Tras el final del primer tomo con Brad a punto de matar a Kip, el segundo tomo arranca con la aparición de Gene McDowell, el jefe de la banda, que le recuerda a Brad cuál es su sitio. Brad se ve obligado a cejar en su empeño de matar al desalmado de Kip por el bien de su hermano, pero la ofensa que ha realizado por alzar su arma contra él desata una serie de acontecimientos que cambiarán de arriba abajo la vida de los Burns. Kip comienza a buscar opciones para hacer daño a Brad, pero pronto se da cuenta que la ofensiva frontal es inútil contra un hombre como el Grim Reaper, así que pone en marcha una maquinación que podrá ponerle en bandeja su cabeza y además generar una guerra en Five Points que cambie la jerarquía clásica del distrito. Para ello se pone en contacto con Raymond Fitzgerald, el segundo hombre al mando de la banda de los Iron Butterfly, un incipiente grupo de delincuentes que está comiendo terreno a los Grave Diggers, y le ofrece un trato a cambio de acabar con la molestia que supone para todos la existencia de Brad. Ray se pone en marcha rápidamente, motivado por su espíritu competitivo de demostrar que es mejor que su rival, y comienza a acercarse a Luke hasta que finalmente le secuestra para obligar a Brad a mover ficha y entrar en el territorio de los Butterfly.
Evidentemente, Brad se mete a ciegas en la boca del lobo para salvar a su hermano, y tras despachar sin aparentes dificultades a los sicarios de la banda, se enfrenta mano a mano con Ray, en un espectacular combate con revólveres, cuchillos y puñetazos del que finalmente sale vencedor. Sin embargo, el precio a pagar es demasiado alto, ya que aparte de las heridas, Luke descubre su doble identidad como Grim Reaper. Pensando que desde ese momento ha muerto para su hermano pequeño por haberle mentido tanto durante toda su vida, Brad decide que su tiempo en esta vida se ha acabado, y que por lo menos va a tener un último momento de redención. Para ello, en medio de una cruenta guerra urbana entre todas las bandas de Five Points, Brad abraza una vez más su alter ego como Grim Reaper y entra en la refriega, matando a diestro y siniestro a los delincuentes participantes para, al menos, dejar limpio el barrio para su hermano y la gente que lucha por él. Sin embargo, tras una conversación de Luke con Emma y la aparición del detective que Brad contrató para buscar al padre de los Burns, el tomo finaliza con el muchacho dándose cuenta de todo lo que su hermano ha hecho por él.
El tercer tomo parte desde ese final, con la inclusión de un nuevo personaje: Edward King, el padre de los Burns llega a la ciudad armado hasta los dientes para sacar beneficio de la guerra y de un trato con Kip. Este último, armado con una ametralladora Gatling que le ha vendido el propio King, siembra el caos en la batalla intentando acabar con el Grim Reaper, que parece ser incapaz de morir. Tras una discusión con King, Gene decide poner fin a la locura que hay en las calles que lleva años intentando proteger y se enfrenta a Brad cuando está a punto de matar a Kip. Gene parece decidido a matar a Brad si este no se retira del combate, pero aparece la figura de Luke, que tras descubrir toda la verdad sobre su hermano y su padre, intenta defenderlo. Su falta de experiencia le hace morder el polvo en varias ocasiones, pero su tenacidad hace que Gene se apiade de ambos y les aconseje huir de la ciudad mientras él se ofrece a la justicia para que Five Points deje de sangrar.
Con Gene entregándose a la horca en un último acto heroico y generoso, los Burns descubren que su padre ha estado en la ciudad y ha huido, por lo que deciden marchar hacia el Oeste en su busca y captura. Pasa el tiempo y los Burns se han convertido en dos peregrinos hacia el salvaje Oeste americano, con un Luke mucho más maduro y versado en el arte del disparo y la pelea. Juntos llegan a un pueblecito a las afueras de
Masasumi Kakizaki ha encontrado en Green Blood el toque que le faltaba en otras historias para conseguir un equilibrio entre la gran ambientación y diseño artístico y la consecución de una historia interesante, que enganche y que esté bien narrada. En primer lugar, en estos dos tomos, hay que mencionar el buen trabajo del autor a la hora de intercalar las espectaculares e intensas escenas de acción con los momentos más introspectivos, que ayudan a dar una dimensión mucho más humana a sus personajes que luego repercute en que los momentos de pelea no sean solo una sucesión de balas, sangre y olor a pólvora, sino que también queden patentes las motivaciones que han llevado a esa situación, que nos importe lo que les ocurra a los personajes, y que su modo de actuar coincida o suponga un giro en su manera de ser habitual. La estructura narrativa está muy bien pensada y, al igual que en el apartado artístico y en la composición de escenas, bebe muchísimo de la cinematografía de autores como Sergio Leone, con situaciones y maneras de contarnos los hechos calcadas en muchos momentos. En este sentido es una obra, una vez más tremendamente cinematográfica, y Kakizaki tiene una facilidad especial para utilizar elementos de un lenguaje más audiovisual, tanto en el plano artístico como en el narrativo.
Como digo, en estos dos tomos el equilibrio y el tempo argumental está muy bien logrado para conseguir a un mismo tiempo que la historia avance, incorporar nuevos elementos y personajes, desarrollar a los personajes y desvelar asuntos del pasado que serán capitales en las motivaciones que desarrollen la trama. Quizá el punto negativo es una vez más, como pasa en obras como
Unido a la narración, y en el caso de Kakizaki una piedra angular para la concepción de la obra, está el flamante apartado artístico, que sin duda es el mejor hasta ahora del autor en cuestión de calidad global y a nivel de diseños. Kakizaki, como es su sello, no tiene un estilo puramente manga, sino que mezcla elementos orientales con otros más propios del cómic americano, sobre todo a nivel de rasgos, efectos y fondos para lograr una ambientación sublime, algo que tiene su paralelismo en esa mezcla de este y oeste que hace en Five Points y que ahora, a raíz del paso de los Burns a St. Louis tiene un estilo mucho más acorde a las películas de vaqueros. El diseño de personajes es sublime, con mucha personalidad y estilo y repletos de detalles como arrugas, marcas, cicatrices… que les hacen ser tremendamente expresivos, también gracias al gran trabajo facial y el uso de los ojos del autor. Quizá el único pero en el sentido de diseño esté en las féminas de la obra, demasiado parecidas entre sí y con otros personajes de ese género de otras obras del mangaka. Más allá de ese detalle, aparte de su habitual técnica del claroscuro, que alcanza aquí su punto más álgido con algunas escenas realmente sorprendentes, y su exquisito detallismo a la hora de representar fondos y todo tipo de elementos aunque no tengan un peso específico en la escena más que darle credibilidad y empaque, el gran acierto de Kakizaki aquí es el uso de las texturas y el trabajo artesanal que incide sobre ellas a la hora de crear efectos, dinamismo, ambientes… Es un estilo además más crudo que nunca, sin escatimar en violencia y temas explícitos. Todo ello, unido a la composición de página y uso de planos más propios de la cinematografía que del cómic (haciendo gala incluso de bandas negras en las splash pages), hacen de Green Blood todo un espectáculo, un deleite visual para el lector. Añadir a esto el maravilloso diseño de cubierta y sobrecubierta, respetado al máximo por
Estos dos tomos de
Valoración Final
Guión - 7.5
Dibujo - 9.5
Interés - 8
8.3
Green Blood es todo un espectáculo visual, la cima del arte de Kakizaki, que ya es decir. Pero además el autor consigue sobreponerse a su tendencia a abusar del cliché con una historia muy bien construida y narrada y unos personajes muy bien desarrollados. Estos tomos 2 y 3 son una perfecta manera de preparar todas las piezas para la traca final.