Un héroe radical. Eso es lo que define aquello que me encontré como adolescente cuando la edición del Cazador Acecha de Zinco llegó a mis manos. Y eso es lo que me he encontrado, ya peinando canas, mientras saboreaba la edición completa de esta larga etapa de Mike Grell con el personaje. Ochenta numerazos que se leen en un soplo. Un clásico sin el menor género de dudas.
Como clásico y obra maestra es ese Green Lantern/Green Arrow del que Grell siempre ha admitido quedarse prendado. Pese a sus inicios como dibujante y el sambenito de imitar a Neal Adams, el que más le cautivó fue Denny O’Neil. Por cómo administró el carácter rebelde frente a la autoridad y el balance entre tener poder y no tenerlo. De mala copia de Batman, el arquero esmeralda pasó al arquetipo del héroe rebelde. Pero Grell quería llevarlo un poco más lejos, radicalizarlo hasta el extremo que necesitaba la sociedad del momento.
Esta es sólo una de las anécdotas que reflejan como se gestó esta gran serie. Vamos a repasar muchas más para analizar como se merece esta etapa a través de su emblemático autor. Recordar que previamente le hemos dedicado una reseña al especial 80th Aniversario USA y un artículo a la etapa de Brad Meltzer.
El estadounidense Michael Jon “Mike” Grell (1947) es un dibujante de cómics genial y un escritor aún mejor. Se dio a conocer como artista de DC en los años 70, donde le dieron sus primeras oportunidades y donde llegó a dibujar a muchos de los grandes héroes de la editorial, incluyendo la continuación de su adorada Green Lantern/Green Arrow. De copia de Adams pasó a renombrado dibujante de éxitos como Superboy y la Legión de Superhéroes y creador completo gracias a The Warlord. Hay que destacar que en la Legión se vio en la tesitura de substituir a Dave Cockrum, que era el favoritísimo de los fans, y acabó siendo uno de los dibujantes de culto del grupo. Respecto a Warlord, el ciudadano corriente trasladado a un mundo de fantasía que acabo conduciendo su mujer Sharon Grell, fue su creación lo que le cautivó para poseer los derechos de sus propios personajes.
Con esa premisa y quemado de los superhéroes, según sus propias palabras, se despide de la editorial DC y, entre otros proyectos, realiza la tira de prensa Tarzán y, especialmente, la serie Jon Sable Freelance para First Comics. Como hemos mencionado, tanto una como la otra eran sueños buscados por Grell relacionados con los derechos de propiedad. Aunque en las tiras de prensa era algo dado por hecho, el artista fue uno de los pioneros en buscar este mismo reconocimiento en el mundo del cómic, algo que por entonces sólo podía hacerse fuera de las dos grandes editoriales.
Mike Grell sorprende a propios y extraños con Sable, una serie realista y adulta. Si bien ya había demostrado su gusto por los héroes sin poderes en Warlord, con Jon Sable aprovecha además para incluir en los cómics la actualidad más candente y su pasión por las armas. Ambas dosis de realismo y violencia le convierten en uno de los primeros autores de la llamada Época Oscura de los comics. Y obviamente se convertirá en el caldo de cultivo de todas esas ideas que utilizará para la serie en la que vamos a profundizar.
Es entonces cuando llegan las Crisis en Tierras Infinitas a DC, tal como hemos comentado en profundidad durante este año. Se renueva la editorial, la cual se encuentra ávida de tebeos más en concordancia con los tiempos, de autores capaces y de nuevos comienzos para los personajes. Y a Grell le ofrecen la oportunidad, y manga ancha, para recrear Flecha Verde desde cero.
Y vaya si lo hizo. Como dijo Julie Schwartz en aquella época “En DC comics, tenemos Tierra-uno, Tierra-dos, Tierra-prime y Tierra-Grell.”
Todo comienza con una miniserie en formato prestigio, en 1987, The Longbow Hunters (todo sea dicho, que el encabezado de esta parte del artículo es la traducción del título elegida por Zinco, la cual me parece redonda ya que una más literal hubiera sido todo un chasco). En ella, Grell hace de autor completo demostrando el mismo dominio gráfico que tenía en su juventud, si no mejor, además de una madurez más que bienvenida para el guion.
Además de la colaboración de Laurene Haines en la parte artística, ya entonces se alía con la magnífica Julia Lacquement al color y Mike Gold como editor, los cuales le acompañarán durante toda la etapa, extras incluidos. Por cierto, que a Gold (Chicago, 1950) le debemos mucho, no sólo fue el que animó a Grell a volver a DC (era su editor en First Comics y fue el primero en mudarse a la gran editorial), sino que además le sugirió el personaje. Una vez lo tenía engatusado, para colmo el editor añadió «Ahora piénsate esto… Green Arrow como un CAZADOR URBANO«. Y para el artista “Ahí estaba. Esa fue toda la inspiración para Longbow Hunters, y el ángulo del personaje para la serie que le siguió.”
Pese a ser aparentemente sólo una miniserie (parece ser que se dio luz verde a la serie regular gracias al éxito de la primera), Grell coloca hábilmente todos los bastiones de la que será su futura serie mensual.
Empezando por los secundarios de lujo; esa Dinah Lance/Canario Negro empoderada, sensual, en ocasiones mejor luchadora que su partenaire y siempre mucho más madura. El teniente Cameron, que en los tiempos en los que Gordon aún era un colaborativo policía, resulta un hueso duro de roer que a regañadientes acepta la ayuda del arquero. Y algunos más que prefiero callarme porque serán sorprendentemente clave a lo largo de esta larga etapa.
Pasando por el escenario y en especial Seattle, ciudad en la que el autor vivía por aquella época, pero que además fue escogida para poner al héroe en un ambiente verdadero en contraposición a la ficticia Star City. Parte de la ciudad y de la serie serán las catacumbas, algo que parece sacado de la chistera de Grell pero que es asombrosamente real. También rediseña el uniforme, renegando de las mallas y haciendo la capucha algo clave para el personaje (con la tierna justificación de que siempre llueve en Seattle). E incluso se ocupa de diseñar en detalle la torre donde se instalan la pareja (con una independencia que se refleja en habitaciones propias para cada uno), su negocio y su equipo.
Y terminando por presentar las sub-tramas que irá desarrollando en esa serie mensual, como los cumpleaños de nuestro protagonista Ollie, y la que posteriormente traerá mucha cola, las posibilidades (o más bien la falta de estas) para el matrimonio y los hijos en una pareja de aventureros. Además de muchos temas clave para toda la etapa como la sexualidad, que está siempre presente de una manera madura y en absoluto libidinosa, y la violencia. A partir del primer asesinato a sangre fría del arquero, muy a pesar de las obligadas circunstancias, el guionista va desarrollando como el ahora anti-héroe va aceptando su naturaleza hasta hacerla suya sin ningún tipo de remordimiento. De hecho, la violencia no sólo aparece administrada a los “malhechores”. Tanto Ollie como Dinah vuelven de sus redadas magullados y con cicatrices. Tanto físicas como profundamente mentales.
Además, el autor tiene tiempo de despachar en unas pocas y preciosas planchas el origen de nuestro arquero favorito, para cualquier aficionado que se acercara por primera vez al personaje. En este nuevo origen de Flecha Verde, Grell aprovecha también para reflejar la necesidad, al estar aislado en aquella isla en la que naufragó, de cazar con el arco, y lo más hábilmente posible, para sobrevivir. De hecho, el propio artista fue cazador durante su juventud y no precisamente por deporte, sino que “si tu padre no cazaba, tu familia no comía carne”. El leitmotiv de la caza se irá repitiendo a lo largo de la serie.
Pero sobre todo, la primera saga sirve para presentar a esa misteriosa y desgraciada víctima y verdugo que es Shado. De nuevo una mujer fuerte y otra vez a la que se ve superar al protagonista en más de una ocasión. Un personaje recurrente a lo largo de toda la etapa en sucesivas sagas, si no las más importantes, que se convertirán en una tradición anual.
Todos estos elementos son entremezclados con una intrincada trama en la que la C.I.A. utiliza el dinero de la venta de armas a Irán para sufragar la Contra nicaragüense aprovechando los canales del tráfico de drogas, denotando el interés del autor en la actualidad. Salvo que curiosamente, Longbow Hunters salió antes de que se hiciera público el escándalo Irán/Contra. Cuando fue preguntado al respecto, de cómo pudo adelantarse seis meses a la noticia real, la respuesta de Grell fue “me imagine qué podría ser la cosa más estúpida que podría hacer la C.I.A. si creyeran que no podrían pillarlos nunca.”
El dibujo es el de siempre de este gran artista, con esas musculaturas estilizadas, los rostros expresivos, los detalles en cada objeto representado. Pero además lo adereza con un entintado fantástico, lleno de delicados sombreados y, en ocasiones, una técnica que asemeja al lápiz, o al pincel. De no estar acreditada la mencionada colorista Lacquement (que aquí hace uno de los mejores trabajos de su carrera), el color se entremezcla tan perfectamente con el dibujo que parece añadido directamente por el dibujante. Aunque no cabe duda de que esas impresionantes portadas pictóricas (que también acompañarán a la futura serie en muchas ocasiones) están realizadas al completo por el artista al óleo, una técnica que más de una vez ha mencionado utilizar.
Cabe comentar que esta miniserie ha sido la única que se ha visto reeditada en nuestro país en más de una ocasión y por más de una editorial. La obra lo vale, qué duda cabe, pero como vamos a ver también lo merecería el resto de la etapa.
Y llega la espectacular serie regular en 1988. Una serie en la que Green Arrow no aparece más que en el título… en todos y cada uno de los ochenta números que duró, ya que el autor consideraba que “el nombre es estúpido”. El largo periodo será dividido en sagas de normalmente dos números, que llegan hasta cuatro en ocasiones especiales. En estos primeros compases Grell toca temas candentes del momento como el narcotráfico, los asaltos a la comunidad LGTB (algo que ya había sido destapado en el cine aunque de una manera demasiado sórdida, mientras que aquí los que sufren la violencia son parejas adineradas que compran flores abiertamente por su aniversario) y mucha política (ya se notan las radicales opiniones del guionista a través de la boca de su protagonista).
Comienza con una saga oscura, dura, que te agarra y no te deja respirar hasta la finalización, demostrando de qué manera ha evolucionado el protagonista después de Longbow Hunters. Grell deja la parte artística en manos de Ed Hannigan (New Port, 1951) con Dick Giordano a las tintas, haciendo una pareja prodigiosa. Me extrañaba que tremendo dibujante no se hubiera prodigado más, recordando por ejemplo la maravillosa Shaman que abría la serie Leyendas de Batman, hasta averiguar que se retiró en los 90 porque desgraciadamente padece de esclerosis múltiple. Ambos autores, junto con Lacquement, consiguen crear una atmósfera propia y especial. El dibujo es de estilo realista, con unos rostros propios y definidos para cada personaje sea principal o secundario, pero de alguna manera delicado, pese a retratar los ambientes más sórdidos y los caracteres más retorcidos.
Hablando de estos, los secundarios van haciéndose con su sitio según avanza la trama, desde capos mafiosos hasta asesinos de la C.I.A. Fantástico y recurrente el agente autónomo Eddie Fyers, basado físicamente en Archie Goodwin, gran amigo de Grell que curiosamente también aparentaba ser un tirillas “pero te podía sorprender súbitamente haciendo flexiones delante de ti.”
Durante este primer año en el que disfrutamos del mismo equipo de artistas, hay un paréntesis. Una minisaga con las cuestiones habituales (tráfico de drogas, gobierno, bandas criminales…) contando a Eduardo Barreto dibujando las partes dedicadas al arquero esmeralda y a Randy Du Burke, junto con Sharon Wright a los guiones (la ex de Grell, por cierto), las de Canario Negro. Ya que la heroína había disfrutado de una saga con los mismos autores en Action Comics Weekly.
Antes hablamos de los cumples de Ollie, en el número 10 descubrimos que ya va nada menos por los 44. Algo que cuando leía estos comics en mi adolescencia no supuso ningún problema y cuando he releído estas historias admito me ha proporcionado cierta satisfacción. Para Grell era muy importante este factor, ya que en los tiempos de pre-crisis tuvo una discusión con Paul Levitz al respecto, el cual estaba empeñado en que los héroes por encima de los 30 no interesaban a los lectores. Nuestro guionista no consideraba esto cierto ni realista. Es más, para él era una reivindicación no sólo ficticia, sino a favor de los artistas de más edad, los cuales eran progresivamente reemplazados por talentos más jóvenes y supuestamente capacitados para este tipo de caracteres súperheroicos y eternamente jóvenes.
Otro factor realista es el alter ego secreto de Green Arrow/Oliver Queen, que al principio es descubierto por quienes lo investigan, aunque sin mucho esfuerzo, y finaliza siendo obviamente público sin muchos aspavientos. En último lugar, el héroe termina dejando atrás incluso el inútil antifaz.
El primer año acaba con otro tema recurrente, una saga dedicada a Shado, tan apasionante y entretenida como la miniserie inicial. Estos cuatro números fueron los que cerraron la única serie española que llegó a publicar esta etapa. Pero Zinco aún consiguió publicar hasta seis números más en su colección contenedor DC Premiere. Lástima que en ellos comenzaba la progresiva substitución del equipo artístico que lastraría durante un tiempo la colección, además de sufrir un leve bajón a los guiones.
El dibujante es substituido por un joven Dan Jurgens, pero la calidad del mismo y la permanencia del resto del equipo consiguen proporcionar una consistencia intachable. Jurgens (Ortonville, 1959) ya había trabajado para Grell en The Warlord y tenía algo de experiencia en la editorial con sus Sea Devils y el dibujo de Booster Gold. En todo caso demuestra ya un talento apabullante y es capaz no sólo de adaptar su estilo más súperheroico al más mundano de la serie, si no además de crear algunas páginas magníficas.
El dibujante se estrena con un divertido aunque algo sonrojante whodunit y posteriormente tendría que lidiar con una polémica saga. Entre medias, el guionista aprovecha para hacer un velado homenaje a su creación Jon Sable, en parte inspiradora de la presente colección, en los números 15 y 16. La mencionada polémica viene por mostrar una inusitada violencia hacia la mujer, que sumada a la tortura sufrida por Canario Negro en la primera mini, han convertido a Grell en blanco de críticas por misoginia. En una entrevista, el autor dejaba tristemente claro que se basó en un caso similar desgarradoramente real para las viñetas que generaron tanto desprecio. Por otra parte, además de que el castigo sufrido por Dinah en El Cazador Acecha no era en absoluto gratuito (ya que forzaba el cambio de actitud de Ollie a partir de ese primer asesinato al torturador), Grell le daría la vuelta a la tortilla en posteriores números, cuando es ella la que tiene que rescatar a un torturado Flecha Verde. Y, sinceramente, pocas veces hemos visto un escritor capaz de generar personajes femeninos tan atractivos y profundos. Gracias a él, Canario Negro consiguió serie propia por primera vez desde su primera aparición en 1947 y su propia creación, Shado, acabó protagonizando miniserie en formato prestigio e instaurándose en el Universo DC por derecho propio.
Justo la saga que venía después sí que era interesante, remontando la serie el nivel de calidad que ya raramente abandonaría, aunque supone la despedida definitiva de Hannigan. En ella Ollie mata a un chaval por accidente, pues aparentaba disparar a un oficial con una pistola falsa. Por mucho que la ley le declare inocente (recordemos que ya no hay identidad secreta y puede ser juzgado como Oliver Queen), el desgraciado suceso le hace replantearse su carrera como encapuchado. Cabe destacar que es su gran amigo Hal Jordan el que le ayuda a reencontrarse. Pero eso, Hal a secas y sin disfraz, pues en ningún momento se nombra ni se insinúa algo tan irreal o súperheroico como el anillo de poder. Por cierto que de igual manera, en toda la saga no hemos visto ni veremos a Canario Negro utilizar su grito sónico. Según los aficionados y la continuidad “oficial” porque el trauma sufrido en la primera miniserie le impide usarlo. Según Grell “ni me lo planteé”. Lamentablemente, desde estos números 19-20 hasta el 80 además de otras estupendas miniseries que los acompañaron y describiremos al final, nada de esto ha sido nunca publicado en nuestras tierras (con la excepción del número 75 en una reciente recopilación de greatest hits del arquero).
Continuamos con la tradicional saga anual de cuatro entregas dedicada a Shado, aunque esta vez con un Jurgens pletórico que ha terminado de cogerle el pulso a la colección y que entrega unas planchas con composiciones bellísimas. Es especialmente enternecedora y natural la de Shado amamantando a su bebé… de ella y del que todo el mundo sospecha excepto él mismo.
Pero a partir de aquí si que comienza el baile de dibujantes entre Trevor Von Eeden, J. J. Birch, Grant Miehm, Mark Jones, Shea Anton Pensa y Denys Cowan. Este último es el que más veces repite, y menos mal, ya que supera en calidad y estilo personal a la mayoría, además de que su característica suciedad le sienta a la serie como un guante. También es cierto que ni Giordano ni Jurgens abandonarán definitivamente la colección hasta el 29 el primero y el 34 el segundo. Más adelante se colarán Shawn McManus y ya cerca del final Frank Springer (este último con el peruano Pablo Marcos a las tintas). Los dos últimos números dibuja un tal Bill Marimon, pero al menos las tintas de John Nyberg mejoran un dibujo algo esquemático. Por suerte Grell está detrás no solo del guion sino, podemos deducir, de la composición de página. Ya que siempre hay un estilo definitorio de grandes viñetas que ayudan a la lectura rápida de cada número y una clásica composición de splash pages, una para presentar la temática y otra para añadir el título de cada historia. De hecho, el artista se permite un precioso número como autor completo, el 40 titulado Spirit Quest. La colorista Julia Lacquement también ayuda, como es habitual, a la solidez de toda la etapa.
Rick Hoberg llega por fin en el 37, con Bill Wray a las tintas, y termina haciéndose habitual con maestría a partir del 44, acompañado ya del magistral entintado de Nyberg. El acabado de este entintador se ve que ayuda bastante porque el especial 75, el único que acomete Hoberg en solitario, se ve demasiado “súperheroico”. En todo caso Hoberg (Belton, 1952) hace un trabajo estupendo. Su estilo algo clásico se ve un poco rígido en sus primeros números, pero pronto se acomoda y llega a hacerse parte indispensable de la serie. Sus rostros son expresivos, sus mujeres se ven tan fuertes y sensuales como desprende el guion y tanto la composición de página como la narrativa son de principio a fin sensacionales. Además lo dicho, se complementa con los claroscuros de Nyberg de manera natural haciendo del comic en una digna serie negra.
Porque la serie toca todos los temas posibles excepto supervillanos y las mallas: Los sintecho, a los que dedica más de una historia e incluso termina haciendo parte de su banda. Amén del personaje de la vagabunda Marianne, que termina siendo catastróficamente importante para la historia río metiéndose en la ya enrevesada relación entre Dinah-Ollie-Shado. El respeto y cuidado del medioambiente surgen más de una vez, como cuando refleja de forma nada velada el por entonces escandaloso vertido de Exxon Valdez. Sentimiento que le viene de su juventud como cazador. “Cazar se convirtió de manera natural en un modo de vida. Me enseñó el respeto por los animales, el amor a lo salvaje.” También su experiencia como cazador se nota cuando describe la capacidad de Green Arrow para rastrear a una persona, pues no se limita a poner en boca del protagonista “usaré mi capacidad de rastreo”, sino que te describe el tipo de pájaro que el perseguido ha asustado, la profundidad de la huella dejada y hasta la psicología detrás de la decisión del camino a tomar. También toca el terrorismo, en una saga de tres números en la que trata de presentar lo que suponía el I.R.A. en aquellos tiempos. Los asesinos en serie y otras muchas historias truculentas, desgraciadamente inspiradas por casos reales vistos en la prensa del momento. El gobierno y sus cloacas, gracias a las continuas apariciones de Fyers en sagas que incluso llegan a incriminar al arquero en complots de alto voltaje internacional. La riqueza y los que se aprovechan de ella para sus bajas pasiones… Y mucha guerra. De hecho, Grell trabajó para la Inteligencia Militar de la Fuerza Aérea en Saigon durante la guerra del Vietnam y aunque no luchó en la jungla, “la guerra me rodeaba”. Esto se ve reflejado en los guiones en los que una y otra vez aparecen personajes con síndrome de estrés postraumático derivado de esa vergonzosa etapa para los EEUU y durísima experiencia para los que se vieron implicados.
Una última curiosidad, el autor aprovecha para hacer un segundo homenaje a sus creaciones con la aparición de alguien muy parecido a Warlord (Grell nunca fue partidario de meterlo dentro del Universo DC) en los números 27 y 28. También hay un inesperado cameo de Constantine en el 25 y el esperado por los aficionados de Arsenal, el antiguo sidekick de Arrow, que no llega hasta el 75.
En diciembre de 1991 renace la cabecera The Brave and the Bold para una miniserie de seis números en la que cruzan su camino Green Arrow, Butcher y Question. Grell y Mike Baron (el creador de Butcher y de obras maestras como Nexus) se unen a los guiones, mientras que Shea Anton Pensa, que debutó con la miniserie del héroe lakota, se encarga del dibujo. Como ya demostró en dicha serie, aunque es capaz de planchas impresionantes y su estilo es muy comiquero, sus fallos de proporción y su falta de dominio en el dibujo de objetos varios lo alejan de la calidad de otros artistas de la época. Los guionistas tampoco se lucen, aunque urden una buena trama de terrorismo, despiadados intereses privados, medioambiente y hasta el poder de la prensa.
La miniserie en formato prestigio Shado: Song of the Dragon lanzada en 1992 es una muy curiosa joya, en la que Green Arrow solo aparece mencionado. El guion de nuestro autor es mucho más delicado que en la serie anterior, salpicado de personajes castigados por la guerra, ya sea la Segunda Mundial o Vietnam. Y el tratamiento despiadado de los Yakuza, quitándoles cualquier indicio de romanticismo, también es bienvenido. El dibujante, Michael David Lawrence, es una agradable sorpresa. El cual, al juntarse con las tintas de Gray Morrow, en ocasiones, sobre todo en rostros, recuerda incluso al trazo de Miller en Ronin.
De hecho, Morrow se atreve también al dibujo, con el guionista delineando, en la mini de Green Arrow: the Wonder Year (1993), y es otro descubrimiento, con un estilo elegante y clasicista. Aunque Grell no aguanta y finalmente se dedica a los lápices por completo a partir del tercer número. Pero igualmente hacen una excelente pareja, ya que Morrow suaviza los excesos del autor principal sin perder un ápice de su talento y frescura. En todo caso, Grell ha declarado que él es, sobre todo, un contador de historias, con lo que se ve principalmente como guionista y le encanta esbozar lo que imagina. Pero ya entintar y acabar el producto… Volviendo a la miniserie, se trata de una nueva visita al origen del personaje, en la que Grell trata de explicar los motivos que le llevaron a vestirse como Robin Hood y utilizar sus extrañas flechas de los primeros tiempos, a la vez que ofrece una de sus características historias que mezclan política, terrorismo y traiciones.
Hay también un par de Annuals guionizados por el autor, el 4 y el 6, que no valen mucho la pena. El primero es una historia algo fantasiosa perpetrada por Pensa y el segundo pertenece al crossover noventero Bloodlines, que no salva ni el dibujo de Mike Collins.
Grell deja definitivamente la serie en 1993, tras 100 comics entre unas cosas y otras, sin un final espectacular ni nada roto que no pudiera arreglar un guionista posterior. La falta de comentarios al respecto, ni en las entrevistas y artículos indicados ni en muchas otros que no he incluido en la bibliografía, hace suponer que no hubo ningún agravio y que simplemente había contado todo lo que tenía que contar. Lo que si ha comentado el artista alguna vez es que DC y el nuevo equipo no tardaron en recrear al Green Arrow más súperheroico y cercano a la antigua usanza.
Posteriormente crearía Shaman’s Tears para Image, una serie que reflejaba aún más profundamente la preocupación del artista por el medioambiente. Y sobre todo cabe destacar su labor como guionista durante el inicio del nuevo siglo para Iron Man, etapa en la que precisamente revelaría su personalidad secreta al público. Algo que se aprovechó en la película y actualmente es determinante en el personaje.
Después, poco más destacable, salvo su merecido “homenaje” al ser contratado como asesor en la serie de televisión Arrow. Aunque parezca poco, dejaba claro que el autor más ligado al personaje era él y supuso todo un revival para Grell que fue invitado de nuevo a diversos festivales y entrevistado sobre el personaje en el que se basaba la serie. Los que esperaban encontrar a una vieja gloria se dieron de bruces con un hombre duro, íntegro, creador de ideas claras, sin pelos en la lengua y con el mismo talento de siempre. Un artista capaz de crear un héroe radical.
Entrevistas utilizadas:
Para ponerle cara
La más interesante para este artículo (eh, ¿¡qué esperas de una magnifica web que se llama DC en los 80!?)
http://www.dcinthe80s.com/2016/07/the-mike-grell-interview-grell-talks.html
Una más profunda entrevista sobre toda su vida y carrera
https://www.nerdteam30.com/creator-conversations-retro/an-interview-with-mike-grell-champion-of-the-human-heroes
Para quien quiera escarbar algún detalle más
Panel Borders: Mike Grell, Freelance
Otros artículos:
DC Comics winds-up Mike Grell’s 80-issue run on Green Arrow in new compilation “Green Arrow: Old Tricks”
Extra, interesantísimo artículo sobre Julia Lacquement y otras famosas coloristas de la DC de los 80:
Color Me Impressed: The Unsung Woman Colorists of 1980s Comics
E inevitablemente, gracias a la Wikipedia como referencia inicial de muchos de los autores nombrados en el artículo.
Aprovecho este artículo en el que he disfrutado tanto para agradecer enormemente a mi amigo Fernando Romero sus magníficos repasos críticos que siempre añaden un toque extra de calidad
Una etapa de la que tan sol se ha podido disfrutar una brizna en el infinito editorial de este país. Un trabajo brutal, con un Flecha Verde urbano, concienciado con los problemas sociales. Una serie oscura que merece ser recuperada cuanto antes. Y ahora es su 80 aniversario. 🙂
Un gran texto, compañero.
Gracias compañero! ECC te oiga!
¿Hablamos de la misma editorial que ignora los Titanes de Wolfman/Perez? ¿La JLA de DeMatteis/Giffen? ¿La del Detective Marciano de Ostrander? ¿Young Justice de Peter David?… ¿Seguimos?
Un cómic que me impactó muchísimo en su momento por su tono adulto y crudo y por la dureza con la que trataba determinados temas. Dudo mucho que hoy fuera posible hacer un tebeo así en Marvel o DC.
A ver si un día de estos me lo releo.
Enrique, coincido con Gustavo, gran reseña.Me has alegrado la mañana cuando la he visto. Es imperdonable que la mayor parte de esta etapa siga inédita siendo además un personaje con tirón como Green Arrow.
Se reeditan continuamente las etapas de Kevin Smith y Brad Meltzer(ambos con Phil Hester) y la etapa Grell fuera de la miniserie es ignorada sistemáticamente. Las tres deberían ser carne de reedición continua.
Entiendo que no se edite la serie de Hawkworld de Ostrander que siguió a la miniserie de Truman porque Hawkman quizás no sea un personaje con mucho tirón en España.No creo que sea el caso de Green Arrow, personaje de culto DC en España por el GL/GA de O’Neil y Adams como por Crisis de identidad o las etapas de Smith y Meltzer, aparte de haber sido capaz de sostener una serie en grapa en la época de Planeta aunque fuera intercalada con Green Lantern.
Saludos
Gracias!! Totalmente de acuerdo, pero la de Hawkworld merece publicación igual, si hasta Truman contribuía a los guiones!
Sí,si yo también quisiera ver ese Hawkworld aquí, era por buscarle un sentido a que nunca se haya editado aquí. Por mí que saquen las dos.
Que gran repaso a un personaje que la editorial tiene muy infravalorado. Se echan de menos etapas así.
Yo la pude leer mediante el método Jack Sparrow. Nunca entenderé las tropecientas ediciones de La broma asesina y que ECC no sea capaz de publicar esta joyita.
Gracias Carlitos. Tampoco lo entiendo…
Muchas gracias por la reseña, que se nota está hecha con esmero, mimo y amor. Coincido totalmente en que es una serie de calidad y que merece publicación aquí.
La he estado descubriendo en TPBs contando yo con una edad similar al protagonista, y suscribo que es un cómic verdaderamente adulto, contrariamente a la etiqueta de «cómic adulto» de la que muchos cómics presumían en esos años. Y de acuerdo con Ignacio Yebra en que hoy en día sería imposible hacer un cómic así en DC o Marvel.
Aún así, es hija de su época, no es apta para todos los paladares e incluso necesita de una digestión lenta (se me hace un poco pesada cuando leo demasiados números seguidos). Por ello, puedo entender las dudas en buscar un formato de publicación adecuado que pueda tener salida en el mercado actual.
Muchísimas gracias Parménides.
Coincido plenamente con Ignacio y contigo en que era verdadero domic para adultos dentro de la corriente superheroica al nivel de DK y Watchmen (no hablo tanto de la calidad sino de saber entender a qué publico va dirigido).
Es verdad que tiene vaivenes, pero es que son 80 números! Pero lo de que se lee en un soplo no lo he puesto por poner. La manera en que está planteada la página y la división en pequeñas sagas sin desdeñar las tramas subyacentes al final te hace disfrutar de la etapa entera en un tiempo record.
Si durante los años de emisión de la serie ECC no se animó a editarlo creo que seguirá asi por los siglos de los siglos.
Ojala me equivoque.
Estupenda reseña.
Gracias justiciero!
Yo también lo creo.Sin embargo contra todo pronóstico se animaron a editar el GL/GA de O’Neil y Grell. Es una editorial absolutamente imprevisible
Me gustaria pensarlo pero esa serie tiene dos factores que la hacen más publicable. Su carácter de hito, no para los personajes sino dentro del mundo superheroico general en el tratamiento de temas sociales y por otro su extensión que da para un único tomo.
De todas formas dejo unas líneas a modo de invocación a ver si así las búsquedas en Google suben los resultados y ECC toma nota…
ECC publicación Green Arrow de Mike Grell completa.
ECC publicación Green Arrow de Mike Grell completa.
ECC publicación Green Arrow de Mike Grell completa.
ECC publicación Green Arrow de Mike Grell completa.
ECC publicación Green Arrow de Mike Grell completa.
ECC publicación Green Arrow de Mike Grell completa.
ECC publicación Green Arrow de Mike Grell completa.
ECC publicación Green Arrow de Mike Grell completa.
ECC publicación Green Arrow de Mike Grell completa.
ECC publicación Green Arrow de Mike Grell completa.
Hay una cosa de ECC que no entiendo(en realidad son muchas las que no entiendo),sacan en coleccionable con Salvat cosas que uno podría calificar como globos sonda para calibrar el interés y luego no les dan continuidad de ningún tipo a pesar de las buenas ventas.
Por ejemplo sacaron los primeros números de Batman y los Outsiders,la saga de la oscuridad de la Legión, El Contrato de Judas de los Titanes e incluso un arco argumental de este Green Arrow, por supuesto todos ellos agotados ya,de hecho los Outsiders y la Legión se agotaron poco después de salir a la venta.
Si ni siquiera así se atreven a sacar ninguna de estas etapas completas me temo que podemos esperar sentados. Es una editorial que no entiendo.
Un imprescibdible. Una lastima que no este disponible… E inedito en su mayor parte.
Muchas gracias por tu articulo, documentado y con una pasion contagiosa! Saludos
Muchas gracias Drury!
Pero si Garth Ennis hizo lo mismo, en la mas valorada etapa del Punisher de todos los tiempos. Grell hizo un magnifico trabajo quitando lo que no le gustaba y es perfectamente valido si vas a hacer un monumento de obra como esta. Ahora, que otra cosa hubiera sido si nunca hubiera recuperado ni el traje, la ciudad y trasfondo superheroico, pero ese no es el caso.
Es verdad, en los tomitos d planeta hubiera sido perfecto.
Respecto a poner a Grell como padre d complejitis me parece una descontextualización grave. Se trata d crear un universo propio cogiendo lo q es valido d la rica historia editorial. Y como dice D Culto, si haces una maravilla como esta, no hay queja q valga
Bueno, en Hitman se usa el ambiente superheroico no avergonzándose, sino para avergonzarlo (vomitar sobre Batman), ridiculizarlo (tratar de tontito a Green Lantern/Kyle Rayner) y en general para reírse de ellos.
Siendo la excepción Catwoman tratada desde el respeto y Superman tratado desde el cariño.
Vamos que cuando Ennis toca superhéroes la mayor parte de las veces es para ponerlos de capullos para arriba.