El legado del diablo por Tim Sale
«Al diablo que jamás me abandonará… que siempre está conmigo… su única hija.»
Cuando durante el verano de 1999 Dark Horse publico la primera entrega de las dos que componen la serie limitada
Posiblemente esta historia sea junto a la ya citada El abogado del diablo la obra en la que Tim Sale consolido el estilo tan personal que caracterizo el resto de su carrera tras firmar unas primeras obras algo más titubeantes en sus inicios como Thieve’s world, The Amazon o sus primeros números de Grendel. Aquí ya comenzamos a ver un estilo propio en el que va asimilando las enseñanzas de dibujantes, no solo de cómics, tan diversos en procedencia y estilos como Frank Frazetta, N. C. Wyeth, Bernie Wrightson, Barry Windsor-Smith, Alex Toth, Gene Colan, Rubén Pellejero, Norman Rockwell, Jim Steranko, Neal Adams, Giraud, Lorenzo Mattoti, Hugo Pratt o los ya mencionados Romita, Severin, Buscema o Wagner. En esta miniserie comenzamos a ver sus personajes de anatomías imposibles, en los que los personajes de músculos hipertrofiados se entremezclan con otras figuras de una delgadez extrema que parece que en cualquier momento se han a quebrar como una ramita. Pero también vemos la manera en la que empieza a jugar con las composiciones de página que rompen los cánones imperantes en el cómic mainstream y le permiten experimentar y arriesgarse con una libertad que no tendrá posteriormente al tener que plegarse en parte a las imposiciones del género superheroico. En este trabajo vemos viñetas de todo tipo de formas, planos llenos de quiebros y picados imposibles, o el recurso de unas para las páginas de flash-backs una marca de lectura de un rojo intenso a la izquierda de la página dando como resultado unas páginas en las conocemos del pasado de Stacy y su convivencia junto a Hunter Rose y un Argent, que nunca resulto tan aterrador con en las páginas de Sale.
Tampoco resulta descabellado decir que la historia de Diana Schutz es la que mejor partido sabe sacar de su capacidad para mostrarnos lo más oscuro del alma humana que habita entre las sombras algo ideal para un relato introspectivo y psicólogo. En sus colaboraciones posteriores con Loeb, de carácter mucho más lúdico y con un claro afán de homenajear a las historias de superhéroes más clásicas, no hay tanto espacio para esos juegos de sombras ya que lo principal es devolvernos la acción desenfrenada y llena de trajes de colores chillones que es la quintaesencia de los cómics de superhéroes, aunque aderezada con un toque de nostalgia. Es cierto que algunas de esas colaboraciones si tienen un tono más sombrío como sucede con los especiales de Halloween de Batman, pero no llegan a adentrarse en los pasajes más sombríos del ser humano como sí hace el guion de esta obra a la que la capacidad de Sale para crear atmosferas opresivas gracias a su magistral dominio de las luces y sombras dota de un cariz tan terrorífico como real. Una capacidad que se fundamenta en un estilo de entintando vigoroso en el que prima la mancha sobre la línea, producto no solo de su admiración por algunos de los autores antes mencionados que también eran grandes maestros del blanco y negro, sino también porque era daltónico lo que provocó que hiciera de un posible problema una virtud y buscara potenciar esos juegos de luces y sombra, que brillan todavía más cuando puede emplear aguadas para hacerlos. Su incapacidad para poder colorear sus trabajos correctamente no provoco que dejar de lado el color de los mismo ya que a lo largo de su trayectoria siempre tuvo un enorme interés en buscar al artista más capaz. Algo que sucede en esta ocasión en la que Kristiansen hace un trabajo extraordinario que en lugar de opacar el dibujo de Sale lo multiplican aumentando la sensación de locura y opresión que ronda durante toda la obra. Un color extraordinario que nos recuerdo que también se puede dibujar con el color y, sobre todo, narrar.
La hija del diablo es una obra durísima, pero de una profundidad y calidad extraordinarias, algo sorprendente puesto que se trataba de la primera historia que escribió Diana Schutz. Como ya hemos mencionado está protagonizada por Stacy Palumbo, la niña que Hunter Rose adopta tras el asesinar a sus padres bajo la identidad de su alter ego Grendel. Una infancia marcada por la violencia y el horror, unas semillas que como las malas hierbas brotaban sin control alrededor de Grendel que le crearon a Stacy una serie de traumas y problemas psicológicos terribles que condicionaron toda su existencia. Las consecuencias de esa infancia tan convulsa en la que perdió por completo cualquier inocencia infantil se ven en la obra que relata tanto su pasado como su presente. Ambos marcados por los problemas mentales que la llevan a pasar por diversos internados psiquiátricos, los abusos sexuales y la desconexión de la realidad. Además de la presencia constante de la maldición que acarrea el manto de Grendel. Aunque su figura solo aparece en los flash-back del pasado, su presencia se deja ver a lo largo de toda la obra, algo que muestra con enorme acierto Tim Sale en pequeños detalles que se convierten en un despliegue de recursos gráficos tan poderosamente icónicos como efectivos. Ese es uno de los múltiples aciertos gráficos de la obra, al igual que sucede con la capacidad para dotar de expresividad a todos los personajes destacando sobre todo la fragilidad de Stacy y la amenaza constante que se percibe en los ojos de un Hunter Rose que se convierte en la personificación del mal sin necesidad de vestir la máscara de Grendel, pese a aparecer solamente en unas pocas viñetas.
Sí en la serie original Matt Wagner trataba de explicar la naturaleza del mal y la violencia, en esta miniserie vemos las consecuencias de convivir con ese mal siendo una niña. Unos horrores que no vemos de manera directa, ya que Sale los esconde entre las sombras de su dibujo en la mayoría de las ocasiones, pero al dejar que nos los imaginemos se convierten en algo mucho más terrorífico y desasosegante. Una perversión de la inocencia infantil que la desgarra y la aboca a una soledad brutal de la que no puede escapar de ninguna manera y que tiene un reflejo gráfico en la página que cierra la miniserie que un broche perfecto a una obra extraordinaria que, sin duda, es uno de los mejores trabajos de Sale, aunque no ha tenido nunca la enorme publicidad de sus trabajos para Marvel y DC.
La hija del diablo ha sido publicada dos veces en España la primera en 2003 en un tomo prestigio editado por Astiberri y la segunda dentro del segundo volumen integral de Grendel editado por Planeta Comic. En el primer y tercer integral de esta serie también se pueden encontrar el resto de trabajos del añorado Tim Sale en la saga. Un artista muy especial que supo forjar un estilo único y personal en una industria que tiene a los trabajos en cadena en los que cada vez es más difícil descubrir voces únicas como la que poseía
“Sola con el diablo.”
Grendel es una obra muy interesante. Espero más reseñas en ZN sobre este personaje y sobre Mage con su reciente publicación
Gracias por el articulo!
Yo me hice en su momento con el prestigio de Astiberri. Una lectura muy recomendable aunque no hayas leido nada o casi nada de Grendel, porque es una historia potente muy bien guionizada y con un Sale que firma si no el mejor, uno de sus mejores trabajos, en una historia nada nada facil de hacer. Las paginas que poneis dan buena muestra, pero es que cualquiera que elijais supera la media.