Hablar de Grant Morrison (o de grantmorrison, según le autore se define a sí misme desde que declaró su naturaleza no binaria) es hablar de posmodernismo, de metaficción, pero también de posestructuralismo. Es hablar de lisergia artística. Pero también es hablar de metafísica, de veganismo, de utopía, de distopía, de universos alternativos, de supercordura, de alter egos psíquicos asesinados en el útero, y de un gran montón de conceptos que han salido única y exclusivamente de su mente, la de une autore que, cuando le leemos, exprime nuestras neuronas hasta que ya no queda nada de ellas que aprovechar.
En este artículo, trataremos a grandes rasgos y con una perspectiva general, de analizar la figura de este autore dentro del mundo del cómic al que tanto ha contribuido, pero no utilizando para ello una estructura biográfica que repase las vivencias de Morrison.
Así mismo, no es el objeto de estas líneas el analizar la obra de Grant Morrison de forma pormenorizada, y es que, de ello ya se están encargando mis compañeros durante todo este mes de Marzo, dedicado a dicha obra, semana en la que se están reseñando muchos de sus cómics, y que además complementaremos con un podcast en el que debatiremos sobre las que democráticamente hemos considerado las diez mejores obras de este autore.
Para empezar a entender a Morrison como creative, si es que alguna vez lo logramos, habría que empezar por comparar su figura con la de Alan Moore. Sí, hablamos de un viejo debate, de una comparación muy utilizada sobre la que se han escrito ríos de tinta, y sobre las que no pocas veces se habla en los foros sobre cómic.
Si me pedís mi opinión a este respecto, os diré que Grant Morrison no es Alan Moore, que no podemos hablar de discípule y maestro siendo el bardo de Northhampton el segundo y King Mob le primere (siendo ese calificativo más propio de otros autores como Jamie Delano o incluso Neil Gaiman), pero que desde luego Morrison lleva lo que Moore empezó en el mundo del cómic en la década de los ochenta a un nivel muy poco explorado por Moore a pesar de su innegable excelencia como autor, un nivel en el que Morrison ha profundizado hasta convertir de él una maestría.
Hablo, como quizás algunos hayáis podido imaginar, del metacómic. Cuando digo metacómic me refiero a que Morrison, en sus obras, muy a menudo suele analizar el cómic como arte utilizando un cómic para ello. Sí, es cierto que no es el único autore que lo ha hecho, ni tampoco el primere, pero sí que el que más lo ha explotado.
Volviendo a Alan Moore, es cierto que el guionista mago padre de Watchmen ha analizado montones de cómics previos antes de escribir cualquiera de los suyos propios, así como otras figuras literarias, siendo prueba de ello muchas de sus obras, como la etapa que tiene en La Cosa del Pantano, o V de Vendetta entre otras muchas obras, con especial relevancia en Miracle Man y en Supreme.
Sin embargo, Moore pone a la historia del cómic al servicio de su obra, y podríamos decir que, en cierto sentido, Morrison hace justo lo contrario. Y es que, en muchas de sus obras, le escocese utiliza a sus personajes y a la historia misma que desarrolla como medio para hablar del cómic como arte. En ese sentido, podemos fijarnos en su reciente etapa en Linterna Verde, en la que prescindiendo de la dirección que en el último siglo habían dado al personaje autores como Geoff Johns o Robert Venditti (sucesor directo de Johns en este caso) Morrison vuelve a las raíces del cómic espacial, rememorando con su obra a Adam Strange, Flash Gordon o cualesquiera otros seriales de ciencia ficción de las décadas de los cincuenta o los sesenta.
Igualmente, si acudimos a All Star Superman, en dicha obra Morrison desgrana la figura de Superman, y por supuesto que lo hace contando una historia con su inicio, su nudo y su desenlace, pero pone mucho más acento en el homenaje que realiza a la edad dorada del personaje, a esos cómics en los que podía pasar de todo (enfrentar a Superman con un dios, convertirlo en mono, transferir sus poderes a cualquier otro por la ingesta de una poción milagrosa) y consigue que funcione. ¿Por qué lo hace así?
La respuesta es simple. Porque Grant Morrison ama el cómic. Ama el medio para el que trabaja por encima de los guiones que escribe y de la historia que pretende contar, y por tanto procura en casi todas sus obras rendir homenaje al mismo.
Otra de las características que mejor definen a Grant Morrison como autore es su uso del surrealismo. O más bien, no tanto del surrealismo, puesto que detrás de cada «rareza» morrisoniana a la que como lectores nos enfrentamos, siempre existe el propósito de le autore de construir una realidad, aunque muchas veces no la entendamos. Su entendimiento de la realidad que le rodea se adscribe más bien al posmodernismo, al posestructuralismo, y, que duda cabe al metacómic, un elemento siempre presente en su obra (y en estas líneas).
Pocos consiguen crear ideas tan complejas en tan pocas líneas, ideas que en manos de otro carecen de sentido, y que podrían parecer estúpidas, pero a las que Morrison, como ningune otre consigue dotar de interés.
Me refiero por ejemplo a la labor del autore en su etapa al frente de La Patrulla Condenada. En esta obra protagonizada por el supergrupo de parias del Universo DC tenemos un villano que se define a sí mismo como el Cazador de Barbas, y que ataca y asesina a todo el que porte una. Morrison quería hablarnos de la autodeterminación del ser humano a través de la definición estética y en lugar de hacerlo utilizando para ello a un movimiento urbano o culturar concreto, lo hizo con esta idea tan loca como tonta, y a la vez sublime e inteligente.
Igualmente, en este cómic existe un grupo de villanos que se definen a sí mismos como la Hermandad del Dada, en una clara referencia al movimiento cultural, artístico y filosófico conocido como Dadaísmo. Pero agárrense que hay curvas. Por que… ¿Qué podemos decir de Danny the Street? Uno de los miembros de La Patrulla Condenada creado por Grant Morrison es una calle, una calle de la ciudad, pero una calle que además es homosexual y que por tanto está repleta de locales de ambiente gay, decorándose a sí misma en consonancia a dicha orientación sexual.
Hoy en día, puede que no nos sorprenda tanto que un personaje salga del armario en un cómic USA, pero en la década de los ochenta este tipo de concesiones al colectivo LBTI+ seguían siendo escasas y puntuales (a pesar de Neil Gaiman y su The Sandman, baluarte de la tolerancia y la diversidad) no solo eran extrañas, si no que además se consideraban en no pocas ocasiones de mal gusto.
Aún así, lo que hoy en día todavía nos sorprende es que el personaje en cuestión, al margen de su orientación sexual sea una calle. Por tanto hablamos de orientación sexual definida de un enclave geográfico que por definición no tiene sexo ni género, pero que sin embargo se autodetermina como un hombre homosexual.
Y es que, la identidad propia es otro de los temas que Morrison trata constantemente en su obra. De este modo, si acudimos a su etapa en la Patrulla X, a su New X-Men, no solo jugó con la identidad sexual de La Bestia, si no que en ella uno de sus villanos principales más recordados, Sublime, no es si no el líder de una corporación que creaba seres humanos mejorados a partir del gen mutante, por considerar que el Homo Superior debía compartir lo que le había sido otorgado, aún a costa de que unos y otros, mutantes por un lado, y humanos modificados por el otro, murieran en el proceso.
De este modo, Morrison hablaba unos años después, en el año 2000 de identidad sexual, de género y de autodeterminación, pero lo hacía desde el otro punto de vista, desde aquel que pone el punto de mira sobre quien se aprovecha de la necesidad del ser humano de identificarse con un insaciable ánimo de lucro que prioriza frente a todo.
De este modo, Morrison volvía a tratar un tema que como autore y como ser humano le preocupaba pero lo hacía criticando al sistema capitalista con enorme fuerza, volviendo de este modo a sus raíces, más cercanas a Alan Moore, en las que utilizaba sus obras como vehículos de denuncia social, algo que vemos en su Animal Man, protagonizado por un Buddy Baker al que convirtió en vegetariano, lo que daba más sentido a su poder animal, al tiempo que lo hacía discutir con el propio Morrison por arruinar su vida.
El veganismo es un factor muy importante en la obra de Morrison, ya que años después, cuando se hizo cargo de la colección de Batman, introduciendo al Damian Wayne en el canon del personaje (una de las aportaciones más importantes para el personaje y para la batfamilia en general, que hoy en día hace que no se entienda a Bruce Wayne sin este particular Robin que resulta además ser su hijo biológico) construyó al personaje como vegano, dejando clara su posición respecto a esta opción alimentaria que, para Morrison, es básica.
Así pues ya tenemos el entendimiento de Morrison de sus obras como factor de cambio más que de generación de imágenes sin más, identidad propia y denuncia social como elementos constantes en la obra de Morrison, así como ese metacómic que tanto gusta de incluir en cualquiera de sus cómics, pero siendo estos los ingredientes principales, falta ese catalizador que convierte la receta en un plato gourmet. Me refiero por supuesto, a la forma de Morrison de entender la Ciencia Ficción.
Así, Grant Morrison no solo fue quien consiguió poner orden y concierto en el Universo DC estableciendo que el mismo se dividía exactamente en cincuenta y dos tierras, si no que fue más allá, presentando este multiverso como una enorme esfera transparente con agujeros, cada uno de los cuáles representaba un universo, dentro de los que podíamos introducir pajitas que cuando se entrecruzaban unas con otras creaban eventos multiversales.
Igualmente, si acudimos a Flex Mentallo, miembro de La Patrulla Condenada creado por Morrison (en Doom Patrol #35 de fecha de portada de Agosto de 1990), estamos ante un superhéroe (por llamarlo de alguna manera) que siguiendo los pasos de un folleto propagandístico pasó de ser un alfeñique a todo un forzudo capaz de doblar cualquier cosa, hasta la realidad misma, lo que lo convertía en un ser humano de una fuerza prodigiosa, con un halo de héroe que le otorgaba dicho poder.
Es decir, no es que Flex Mentallo fuera super fuerte o sobrehumano a nivel físico, si no que reescribía la realidad con sus poderes de doblaje de la misma para alterar nuestras percepciones y así ser a su vez superfuerte.
Estos dos simples ejemplos, dos de los muchos presentes en la obra de Grant Morrison, no son si no una pequeña muestra de los complejos e interesantes conceptos que este autore es capaz de manejar en la ciencia ficción.
Todo ello lo convierte en una figura tan compleja como interesante en la que no podemos dejar de ahondar, aunque a veces nos supere, y otras nos aturda con su lisergia constante.
No podía terminar estas líneas sin antes dar las gracias a Ángel García, compañero jurista así como de esta gran familia que es Zona Negativa que me ha ayudado a entender mejor dónde se enclava la obra de le autore como factor de cambio. Un abrazo, titán.
Estos artículos son una delicia. Grant Morrison, en lo relativamente poco que he leído de él, me parece uno de los mejores autores que ha habido en el cómic (hasta me gusta más que Moore). Sus ideas son siempre muy interesantes aunque a veces derrape en explicarlas (pero Flex Mentallo y Kid Eternity siguen siendo perfectas).
Cómo duda: entre las obras poco conocidas sin reseña, ¿llegará la de Marvel Boy (no pude hallar ninguna aquí)? También hay otras como Annihilator y 18 Days que tienen buen aspecto.
Gracias por estos artículos, este mes será buenísimo.
Marvel Boy imagino que tarde o temprano la reditará Panini, aunque es muy fácil de encontrar saldada en la edición de Fórum en varias páginas de segunda mano.
La reseña de Marvel Boy llegará este mes ya que es una de las ausencias históricas.
Panini ya reeditó Marvel Boy en un tomo Extra Superheroes con otras obras marvelitas de Morrison
:D.
Gran análisis gracias de vuelta por estos artículos.
Totalmente innecesario en mi opinión, a pesar de que me ha gustado el artículo me sangraban los ojos cada vez que leía “le autore”.
En un artículo en que se habla estrictamente de la obra de Morrison veo innecesario aportar (como prácticamente único dato biográfico) su naturaleza de género porque no parece que venga a cuento de nada.
Así y todo igualmente agradecido por hacer un repaso al que seguramente sea mi guionista favorito de siempre.
Con todos mis respetos al autor y a la página, me parece que hay muchas mejores maneras de apoyar y respetar al colectivo LGBTI que dando patadas al diccionario.
Creative…discipule….le primere….
Ummm, tal vez alguien tenga el teclado a la italiana o escriba artìculos mientras prepara el C1 de la EOI.
Warlock, al menos tu lo has escrito bien.
Raul se ha comido la «G».
Ya q uno cita el detalle, que menos que asegurarse de incluir todas las siglas que representan al colectivo…
En fin…