publicando La trilogía de Chester P. Hackenbush en la revista Brainstorm Comix. En 1978 empieza la publicación de su primera serie con repercusión artística y comercial titulada Las aventuras de Luther Arkwright, que aparecerá al principio en la revista Near Myths y luego en pssst! y que se interrumpirá en la mitad de su recorrido. Posteriormente, entre 1987 y 1989, Talbot la volverá a publicar íntegramente como una serie de 9 comic books editados por el sello Valkyrie Press.
A mediados de los 80 pasa a engrosar la nómina de artistas de la revista 2000 AD donde se encarga de substituir a Kevin O’Neill en la serie Nemesis the Warlock escrita por Pat Mills. También dibuja episodios sueltos de Judge Dreed o Sláine.
En la década de los 90 el artista se centra en el mercado norteamericano donde colaborará principalmente con dos editoriales; DC y Dark Horse. Para la primera dibujará episodios sueltos o arcos argumentales concretos de series como Hellblazer con guion de Jamie Delano, The Sandman de Neil Gaiman o Sandman presents: Dead Boys Detectives escrita por Ed Brubaker. También colabora con los hermanos Veitch – Tom y Rick – en sus series The Nazz y Teknophage respectivamente. Para Dark Horse presenta como autor completo otro de sus grandes éxitos; Historia de una rata mala. Esta miniserie publicada en 4 comic books entre 1994 y 1995 narra la epopeya de Helen Potter, una adolescente que para intentar superar las secuelas de los abusos sexuales de su padre y el abandono familiar recorrerá los escenarios de las novelas infantiles de Beatrix Potter acompañada de una rata gigante imaginaria. En 1995 la obra se publico en un libro recopilatorio que se convirtió en un éxito de crítica y público y que fue el paradigma de la novela gráfica, un concepto antiguo que cobró protagonismo comercial por aquella época. En 1999 publica también en Dark Horse la continuación de las andanzas de Luther Arkwright bajo el título de Heart of Empire.
En paralelo a este trabajo más mainstream, sigue colaborando con diversas publicaciones alternativas como Imagine, Slow Death, Stardust, Wired o The Manchester Flash aportando diversas strips e ilustraciones. Además colabora con Matthias Schultheiss en la historia Brainworms para Xpresso.
En 2006 realiza bajo el pseudónimo de Véronique Tanaka el poema visual y erótico titulado Metronome y en 2007 escribe y dibuja Alice in Sunderland.
La primera historia de la serie Grandville se publica en 2009 y la última en 2017. Entre medias, en 2012, dibuja una historia escrita por su mujer Mary M. Talbot titulada Dotter of Her Father’s Eyes, protagonizada por Lucia Joyce, hija de James Joyce.
La edición de Grandville en España corre a cargo de la editorial Astiberri y es modélica. Cada álbum contiene una historia perfectamente impresa, con un papel excelente y un tratamiento del color extraordinario. Los libros no son muy grandes pero tienen un tamaño suficiente para permitir la correcta lectura y disfrute de los dibujos y de los textos. El precio de los cuatro primeros tomos es de 16€ y el del último es de 24€, con casi 75 páginas más. Unos importes muy razonables para la calidad y cantidad de material presentado.
Si quieres conocer otras opiniones sobre esta serie puedes consultar las reseñas de:
Grandville. Vol.1, de Grandville Mon Amour y de Grandville Bête Noire a cargo del siempre acertado Raúl Sivestre.
Grandville es una obra espectacular que una vez digerida y asumida pasará a la historia del cómic europeo del siglo XXI.
Tanto por su realización gráfica como por su contenido argumental, la serie creada por Bryan Talbot es única y original. El autor inglés parte de la mejor tradición de la cultura popular de finales del siglo XIX y principios del XX para crear una obra diferente, reflexiva y divertida que acaba transformándose en un apasionado poema de amor entre la orgullosa tradición británica y la apasionada grandeur francesa.
Esperemos que en el futuro Talbot pueda seguir ofreciendonos otras obras de similares características, pero si no es posible Grandville se acabará convirtiendo en un maravilloso testamento artístico legado a los lectores por este artista único, de estilo de dibujo amable y alma de poeta underground.
Salut!
Guión - 9
Dibujo - 9.5
Interés - 9.5
9.3
Legado
Una maravillosa serie de animales antropomórficos que divierte y hace reflexionar
Gracias Tristan! Magnífica reseña y absolutamente de acuerdo contigo. Maravilloso comic, de esos que te recuerdan que para hacer una historia accesible no hace falta ser infantil, que para la fantasía no hay que ponerse límites, que la espectacularidad la provoca el argumento, que los personajes son todo… en fin, para mi ha sido una de las mejores sorpresas de los últimos años.