Segundo tomo, el tercero se acaba de poner a la venta este mismo mes, en el que continuamos profundizando en la relación de compañerismo que tiene Simon y Jessica como Green Lanterns de la Tierra. Un tomo donde Sam Humphries decide cambiar el registro del primer número y centrar su atención en un equilibrio entre la acción y las relaciones entre los protagonistas y su entorno personal. Para ello encara una trama en la que añade un nuevo concepto a la franquicia de los Corps que usa como herramienta con la que desarrollar los aspectos más humanos de esta extraña pareja de portadores de anillos.
Como ya se señaló en la anterior reseña esta colección difiere mucho de la de Hal Jordan por el tono, el enfoque y la preocupación que tiene su guionista por añadir nuevas capas a los personajes con los que ir construyéndoles un pasado, un presente y un futuro hacia el que están evolucionando. Recordemos que Jessica es una agorafóbica y Simón un temerario que considera a su compañera un lastre para su misión como Lantern. Ambos están obligados a trabajar en equipo, pues comparten la misma linterna para recargar sus anillos, en su misión por proteger la Tierra de sus amenazas. Si en el primer tomo podíamos ver y sentir las tiranteces que entre ellos se generaban, en esta segunda entrega se ha dado un paso adelante tanto en su relación como en sus particulares personalidades. Simón se muestra más cercano, más vulnerable, mientras que Jessica continua su duro peregrinaje para superar sus miedos. Tal vez sea por eso por lo que esta saga dura los números que dura, porque la acción, la trama que desencadena un nuevo escenario de conflicto externo, discurre paralela a la comentada de los dos protagonistas, hasta que ambas se cruzan de forma inexorable, pudiendo parecer que la historia se alarga más de la cuenta. Pero la verdad es que no, que lo que Humphries nos narra dura lo que ha de durar para poder desarrollar lo que de verdad importa en Green Lanterns: la evolución de los personajes.
Jessica y Simón son personajes de reciente creación. Su historia está anclada a los recientes acontecimientos del Universo DC, sobre todo Jessica, pero ambos han sido creados para enriquecer a la franquicia con un aire nuevo y renovado con el que alejarse de la grandilocuencia de los Corps como fuerza espacial especializada. Tal vez sea por eso, por ser un lienzo sobre el que se pueden construir tantas historias y añadir tantos nuevos conceptos, que resultan enormemente atractivos para el lector que pueda sentirse tentado de iniciarse en el particular universo de los Green Lanterns.
En este segundo número Simón ha de lidiar con su familia, apoyado por su compañera Jessica, mientras el guardián, Rami, ha de batallar con su pasado y una funesta creación que ha regresado para poner en peligro toda la vida en la Tierra. Un pasado con ansias de venganza que persigue hacerse con el poder que encierra una de las creaciones más peligrosas llevadas a cabo, hace eones, por los Guardianes.
Estamos frente a una historia a tres bandas que acaba por confluir de tal forma que el conjunto de lo narrado se complementa para que los objetivos del guionista se vean cumplidos y por ende puedan satisfacer al lector que vive, desde fuera, toda esta historia de emociones, venganza, errores, miedo y voluntad. Humphries conjuga todo este despliegue de ideas de tal forma que le vayan dando pie a poder profundizar en Jessica y en Simón, fortaleciendo más su relación de compañeros, mientras ambos van descubriendo que juntos pueden hacer más, mucho más. Se percibe la evolución de ambos del primer tomo a este segundo sobre todo en como interaccionan cuando no llevan los anillos, como buscan superar sus limitaciones gracias a como se complementan el uno al otro. Si la serie arrancó con una Jessica atrapada en sí misma, incapaz de hacer constructos, bloqueada por su fobia, luchando contra sus bloqueos mentales y sus más profundos miedos, ahora la vemos más centrada, más fuerte, más segura y mucho más convencida de que el anillo no se pudo equivocar cuando la seleccionó. Jessica, gracias al trabajo de pausado desarrollo que está llevando Humphries, está erigiéndose como una de las más grandes Lanterns y uno de los personajes más importantes de nueva creación del Universos DC.
Simón, por otra parte, también recibe su correspondiente ración de caracterización en la que Humphries lo enfrenta a sus particulares miedos, esos que oculta bajo una fachada de cartón y que se materializan en la pistola que sigue portando en su canana sujeta a su pierna. Una incongruencia nacida de un pensamiento irracional, más cuando en tu mano portas el arma más poderosa del universo. Humphries en este sentido realiza un trabajo ejemplar.
El apartado gráfico es en todo momento correcto, con autores como Ronan Cliquet, Eduardo Pansica, Robson Rocha y Ed Benes, que mejoraría si el baile de autores se suavizara y alguno de los tres primeros se hiciera cargo en solitario de la serie. Son dibujantes solventes, eficaces narradores, pero que en conjunto rompen el aspecto visual de un cómic que se merece un dibujante fijo.
La serie sigue mejorando y aportando ideas frescas a una franquicia que goza de dos series diametralmente opuestas con las que poder satisfacer a todo tipo de lectores. Nunca el verde fue tan accesible como ahora.
Guion - 8
Dibujo - 7.5
Interés - 9
8.2
Sigue mejorando.
Green Lanterns continúa mejorando su trayectoria en manos de Humphries, que no deja de trabajar con los personajes para añadirles nuevas capas de caracterización. Página a página Jessica y Simón se perfilan más y mejor y se nos muestran más humanos.