La voluntad de Green Lantern prevalece
«Oye… he tenido el sueño más loco de mi vida»
ECC nos trae un señor tomardo como segunda entrega de la colección regular de Green Lantern de Jeremy Adams y de Xermánico. Este tomo recopila los números cuatro al doce, con una extensión de 240 páginas, quedándonos a solo cinco meses de alcanzar la colección americana. Por suerte, la primera trama completa de la narrativa que nos empezaba a contar Jeremy Adams en el primer tomo llega a su final, y esta vez nos lleva a recuperar mucho de los elementos que no había usado hasta ahora, tales como Oa, el resto de linternas, los otros colores del espectro emocional y secundarios clásicos.
Todo comienza con el encuentro entre Sinestro y Hal, donde ya nos marca dos cosas que serán recurrentes e importantes durante la colección: la vuelta de personajes clásicos y la trama del espectro emocional corrupto. Junto con la vuelta del villano más clásico de nuestro caballero esmeralda, también vuelven sus mejores amigos, primero con Barry Allen y más tarde con Thomas Kalmaku (quien lleva años viviendo en España esperando al bueno de Hal). A pesar del back to the basics que nos quería presentar Jeremy Adams, este número vuelve a la corriente de la pasada década de los linternas y nos trae continuidad, jugando con elementos clásicos que muchos agradecerán.
Para enfatizar en todo lo mencionado, se ha valido de dos backups con guionistas y dibujantes invitados, el primero con Ron Marz de guionista y con el dibujo de Dale Eaglesham, pues quien mejor para escribir a Kyle Rayner que Marz; y a Sam Hamphries con Yasmín Flores para Jessica Cruz, jugando con la reminiscencia de la serie de Green Lanterns de Renacimiento. Se siente un buen homenaje, sabiendo que veníamos de la total desaparición de estos linternas de la Tierra, ver que tienen un pequeño hueco con aquellos autores que mejor los conocen es un buen regalo.
Sin entrar en el terreno del destripe, el comic va escalando el nivel de acción y de elementos interconectados hasta llegar a un final que se siente un punto y aparte, y no porque cierre todas las puertas abiertas y tramas, más bien se siente el final de un primer acto, donde se deberán explorar las consecuencias de todo lo ocurrido. La última parte se siente algo más atropellada comparando con el resto, también tiene la difícil tarea de conectar con Poder Absoluto y con La casa de Brainiac.
El guion de Jeremy Adams sigue en su línea, centrándose en las bases más primordiales, pero, esta vez expandiendo ya las raíces hacia más lugares. Los diálogos sieguen siendo fuertes y empieza a despejar la bruma acerca de la mitología clásica gracias a los flashbacks. Sigue quitándose de en medio juguetes complicados, historias enrevesada y empieza a tomar como piezas de ajedrez aquellos elementos que quiere. Poco a poco, está construyendo unos cimientos fuertes para renovar la serie. Si que flaquea es en lo mencionado anteriormente, se siente un poco enmarañado con las consecuencias de lo que está pasando en el Universo DC.
Desgraciadamente el dibujo no corre a cargo, en todos los números, de Xermánico. En los números siete y ocho Amancay Nahuelpan le sustituye, con el primero de ellos siendo un flashback no se resiente tanto la lectura, pero con el octavo número la diferencia de estilos se hace más notoria. A pesar de esta desavenencia, las escenas de acción de Xermánico siguen a un nivel muy alto y Green Lantern es una cabecera donde puede lucirse mucho, el tándem que hace con Rómulo Fajardo Jr es cada vez mejor, y el colorista ha conseguido que se mantenga una especie de racord a pesar del baile de dibujantes.
Después de su incursión en los distintos eventos tocará ver como continúa desenvolviéndose Jeremy Adams y esperemos que siga con un Xermánico a este nivel, porque está convirtiendo la serie de Hal Jordan en una de las series más interesantes de todo el Amanecer de DC.
Lo mejor
• La emoción y energía que transmite esta trama.
Lo peor
• La turbulencia de los devenires editoriales y el baile de dibujantes.
