Green Lantern Núm. 35-39 Divinidad

 

Edición original: Green Lantern núm. 35-36-37 USA, New Gods: Godhead núm. 1 USA, Green Lantern Corps núm. 35-36-37 USA, Green Lantern: New Guardians núm. 35-36-37 USA, Red Lanterns núm. 35-36-37 USA, Sinestro núm. 6-7-8 USA, Green Lantern Annual núm. 3 USA
Edición nacional/ España: ECC Ediciones
Guión: Charles Soule, Cullen Bunn, Justin Jordan, Robert Venditti
Dibujo: Brad Walker, Dale Eaglesham, Francis Portela, Jim Calafiore, Martin Coccolo, Scott McDaniel, Admira Wijaya, Bernard Chang, Billy Tan
Entintado:.
Color:.
Formato: Grapa, 88-92-112 págs. A color.
Precio: 6,50 – 6,75 – 7,97 euros

 

Una de las mentes más prolíficas e imaginativas del mundo del cómic ha sido Jack Kirby. Un creador incansable, de ideas inquietas, en constante evolución, en una perpetúa búsqueda de nuevas formas de abordar historias llenas de drama, aventura y épica. Fruto de esa mente privilegiada en DC creó a los Nuevos Dioses y lo hizo como una dualidad entre el bien y el mal, un equilibrio entre las fuerzas oscuras y las de la luz enzarzadas en un combate, una guerra eterna, donde ninguno de los dos bandos podrá nunca alcanzar la victoria. El concepto es enorme para los cánones de 1971, año en el que comenzó a narrar las desventuras de estos seres casi divinos. Pero Kirby dejó esta batalla eterna inconclusa, sin resolverse hasta la saga Crisis Final, donde por fin se respondía a la eterna pregunta de si en una batalla entre seres de enorme poder podría existir el concepto de vencedor y vencidos. Como no podía ser de otra forma los Nuevos Dioses acabaron drásticamente y desaparecieron del Universo DC, siendo relanzados con la llegada de los Nuevos 52.

Pero hasta ahora siempre que los Nuevos Dioses hacían acto de presencia era a través de la figura de Darkseid, el despótico líder de Apokolips, buscando la manera de encontrar el arma de destrucción definitiva, la Ecuación de la Antivida. Y es precisamente en este punto donde se crea la divergencia con las anteriores apariciones de estos seres. Justin Jordan, Van Jensen, Cullen Bunn, Caherles Soule y Robert Venditti viran hacia Nueva Génesis y centran su atención en el Alto Padre que comprende que controlando el poder de los anillos del espectro emocional podrá conseguir un arma que pueda doblegar a la ya mencionada Ecuación de la Antivida.

Con esa premisa arranca este nuevo arco argumental, vestido de evento, que golpea a todas las series relacionadas con la franquicia de los anillos.

En ECC han optado, acertadamente, por incluir todos los números correspondientes al evento en la serie madre de Green Lantern, lo que permite una lectura directa, fluida y que libra al lector de tener que hacer un esfuerzo extra por comprar las demás series. Una solución de sentido común que también responde a cuestiones prácticas meramente organizativas a la hora de poder coordinar todas las series, que demuestra eso de que la funcionalidad no tiene por qué estar reñida con la parte más empresarial de este negocio.

Globalmente estamos ante un evento entretenido, con repercusiones, cambios de status que dejan el camino abierto hacia nuevas direcciones tanto en la serie madre de Green Lantern, como en las demás involucradas, Sinestro, Los Nuevos Guardianes, Green Lantern Corps y los Red Lantern. Ya con eso podemos decir que no se trata de un golpe de efecto que al final queda en nada, aunque podría haberse profundizado más sobre algunos de los aspectos planteados y que dichas consecuencias hubieran sido más profundas y dramáticas, pero sea como sea, el conjunto resulta cuanto menos interesante en todos los sentidos.

Individualmente todo queda algo más irregular, aunque hay que reconocer el titánico esfuerzo que se hace por parte de los guionistas a la hora de unificar todo de forma que no se noten las transiciones entre series. Pero el esfuerzo hay veces que no llega a ser suficiente y se aprecia como la calidad de la historia cambia entre leer un número de los Red Lantern a leer uno de Los Nuevos Guardianes. Es como entrar en una montaña rusa. Hay momentos en los que todo resulta tremendamente emocionante, mientras que en otros uno no sabe si esta aburriéndose o simplemente es que no le interesa lo que se está leyendo.

Otro aspecto a recalcar es el tratamiento de personajes. Estamos ante un evento de proporciones cósmicas, y aquí no es una exageración banal efectivista, es una realidad palpable, en la que los guionistas han de lidiar con multitud de personajes que merecen de su espacio para lucirse, desarrollarse y porque no asumir el protagonismo llegado el momento adecuado. Equilibrar toda esta enorme cantidad de dioses, portadores de anillos y secundarios no debe ser tomado a la ligera y se ha de reconocer el buen hacer de todos los escritores al conseguir equilibrar adecuadamente una de las facetas más complicadas del evento. Sin dejar de pivotar en todo momento sobre las figuras clave de cada serie, saltan dentro de cada historia a personajes menos relevantes que permiten hacer que la historia no se inmovilice y llegue a ser repetitiva y casina. Sinestro es tal vez el personaje mejor llevado y que demuestra que tras esa arrogancia infinita hay un Lantern capaz de liderar a quien haga falta con tal de lograr sus objetivos. Una perfecta representación de un antihéroe que fascina se mire por donde se mire.

En cuanto al aspecto gráfico sí que se puede hablar de altibajos graves que hacen que el conjunto quede muy deslucido. Por un lado tenemos el trabajo de Jim Calafiore en Red Lantern que destaca por encima de la media con su trazo sucio, cargado de energía y vida. Por otro, por el contrario, sufrimos el dibujo de Billy Tan, con su eterno aspecto noventero, rígido e inexpresivo, capaz de sacarnos por completo de la historia. Afortunadamente está gente como Francis Portela, Bernard Chang y Ethan Van Sciver que sin deslumbrar realizan un trabajo muy correcto, uniforme y en consonancia con lo que se quiere contar, por lo que consiguen transmitir cada uno, con su estilo, las emociones de la comentada caracterización de los personajes.

Por tanto tenemos un conjunto, si vemos todo con la suficiente perspectiva, equilibrado, con un buen uso de los personajes, algún que otro momento de pérdida de intensidad, sobre todo por la repetición de ideas ya explicadas, que nos llevan a un final demasiado previsible, en el que se dejan los suficientes cabos sueltos con los que poder trabajar en futuras historias dentro de la franquicia.

Divinidad no defrauda, pero tampoco deja sin aliento. El evento cumple con su cometido y permite cohesionar toda la franquicia, de nuevo, bajo el manto de una nueva y enorme amenaza común. Esa es su mayor debilidad ya que el lector cuando se enfrenta a su lectura no puede dejar de sentir dentro una incesante sensación de deja vu permanente. Solo queda esperar que estemos ante el último evento de la franquicia en una buena temporada y que ahora cada serie desarrolle por separado, con su enfoque particular, las diferentes tramas que se dejan abiertas, sin necesidad de que vuelvan a mezclar a sus personajes. Una vez gusta, dos también, tres empieza a ser recurrente y cuando se llega a cuatro o cinco veces todo deja de tener gracia.

Ahora ya solo queda descansar de eventos centrados en los portadores de los anillos. Alejarnos de la amenaza común cada vez más grande y centrar nuestra a tención en los personajes de cada serie.